Los países más débiles fueron los que más sufrieron los altibajos de 2008.

 

Sólo era cuestión de tiempo que la crisis financiera global, que en estos momentos asola las economías desarrolladas, llegase a los países pobres. En abril, el Banco Mundial predijo que 50 millones de personas podrían caer en la pobreza durante los siguientes meses. Pero, al igual que en 2008, las afectadas no fueron tanto las finanzas de alto nivel como las materias primas de toda la vida. Durante la primera mitad del año pasado, los precios de las materias primas se dispararon, poniendo los alimentos y otros bienes fuera del alcance de mucha gente. Luego, a partir del tercer trimestre de 2008, muchos de estos recursos –como el petróleo, el aluminio, el cobre, el níquel y el maíz– se desplomaron, en lo que constituyó la mayor caída de precios en términos porcentuales desde 1970. El latigazo de los precios dejó a los Estados fallidos temblando, y puede que el suplicio no haya terminado.

Ya antes de 2008 los países frágiles dependían precariamente de las materia primas. Algunos, como Sudán, son vulnerables porque disponen de materias primas para exportar, lo cual alimenta un destructivo sistema de sobornos, corrupción y búsqueda del lucro del que disfrutan quienes ostentan el poder. Otros, como Bangladesh, son frágiles porque al carecer de materias primas se ven obligados a importar a precio de mercado alimentos, petróleo y minerales para la población. Sin instituciones sólidas que amortigüen los impactos, estos países sufren mucho con los altibajos de las materias primas.

A principios de 2008, los países exportadores obtuvieron grandes beneficios al dispararse el precio de las materias primas. Los productores de petróleo y gas, como Azerbaiyán, Nigeria, Turkmenistán y Yemen, lograron tremendos ingresos. A los productores de alimentos, como Burundi y Sierra Leona, también les fue bien. Los gobiernos populistas de Bolivia e Irán rápidamente incrementaron el gasto social.

36% de los Estados del Índice verán reducida su renta per cápita en 2010

El festín se vio truncado cuando el precio del petróleo se hundió; muchos países productores se vieron obligados a reducir drásticamente su presupuesto, y parece que 2009 va a ser igual de duro. Veinte Estados frágiles (de los 56 sobre los que hay datos) probablemente sufrirán una disminución real de la renta per cápita en 2010 a causa de la crisis mundial y la bajada del precio de las materias primas. Guinea Ecuatorial y Nigeria, países ricos en petróleo, podrían sufrir caídas del 13,5% y el 9,5 %, respectivamente.

Los grandes importadores de materias primas, como Bangladesh, Etiopía y Pakistán, ya empezaron a pasar estrecheces antes de 2008. Algunos se vieron obligados a mendigar al FMI. Por fortuna para ellos, la segunda parte del latigazo les salvó in extremis. El PIB de Islamabad, que en 2008 se redujo un 1,8 % a causa del elevado precio de los productos importados, en 2009 va a crecer un 2,4% en poder adquisitivo, lo que hará que su economía crezca un 2,5 % en términos reales. Si no fuera por el hundimiento del precio del petróleo, Pakistán y otros en su misma situación estarían ahora viviendo un 2009 mucho más duro.

Para los Estados fallidos, el efecto latigazo no es importante sólo por sus efectos sobre el balance económico. La conexión entre inestabilidad económica y agitación política es un hecho real. El economista Paul Collier estima que el riesgo de conflicto sube un punto porcentual por cada punto que baja la tasa de crecimiento económico. Países que eran estables gracias a las ganancias imprevistas de 2007 y 2008 ahora perderán estabilidad, mientras que los países importadores la ganarán.