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6. Celso Amorim
por convertir Brasil en un actor de alcance global.
Ministro de Exteriores| Brasil.

A Celso Amorim no le haría ninguna gracia el viejo dicho de que Brasil es el país del futuro y siempre lo será. El astuto y educado diplomático brasileño, que está terminando su segundo mandato como ministro de Exteriores, ha hecho todo lo posible para convertir a su país en una potencia internacional hoy mismo.

Sin oponerse claramente a Estados Unidos como la vieja izquierda latinoamericana ni seguir como un esclavo sus dictados, Amorim ha creado una vía independiente. Ha tachado a los países desarrollados de hipócritas y ha defendido que los Estados en vías de desarrollo asuman un papel de vanguardia en la lucha contra el cambio climático. Este año se asoció a un socio inesperado, el ministro turco de exteriores, Ahmet Davutoglu (Nº 7), para lograr un acuerdo de último minuto con el fin de aplacar las tensiones internacionales por el programa nuclear iraní. Aunque la iniciativa sirvió sobre todo para que las capitales de Occidente rechinaran los dientes, también puso a Brasil en el mapa.

Bajo la dirección de Amorim, el país latinoamericano se ha incorporado con entusiasmo a la alianza de los países BRIC con Rusia, India y China, que en su opinión tiene el poder de “redefinir la gobernanza mundial”. Brasil aspira a ocupar un puesto permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU; mientras tanto, ha reforzado su cuerpo diplomático y ha aumentado su contribución a misiones internacionales de paz en lugares como Haití. El mandato de Amorim a las órdenes del excepcional presidente que ahora se retira, Luiz Inácio Lula da Silva, ha demostrado que es posible tener, como dijo recientemente, “una política exterior humanista sin perder de vista los intereses nacionales”.