Hay países como Zimbabue y Sudán que llevan años en los primeros puestos del Índice. Sin embargo, en 2008 nuevos Estados se han acercado al precipicio. Estos países –en vías de fallar, más que fallidos– podrían encaminarse al desastre en los próximos meses. “Muchas veces es más fácil tratar con Estados fallidos que con los que están fallando”, advierte Alan Doss, representante especial de la ONU en la República Democrática del Congo. En estos Estados en vías de fracaso, “te enfrentas a todos los problemas relacionados con el poder y la soberanía”, explica, “y no quieren consejos”. 

 

Camerún

Camerún, un país habitualmente tranquilo, vivió un 2008 agitado. Los precios de los alimentos se dispararon durante el primer semestre, haciendo que el creciente desempleo resultase inaguantable. Cuando el presidente, Paul Biya, cambió la Constitución para prolongar su medio siglo en el poder, estallaron protestas y disturbios en Duala, la capital comercial. La violencia ha remitido, pero con la economía en caída libre puede que la calma sea sólo temporal. La bajada del precio de la madera y de otras materias primas ha hecho perder a las empresas 630 millones de dólares desde el comienzo de la crisis, y la mayoría de los proyectos mineros, hidroeléctricos y agrícolas están en peligro. Entre tanto, oleadas de refugiados entran por la frontera con Chad, añadiendo más presión. No existe una oposición política, pero nuevas protestas callejeras y el descontento popular podrían hacer que 2009 sea un año desagradable.

 

Guinea Conakry

El desgraciado ascenso de Guinea se produce tras el golpe de Estado de finales de 2008, el primero desde que su longevo presidente, Lansana Conté, usara ese mismo método para llegar al poder en 1984. Conté falleció en diciembre, y un grupo de jefes militares tomó las riendas del país. El nuevo presidente militar, el capitán Moussa Dadis Camara, se ha afianzado en el poder, si bien ha prometido convocar elecciones a finales de este año. En cualquier caso, la vida de los guineanos no ha cambiado mucho, explica Michael McGovern, antropólogo de la Universidad de Yale (EE UU). La población sufre la misma carencia de servicios y los mismos abusos por parte de las fuerzas de seguridad. Human Rights Watch acusa a los soldados guineanos de robo generalizado. El tráfico de drogas se ha disparado, mientras los precios de los pocos productos que el país exporta legalmente están cayendo.

 

Yemen

Los refugiados y los extremistas constituyeron las importaciones más destacables de Yemen en 2008. El año pasado, más de 50.000 emigrantes somalíes cruzaron el Golfo de Adén en barco para llegar al país. Y aunque muchos luego prosiguen viaje hacia el Golfo Pérsico en busca de trabajo, miles más languidecen dentro del país sin apenas derechos ni protección. Al percibir que el presidente yemení, Ali Abdullá Saleh, es demasiado débil como para impedirles organizarse y entrenarse, también han entrado miembros saudíes de Al Qaeda. “En Arabia Saudí todo el mundo sabe que cuando te metes en problemas te marchas a Yemen”, afirma Christopher Boucek, de la Fundación Carnegie. En enero, las ramas de Al Qaeda en ambos países anunciaron que se fusionaban, y desde 2004 una rebelión chií en la zona fronteriza se reactiva de forma intermitente. La economía ha llegado a una situación desesperada. El 80% del presupuesto estatal depende de unas reservas de petróleo que se agotan a gran velocidad. El crecimiento de la población ha hecho que el desempleo suba por las nubes.

 

Etiopía y Eritrea

Enemigos irreconciliables cuya frontera permanece militarizada desde la guerra que les enfrentó hace una década, se han hundido en la clasificación de este año. En Etiopía, la represión gubernamental contra la oposición y las ONG hizo aumentar la tensión política, mientras la llegada de refugiados somalíes agudizó el conflicto latente en la región de Ogadén. El país, propenso a sufrir sequías, se ha visto muy afectado por la subida de los precios de los alimentos en la primera mitad de 2008. Al otro lado de la frontera, Eritrea “ejerce su control hasta extremos escalofriantes”, cuenta Christopher Albin-Lackey, de Human Rights Watch. La emigración de jóvenes que huyen del reclutamiento militar, junto a la malnutrición infantil, han convertido a Eritrea en uno de los mayores exportadores de refugiados del mundo.

 

Guinea-Bissau

Con acceso al inmenso mercado ilegal de drogas europeo y un Estado débil incapaz de intervenir, Guinea-Bissau se está convirtiendo en el primer narcoestado africano. El valor de venta de la cocaína requisada durante 2007 equivalía al 25 % de su PIB, y se piensa que las fuerzas de seguridad están implicadas en el tráfico. “Cuando las drogas llegan con tanto dinero [los traficantes], tienen fácil asegurarse la lealtad de los militares”, afirma Antonio Mazitelli, de la ONU. Por desgracia para la clasificación del país en el Índice del año que viene, no parece que 2009 vaya a ser más estable: en marzo pasado, el presidente y el jefe de Estado Mayor del Ejército fueron asesinados.