El temor a que la frontera croata se convierta en un coladero de personas, drogas y armas.

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En las pasadas semanas, en el ministerio de Interior de Croacia y en las oficinas de policía nacional se esquivó toda pregunta que pedía más información sobre la frontera sureña de este país: 1.377 kilómetros cuadrados que a partir del pasado 1 de julio son el confín más largo de la Unión Europea, algo que inquieta tanto en Bruselas como en Zagreb, a burócratas y a oenegés, en vista además de la adhesión del país a Schengen, prevista para 2016. "Estamos muy ocupados", se justificó una agente ante las insistencias. La razón de esto es que la entrada del país en la UE ha avivado las rutas balcánicas de la inmigración que –tras cruzar Turquía, Grecia y Serbia– pretende entrar en Croacia con destino a Eslovenia y de ahí prosigue hacia el resto de Europa. Razón por la que, con toda probabilidad, aún hay confusión sobre el alcance real de la situación y las medidas que han de ser adoptadas.

Las cifras más recientes de la Comisión Europea –contenidas en el informe de marzo que certificó que el país cumple con las condiciones para entrar en la UE–, y las de las autoridades croatas, lo dicen fuerte y claro. En total, entre 2011 y 2012, el fenómeno se incrementó un 89%, pues de los 3.461 sinpapeles identificados hace dos años se pasó a 6.541 en 2012. Y esto habiéndose registrado ya un aumento del 37.1% entre 2011 y 2010 de inmigrantes que intentaron buscarse la vida así. Muchos de ellos, llegados de la franja de tierra que separa Serbia de Croacia, donde fue registrado un aumento del 118% de cruces ilegales detectados en 2012, siendo esta la principal vía de entrada en al nuevo Estado miembro de la Unión –los intentos de ingreso desde Bosnia también están en aumento pero, dada las dificultades en monitorear la zona montañosa que divide estos países, hay información menos fiable al respecto­–.

"El número de detenciones por entradas ilegales en Serbia y Croacia haya sido en el cuarto semestre de 2012 el más alto entre los miembros del área Schengen y de la UE, incluso superior al de Grecia", constata el informe Western Balkans Risk Analysis 2013 de la agencia europea para la Gestión de la Cooperación Operativa en las Fronteras Exteriores de los Estados miembros de la Unión (Frontex). Y más aún, aclara esta agencia: "El aumento de detenciones de inmigrantes en las fronteras de Croacia-Eslovenia y Serbia-Croacia ha confirmado un rápido crecimiento de esta ruta, que ya se había detectado a finales de 2011. El paso de inmigrantes irregulares de Serbia a Croacia, en lugar de Serbia a Hungría, está en neto aumento".

El fenómeno detrás, claro, tiene el rostro de carne y hueso de gente vulnerable –los afganos son el colectivo mayoritario–, que en muchos casos llegan al país por vía terrestre, escondidos en camiones o furgonetas. "Muchísimos de mis amigos se han ido en estos meses y semanas, para evitar ser devueltos en el futuro a Croacia, a raíz de la normativa europea Dublín II", dijo a este medio P.W.S., un inmigrante nigeriano afincado en Zagreb. "Salir del país está costando entre 600 y 1.000 euros, muchos se van en automóviles privados y no son devueltos. Hay razones que los empujan a irse, pero básicamente es porque no hay trabajo aquí", agregó.

Porque, además, las medidas para la integración de los inmigrantes en Croacia no brillan por su eficacia, más allá de algún avance legislativo que sí ha habido. Para empezar, en el país, no hay centros para menores migrantes en situación de irregularidad y sólo hay uno para los adultos.  Éste, abierto en 2007, está localizado en Ježevo, cerca de Zagreb, y, según admite el informe de marzo de la Comisión Europea, "está alcanzando su capacidad máxima", algo que las autoridades europeas quieren solucionar con la apertura de otros dos centros en el país que habrían de ser financiados con fondos comunitarios. Y lo mismo pasa con el otro centro, que está en Kutina y es para los solicitantes de asilo político y protección humanitaria, estatus que Croacia concede poco. De hecho, de las 3.228 peticiones recibidas por el país entre 2004 y 2012, sólo 50 para refugiados y 80 para personas con ayuda humanitaria fueron aprobadas, según datos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (UNCHR, por sus siglas en inglés).

De ahí que una cantidad creciente de inmigrantes, incluso aquellos con derecho a estos estatus, vivan en un limbo durante mucho tiempo, algo que ha provocado pequeños incidentes en el país que, si bien aún no alarmantes, están bajo lupa de las organizaciones humanitarias. "Ya hay cierta tensión. Hasta hace poco no era así, pero más recientemente ha habido algún episodio de racismo, en particular en los barrios cerca de los centros (de detención y de refugiados) y en zonas deprimidas del país. Hay que tener en cuenta que más del 90% de la población de Croacia es de tez blanca", explica Julija Kranjec, investigadora del centro Estudios sobre la Paz de Zagreb. "Por ejemplo, hubo un episodio en Osijek (ciudad de la región este de Eslavonia), donde un inmigrante fue acuchillado con una navaja por un grupo de personas", cuenta Kranjec. "Algunos creen que hemos venido a quitarle el empleo a los croatas", explica por su parte P.W.S., el inmigrante nigeriano.

En este contexto, lo que no está claro es si las autoridades croatas están preparadas para enfrentar el fenómeno de una forma adecuada. "Lo que no queremos es una muralla China en nuestras fronteras. Por eso, es importante que los demás países de la región también sean incluidos en la UE", reclamó recientemente el presidente de Croacia, Ivo Josipovic. Y eso porque la cuestión se hace mayúscula si se toma en consideración que muchas de las rutas de estos inmigrantes coinciden también con las de los históricos tráficos que pasan por la región. Acciones ilegales que la UE teme que se acentúen. "El flujo de armas desde los Balcanes a Europa podría incrementarse a partir de la anexión de Croacia y el traspaso de las fronteras de la UE a la zona montañosa que separa Croacia de Bosnia Herzogovina", advierte Frontex. Un caso aparte, en cambio, son los puertos de la costa croata. Como Zadar, donde, según Europol, la llegada de clandestinos es un fenómeno marginal, pero abundan "los tráficos de drogas, en particular cocaína, que principalmente llega a través de contenedores marítimos".

Así y todo, la situación que ya está generando todo tipo de suspicacias y alarmas, también excesivas, en Bruselas. Una prueba la dio el eurodiputado inglés Paul Nuttall, del partido euroescéptico Europa de la Libertad y la Democracia (ELD), que a principios de esta semana, manifestó su preocupación por el "masivo problema" que podría suponer la llegada de inmigrantes irregulares a Reino Unido a raíz de esta octava ampliación de las fronteras de la UE.

 

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