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El presidente interino de Brasil, Michel Temer, en un encuentro con los gobernadores en el Palacio Planalto. Evaristo Sa/AFP/Getty Images

Cómo las palabras del presidente interino brasileño, Michel Temer, no se corresponden con sus acciones.

Desde que el presidente interino de Brasil, Michel Temer, tomó posesión de su cargo el pasado 12 de mayo, se ha producido un terremoto político tras otro. Ya ha habido dos crisis de Gobierno seguidas de la dimisión de dos ministros acusados de corrupción, y la Fiscalía General del Estado ha emitido un mandato de prisión contra los principales exponentes de la cúpula de su partido (PMDB) que, de hacerse efectivo, acabaría de un plumazo con su credibilidad.

En su primer mes en el cargo, Temer ha sido criticado por varias razones, por ejemplo, por haber formado un Ejecutivo sin ninguna mujer y ningún negro, en un país donde el 53% de la población se declara afrodescendiente. Sus medidas neoliberales para relanzar la economía tampoco cuentan con la simpatía de todos los brasileños. De hecho, solo el 11% de la población le apoya, mientras que el 40% desaprueba su gestión.

Lo que caracteriza a Temer es su ambigüedad. No siempre sus palabras se corresponden con sus acciones. Estas son sus frases más enigmáticas y contradictorias.

 

“La operación Lava Coches se ha convertido en una referencia y debe ser protegida contra cualquier intento de debilitarla”

En su discurso de investidura, Temer se comprometió públicamente a luchar contra la corrupción y a defender la investigación sobre el desvío de fondos y el esquema de propinas de la empresa estatal Petrobras. Sin embargo, en tan solo un mes ha quedado patente la discrepancia entre lo que predica y lo que hace.

Tres ministros han tenido que dimitir por sendas acusaciones de corrupción. Romero Jucá, ministro de Planificación y hombre fuerte del Gobierno interino, se ha visto obligado a dejar el cargo después de que se filtrara a la prensa una grabación. En ella, Jucá reconocía que el impeachment de Dilma Rousseff era necesario para frenar las investigaciones del caso Lava Coches y salvar así el pellejo de los políticos aliados involucrados en el mayor esquema de corrupción de la historia de Brasil. El bombazo informativo ha sido tan potente, que no le ha quedado más remedio que alejarse para no perjudicar a Temer.

Pocos días después, el ministro de Transparencia, Fabiano Silveira, también dimitía por una razón parecida. En una grabación divulgada por la televisión brasileña, Silveira criticaba la Operación Lava Coches y daba orientaciones para la defensa de los investigados. Sus declaraciones han sido tan polémicas, que la ONG Transparencia Internacional ha anunciado la ruptura de todo tipo de relación con el Gobierno de Temer. En junio, el ministro de Turismo, Henrique Eduardo Alves, renunció a su cargo, justo un día después de ser salpicado por el caso Petrobras. Las razones exactas de su dimisión no han sido aclaradas.

Como guinda está la reciente petición de prisión por parte de la Fiscalía General del Estado de varios miembros del partido de Temer. Entre ellos, hay que destacar el presidente del Senado, Renan Calheiros; el senador y ex ministro de Temer Romero Jucá; el ex presidente de Brasil y conocido cacique local José Sarney; el todo poderoso presidente de la Cámara, Eduardo Cunha, alejado de su cargo por las sospechas de corrupción, y su esposa. El Supremo tiene que decidir ahora si emite una orden de prisión para estos destacados políticos.

 

“De inmediato, precisamos restaurar el equilibrio de las cuentas públicas”

Al asumir su cargo, Temer destacó que “Brasil vive hoy su peor crisis económica”, con 11 millones de parados, inflación de dos dígitos, déficits casi de 100.000 millones de reales (25.000 millones de euros), una situación caótica de la sanidad pública, recesión y una previsión de un retroceso del 4% del PIB para este año.

El presidente interino afirmó que quería promover la colaboración del sector público con el privado; recuperar la credibilidad del país tanto internamente como a nivel internacional; crear empleo y consolidar los programas sociales implantados con éxito por el Partido de los Trabajadores (PT), como la Bolsa Familia (ayuda monetaria a familias pobres) y el Minha Casa, Minha Vida (programa de vivienda popular).

Lo que Temer no dijo es que su receta para revertir la caída libre de la economía brasileña pasa por recortes y privatizaciones. Por lo pronto, en las primeras dos semanas de Gobierno Temer ha suprimido varios ministerios y ha anunciado el despido de al menos 4.000 funcionarios públicos. Además, a pesar de haber repetido que los programas sociales de Lula y Dilma iban a ser mantenidos porque “habían funcionado”, la realidad es que está produciéndose una reducción radical de los fondos a ellos destinados. El nuevo presidente ya anunciado que la meta fijada por Dilma Rousseff de construir dos millones de casas para finales 2018 no va a poder ser cumplida. El proyecto Minha Casa, Minha Vida ha sido temporáneamente suspendido a la espera de ser “mejorado”.

En cuanto a las privatizaciones, todavía no se ha anunciado qué empresas se verán afectadas. Todas las miradas se dirigen a Petrobras, aunque el nuevo presidente, Pedro Parente, ha declarado en una reciente entrevista radiofónica que la privatización de la principal empresa de Brasil no es su cometido. Por lo pronto, Temer se ha reunido con 200 empresarios que le piden resultados a corto plazo, en busca de aprobación. Son los mismos que apoyaron abiertamente el impeachment de Rousseff con una agresiva campaña de publicidad en los principales periódicos de Brasil.
 

“Los porcentajes referentes a la sanidad y a la educación no serán modificados”

Temer ha reconocido públicamente que será necesario hacer sacrificios. Sin embargo, consciente de que los cortes en sanidad y educación le pueden costar muchos apoyos y popularidad, el pasado 1 de junio ha insistido en que en este ámbito no habrá recortes.

Sus palabras podrían ser interpretadas a través del famoso refrán “dime de qué presumes y te diré de qué careces”. El 24 de mayo, su ministro de Hacienda, Henrique Meirelles, afirmó que el límite para el gasto público atañería también estas dos áreas. Las medidas propuestas, que deberán ser aprobadas por el Parlamento, prevén limitar el crecimiento del gasto público a la inflación para reducir su expansión real. El objetivo es disminuir el déficit, que en este momento se sitúa en los 170.500 millones de reales (43.700 millones de euros).

No es la primera vez que Temer da marcha atrás. Su Ejecutivo ya ha tenido que retractarse y anular la suspensión del programa de formación técnica (Pronatec) y del Fondo de Financiación al Estudiante del Ciclo Superior (Fies) tras las protestas de los sectores afectados.

 

 “Tendré como mínimo a cuatro mujeres integradas en los ministerios”

El nuevo Ejecutivo de Brasil ha sido acusado de machismo porque es el primero desde la dictadura que está compuesto exclusivamente por hombres, blancos y de edad avanzada. Después de recibir un aluvión de críticas dentro y fuera de Brasil, Temer ha intentado recular ofreciendo la secretaría de Estado del extinguido Ministerio de Cultura a una mujer. Sin embargo, al menos cinco candidatas, entre ellas la famosa cantante Daniela Mercury, han declinado la oferta.

Tras la ocupación de varias sedes del Ministerio de Cultura por parte de artistas y productores, Temer ha cedido anunciando la recuperación de este ministerio, que queda a cargo de un hombre, Marcelo Calero. Sin embargo, no ha conseguido convencer a sus detractores de que su Gobierno es igualitario.

Durante su primera entrevista pública al programa de televisión Fantástico, Temer ha intentado desmitificar la importancia de tener un cargo ministerial. “Hay personas que son seducidas por la historia de ser ministro. Yo ya he ejercido funciones sin ser secretario de Estado y, sin embargo, desarrollé trabajos extraordinarios. La nomenclatura de ministro no va hacer que la persona actúe bien o trabaje bien”, ha dicho.

Su intento de rechazar la acusación de misoginia ha enfurecido aún más a las activistas brasileñas, que le reprochan su expresión poco feliz al referirse a las mujeres como “representantes del mundo femenino”. Aunque haya alguna secretaria de Estado y una jefa en el Gabinete de Presidencia, casi nadie cree que las mujeres están representadas en el Gobierno brasileño. Para sus críticos, Temer ha prescindido conscientemente de las mujeres y ha reaccionado a toro pasado ante el rechazo recibido.

 

“La interinidad no significa que el país debe parar”

Son muchos los que defiende la teoría de que el impeachment ha sido en realidad un golpe de Estado blando. Los detractores de Temer argumentan que el presidente interino no tiene legitimidad para gobernar e implantar una agenda económica de derechas. A diferencia de Dilma Rousseff, que logró 54 millones de votos en los comicios de 2014, Temer no ha sido elegido de forma directa por el pueblo brasileño. “La restauración del neoliberalismo que ellos quieren sólo es posible a través de un golpe”, dijo el senador Lindbergh Farias, del Partido de los Trabajadores, tras la votación a favor del impeachment.

Sin embargo, el hombre que substituye temporáneamente a Rousseff está aprobando a marchas forzadas una serie de medidas económicas y sociales que, según la oposición y muchos analistas, difícilmente habrían sido aprobadas en unas elecciones democráticas.

Además de los recortes y de las privatizaciones, el Gobierno interino pretende suavizar la definición de esclavitud, eliminando los términos de “jornada exhaustiva” y de “condiciones degradantes de trabajo”; abaratar el despido; revertir de forma retroactiva la demarcación de las tierras indígenas; aprobar una ley que abre al capital extranjero la explotación del petróleo; y vender activos estatales como aeropuertos o Correos para hacer caja y sanear las cuentas públicas.

Los críticos de Temer aseguran que el que fue vicepresidente de Rousseff había preparado un Gobierno en la sombra y una agenda neoliberal, con el apoyo de la patronal, y que esperaba hacerse con el poder para ejecutarla. Como titulaba en febrero uno de los principales periódicos de Brasil, el Estadão, “el presidente decorativo se preparó para el poder”. En su artículo, la periodista Adriana Ceolin asegura  que “el presidente del PMDB desde hace 15 años usó todo el peso del partido para ascender políticamente”.

Desde que rompió oficialmente sus relaciones con la presidenta Dilma Rousseff, el pasado mes de marzo, Temer se ha dedicado a recibir en su residencia oficial, en el Palacio de Jaburu, con los principales políticos del país para armar alianzas y trazar las directrices del nuevo Ejecutivo.

“Me parece que no va a ser un gobierno de transición ni provisorio. Va a ser como si fuera un gobierno efectivo. En febrero de este año Temer lanzó un plan, llamado “Plan Temer”, que contiene las líneas de su propuesta política. Imagino que ahora, en caso de que asuma, lo va a poner en práctica”, decía en abril la politóloga Michelle Fernández, investigadora de la Universidad Federal de Pernambuco. En su primer mes de gobierno, Temer ha demostrado que el “Plan Temer” era más amplio y detallado de lo que muchos creían.