La elaboración de índices agregados, como el Índice CGD/FP
de compromiso con el desarrollo, aparecido en su número de junio, es
una tarea importante pero delicada. Se trata de capturar en un solo índice
de fácil comprensión la actuación de distintos países
en cuestiones de carácter claramente multidisciplinar, lo que implica
la adopción de compromisos y simplificaciones. Por ello, es necesario
realizar ese trabajo con profesionalidad (siendo consciente de sus limitaciones,
realizando análisis de sensibilidad del índice a cambios en las
definiciones, etcétera), pero, sobre todo, con responsabilidad. Y es
que hay que tener muy en cuenta el uso que del índice se va a dar una
vez que se publique.

En ese sentido, es muy revelador comprobar cómo EE UU ha pasado del
penúltimo puesto en el ranking de 2003 del Índice CGD/FP
de compromiso con el desarrollo, al séptimo lugar en 2004. Una progresión
que, por poner un ejemplo, dio pie a que un columnista de The Washington
Post
, el pasado 19 de abril, reivindicara las bondades de la política
exterior de la Casa Blanca. Todos podríamos felicitarnos por los formidables
avances conseguidos por EE UU en su compromiso con los más pobres si
no fuera por tres motivos. En primer lugar, se ha añadido una nueva dimensión
al Índice CGD/FP 2004: la de gasto en tecnología, que
favorece claramente la posición de EE UU. La inclusión de esta
nueva categoría es de dudosa justificación, ya que, aunque la
inversión en tecnología puede tener efectos de largo plazo en
el desarrollo de los países pobres, no implica necesariamente que exista
ningún grado de compromiso con éstos.

En segundo lugar, este año los responsables de la elaboración
del Índice han cambiado la definición de muchas de las variables
contempladas en el pasado, lo que no ha hecho más que beneficiar la posición
de EE UU: en 2004 se incluyen los gastos militares en campañas de carácter
humanitario refrendadas por Naciones Unidas. Me pregunto si las operaciones
militares que no reciben el refrendo del Consejo de Seguridad no deberían
contar negativamente en el Índice. Por último, si se hubiera mantenido
la metodología del Índice del año pasado, la posición
de EE UU no habría mejorado ni un ápice en 2004. Todo ello me
lleva a dudar seriamente de la credibilidad del Índice CGD/FP de compromiso
con el desarrollo. Por no hablar de la política exterior del presidente
Bush.

  • Gregorio Gómez
    Economista
    Barcelona, España

La elaboración de índices agregados, como el Índice CGD/FP
de compromiso con el desarrollo, aparecido en su número de junio, es
una tarea importante pero delicada. Se trata de capturar en un solo índice
de fácil comprensión la actuación de distintos países
en cuestiones de carácter claramente multidisciplinar, lo que implica
la adopción de compromisos y simplificaciones. Por ello, es necesario
realizar ese trabajo con profesionalidad (siendo consciente de sus limitaciones,
realizando análisis de sensibilidad del índice a cambios en las
definiciones, etcétera), pero, sobre todo, con responsabilidad. Y es
que hay que tener muy en cuenta el uso que del índice se va a dar una
vez que se publique.

En ese sentido, es muy revelador comprobar cómo EE UU ha pasado del
penúltimo puesto en el ranking de 2003 del Índice CGD/FP
de compromiso con el desarrollo, al séptimo lugar en 2004. Una progresión
que, por poner un ejemplo, dio pie a que un columnista de The Washington
Post
, el pasado 19 de abril, reivindicara las bondades de la política
exterior de la Casa Blanca. Todos podríamos felicitarnos por los formidables
avances conseguidos por EE UU en su compromiso con los más pobres si
no fuera por tres motivos. En primer lugar, se ha añadido una nueva dimensión
al Índice CGD/FP 2004: la de gasto en tecnología, que
favorece claramente la posición de EE UU. La inclusión de esta
nueva categoría es de dudosa justificación, ya que, aunque la
inversión en tecnología puede tener efectos de largo plazo en
el desarrollo de los países pobres, no implica necesariamente que exista
ningún grado de compromiso con éstos.

En segundo lugar, este año los responsables de la elaboración
del Índice han cambiado la definición de muchas de las variables
contempladas en el pasado, lo que no ha hecho más que beneficiar la posición
de EE UU: en 2004 se incluyen los gastos militares en campañas de carácter
humanitario refrendadas por Naciones Unidas. Me pregunto si las operaciones
militares que no reciben el refrendo del Consejo de Seguridad no deberían
contar negativamente en el Índice. Por último, si se hubiera mantenido
la metodología del Índice del año pasado, la posición
de EE UU no habría mejorado ni un ápice en 2004. Todo ello me
lleva a dudar seriamente de la credibilidad del Índice CGD/FP de compromiso
con el desarrollo. Por no hablar de la política exterior del presidente
Bush.

  • Gregorio Gómez
    Economista
    Barcelona, España

FP edición española se reserva el derecho a extractar y editar
las cartas que publique. Es imprescindible que estén firmadas y conste
el DNI o número de pasaporte de sus autores. No se devolverán
los originales ni se dará información sobre ellos.

Correo electrónico: CartasFP@fride.org.

Fax: (+34) 915 22 73 01.

Dirección postal: Cartas FP. Felipe IV, 9; 1º derecha. 28014 Madrid.