Las 10 ciudades más letales del mundo.

 

Vivir en América Latina, según parece, puede ser peligroso para su salud. Una combinación de droga, crimen organizado y gobiernos que en ocasiones están mal preparados para enfrentarse al desafío ha demostrado ser letal, dejando un rastro de violencia de un extremo a otro del continente americano, desde Brasil a Honduras o México, según un think tank mexicano, el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal. De acuerdo a sus clasificaciones, las diez ciudades con los índices de homicidios más altos del mundo y 40 de las 50 capitales del asesinato son localidades situadas todas en Latinoamérica, y no es hasta el puesto número 21 cuando hace su aparición una no latinoamericana. Estos resultados incluyen una advertencia: el estudio solo contemplaba ciudades para las que existían estadísticas disponibles sobre homicidios, lo que significa que aquellas que sufren sangrientas guerras civiles para las que es difícil encontrar estadísticas —como Alepo, en Siria— no estarán en la lista.          

Foreign Policy ha reunido una panorámica de la violencia que se ha convertido en algo habitual en estas ciudades. Hemos incluido también algunas fuera de América Latina que se situaron entre los 50 primeros puestos para examinar cómo los factores que causan la violencia difieren en algunos casos —y, en otros, siguen siendo tristemente los mismos—.

 

No. 1: San Pedro Sula, Honduras

Cuando Colombia endureció su lucha contra su, tristemente, célebre narcotráfico a finales de los 80, éste se trasladó al norte, a México. Pero desde que el presidente Felipe Calderón declaró la guerra a los carteles de la droga en 2006, la siguiente parada para los traficantes ha sido Honduras. Casi un 80% de la cocaína que llega desde Sudamérica abriéndose paso hasta Norteamérica para ahora en  Honduras, trayendo consigo una avalancha de violencia relacionada con las drogas y las bandas. El índice de homicidios de Honduras es actualmente el más alto del mundo, y como quedó reflejado en el número de noviembre de 2012 de Foreign Policy, la tasa de homicidios de San Pedro Sula es la más alta del país, situándose en 159 asesinatos por 100.000 habitantes en 2011. En comparación, la tasa de asesinatos de Detroit es un exiguo 48 por 100.000 residentes. Situada en el noroeste de Honduras, San Pedro Sula es el principal centro industrial, y la segunda ciudad en tamaño tras la capital. Pero, últimamente, el papel económico de esta localidad se ha visto eclipsado por la violencia. Los ejemplos de espantosas masacres abundan, incluyendo una en un parque el año pasado que se cobró las vidas de cuatro personas, entre las que se encontraba una maestra de primaria de 22 años.

 

No. 2: Ciudad Juárez, México

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Esta localidad fronteriza —punto de partida de drogas ilegales destinadas a Estados Unidos— ha sido un eterno competidor en las  listas de las ciudades más peligrosas del mundo. Juárez se ganó su lúgubre reputación como resultado de una guerra territorial entre los carteles de Juárez y Sinaloa que mató a más de 6.000 personas entre 2008 y 2010, corrompió a miembros de las fuerzas de policía y del Gobierno y convirtió el lugar en una ciudad fantasma. Este año se han producido signos de que la violencia está amainando: mientras que durante el apogeo de la guerra del narcotráfico un sólo mes podía producir un balance de más de 300 de víctimas, los primeros siete meses de este año fueron testigos de, únicamente, 580 homicidios, según el Washington Post. Los observadores atribuyen el declive en el derramamiento de sangre no a la efectiva labor policial, sino al triunfo del cartel de Sinaloa en la batalla por el control de la ciudad. Aun así, con una tasa de 148 homicidios por 100.000 residentes, Juárez es todavía lo suficientemente violenta para asegurarse el segundo puesto en la lista de las capitales del asesinato.

 

No. 3: Maceió, Brasil

Las autoridades brasileñas han intentado convertir esta ciudad portuaria y antigua central azucarera en un destino turístico apoyándose en sus costas largas y arenosas. Sus esfuerzos, sin embargo, se han visto obstaculizados por una tasa de homicidios de 135 asesinatos por 100.000 habitantes. Los responsables de Maceió —la capital del estado brasileño de Alagoas, en el norte del país— culpan de la creciente violencia (las tasas de homicidios se han disparado, incrementándose en un 180% durante los últimos 10 años) a la creciente presencia del crack en las favelasque rodean a la ciudad. Quizá en un intento de seguir atrayendo el dinero de los turistas, las autoridades también alegan que la mayoría de las víctimas son consumidores de droga que son asesinados por no pagar sus deudas.

 

No. 4: Acapulco, México

Acapulco —célebre en el pasado por sus playas, altísimos hoteles y una escena nocturna que atraía a personajes como Frank Sinatra y Elizabeth Taylor— no ha escapado a la violencia relacionada con el narcotráfico que ha asolado el resto de México, y es ahora la segunda ciudad más violenta del país, con 128 asesinatos por 100.000 habitantes. La lucha por el control del estado sureño de Guerrero ha resultado en tiroteos en lo que una vez fueran las principales avenidas de la zona turística de Acapulco, y se han llegado a encontrar cabezas cortadas en puntos destacados de la ciudad. No es de extrañar que el turismo extranjero se haya resentido; el responsable de la asociación de agencias de viajes de Guerrero calculaba en noviembre de 2010 que el turismo estadounidense y canadiense había caído de un 40 a un 50% en el curso de un año. "Tenemos que defender Acapulco para defender México", dijo Miguel Ángel Hernández, jefe de policía, en 2011. "Acapulco es México. Es una marca que vende".

 

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No. 5: Distrito Central, Honduras

Distrito Central —formado por la capital hondureña, Tegucigalpa, y su ciudad gemela Comayaguela— se ha visto sumergido en la misma dinámica violenta —drogas, bandas y desigualdad— que San Pedro Sula en el norte. La muerte se ha convertido en algo tan común allí que el alcalde comenzó el año ofreciendo servicios funerarios gratis a los pobres tras cansarse de ver tantos cadáveres recogidos en bolsas de basura. Aunque las bandas, la corrupción y la pobreza han estado presentes en Honduras desde hace mucho tiempo, es el nuevo papel del país como una de las arterias principales en el ecosistema Norte-Sur del narcotráfico lo que ha hecho escalar la violencia a un nuevo nivel. Un golpe de Estado en 2009 dejó tras de sí un caos político que sólo ha servido para que los narcotraficantes ganaran más poder; ese mismo año, el principal responsable de la lucha contra el narcotráfico fue asesinado a tiros en su coche en Tegucigalpa. Distrito Central tiene ahora 100 asesinatos por cada 100.000 residentes.

 

No. 6: Caracas, Venezuela

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Los llamados malandros —jóvenes pertenecientes a bandas que discuten por el control de sus territorios y por su derecho a trapichear con drogas— han convertido a la capital venezolana en una virtual zona de guerra. En 2011, Caracas fue testigo de 3.164 homicidios, una cifra asombrosa que casi alcanza a la cantidad total de víctimas de la coalición en Afganistán durante los diez años de conflicto en el país. Se ha acusado a los funcionarios venezolanos de amañar las estadísticas de los asesinatos, y es probable que el número real sea mucho más alto que la cifra oficial. Para empeorar las cosas, hasta el 90% de todos los sucedidos en el país no llegan a resolverse. No es de sorprender entonces que la violencia desenfrenada acabara siendo el tema fundamental en la campaña presidencial venezolana, en la que Henrique Capriles cargó contra el presidente Hugo Chávez por su incapacidad para detener el derramamiento de sangre. (Desde la elección de Chávez en 1998, la tasa de asesinatos se ha doblado). Los expertos dicen que el fácil acceso a las armas, la cultura de violencia entre los jóvenes y la falta de policías y fiscales se han combinado para crear una tormenta perfecta de ingobernabilidad y un índice de homicidios de 99 asesinatos por cada 100.000 residentes. 

 

No. 7: Torreón, México

La ciudad norteña de Torreón, víctima de la brutal guerra del narcotráfico en México, es ahora el escenario de constantes asesinatos relacionados con los carteles, mientras los señores de la droga del país batallan por el control de las lucrativas rutas hasta la frontera del norte de México. El año pasado, la ciudad presenció 88 homicidios por cada 100.000 residentes. En una sola tarde de domingo del mes de julio, 10 personas fueron asesinadas en la ciudad, cinco de las cuales fueron desmembradas y dos decapitadas. Y a medida que la guerra por el control de la droga se ha intensificado, se ha vuelto más difícil que los ciudadanos normales puedan escapar del conflicto.

 

No. 8: Chihuahua, México

Situada a unos 240 kilómetros de la frontera de México con el estado estadounidense de Texas, la ciudad mexicana de Chihuahua es un punto de tránsito clave para la cocaína que se dirige hacia Estados Unidos y, como consecuencia, un importante campo de batalla para los carteles interesados en controlar las rutas del transporte de drogas. La violencia en esta localidad se ha vuelto cada vez más enloquecida, alcanzando una media de 83 homicidios por 100.000 residentes. El 15 de abril, por ejemplo, unos 10 hombres con equipos de combate —completados con insignias de calaveras— asaltaron un bar y abrieron fuego, matando a 15 personas e hiriendo a otras dos. Entre los muertos había dos periodistas, Francisco Javier Moya, ex director de noticias de una emisora de radio en Ciudad Juárez, y Héctor Javier Salinas Aguirre, propietario de una página web de noticias. Casi 50 periodistas han sido asesinados en el país desde que el presidente Felipe Calderón llegó al poder en 2006, y los carteles cada vez más eligen como objetivo a reporteros que se atreven a informar de la guerra de la droga.

No. 9: Durango, México

En 2011, la escala extrema de la guerra de la droga en México encontró quizá su expresión más brutal en una serie de fosas comunes desenterradas por las autoridades en la ciudad norteña de Durango. Una se encontró en el patio trasero de una casa de lujo y otra en los terrenos de un taller mecánico. Tras el descubrimiento de estas fosas, que contenían 340 cuerpos en total, los residentes de esta localidad comenzaron a someterse a estudios de ADN para determinar si sus familiares desaparecidos estaban entre las víctimas. El descubrimiento de las fosas es un hecho, pero resulta extremadamente improbable que nadie sea llevado ante la justicia por estos crímenes. Cuando se le preguntó por la investigación, un portavoz del fiscal del Estado afirmó ante un periodista: "Cualquiera que pudiera haber visto algo nunca hablará por miedo". Cuando se le insistió sobre quién era el propietario de la tierra donde fueron encontrados los cadáveres, preguntó al reportero: "¿Usted quiere que me despierte vivo mañana?". En 2011, la tasa de homicidios en Durango alcanzó los 80 asesinatos por cada 100.000 residentes. 

 

No. 10: Belém, Brasil

Gracias a la cocaína  que fluye desde Bolivia, Colombia y Perú, Belém se ha convertido en un punto de tránsito natural para los traficantes sudamericanos. La droga entra a la ciudad a través de los espesos bosques de la norteña región amazónica por avión o en barco desde los muchos afluentes del Amazonas, tras lo cual es despachada a otras ciudades brasileñas o al otro lado del Atlántico, a Europa y el Norte de África. Eso convierte a Belém, donde la tasa de homicidios ha llegado a los 78 asesinatos por cada 100.000 residentes, en un territorio codiciado y, en consecuencia, la ciudad ha visto como se incrementaba la violencia. También sufre los inconvenientes de la floreciente prosperidad de Brasil. A medida que el país se ha ido haciendo más rico, sus habitantes han empezado a consumir más y más cocaína. El Financial Times ha llamado a este ascenso del consumo de cocaína —los brasileños ahora esnifan o fuman aproximadamente un 18% del suministro global— el "más preocupante efecto secundario del reciente boom del consumo en el país".

 

No. 21: Nueva Orleans, Estados Unidos

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Nueva Orleans ha dado pasos de gigante en su reconstrucción desde la devastación causada por el huracán Katrina en 2005, pero la tasa de homicidios —58 por cada 100.000 residentes— sigue obstinadamente siendo la más alta de Estados Unidos. Aunque sufre la misma pobreza y la misma facilidad de acceso a las armas que muchas de las capitales mundiales del crimen, Nueva Orleans no es conocida por la clase de bandas organizadas que han disparado las tasas de homicidios de muchas otras ciudades. Un informe del Gobierno federal de 2011 concluyó que los asesinatos en esta localidad, fundamentalmente, se originan en desavenencias personales que se escapan de las manos, o, como el superintendente de la policía Ronal Serpas lo llamó, "finales poco corrientes de peleas muy corrientes". La desconcertada administración municipal ha intentado detener los asesinatos desplegando interruptores para enfriar las tensiones en las calles tras los tiroteos y prevenir así más violencia por venganza. Cuando se trata de asesinatos, sin embargo, Nueva Orleans sigue sin ser comparable a ninguna otra ciudad estadounidense.

 

No. 33: Kingston, Jamaica

Con el puesto número 33, Kingston tiene la tasa de homicidios más alta del Caribe. Las bandas se han atrincherado en el la capital durante décadas, en especial en vecindarios del interior de la ciudad como West Kingston y Grants Pen. Pero la violencia ha recibido renovada atención en años recientes como resultado de la actitud más agresiva del Gobierno hacia las bandas del país. La caza al famoso líder de una banda, Christopher Coke, atrajo la mirada internacional cuando produjo más de 70 muertes en el área de Tivoli Gardens, donde Coke había establecido su baluarte. El Ejecutivo afirma que el nuevo enfoque está funcionando y que su mano firme durante el año pasado hizo descender las tasas de homicidios en un 60% en algunas zonas de Kingston. Otros dicen que la iniciativa sólo ha producido más asesinatos extrajudiciales. Mientras, el Departamento de Estado de EE UU continúa advirtiendo a los viajeros que se dirigen allí y otras ciudades de Jamaica que "mientras que la amplia mayoría de los crímenes ocurren en áreas empobrecidas, actos de violencia ocasionales, como disparos por arma de fuego, pueden ocurrir en cualquier parte". Kingston tiene una tasa de homicidios de 47 por 100.000 residentes.

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No. 34: Ciudad del Cabo, Sudáfrica

Los residentes de Ciudad del Cabo se quedaron estupefactos este año cuando su ciudad —y no la más dura Johannesburgo— fue declarada la capital del homicidio de África, con 46 homicidios por 100.000 residentes comparados con los 31 de la capital. Mientras que Ciudad del Cabo sigue siendo un importante destino turístico, con sus magnificas vistas del océano y encantadora arquitectura colonial, la ciudad vive también atormentada por una brutal desigualdad. Los restaurantes de moda sirven comida gourmet y los asistentes a festivales se van de fiesta en la misma ciudad en la que, según The Guardian, más de una de cada cuatro personas vive en un asentamiento improvisado y más de una de cada cinco está en paro. En los últimos años, ha presenciado una explosión del consumo de metanfetaminas, y el aumento del tráfico de drogas ha producido también un ascenso en la actividad de las bandas en los barrios marginales más pobres. Confrontado con estas realidades, el líder nacional del partido de la oposición, Alianza Democrática, ha hecho un llamamiento para que el Ejército sudafricano intervenga y restaure el orden en Ciudad del Cabo y la provincia de  Western Cape, afirmando que la labor policial ha sido inadecuada. Hasta el momento, el presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma, se ha negado.

 

No. 44: Mosul, Irak

Mosul —la ciudad con la más alta tasa de homicidios en Oriente Medio— es el escenario de inestables tensiones sectarias entre kurdos y suníes que luchan por el control de la ciudad. Mosul, uno de los últimos bastiones urbanos de Al Qaeda, es el lugar clave de una región que posee enormes reservas de petróleo. Ha sido protagonista de continuos atentados terroristas y sigue siendo una de las más inestables de Irak tras la retirada estadounidense en 2011. Los militantes han continuado llevando a cabo ataques contra el Gobierno, liderado por chiíes, y el Ejército iraquí mantiene una tensa relación con los residentes de esta localidad, que se quejan del maltrato que sufren por su parte. La tensa relación provoca que las fuerzas de seguridad a veces sufran para controlar a los inquietos rebeldes de la ciudad, que en abril mataron a cinco soldados iraquíes junto a otras tres personas en un atentado suicida. En el mismo año, la tasa de homicidios alcanzó los 35 asesinatos por cada 100.000 residentes.