• Journal of Social Sciences,
    nº 12, diciembre 2003,
    Shanghai (China)

 

Cuatro años después de la desaparición de la Unión
Soviética, China y sus nuevos vecinos –Rusia, Kazajistán,
Kirguizistán y Tayikistán– se unieron en una coalición
llamada los Cinco de Shanghai para negociar sus fronteras, proceso que culminó
en 1996 y 1997 con tratados que demarcaban y desmilitarizaban los cerca de 7.000
kilómetros que China comparte con el resto.

Pronto el Grupo inició la colaboración también en materia
de seguridad y comercio, y, con la incorporación de Uzbekistán
en 2001, pasó a llamarse oficialmente Organización de Cooperación
de Shanghai (OCS). Más tarde realizaron dos ejercicios militares conjuntos,
crearon la Estructura Regional Antiterrorista en Uzbekistán y avanzaron
en la cooperación policial, económica y fronteriza. En enero de
2004 la OCS inauguró oficialmente sus nuevas instalaciones en Pekín
con 30 trabajadores y un presupuesto anual de 3,5 millones de dólares
(unos tres millones de euros).

Foto de soldados caminando
En son de paz: la Organización
de Cooperación de Shanghai lleva a cabo ejercicios militares en 2003.

Estos logros representan un éxito notable para la diplomacia china y un beneficio
potencial para la seguridad y la estabilidad de Asia central. Pero la OCS tiene
tanto que ver con la colaboración práctica en seguridad como con objetivos de
mayor peso –regionales y globales– de China. Pan Guang, de la Academia
de Ciencias Sociales de Shanghai, lo explica en su excelente artículo ‘La OCS
y el espíritu de Shanghai’, en el Journal of Social Sciences que publica
dicha Academia.

Pan, destacado experto en Asia central, Rusia y Oriente Próximo, describe
la evolución y el pensamiento de la OCS, desde el acercamiento chino-ruso de
sus inicios hasta su significado para China, Asia central y la seguridad global.
La contribución más importante de Pan es su explicación de cómo el espíritu
de Shanghai
–los principios de confianza mutua, beneficio e igualdad
que unen a los Cinco de Shanghai y la OCS– se deriva del nuevo
concepto de seguridad
de China, que ha marcado las prioridades del gigante
asiático en política exterior desde 1997. Este ideario es en sí mismo un paso
más en las teorías pregonadas por el difunto líder Deng Xiaoping y de los viejos
cinco principios de cooperación pacífica, que incluyen la no agresión
mutua, la no injerencia en asuntos internos y el respeto por la soberanía y
la integridad territorial.

Este nuevo concepto ha sido siempre más teórico que práctico para
la mayoría de los observadores occidentales. Pan, sin embargo, detalla cómo
la diplomacia de China con sus vecinos y su papel en la creación de la OCS materializó
este concepto. Según Pan, la Organización de Cooperación de Shanghai ha fomentado
con éxito la estabilidad en las fronteras occidentales y septentrionales de
China, y contribuido a la lucha contra el terrorismo, el extremismo y el separatismo
en Asia central y China, sobre todo porque ayudó a China a reducir el apoyo
exterior a la minoría uigur de la provincia de Xinjiang.

"El espíritu de Shanghai y la OCS, que defienden la buena vecindad,
la paz y el desarrollo, juegan un papel estabilizador que es muy importante
en Asia central", afirma Pan. Aunque las pruebas de esto último
son dudosas, la Organización sí podría proporcionar algo
de equilibrio a esta inestable región ayudando a sus miembros a organizar
sus recursos o, al menos, demostrando que la colaboración es más
positiva que la competencia. Algunos analistas de Estados Unidos, sobre todo
aquellos atrapados en la mentalidad de la guerra fría, creen que la OCS
es un intento de limitar la influencia de Washington en Asia central. No obstante,
como primer esfuerzo de China por dar forma a un nuevo sistema internacional,
la OCS deja traslucir mucho acerca de los proyectos chinos para los próximos
años: podríamos estar vislumbrando una política muy pragmática,
guiada por los intereses y no por la ideología.

ENSAYOS, ARGUMENTOS Y OPINIONES DE TODO EL PLANETA

Captar el espíritu de Shanghai. Matthew
Oresman

Journal of Social Sciences,
nº 12, diciembre 2003,
Shanghai (China)

Cuatro años después de la desaparición de la Unión
Soviética, China y sus nuevos vecinos –Rusia, Kazajistán,
Kirguizistán y Tayikistán– se unieron en una coalición
llamada los Cinco de Shanghai para negociar sus fronteras, proceso que culminó
en 1996 y 1997 con tratados que demarcaban y desmilitarizaban los cerca de 7.000
kilómetros que China comparte con el resto.

Pronto el Grupo inició la colaboración también en materia
de seguridad y comercio, y, con la incorporación de Uzbekistán
en 2001, pasó a llamarse oficialmente Organización de Cooperación
de Shanghai (OCS). Más tarde realizaron dos ejercicios militares conjuntos,
crearon la Estructura Regional Antiterrorista en Uzbekistán y avanzaron
en la cooperación policial, económica y fronteriza. En enero de
2004 la OCS inauguró oficialmente sus nuevas instalaciones en Pekín
con 30 trabajadores y un presupuesto anual de 3,5 millones de dólares
(unos tres millones de euros).

Foto de soldados caminando
En son de paz: la Organización
de Cooperación de Shanghai lleva a cabo ejercicios militares en 2003.

Estos logros representan un éxito notable para la diplomacia china y un beneficio
potencial para la seguridad y la estabilidad de Asia central. Pero la OCS tiene
tanto que ver con la colaboración práctica en seguridad como con objetivos de
mayor peso –regionales y globales– de China. Pan Guang, de la Academia
de Ciencias Sociales de Shanghai, lo explica en su excelente artículo ‘La OCS
y el espíritu de Shanghai’, en el Journal of Social Sciences que publica
dicha Academia.

Pan, destacado experto en Asia central, Rusia y Oriente Próximo, describe
la evolución y el pensamiento de la OCS, desde el acercamiento chino-ruso de
sus inicios hasta su significado para China, Asia central y la seguridad global.
La contribución más importante de Pan es su explicación de cómo el espíritu
de Shanghai
–los principios de confianza mutua, beneficio e igualdad
que unen a los Cinco de Shanghai y la OCS– se deriva del nuevo
concepto de seguridad
de China, que ha marcado las prioridades del gigante
asiático en política exterior desde 1997. Este ideario es en sí mismo un paso
más en las teorías pregonadas por el difunto líder Deng Xiaoping y de los viejos
cinco principios de cooperación pacífica, que incluyen la no agresión
mutua, la no injerencia en asuntos internos y el respeto por la soberanía y
la integridad territorial.

Este nuevo concepto ha sido siempre más teórico que práctico para
la mayoría de los observadores occidentales. Pan, sin embargo, detalla cómo
la diplomacia de China con sus vecinos y su papel en la creación de la OCS materializó
este concepto. Según Pan, la Organización de Cooperación de Shanghai ha fomentado
con éxito la estabilidad en las fronteras occidentales y septentrionales de
China, y contribuido a la lucha contra el terrorismo, el extremismo y el separatismo
en Asia central y China, sobre todo porque ayudó a China a reducir el apoyo
exterior a la minoría uigur de la provincia de Xinjiang.

"El espíritu de Shanghai y la OCS, que defienden la buena vecindad,
la paz y el desarrollo, juegan un papel estabilizador que es muy importante
en Asia central", afirma Pan. Aunque las pruebas de esto último
son dudosas, la Organización sí podría proporcionar algo
de equilibrio a esta inestable región ayudando a sus miembros a organizar
sus recursos o, al menos, demostrando que la colaboración es más
positiva que la competencia. Algunos analistas de Estados Unidos, sobre todo
aquellos atrapados en la mentalidad de la guerra fría, creen que la OCS
es un intento de limitar la influencia de Washington en Asia central. No obstante,
como primer esfuerzo de China por dar forma a un nuevo sistema internacional,
la OCS deja traslucir mucho acerca de los proyectos chinos para los próximos
años: podríamos estar vislumbrando una política muy pragmática,
guiada por los intereses y no por la ideología.

Matthew Oresman es codirector del China-Eurasia
Forum y coautor del informe El nuevo viaje de China hacia Occidente (Center
for Strategic and International Studies, Washington, 2003).