Los yacimientos del Mar del Norte están alimentando las esperanzas de los separatistas escoceses.

 

En Escocia, la energía y la independencia están indisolublemente unidas. El 15 de febrero, el primer ministro escocés, Alex Salmond, cerebro de la última campaña para lograr la independencia de Escocia, defendió la necesidad de establecer un “fondo petrolífero” escocés que absorba los ingresos energéticos de los yacimientos de crudo en el Mar del Norte. Pero esta no es la primera vez que han vinculado sus deseos de libertad al oro negro; la cuestión de quién debe recibir el dinero de los recursos escoceses, y en qué cantidades, es un asunto controvertido desde 1851, cuando un escocés llamado James Young emprendió la producción comercial de petróleo en el Valle de Midland.

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En los 70, el descubrimiento del petróleo del Mar del Norte impulsó el renacimiento del Partido Nacional Escocés (SNP). Con el lema “Es petróleo escocés”, cuando varias empresas británicas empezaron a perforar pozos marinos, el SNP intentó tener el control de los beneficios del crudo, en una época en la que el resto de la economía de Escocia vivía una recesión. Como forma parte del Reino Unido, no tenía argumentos legales para reclamar los beneficios del petróleo extraído en sus costas. Hoy, BP está al frente de la mayoría de las actividades en el Mar del Norte.

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Un documento redactado justo después de la campaña del SNP, obtenido gracias a la Ley sobre Libertad de información en 2005, revela que los líderes británicos sabían desde hacía mucho tiempo lo lucrativo que iba a ser el crudo del Mar del Norte. El documento, elaborado por el economista escocés Gavin McCrone y presentado a funcionarios del Gobierno a mediados de los 70, decía que, si se destinaban los beneficios del petróleo a una Escocia independiente, su moneda “se convertiría en la más fuerte de Europa, con excepción quizá de la corona noruega”. Sin embargo, el Gobierno británico retuvo el control de las exploraciones en el Mar del Norte y el documento quedó aparcado durante 30 años.

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La constante inestabilidad en Oriente Medio ha aumentado el precio del oro negro y, por consiguiente, el valor de los yacimientos del Mar del Norte. Arriba, una gigantesca refinería de BP mantiene día y noche sus operaciones de producción de gas y petróleo el 1 de noviembre de 2004 en Grangemouth, en el centro de Escocia.

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Pero la vida no siempre ha sido fácil para quienes trabajan en este sector. Arriba, la electricista Jenna Huskie, que trabaja en la refinería de crudo de Grangemouth, manifestándose junto a las instalaciones el 28 de abril de 2008. Mil doscientos trabajadores organizaron una huelga de 48 horas para protestar por las condiciones de trabajo.

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No todo el mundo está de acuerdo con Salmond. El líder laborista escocés Ken Macintosh está en contra de la independencia, y también utiliza el petróleo como argumento. “Si Escocia se separa del Reino Unido, no solo no tendrá más influencia en la economía mundial, sino que tendrá menos”, declaró Macintosh a la BBC, y añadió: “Basar toda nuestra economía en una sola materia prima que tiene unos precios volátiles y unas reservas limitadas es un paso atrás para Escocia”.

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Salmond se reunió con el primer ministro británico, David Cameron, para hablar el 16 de febrero, y el Gobierno escocés ha expresado su intención de votar sobre la cuestión de la independencia en un futuro próximo, en fecha aún sin decidir. Según parece, Cameron no quedó satisfecho con el resultado de las conversaciones, aunque se mostró de acuerdo en que el pueblo escocés debe poder votar, cuanto antes, si desea la independencia.Decidan lo que decida, hay una cosa segura: el petróleo seguirá desempeñando un papel importante en el futuro de Escocia.

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