El Club de Madrid analiza la utilidad de las medidas del Fondo
y la situación económica en América Latina.

El Club de Madrid nació con una vocación práctica. Creado
tras la Conferencia sobre Transición y Consolidación Democráticas
celebrada en octubre de 2001 en la capital española, esta iniciativa
quiso ser desde sus inicios algo más que otro foro de debate abstracto
y lleno de buenos propósitos para expandir la democracia por todo el
planeta. Sus componentes son ex jefes de Estado y de gobierno de los cinco continentes,
personas que durante el ejercicio del poder han tenido que buscar soluciones
concretas para problemas concretos. Además, también forman parte
de este foro expertos e investigadores de todo el mundo, que se han unido a
la iniciativa con ese firme propósito de no hacer castillos en el aire.

Un ejemplo de la forma de operar del Club de Madrid fue la reunión que
celebró a principios de 2004 en Washington y a la que asistieron, entre
otros, altos funcionarios del Fondo Monetario Internacional (FMI), del Banco
Mundial (BM) y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), así como
ex presidentes y ex jefes de Estado latinoamericanos.

El telón de fondo de este encuentro fueron los cambios que ha vivido
América Latina en los últimos tiempos, desde la crisis financiera
en Argentina hasta la elección de Lula da Silva como presidente de Brasil
o el levantamiento indígena de Bolivia, que obligó a Gonzalo Sánchez
de Lozada, uno de los participantes de la reunión, a dejar la Presidencia
y el país.

El entonces director gerente del FMI y próximo presidente de Alemania,
Horst Köhler, se felicitó porque la colaboración entre el
Club de Madrid y la institución mundial se hubiera acrecentado en el
último año. Köhler arrancó el encuentro, expresando
su sorpresa y su satisfacción porque la Cumbre de las Américas
de Monterrey (México) había servido para que muchos jefes de Estado
de la zona abordaran de forma abierta cuestiones como la necesidad de compaginar
crecimiento económico y justicia social, el reforzamiento de las instituciones
democráticas y la lucha contra la corrupción.

Para el ex presidente uruguayo Julio María Sanguinetti, el continente,
pese a experimentar un cierto crecimiento en los últimos meses, se enfrenta
a graves problemas: desequilibrios políticos y protestas de la población
indígena que han causado la caída de gobiernos democráticos;
una grave situación en Venezuela; el creciente impacto del narcotráfico
y la deuda excesiva que pesa sobre las economías de la zona. Este punto,
aseguró Sanguinetti, debería ser tenido en cuenta por el FMI,
sin que ello signifique laxitud en los compromisos contraídos. En este
diagnóstico coincidieron el propio Kölher y el ex mandatario brasileño
y presidente del Club de Madrid, Luis Fernando Cardoso. El primero achacó
parte de los males actuales a la élite dirigente, que se resiste a perder
sus privilegios, y auguró nuevos enfrentamientos, mientras Cardoso se
mostró más confiado en el futuro de la democracia, gracias a la
tutela de las ONG y a la prensa.

El debate más interesante giró en torno a Argentina. La mayoría
de los mandatarios latinoamericanos sugirieron que el FMI (la institución
más importante de la región, según el ex presidente colombiano
César Gaviria) fuera exigente en la negociación de la deuda con
Buenos Aires para evitar malos ejemplos que dejaran a sus respectivos países
fuera de los mercados internacionales.

Horacio Quiroga, que también fue presidente de Bolivia, aseguró
que el Fondo tiene, sobre todo, las “llaves del reino”, ya que abre
las puertas al resto de las instituciones crediticias mundiales, pero urgió
al organismo a tener en cuenta puntos como la dificultad de sustituir los cultivos
de la droga, la baja representación de América Latina en el sistema
de voto del FMI y el trato de favor que, en su opinión, reciben ciertos
países.

El FMI también fue el centro de la II Asamblea del Club de Madrid, celebrada
a finales de 2003, y centrada en una cuestión polémica, en constante
debate y no sólo por sus implicaciones económicas: los cambios
que el sistema financiero mundial y en especial este alto organismo, denostado
por muchos que lo consideran paradigma del ultraliberalismo, plantean a las
instituciones y los valores democráticos. En concreto, se trataron los
casos de Brasil, Polonia y Corea del Sur, tres países que se enfrentan
a crisis económicas muy distintas. Las deliberaciones de los participantes,
entre los que se encontraban miembros del Club, además de analistas del
FMI y de otras organizaciones multilaterales, inspiraron un documento, elaborado
por Moisés Naim, director de la edición estadounidense de la revista
Foreign Policy, y Devesh Kapur, de la Universidad de Harvard, que intentaron
responder a tres interrogantes: ¿El FMI promueve la democracia? ¿Debería?
¿Puede hacerlo?

Tras dos jornadas de debates, ambos expertos llegaron a la conclusión
de que la reunión reflejó el desequilibrio y el aumento de las
tensiones entre las anticuadas estructuras de las instituciones multilaterales
y el cada vez más creciente e interdependiente entorno global.

Para Naim y Kapur, el FMI presenta una serie de rémoras que hacen más
difícil la consecución de sus objetivos: sus acciones son políticas,
adolece de falta de independencia y de transparencia y debería ser más
consciente de las implicaciones que sus decisiones suponen para los regímenes
democráticos, aunque en los tres ejemplos debatidos los programas del
Fondo sí fueron útiles en este sentido. Es decir, que la salida
de sus respectivas dificultades financieras fue pareja al reforzamiento de sus
instituciones democráticas.

Por tanto, aseguraron que, aunque el papel del FMI no es promover la democracia,
sí puede colaborar indirectamente en su implantación, promoviendo
transparencia en la política económica y presupuestaria de los
países. “Una de las muchas paradojas extraídas de las deliberaciones
es que el FMI es mucho menos poderoso y puede hacer mucho menos de lo que se
cree”, asegura el documento.

El Club de Madrid analiza la utilidad de las medidas del Fondo
y la situación económica en América Latina. Cecilia
Ballesteros

El Club de Madrid nació con una vocación práctica. Creado
tras la Conferencia sobre Transición y Consolidación Democráticas
celebrada en octubre de 2001 en la capital española, esta iniciativa
quiso ser desde sus inicios algo más que otro foro de debate abstracto
y lleno de buenos propósitos para expandir la democracia por todo el
planeta. Sus componentes son ex jefes de Estado y de gobierno de los cinco continentes,
personas que durante el ejercicio del poder han tenido que buscar soluciones
concretas para problemas concretos. Además, también forman parte
de este foro expertos e investigadores de todo el mundo, que se han unido a
la iniciativa con ese firme propósito de no hacer castillos en el aire.

Un ejemplo de la forma de operar del Club de Madrid fue la reunión que
celebró a principios de 2004 en Washington y a la que asistieron, entre
otros, altos funcionarios del Fondo Monetario Internacional (FMI), del Banco
Mundial (BM) y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), así como
ex presidentes y ex jefes de Estado latinoamericanos.

El telón de fondo de este encuentro fueron los cambios que ha vivido
América Latina en los últimos tiempos, desde la crisis financiera
en Argentina hasta la elección de Lula da Silva como presidente de Brasil
o el levantamiento indígena de Bolivia, que obligó a Gonzalo Sánchez
de Lozada, uno de los participantes de la reunión, a dejar la Presidencia
y el país.

El entonces director gerente del FMI y próximo presidente de Alemania,
Horst Köhler, se felicitó porque la colaboración entre el
Club de Madrid y la institución mundial se hubiera acrecentado en el
último año. Köhler arrancó el encuentro, expresando
su sorpresa y su satisfacción porque la Cumbre de las Américas
de Monterrey (México) había servido para que muchos jefes de Estado
de la zona abordaran de forma abierta cuestiones como la necesidad de compaginar
crecimiento económico y justicia social, el reforzamiento de las instituciones
democráticas y la lucha contra la corrupción.

Para el ex presidente uruguayo Julio María Sanguinetti, el continente,
pese a experimentar un cierto crecimiento en los últimos meses, se enfrenta
a graves problemas: desequilibrios políticos y protestas de la población
indígena que han causado la caída de gobiernos democráticos;
una grave situación en Venezuela; el creciente impacto del narcotráfico
y la deuda excesiva que pesa sobre las economías de la zona. Este punto,
aseguró Sanguinetti, debería ser tenido en cuenta por el FMI,
sin que ello signifique laxitud en los compromisos contraídos. En este
diagnóstico coincidieron el propio Kölher y el ex mandatario brasileño
y presidente del Club de Madrid, Luis Fernando Cardoso. El primero achacó
parte de los males actuales a la élite dirigente, que se resiste a perder
sus privilegios, y auguró nuevos enfrentamientos, mientras Cardoso se
mostró más confiado en el futuro de la democracia, gracias a la
tutela de las ONG y a la prensa.

El debate más interesante giró en torno a Argentina. La mayoría
de los mandatarios latinoamericanos sugirieron que el FMI (la institución
más importante de la región, según el ex presidente colombiano
César Gaviria) fuera exigente en la negociación de la deuda con
Buenos Aires para evitar malos ejemplos que dejaran a sus respectivos países
fuera de los mercados internacionales.

Horacio Quiroga, que también fue presidente de Bolivia, aseguró
que el Fondo tiene, sobre todo, las “llaves del reino”, ya que abre
las puertas al resto de las instituciones crediticias mundiales, pero urgió
al organismo a tener en cuenta puntos como la dificultad de sustituir los cultivos
de la droga, la baja representación de América Latina en el sistema
de voto del FMI y el trato de favor que, en su opinión, reciben ciertos
países.

El FMI también fue el centro de la II Asamblea del Club de Madrid, celebrada
a finales de 2003, y centrada en una cuestión polémica, en constante
debate y no sólo por sus implicaciones económicas: los cambios
que el sistema financiero mundial y en especial este alto organismo, denostado
por muchos que lo consideran paradigma del ultraliberalismo, plantean a las
instituciones y los valores democráticos. En concreto, se trataron los
casos de Brasil, Polonia y Corea del Sur, tres países que se enfrentan
a crisis económicas muy distintas. Las deliberaciones de los participantes,
entre los que se encontraban miembros del Club, además de analistas del
FMI y de otras organizaciones multilaterales, inspiraron un documento, elaborado
por Moisés Naim, director de la edición estadounidense de la revista
Foreign Policy, y Devesh Kapur, de la Universidad de Harvard, que intentaron
responder a tres interrogantes: ¿El FMI promueve la democracia? ¿Debería?
¿Puede hacerlo?

Tras dos jornadas de debates, ambos expertos llegaron a la conclusión
de que la reunión reflejó el desequilibrio y el aumento de las
tensiones entre las anticuadas estructuras de las instituciones multilaterales
y el cada vez más creciente e interdependiente entorno global.

Para Naim y Kapur, el FMI presenta una serie de rémoras que hacen más
difícil la consecución de sus objetivos: sus acciones son políticas,
adolece de falta de independencia y de transparencia y debería ser más
consciente de las implicaciones que sus decisiones suponen para los regímenes
democráticos, aunque en los tres ejemplos debatidos los programas del
Fondo sí fueron útiles en este sentido. Es decir, que la salida
de sus respectivas dificultades financieras fue pareja al reforzamiento de sus
instituciones democráticas.

Por tanto, aseguraron que, aunque el papel del FMI no es promover la democracia,
sí puede colaborar indirectamente en su implantación, promoviendo
transparencia en la política económica y presupuestaria de los
países. “Una de las muchas paradojas extraídas de las deliberaciones
es que el FMI es mucho menos poderoso y puede hacer mucho menos de lo que se
cree”, asegura el documento.

Más información en www.clubmadrid.org

Agenda FRIDE
Éstas son algunas de las actividades que la Fundación
para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior
(FRIDE) tiene previstas
para los próximos meses:

Mujer, derechos humanos e islam
Foro sobre Oriente Medio y norte de África. Participan
Salima Ghezali, Mona Makram Ebeid y Carmen Romero.
Fecha y lugar: Fundación FRIDE,
1 de abril.

¿Cómo relanzar el diálogo euromediterráneo?
En colaboración con Carta Mediterránea, la Fundación
Tres Culturas del Mediterráneo y las Representaciones de
la Comisión Europea y del Parlamento Europeo en España.
Participan Assia Alaoui, Judith Keeper y Miguel Ángel Moratinos.
Lugar y fecha: Fundación Tres Culturas en Sevilla
(14 abril), FRIDE (15 de abril) y Representaciones de la Comisión
Europea y el Parlamento Europeo en España (16 de abril).

Aspectos civiles y cívico-militares en operaciones
multilaterales de apoyo a la paz y de reconstrucción postconflicto:
La experiencia española

En colaboración con el Centro Internacional de Toledo para
la Paz
y la Fundación Ortega y Gasset.
Seminario a puerta cerrada.
Lugar y fecha: Fundación FRIDE,
23 de abril.

El mundo hoy
Forum Barcelona 2004.
Lugar y fecha: Centro Internacional de Convenciones de
Barcelona,
12 y 13 de mayo.

Presentación del libro ‘Perspectivas exteriores
2004. Los intereses de España en el mundo’

En colaboración con Estudios de Política Exterior,
Real Instituto Elcano y Biblioteca Nueva.

Guantámo y la Ley Patriótica
Ciclo de conferencias sobre Justicia y Derecho Internacional.
Más información en www.fride.org