• Centar za istrazivacko
    novinarstvo (Centro de
    Periodismo de Investigación),

    enero de 2005, Sarajevo
    (Bosnia-Herzegovina)

Diez años después de que acabara la devastadora guerra de Bosnia-Herzegovina,
muchas cicatrices externas del conflicto están desapareciendo. En Sarajevo,
la ciudad sitiada, han surgido numerosos proyectos de construcción,
y las máquinas limpian los escombros y otros restos de la guerra.

Millones de euros se desperdician por la
duplicación de servicios, la corrupción generalizada
y los médicos que desvían a sus pacientes
a países vecinos que simpatizan con su etnia

No obstante, aunque las ruinas superficiales de Bosnia se van eliminando,
persiste gran parte de su podredumbre interior. Por ejemplo, en los medios
de comunicación, que siguen debilitados por las mismas divisiones étnicas
y religiosas que atrofian las instituciones políticas del país.
Varios estudios, como el clásico de 1994 del periodista y escritor británico
Mark Thompson, Forging War: The Media in Serbia, Croatia
and Bosnia-Herzegovina (Forjando la guerra. Los medios en Serbia, Croacia y
Bosnia-Herzegovina)
, han
examinado el papel crucial de los medios de la zona en la fabricación
del conflicto de los Balcanes.

Los Acuerdos de Dayton, que pusieron fin en 1995 a la guerra de Bosnia, no
se ocuparon de la regulación del trabajo periodístico. Esta omisión
ha tenido consecuencias perjudiciales y duraderas para la prensa bosnia, a
pesar de los millones de dólares invertidos por Estados Unidos, los
países europeos y diversas fundaciones privadas para reconstruirlos.
Un informe de julio de 2004 sobre la independencia y la diversidad de los medios,
realizado por dos gabinetes de estudios de Europa del Este, llegó a
la conclusión de que el mercado de la comunicación del país
balcánico sigue claramente dividido en función de criterios étnicos.

Después de una década tan funesta para los medios bosnios, hay
que preguntarse por la eficacia que puede tener un nuevo proyecto periodístico
como el Centar za istrazivacko novinarstvo (Centro de
Periodismo de Investigación
o CIN) en un entorno semejante. Esta nueva institución, producto de
un esfuerzo de colaboración entre el departamento de periodismo de la
Universidad de Nueva York y el Grupo para el Desarrollo del Periodismo –una
empresa subvencionada por el organismo estadounidense de ayuda al desarrollo
(USAID)–, pretende ofrecer a periodistas bosnios posibilidades de abordar
proyectos de investigación de gran envergadura.

El primer proyecto del CIN, una investigación en varias partes sobre
el sistema de salud de Bosnia titulada Zdravstvo na aparatima
(La asistencia sanitaria, con respiración asistida)
, demuestra que, a veces, la tenacidad
en el periodismo es capaz de triunfar contra todo pronóstico. En su
reportaje, los periodistas del centro revelan hasta qué punto las fisuras
presentes en todos los aspectos de la vida política y civil de Bosnia –unas
fisuras que se hicieron más permanentes cuando los Acuerdos de Dayton
dividieron el país en dos entidades étnicas distintas– han
paralizado los servicios de salud.

Hoy en día, esas dos entidades financian separadamente sus seguros
de salud, lo cual obliga a los pacientes que viven lejos de su lugar de origen
a desplazarse para recibir tratamiento o pagar por los servicios y esperar
a que se lo reembolse un sistema que sufre permanente escasez de fondos.
Se despilfarran millones de euros por duplicación de servicios, sobornos
generalizados y por médicos que envían a sus pacientes a que
los atiendan en países vecinos que simpatizan con su etnia.

La meticulosidad del informe del Centro de Periodismo de Investigación
de Sarajevo impresiona, especialmente si se tienen en cuenta los obstáculos
que afrontan los periodistas de investigación en un entorno mediático
tan inestable y sin regular como el de Bosnia.

Los principales ingredientes en el periodismo de investigación clásico
son las filtraciones oportunas de fuentes confidenciales y el acceso a los
documentos públicos. Los medios en Bosnia están muy politizados
y no les faltan las filtraciones malintencionadas, normalmente contra los rivales
políticos. Pero, aunque en algunos países de los Balcanes existen
leyes que ponen los documentos públicos a disposición de los
medios de comunicación, su cumplimiento es irregular, en el mejor de
los casos. En muchas ocasiones, sencillamente, tanto la letra como el espíritu
de la ley son inexistentes. Tales obstáculos hacen que sea aún
más destacable el trabajo de esta institución para periodistas
bosnios. La serie, ilustrada con escenas en las que hay médicos que
aceptan sobornos y ministros de Sanidad que llevan costosos teléfonos
móviles, se basa en un minucioso examen de los presupuestos de salud
pública y las auditorías gubernamentales de los organismos estatales.
Los principales descubrimientos, hasta la fecha, no proceden de fuentes anónimas,
sino de intensos interrogatorios a ministros, combinados con numerosos hechos
y cifras.

Sin embargo, todo este esfuerzo tan impresionante servirá de poco si
la labor del centro no se da a conocer más dentro de Bosnia. Hasta ahora
sólo ha aparecido la serie en unas cuantas publicaciones como Bosnia
Daily
y Nezavisne novine, un periódico editado en la República
Serbia de Bosnia. Otros órganos como Dnevni avaz, el mayor diario de
Bosnia-Herzegovina, han ignorado el proyecto casi por completo, igual que los
medios audiovisuales de todo el país.

En un vacío así, el periodismo de investigación se ahoga.
Además de por la calidad del trabajo, el valor de un nuevo proyecto
periodístico de este tipo sólo podrá medirse, a fin de
cuentas, por su capacidad de romper las defensas de los obstinados y estáticos
medios de comunicación de Bosnia. No sirve de nada tener un medicamento
potente si no hay nadie que lo introduzca en el flujo sanguíneo bosnio.

Apartheid sanitario en Bosnia. Richard
Byrne

Centar za istrazivacko
novinarstvo (Centro de
Periodismo de Investigación),

enero de 2005, Sarajevo
(Bosnia-Herzegovina)

Diez años después de que acabara la devastadora guerra de Bosnia-Herzegovina,
muchas cicatrices externas del conflicto están desapareciendo. En Sarajevo,
la ciudad sitiada, han surgido numerosos proyectos de construcción,
y las máquinas limpian los escombros y otros restos de la guerra.

Millones de euros se desperdician por la
duplicación de servicios, la corrupción generalizada
y los médicos que desvían a sus pacientes
a países vecinos que simpatizan con su etnia

No obstante, aunque las ruinas superficiales de Bosnia se van eliminando,
persiste gran parte de su podredumbre interior. Por ejemplo, en los medios
de comunicación, que siguen debilitados por las mismas divisiones étnicas
y religiosas que atrofian las instituciones políticas del país.
Varios estudios, como el clásico de 1994 del periodista y escritor británico
Mark Thompson, Forging War: The Media in Serbia, Croatia
and Bosnia-Herzegovina (Forjando la guerra. Los medios en Serbia, Croacia y
Bosnia-Herzegovina)
, han
examinado el papel crucial de los medios de la zona en la fabricación
del conflicto de los Balcanes.

Los Acuerdos de Dayton, que pusieron fin en 1995 a la guerra de Bosnia, no
se ocuparon de la regulación del trabajo periodístico. Esta omisión
ha tenido consecuencias perjudiciales y duraderas para la prensa bosnia, a
pesar de los millones de dólares invertidos por Estados Unidos, los
países europeos y diversas fundaciones privadas para reconstruirlos.
Un informe de julio de 2004 sobre la independencia y la diversidad de los medios,
realizado por dos gabinetes de estudios de Europa del Este, llegó a
la conclusión de que el mercado de la comunicación del país
balcánico sigue claramente dividido en función de criterios étnicos.

Después de una década tan funesta para los medios bosnios, hay
que preguntarse por la eficacia que puede tener un nuevo proyecto periodístico
como el Centar za istrazivacko novinarstvo (Centro de
Periodismo de Investigación
o CIN) en un entorno semejante. Esta nueva institución, producto de
un esfuerzo de colaboración entre el departamento de periodismo de la
Universidad de Nueva York y el Grupo para el Desarrollo del Periodismo –una
empresa subvencionada por el organismo estadounidense de ayuda al desarrollo
(USAID)–, pretende ofrecer a periodistas bosnios posibilidades de abordar
proyectos de investigación de gran envergadura.

El primer proyecto del CIN, una investigación en varias partes sobre
el sistema de salud de Bosnia titulada Zdravstvo na aparatima
(La asistencia sanitaria, con respiración asistida)
, demuestra que, a veces, la tenacidad
en el periodismo es capaz de triunfar contra todo pronóstico. En su
reportaje, los periodistas del centro revelan hasta qué punto las fisuras
presentes en todos los aspectos de la vida política y civil de Bosnia –unas
fisuras que se hicieron más permanentes cuando los Acuerdos de Dayton
dividieron el país en dos entidades étnicas distintas– han
paralizado los servicios de salud.

Hoy en día, esas dos entidades financian separadamente sus seguros
de salud, lo cual obliga a los pacientes que viven lejos de su lugar de origen
a desplazarse para recibir tratamiento o pagar por los servicios y esperar
a que se lo reembolse un sistema que sufre permanente escasez de fondos.
Se despilfarran millones de euros por duplicación de servicios, sobornos
generalizados y por médicos que envían a sus pacientes a que
los atiendan en países vecinos que simpatizan con su etnia.

La meticulosidad del informe del Centro de Periodismo de Investigación
de Sarajevo impresiona, especialmente si se tienen en cuenta los obstáculos
que afrontan los periodistas de investigación en un entorno mediático
tan inestable y sin regular como el de Bosnia.

Los principales ingredientes en el periodismo de investigación clásico
son las filtraciones oportunas de fuentes confidenciales y el acceso a los
documentos públicos. Los medios en Bosnia están muy politizados
y no les faltan las filtraciones malintencionadas, normalmente contra los rivales
políticos. Pero, aunque en algunos países de los Balcanes existen
leyes que ponen los documentos públicos a disposición de los
medios de comunicación, su cumplimiento es irregular, en el mejor de
los casos. En muchas ocasiones, sencillamente, tanto la letra como el espíritu
de la ley son inexistentes. Tales obstáculos hacen que sea aún
más destacable el trabajo de esta institución para periodistas
bosnios. La serie, ilustrada con escenas en las que hay médicos que
aceptan sobornos y ministros de Sanidad que llevan costosos teléfonos
móviles, se basa en un minucioso examen de los presupuestos de salud
pública y las auditorías gubernamentales de los organismos estatales.
Los principales descubrimientos, hasta la fecha, no proceden de fuentes anónimas,
sino de intensos interrogatorios a ministros, combinados con numerosos hechos
y cifras.

Sin embargo, todo este esfuerzo tan impresionante servirá de poco si
la labor del centro no se da a conocer más dentro de Bosnia. Hasta ahora
sólo ha aparecido la serie en unas cuantas publicaciones como Bosnia
Daily
y Nezavisne novine, un periódico editado en la República
Serbia de Bosnia. Otros órganos como Dnevni avaz, el mayor diario de
Bosnia-Herzegovina, han ignorado el proyecto casi por completo, igual que los
medios audiovisuales de todo el país.

En un vacío así, el periodismo de investigación se ahoga.
Además de por la calidad del trabajo, el valor de un nuevo proyecto
periodístico de este tipo sólo podrá medirse, a fin de
cuentas, por su capacidad de romper las defensas de los obstinados y estáticos
medios de comunicación de Bosnia. No sirve de nada tener un medicamento
potente si no hay nadie que lo introduzca en el flujo sanguíneo bosnio.

Richard Byrne es redactor de la publicación
universitaria Chronicle of Higher Education y responsable de la información
sobre Estados Unidos de la revista Biblioteka Alexandria, de Belgrado (Serbia).