¿Se cumpliría el mantra de que Argentina es ingobernable si los peronistas no están en el poder y que los radicales no sirven para gobernar?

 

  • Alfonsín. De la esperanza a la desilusión
    Laura Tedesco
    208 páginas
    Editorial del Nuevo Extremo/Grupo Editorial, Buenos Aires (Argentina), 2011

 

“Creo que con la democracia se come, se educa y se cura pero no se hacen milagros”.  La rectificación del eslogan de la campaña electoral realizada por Raúl Alfonsín en 1992 podría resumir de manera sucinta y clara las ideas que Laura Tedesco desgrana en su libro Alfonsín. De la esperanza a la desilusión, uno de los primeros esfuerzos de interpretación de esta importante etapa de la historia reciente de Argentina.

La euforia y la esperanza colectivas por la recuperación de la democracia en el país en 1983, tras siete años de dictadura, y el desencanto posterior al comprobar la escasez de logros y los obstáculos a los que se enfrentó el gobierno radical, son analizadas en profundidad por la autora. A través de un exhaustivo repaso de fuentes primarias, secundarias y un gran trabajo de campo y entrevistas con actores clave, Tedesco reconstruye una buena parte de la historia de Argentina, poniendo a la luz facetas inéditas del mandato de Alfonsín.

 

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DANIEL GARCIA/AFP/GettyImages

 

Tras los primeros meses de actuación sobre todo en el campo de los derechos humanos –la Comisión Nacional de Desaparición de Personas (CONADEP), el Informe Nunca Más y el juicio a los ex comandantes- se creyó que con la democracia todo era posible. Sin embargo, de manera gradual empezaron a hacerse patentes las limitaciones. La herencia de una deuda externa impagable, la indiferencia de bancos y acreedores frente a los argumentos del presidente de la democracia sobre su ilegalidad; así como la ineficacia de los planes económicos para frenar la inflación y la doble presión sindical y militar que con una primera huelga general en menos de un año de gestión y a través de rebeliones armadas, respectivamente, aislaron cada vez más al Gobierno.

¿Se cumpliría el mantra de que Argentina es ingobernable si los peronistas no están en el poder y que los radicales no sirven para gobernar? La autora bucea en los hechos en busca de respuestas que expliquen el estrepitoso fracaso del Gobierno de Alfonsín.

Tedesco comienza situando al lector con un repaso de la historia argentina en el que explica las transformaciones que sufrió el país a principios del siglo XX, cuando el modelo de crecimiento y su expresión política empezaron a cambiar, fraguándose de manera gradual un movimiento que aglutinó a una nueva clase social, urbana, emigrada del interior del país a los alrededores de la ciudad de Buenos Aires, producto de los cambios en la estructura económica debido al surgimiento de la industria.

Fueron los primeros gobiernos radicales a partir de 1916 los que impulsaron la incorporación de las clases medias en la esfera política. Sin embargo, la crisis económica del 29 puso a las claras las limitaciones de la estructura económica argentina y en un contexto internacional desfavorable, la burguesía agraria se sintió amenazada y acompañó el primer golpe de Estado en 1930, para retornar al pasado. Hubo que esperar hasta la llegada del peronismo en 1943 para que las necesidades de esta nueva clase fueran interpretadas cabalmente.

A partir de entonces se logra la inserción política y económica de los obreros industriales y, como consecuencia, se polariza la sociedad. El recurrente recurso a los militares o la proscripción del peronismo para acceder al poder por parte de los conservadores es, según Tedesco, producto de la imposibilidad de concretar la formación de un partido político capaz de representar los intereses de la oligarquía en democracia.

Asimismo, a lo largo de los años, el partido Radical se desdibujó entre pactos con Perón y participaciones en elecciones controladas. Y la clase trabajadora, a través del sindicalismo peronista, mostró su capacidad de bloquear políticas, de obstaculizar acciones de gobierno y de combatir las dictaduras. Desde 1955 hasta 1976 todos los intentos de transformar la herencia peronista, su estructura económica y el papel de la clase trabajadora, fracasaron. La inestabilidad política desembocó en una crisis económica y a mediados de la década de los 70 el colapso en todos los ámbitos era evidente. Su resolución llegó a través del autoritarismo, la lucha armada, la represión y el terror a manos de una nueva dictadura militar.

La falta de crecimiento de la economía y una alta inflación pusieron en evidencia las debilidades y limitaciones de Alfonsín

En la esfera económica, significó una reforma estructural de la economía que favoreció un mercado de capital con alta liquidez a corto plazo, incrementó la deuda pública y privada y redistribuyó el ingreso a través de reducciones salariales. Sin embargo, la dictadura fracasó en su intento de recuperación económica, dejando un legado de inestabilidad y endeudamiento, unos sindicatos ávidos por recuperar su poder político histórico, una clase trabajadora muy empobrecida y una sociedad espantada por los abusos a los derechos humanos que demandaba que los violadores fuesen llevados a juicio –con la consiguiente confrontación con los militares. De acuerdo con Tedesco, en este contexto el triunfo del radicalismo fue devastador para el peronismo y el Gobierno de Alfonsín tuvo que enfrentarse a la desconfianza del sindicalismo y la incapacidad tanto propia como ajena para construir consensos políticos que ayudasen a alcanzar la gobernabilidad.

Uno de los principales argumentos de Tedesco es que Alfonsín cometió un gran error al pensar que sin construir consenso, con el respaldo del 52% de los votos, y el haber roto la hegemonía peronista en elecciones libres (engañoso presagio de la muerte lenta de su rival) era suficiente para enfrentar a los militares y a los sindicatos, mientras ignoraba a los acreedores internacionales convencido de que la democracia le abriría las puertas del mercado financiero internacional. Pero ni los militares creían que su lucha había sido sucia ni los sindicatos estaban listos para su modernización y los acreedores exigieron el pago de intereses y un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. El peronismo estaba lejos de desaparecer.

A pesar de todo, según la autora, las políticas de Alfonsín no fueron desacertadas y, a su juicio, fueron el paso necesario para entender las transformaciones que más tarde experimentaría la política y la economía argentina. Destaca que en esa época las ideologías de los años 40, 50 y 60 estaban desapareciendo gradualmente: el papel del Estado era cuestionado; el poder de los sindicatos y la mirada corporativista se reducían. Los años de Alfonsín fueron testigo de la lucha entre actores que peleaban por mantener el status quo político y económico y factores -por entonces más internacionales que internos- que pugnaban por transformaciones e integraciones globales de las economías nacionales. En este sentido, no resulta sorprendente el fracaso de la mayoría de los primeros gobiernos democráticos en la región, sobre todo en la esfera económica, para dar paso a cambios profundos en los años 90.

A medida que avanzaba el Gobierno de Alfonsín, la falta de crecimiento de la economía y una alta inflación pusieron en evidencia sus debilidades y limitaciones en este terreno. El presidente no quería aceptar soluciones ortodoxas pero no acertaba con las fórmulas heterodoxas que proponía. Según Tedesco, el afán de Alfonsín por defender la democracia, así como su focalización en la esfera política, hicieron que dejara de lado las urgencias económicas que terminaron profundizando en la crisis y le obligaron a renunciar. La separación ficticia entre lo político y lo económico complicó las estrategias de Alfonsín.

Tedesco alega en su estudio que la herencia que recibió Alfonsín fue trágica y condicionante, pero que también hubo cuestiones que no supo, no pudo o no quiso interpretar. El repaso detallado que ofrece este libro invita a descubrir esos matices contando, a veces, con la mirada indulgente de la autora. Es un libro de la historia reciente de argentina. Quizás el paso del tiempo brinde una perspectiva mayor para el análisis. Mientras tanto, la contribución de la autora ayuda a comprender (y aceptar) que en política no existen los milagros.

Los acontecimientos políticos posteriores a Alfonsín revelan que el mantra de la historia política argentina no está lejos de ser verdad: Carlos Menem, el mandato de trágico final de Fernando de la Rúa y los Kirchner. En las últimas elecciones celebradas en el país el 23 de octubre de 2011 el peronismo en su conjunto se llevó casi el 70% de los votos dejando a las claras la existencia de un sistema político prácticamente unipartidista, aunque fragmentado. ¿Las razones? Deberán ser objeto de otro análisis tan serio y documentado como el que ofrece Laura Tedesco en este libro.

 

 

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