Cuando el activista político francés Christophe Grébert
lanzó un blog (cuaderno de bitácora) sobre el despilfarro y
la mala administración de su ayuntamiento, sabía que llamaría
la atención. Después de más de treinta años como
alcalde de su ciudad, Charles Ceccaldi-Raynaud había promocionado
de manera muy activa a su hija y también concejal, Joëlle, para
sucederle. Lo que Grébert no sabía es que bloguear sobre una
familia firmemente enraizada en la política acabaría llevándole
ante la justicia. En febrero de 2006, Grébert se defenderá a
sí mismo en
un juicio auspiciado por la ciudad de Puteaux, un próspero suburbio
parisino.

Desde que inauguró su bitacóra, MonPuteaux.com, en 2002, Grébert
lanzaba una andanada tras otra contra la gestión municipal y el gasto
público del consistorio. Un ejemplo típico: bajo el mandato
de la alcaldesa Joëlle, que sucedió a su padre en 2004, la ciudad
se gastó 74.605 euros en una nueva fuente pública. La noticia
no hubiera pasado de la típica tempestad en un vaso de agua si el
ayuntamiento no hubiera decidido responder. Primero, Ceccaldi-Raynaud padre
lo intentó a
la vieja usanza: supuestamente habría ordenado a agentes de policía
que detuviesen a Grébert en la calle, una sutil intimidación
para que se callara. ¿La respuesta de Grébert? Naturalmente,
contar todo el episodio en su blog.

Entonces, la alcaldesa se dirigió a la corporación municipal
para acusar de difamación al crítico familiar. Ahora, Grébert
debe probar no sólo que sus afirmaciones eran ciertas, sino que las
hizo sin malicia o exageración. Todavía está seguro. "No
doy nombres", dice. "Digo: este dinero pertenece a la comunidad
y ha sido malgastado". Su caso es una rareza, no sólo en Francia,
sino en todo Occidente. Curt Hopkins, director del Comité para la Protección
de los Bloggers, no conoce otro caso de una democracia cuyas autoridades acusen
de difamación a un blogger. Mientras Grébert espera, sólo
hay un detalle del presupuesto municipal que podría querer poner en
su diario: los casi 24.885 euros que la ciudad está gastando para conseguir
llevarle ante un tribunal.

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Cuando el activista político francés Christophe Grébert
lanzó un blog (cuaderno de bitácora) sobre el despilfarro y
la mala administración de su ayuntamiento, sabía que llamaría
la atención. Después de más de treinta años como
alcalde de su ciudad, Charles Ceccaldi-Raynaud había promocionado
de manera muy activa a su hija y también concejal, Joëlle, para
sucederle. Lo que Grébert no sabía es que bloguear sobre una
familia firmemente enraizada en la política acabaría llevándole
ante la justicia. En febrero de 2006, Grébert se defenderá a
sí mismo en
un juicio auspiciado por la ciudad de Puteaux, un próspero suburbio
parisino.

Desde que inauguró su bitacóra, MonPuteaux.com, en 2002, Grébert
lanzaba una andanada tras otra contra la gestión municipal y el gasto
público del consistorio. Un ejemplo típico: bajo el mandato
de la alcaldesa Joëlle, que sucedió a su padre en 2004, la ciudad
se gastó 74.605 euros en una nueva fuente pública. La noticia
no hubiera pasado de la típica tempestad en un vaso de agua si el
ayuntamiento no hubiera decidido responder. Primero, Ceccaldi-Raynaud padre
lo intentó a
la vieja usanza: supuestamente habría ordenado a agentes de policía
que detuviesen a Grébert en la calle, una sutil intimidación
para que se callara. ¿La respuesta de Grébert? Naturalmente,
contar todo el episodio en su blog.

Entonces, la alcaldesa se dirigió a la corporación municipal
para acusar de difamación al crítico familiar. Ahora, Grébert
debe probar no sólo que sus afirmaciones eran ciertas, sino que las
hizo sin malicia o exageración. Todavía está seguro. "No
doy nombres", dice. "Digo: este dinero pertenece a la comunidad
y ha sido malgastado". Su caso es una rareza, no sólo en Francia,
sino en todo Occidente. Curt Hopkins, director del Comité para la Protección
de los Bloggers, no conoce otro caso de una democracia cuyas autoridades acusen
de difamación a un blogger. Mientras Grébert espera, sólo
hay un detalle del presupuesto municipal que podría querer poner en
su diario: los casi 24.885 euros que la ciudad está gastando para conseguir
llevarle ante un tribunal. –Elisabeth Eaves

Elisabeth Eaves es escritora y reside
en París (Francia).