La agenda política de Salamworld, el facebook islámico que acabará con las tentaciones de la Red.

Un espacio virtual libre de todo pecado. Es más: una red social que haga competencia a Facebook y otros servicios similares. Con el declarado objetivo de “beneficiar al mundo musulmán” fue presentado a mediados de febrero en Estambul la iniciativa Salamworld, que estará operativa en agosto de este año, con el Ramadán.

La idea comercial, basada en la supuesta necesidad de todo musulmán de un espacio halal o puro en Internet,  ya cuenta con una inversión cifrada en unos 50 millones de dólares (unos 37 millones de euros) que se irá distribuyendo en los próximos tres años, según el diario turco Hürriyet. “Vídeos, textos, imágenes y contenidos similares que puedan entrañar peligro se filtrarán de forma adecuada”, ha explicado el presidente de la junta directiva de Salamworld, el ruso Abdul-Vakhed Niyazov.

Asimismo, especial atención se pondrá en el cuidado de las relaciones sanas y pudorosas entre jóvenes generaciones de musulmanes. De importancia también es el fomento de la banca islámica, autodenominada de libre interés, y que aplica la zakat o limosna religiosa siguiendo la tradición de la ley islámica.

También en la cruzada contra el pecado tiene cabida la música no pecaminosa con la presencia de ritmos como los de Sami Yusuf, uno de los participantes del encuentro. Al igual que la banda estadounidense Whitecross une ritmos rock con lo que considera mensaje cristiano, Sami Yusuf ofrece un pop verde o islámico.

El escenario elegido para la presentación -que tuvo su colofón precisamente con una actuación al piano de Yusuf- estaba cargado de simbolismo. Se trató del hotel Ciragan Palace a orillas del Bósforo, el que fuera palacio otomano construido por el Sultán Abdülaziz I. En el comité de organizadores había representantes de al menos 17 países, sobre todo de mayoría musulmana: de Malasia a Yemen, de Turquía a Egipto.

Los mapas mostrados para explicar el proyecto hacían hincapié sobre todo en la elevada presencia musulmana en varios países y podían leerse también como reflejo de la influencia otomana en diversos enclaves. De hecho, uno de los participantes de honor, el gran Mufti de Bosnia y Herzegovina, Mustafa Céric, es ferviente admirador de lo otomano. Estambul ya es la sede central de Salamworld.

Desde Turquía se controlará la logística. Es en el ciberespacio donde se batallarán las guerras del futuro. De hecho, ya se están librando. La llamada primavera árabe ha puesto de manifiesto la importancia decisiva de las nuevas tecnologías. “Los árabes y los musulmanes del Oriente Medio han dotado a las redes sociales de un nueva meta y un nuevo significado dirigiendo a las masas hacia la revolución”. Son palabras del palestino Nihad Awad, director del Consejo sobre las Relaciones Islámico-Americanas, en la presentación de Salamworld, refiriéndose al empuje de medios como Facebook o Youtube y su poder de convocatoria en el último año.

Como otros cargos de relevancia presentes en el acto de presentación -que comenzó con un mensaje de bienvenida del primer ministro turco Recep T. Erdogan- Nihad Awad muestra simpatía hacia el grupo armado Hamás. También es simpatizante otro de los participantes estrella, el ex primer ministro malayo Mahhathir Mohammad, así como el mismo Erdogan. De hecho, varios de sus iniciadores destacan por su compromiso con grupos como los Hermanos Musulmanes o Hamás. O incluso por su supuesta vinculación con el movimiento salafista.

De hecho, Salamworld, a pesar del hincapié que hicieron los presentadores en su carácter religioso tiene una agenda marcadamente política. O dicho de otro modo: lo religioso tiene carácter político.

El hecho de que la sede central sea Turquía adquiere una relevancia significativa. Como con la célebre flotilla, el fomento de la banca islámica y la defensa a ultranza de la banda armada Hamás, en el proyecto de Salamworld el partido en el Gobierno turco, el de la Justicia y Desarrollo (AKP), se muestra en harmonía con destacados líderes islamistas. A efectos prácticos, hacen causa común.





























           
En el proyecto de Salamworld el partido en el Gobierno turco se muestra en harmonía con destacados líderes islamistas. A efectos prácticos, hacen causa común
           

No hay grietas, al menos percibidas desde fuera, puesto que el objetivo compartido es el de una mayor presencia del islam en la esfera pública. Además, el mínimo común denominador tanto del partido AKP como de la cofradía Gülen y el movimiento islamista Milli Görüs (del que proceden tanto Erdogan como el actual presidente turco, Abdulá Gül) es el sueño del resurgimiento de un califato otomano y pantúrquico que lideraría el mundo musulmán.

Frente al acusado victimismo de las masas árabes hasta hace bien poco, Erdogan ofrece una decidida apuesta por revitalizar pasadas glorias. En cuanto que espacio virtual diseñado para la ummah o comunidad musulmana internacional, Salamworld abre sus puertas a alianzas. Así, el influyente intelectual islamista Abdurrahman Dilipak, junto con los cabeza de partidos islamistas Numan Kurtulmus o Mustafa Destici tienen tanta cabida en la iniciativa Salamworld como simpatizantes del proyecto como Aziz Babuscu, líder provincial del AKP, o el periodista Cemal Ussak, vinculado a la cofradía religiosa Fetulá Gülen.

Después de deconstruir con éxito tanto el capital simbólico como el poder material del Ejército y conducir a varios cientos de opositores a la vida carcelaria, a Erdogan ya no le inquieta despertar el recelo en el sector laico con una apuesta por la islamización de lo público.

A principios de febrero declaró que ve como su deber en el poder “trabajar por una (nueva) generación conservadora, religiosa y patriota”. Frente a la oleada de críticas que desataron sus palabras, el primer ministro turco no hizo más que reafirmarse. El envite estratégico que supone la creación de Salamworld está en plena concordancia con los objetivos de los nuevos líderes musulmanes tanto en Turquía como en otros países de mayoría musulmana: la recreación de un califato dirigido desde Estambul. Solo que esta vez es en versión online.

 

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