La primera página web con contenidos racistas (auspiciada por un grupo blanco supremacista) apareció en Internet en marzo de 1995. Hoy, el número de páginas que instigan el odio supera las 4.000, según Richard Eaton, investigador de la organización de defensa de los derechos humanos Simon Wiesenthal Center (wiesenthal.com), dedicada a conservar la memoria del Holocausto. Alarmado por los estereotipos raciales y étnicos que circulan por la Red, el especialista en Oriente Medio Stephen P. Cohen y el empresario informático Jacob Levy han creado un programa que mide el nivel de violencia en Internet, el Índice de Odio Global (IOG). Mediante el uso de algoritmos y tecnología de análisis de textos, el programa de Cohen y Levy busca, examina y analiza de forma automática millones de mensajes cibernéticos -foros de debate, chats, bitácoras, entre otros- para juzgar los niveles de aversión, por ejemplo, hacia EE UU, los judíos o los musulmanes. Entre junio de 2003 y mayo de 2004, el programa examinó casi dos millones de mensajes. ¿Los resultados? Un promedio del 35% de los mensajes expresaban algún grado de antiamericanismo, el 32% era antisemita y el 20% tenía contenido antimusulmán. Cohen y Levy aseguran que su tecnología -que posee aplicaciones comerciales- es una forma imparcial de medir el odio, porque el programa no conoce la identidad ni el origen de la información. Tampoco hace preguntas, que, según Cohen y Levy, son siempre tendenciosas. Brian Marcus, director de vigilancia de Internet en la organización judía de Nueva York Liga Antidifamación (adl.org), opina que es un buen añadido al conocimiento sobre la violencia en Internet, pero que tiene la limitación de lo que es capaz de encontrar. En la actualidad, el programa de Cohen y Levy sólo puede buscar en inglés, lo cual es grave si se tiene en cuenta que existe un volumen considerable de retórica de la enemistad en otros idiomas. Y el sistema tampoco puede buscar en los sitios cerrados, protegidos por contraseña, que utilizan muchos de esos grupos. A pesar de todo, David Rosenthal, un experto en delitos de odio que reside en Zúrich, dice que el IOG es "un pequeño paso" en la buena dirección. Aunque no es la panacea, pues no se puede luchar contra el odio si, antes, no se localiza.

Leslie Palti es investigadora en la edición estadounidense de FP.