AFP/Getty Images
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2. Dominique Strauss-Kahn y Robert Zoellick
por su visión firme en un momento de crisis.
Director general del FMI.
Presidente del Banco Mundial.

El Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial son los bomberos del mundo: los tomamos por descontados hasta que los necesitamos desesperadamente, como ahora. Y sus dirigentes han explicado extraordinariamente bien cómo podemos prevenir los incendios la próxima vez.

Bajo la dirección de Dominique Strauss-Kahn, el FMI ha conseguido prevenir bancarrotas soberanas en Grecia, Hungría, Pakistán y Ucrania sin provocar mucha resistencia, a diferencia de las casi rebeliones que acompañaron a los programas del Fondo durante la crisis financiera asiática de finales de los 90. Strauss-Kahn también ha dejado huella en la geopolítica este año, al convencer a los alemanes para que ofrecieran su ayuda durante la crisis de Grecia y al impedir posteriormente una guerra internacional de divisas.

Como presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, ha intervenido en el caos posterior a una serie de desastres inesperados y sobrecogedores, desde las inundaciones de Pakistán hasta el terremoto de Haití, sin olvidar la crisis alimentaria mundial, y ha reafirmado el liderazgo del Banco en la reflexión sobre las tendencias globales que permite combatir el cambio climático o democratizar la tecnología de Internet.

Ambas instituciones han estado especialmente atentas al ascenso de las economías emergentes. Strauss-Kahn ha supervisado la redistribución de los puestos en el poderoso consejo del FMI para dar más poder a las nuevas potencias. Y en abril, Zoellick declaró sin reparos que la era del “Tercer Mundo” había terminado. Países como Brasil, China, India y Suráfrica han dejado de ser países en vías de desarrollo; son “polos de crecimiento” independientes. Sin Strauss-Kahn y Zoellick al timón, es posible que ni siquiera estuviéramos usando la palabra “crecimiento”.