¿Pueden coexistir pacíficamente la sensibilidad humanitaria
y los intereses nacionales de los Estados? Rony Brauman, ex presidente de la
ONG Médicos sin Fronteras (MSF), y Samantha Power, directora ejecutiva
del Centro Carr para Políticas de Derechos Humanos de la Universidad
de Harvard, hablaron sobre ello en Nueva York en abril. Éste es un extracto
de sus mejores aportaciones al debate.

 

Foto de Rony Brauman

Rony Brauman

Nadie hubiera denominado humanitario el trabajo de los equipos médicos
estado-unidenses con civiles en Vietnam durante aquella guerra o, por
ejemplo, el de los médicos soviéticos en Afganistán.
Estoy seguro de que los médicos ayudaban a la gente e intentaban
hacer un buen trabajo, pero esos esfuerzos eran parte de las operaciones
de guerra psicológica, cuyo objetivo era "ganar corazones
y mentes". Hoy, sin embargo, esas actividades serían etiquetadas
como humanitarias. Miren el caso del lanzamiento de alimentos en Afganistán
al comienzo de la Operación Libertad Duradera en 2001, calificados
en su momento de humanitarios simplemente porque lo que se lanzaba desde
el aire era comida.

Combatimos esa idea. Esos esfuerzos no son acciones humanitarias sino
empeños políticos, operaciones psicológicas o propaganda.
Cuando Hitler llegó al poder, lo primero que intentó fue
distribuir comida, ropa y mantas para las víctimas de la crisis
económica alemana. Los receptores de esa ayuda la necesitaban con
urgencia; pero satisfacer las necesidades de una persona no es igual a
acción humanitaria.

 

 

Foto de Samantha Power

Samantha Power

Es cierto que muchas de las cosas que los gobiernos hacen por su propio
interés ahora se califican de humanitarias. Sin embargo, gran parte
del trabajo que quiere hacer MSF es posible gracias a la intervención
y compromiso de los gobiernos.
Por ejemplo, si quieren acceder a Darfur, en el oeste de Sudán,
necesitan que el presidente Bush presione al Gobierno sudanés para
que permita la entrada de Médicos sin Fronteras. En otros muchos
casos necesitan que tropas internacionales entren primero para asegurar
el entorno, para que ustedes puedan llegar a las personas que más
necesitan su ayuda. Por ello, me pregunto si el verdadero problema está
en lo apropiado de la terminología o si está en que el mundo
ha cambiado y que MSF obtenga las intervenciones que quiere (aunque nunca
reconocería que las desea, porque pretende ser neutral). Los gobiernos
pueden emprender acciones militares que ustedes no pueden asumir. Aunque
esas intervenciones se acometen pocas veces por razones humanitarias,
actúan como una especie de caballo de Troya del cual salen ustedes
y realizan el trabajo que desean hacer.

¿Pueden coexistir pacíficamente la sensibilidad humanitaria
y los intereses nacionales de los Estados? Rony Brauman, ex presidente de la
ONG Médicos sin Fronteras (MSF), y Samantha Power, directora ejecutiva
del Centro Carr para Políticas de Derechos Humanos de la Universidad
de Harvard, hablaron sobre ello en Nueva York en abril. Éste es un extracto
de sus mejores aportaciones al debate.

 

Foto de Rony Brauman

Rony Brauman

Nadie hubiera denominado humanitario el trabajo de los equipos médicos
estado-unidenses con civiles en Vietnam durante aquella guerra o, por
ejemplo, el de los médicos soviéticos en Afganistán.
Estoy seguro de que los médicos ayudaban a la gente e intentaban
hacer un buen trabajo, pero esos esfuerzos eran parte de las operaciones
de guerra psicológica, cuyo objetivo era "ganar corazones
y mentes". Hoy, sin embargo, esas actividades serían etiquetadas
como humanitarias. Miren el caso del lanzamiento de alimentos en Afganistán
al comienzo de la Operación Libertad Duradera en 2001, calificados
en su momento de humanitarios simplemente porque lo que se lanzaba desde
el aire era comida.

Combatimos esa idea. Esos esfuerzos no son acciones humanitarias sino
empeños políticos, operaciones psicológicas o propaganda.
Cuando Hitler llegó al poder, lo primero que intentó fue
distribuir comida, ropa y mantas para las víctimas de la crisis
económica alemana. Los receptores de esa ayuda la necesitaban con
urgencia; pero satisfacer las necesidades de una persona no es igual a
acción humanitaria.

 

 

Foto de Samantha Power

Samantha Power

Es cierto que muchas de las cosas que los gobiernos hacen por su propio
interés ahora se califican de humanitarias. Sin embargo, gran parte
del trabajo que quiere hacer MSF es posible gracias a la intervención
y compromiso de los gobiernos.
Por ejemplo, si quieren acceder a Darfur, en el oeste de Sudán,
necesitan que el presidente Bush presione al Gobierno sudanés para
que permita la entrada de Médicos sin Fronteras. En otros muchos
casos necesitan que tropas internacionales entren primero para asegurar
el entorno, para que ustedes puedan llegar a las personas que más
necesitan su ayuda. Por ello, me pregunto si el verdadero problema está
en lo apropiado de la terminología o si está en que el mundo
ha cambiado y que MSF obtenga las intervenciones que quiere (aunque nunca
reconocería que las desea, porque pretende ser neutral). Los gobiernos
pueden emprender acciones militares que ustedes no pueden asumir. Aunque
esas intervenciones se acometen pocas veces por razones humanitarias,
actúan como una especie de caballo de Troya del cual salen ustedes
y realizan el trabajo que desean hacer.