El Índice anual CGD/FP de compromiso con el desarrollo
clasifica 21 países ricos en función del grado en que benefician sus políticas
de ayuda, comercio, inversiones, inmigración, medio ambiente, seguridad y tecnología
a los países pobres. Descubra por qué España queda en un vergonzante vigésimo
puesto mientras Dinamarca y Países Bajos encabezan la lista y Japón es el último.

Los países pobres del mundo son los verdaderos responsables de su propio
desarrollo, y hace muchos años que los países ricos los miden,
clasifican, puntúan y asesoran, y les aconsejan que recorten sus déficit
presupuestarios, inviertan más en educación o liberalicen sus
mercados financieros. El Centro de Desarrollo Global (CGD) y Foreign Policy
han dado la vuelta a la tortilla con el Índice de compromiso con el desarrollo
(ICD), una clasificación de los países ricos en función
de la ayuda o el obstáculo que representan sus políticas para
el desarrollo económico y social de los más pobres y que descubre
qué gobiernos encabezan la comunidad mundial en relación con el
desafío del desarrollo.

Responsabilidad
Ayudar a los países pobres no consiste sólo en dar dinero,
sino en asumir la responsabilidad de las políticas que afectan a
los menos afortunados. El Índice CGD/FP 2004 de compromiso con el
desarrollo clasifica los países ricos en una serie de categorías
que influyen en el desarrollo de los países pobres.

¿Por qué deben preocuparse los países ricos por el desarrollo
de los pobres? Por motivos tanto pragmáticos como éticos. En un
mundo globalizado, los países ricos no pueden aislarse de la inseguridad.
La pobreza y la debilidad de las instituciones son caldo de cultivo para las
crisis de salud pública, la violencia y la volatilidad económica.
Otra razón para ese interés es que se trata de una cuestión
de justicia. No se puede negar a ningún ser humano la oportunidad de
vivir libre de la pobreza y la opresión ni de contar con un nivel básico
de educación y salud.

Sin embargo, por ejemplo, las políticas comerciales actuales de los países
ricos representan una carga desproporcionada para los pobres, especialmente
por la discriminación contra sus productos agrarios. Además, los
países clasificados en el ICD son democracias que predican la preocupación
por la dignidad humana y las oportunidades económicas dentro de sus fronteras.
El Índice mide si sus políticas promueven esos mismos valores
en el resto del mundo.

Gráfico.

Descargar Imagen Ampliada

Para clasificar las naciones más ricas con la mayor precisión,
este año se han revisado –con respecto a la primera edición
del Índice, en 2003– las categorías de ayuda, comercio y
medio ambiente; se ha añadido una categoría tecnológica,
y se han transformado las secciones sobre inversiones, inmigración y
seguridad (antes llamada mantenimiento de la paz). Australia es la más
beneficiada por estas mejoras del método, ya que pasa del puesto 19 al
cuarto, en parte debido a los cambios en las categorías de inversiones
y seguridad. La nueva medición de la seguridad también contribuye
a hacer que EE UU suba 13 puestos; y Australia, Estados Unidos y Canadá
se benefician de la mayor precisión de los datos sobre inmigración.
Estos ajustes en el método han perjudicado, más que a ningún
otro país, a España, que cae del sexto al vigésimo lugar
(el penúltimo de los países del Índice), debido, sobre
todo, a los cambios en las categorías de inversiones y ayuda. No obstante,
pese a todos estos movimientos, el primer puesto y el último lo siguen
ocupando los mismos: Japón es el último en el ICD, y Países
Bajos sigue en cabeza, aunque ahora comparte posición con el segundo
del año pasado, Dinamarca.

España cae del sexto al vigésimo
puesto, debido, sobre todo, a los cambios realizados en la categoría
de inversiones y ayuda

Algunos gobiernos tomaron nota del mensaje del ICD el año pasado. Por
ejemplo, el Gobierno holandés ha incluido el Índice entre sus
criterios externos de comportamiento en relación con el desarrollo, y
está elaborando un informe sobre la manera de mejorar su puntuación.
Ahora bien, aunque hay indicios prometedores, las realidades fundamentales parecen
haber cambiado poco.

Es verdad que la mayoría de los países donantes entregaron más
ayuda en 2002 –el último año sobre el que existen datos–
que en 2001. Y, bajo los auspicios de la Organización Mundial de Comercio
(OMC), los países ricos llegaron a un acuerdo para permitir que los países
pobres importen genéricos de los fármacos patentados, con lo que
se abre el camino para que África pueda tener medicamentos contra el
sida más baratos. Pero los países ricos –encabezados por
Estados Unidos, Japón y Francia– siguieron negándose a la
eliminación de sus aranceles y subsidios agrarios, y contribuyeron así
al fracaso de las negociaciones de la OMC en Cancún (México) en
septiembre de 2003. Asimismo, los esfuerzos internacionales para reducir las
emisiones de gases nocivos que producen el efecto invernadero se vieron perjudicados
cuando Rusia se sumó a EE UU y tampoco ratificó el Protocolo de
Kioto.

Pero, aunque el ICD se centre en los ganadores y los perdedores, ningún
país rico hace todo lo que podría para ayudar a los pobres. La
generosidad y la capacidad de liderazgo siguen siendo bienes escasos.

 

*

Cómo se calcula el Índice

La puntuación global de cada país en el Índice CGD/FP es el
promedio de sus puntuaciones en siete categorías: comercio, tecnología,
seguridad, medio ambiente, inmigración, inversiones y ayuda.

Tres cuartas partes de la puntuación en comercio depende
de los obstáculos a las exportaciones de los países en desarrollo: aranceles,
cuotas y subsidios a los agricultores de los países ricos. Barreras más
altas suponen menor puntuación. La otra cuarta parte mide cuánto importan
los países ricos de los países en desarrollo. Las importaciones de los
Estados más pobres obtienen más puntuación, igual que las de productos
manufacturados procedentes de todos los países en desarrollo.

La categoría tecnológica mide el apoyo de los gobiernos
a la investigación y el desarrollo (I+D) como porcentaje del PIB, tanto
en inversión directa como en ayudas fiscales. La I+D relacionada con el
sector de la defensa vale la mitad.

La puntuación de seguridad valora la participación
en labores de mantenimiento de la paz e intervenciones militares por razones
humanitarias entre 1993 y 2002, y sólo incorpora las aprobadas por órganos
internacionales como el Consejo de Seguridad de la ONU o la OTAN. Las
operaciones militares se evalúan y se convierten en dólares en función
del presupuesto de defensa de cada país y la proporción de fuerzas comprometidas
de forma permanente.

Dos tercios del factor medioambiental reflejan el daño
causado en los bienes comunes de la Tierra, incluidos el consumo de sustancias
perjudiciales para la capa de ozono, los subsidios a la pesca, las emisiones
de gases de efecto invernadero y la baja fiscalidad de la gasolina. El
tercio restante valora las aportaciones a iniciativas internacionales,
como la ratificación de los grandes tratados medioambientales y las donaciones
a fondos para ayudar a los países en desarrollo a cumplir los objetivos
medioambientales internacionales.

El flujo neto de inmigrantes de los países en desarrollo a los ricos
entre 1995 y 2000 representa el 65% de la puntuación en inmigración.
Otro 15% lo constituye el porcentaje de estudiantes de países pobres dentro
del total de estudiantes extranjeros en los países ricos, y la ayuda a
los refugiados y solicitantes de asilo representa el 20%.

La categoría de inversiones valora la promoción de
políticas útiles para los países en desarrollo. El 80% de la puntuación
reconoce las políticas que fomentan las IDE más apropiadas, como el seguro
contra riesgos políticos y las normas para impedir la doble imposición.
Los demás puntos se basan en las inversiones de cartera a largo plazo.

Por último, la categoría de ayuda valora la ayuda oficial
total –subvenciones y préstamos a bajo interés– como porcentaje
del PIB del país donante. Rebaja en un 20% la ayuda condicionada
a la adquisición de bienes o servicios de la nación donante, y resta los
pagos de la deuda de ayudas anteriores. El Índice penaliza a los donantes
de acuerdo con la parte de la ayuda que se reparta en cantidades inferiores
a 100.000 dólares, un reparto que tiende a sobrecargar a los gobiernos
pobres. Los Estados ricos que ofrecen incentivos fiscales para las aportaciones
benéficas privadas ganan más puntos. También obtienen puntos por tener
impuestos más bajos (en comparación con Suecia, el país con los mayores
impuestos en relación al PIB), porque unos ingresos netos más elevados
permiten que haya más donaciones privadas. Existe una explicación exhaustiva
de la metodología en www.cgdev.org
(Centro de Desarrollo Global).

 

LOS FACTORES DEL DESARROLLO
El ICD valora siete grandes ámbitos de acción de gobierno: ayuda
exterior, comercio, inversiones, inmigración, medio ambiente, seguridad
y –por primera vez este año– la política tecnológica.
¿Cuánta ayuda exterior dan los países y a quién?
¿Imponen los países ricos barreras comerciales muy elevadas a
los productos fabricados en el mundo en vías de desarrollo? ¿Cómo
abordan los problemas medioambientales comunes a todo el mundo? Cada país
recibe una puntuación en cada terreno, y luego se hace el promedio para
establecer su clasificación final.

El Índice evalúa Australia, Canadá, Japón, Nueva
Zelanda, EE UU y la mayor parte de Europa occidental con arreglo a su esfuerzo
e iniciativa en la promoción del desarrollo en los países más
pobres, no por su impacto en términos absolutos. Por ejemplo, no puede
esperarse que Dinamarca conceda tanta ayuda a los países pobres como
Japón (cuya economía es 20 veces mayor), pero sí se puede
pedir a Japón que dé una proporción de su PIB tan grande
como la de Dinamarca.

Puntuaciones
El Índice CGD/FP 2004 de compromiso con el desarrollo examina siete
categorías: ayuda exterior, inversiones, apertura a la inmigración,
prácticas medioambientales, contribuciones a operaciones de seguridad
aprobadas por la comunidad internacional, apoyo al desarrollo tecnológico
y apertura al comercio internacional. Las celdas verdes indican una puntuación
especialmente favorable y las rojas un comportamiento especialmente malo.
Las importantes mejoras introducidas en el método explican la mayoría
de las modificaciones en la clasificación desde 2003.

Ayuda | La ayuda exterior es la política nacional
que más se suele relacionar con las tareas de desarrollo. En 2002, el volumen
total de la ayuda de los países ricos a los pobres ascendió a 58.000 millones
de dólares (aproximadamente, 48.500 millones de euros). Los países ricos dan
a los pobres subvenciones, préstamos, alimentos y asesoramiento técnico para
contribuir a todo tipo de proyectos, desde grandes obras de infraestructura
hasta programas de vacunación en aldeas diminutas. Casi todos los estudios que
comparan la ayuda examinan simples medidas; por ejemplo, la ayuda total como
porcentaje del PIB del donante. El ICD va más allá, porque no sólo tiene en
cuenta la cantidad, sino también la calidad de la ayuda ofrecida. Para empezar,
el ICD descuenta el 20% de la ayuda condicionada, en la que los donantes
exigen a los países beneficiarios que gasten el dinero en bienes y servicios
–por ejemplo, tractores– del país donante. Este tipo de ayuda puede
elevar los costes de un proyecto de desarrollo entre un 15% y un 30%, porque
impide que los países receptores busquen mejores tratos. Asimismo, el Índice
resta todas las devoluciones de los préstamos de ayuda recibidas de los países
en desarrollo, y recompensa a los donantes que perdonan las deudas de éstos.
También se tiene en cuenta la elección de países beneficiarios: el ICD valora
más la ayuda a países relativamente pobres pero relativamente poco corruptos
y que responden ante sus ciudadanos.

Otros donantes a los que penaliza el Índice son los que exigen a los gobiernos
de los países pobres un exceso de informes e innumerables visitas en misión
de los responsables de la ayuda exterior. Por ejemplo, Mozambique, que combina
una enorme pobreza y un sistema de gobierno relativamente bueno, ha despertado
gran interés entre los donantes en los últimos años, hasta haber puesto en marcha
1.413 nuevos proyectos de ayuda entre 2000 y 2002. Es una cantidad superior
a las de India (1.339 nuevos proyectos) y China (1.328), países con mucho más
personal administrativo que puede encargarse de las relaciones con los donantes.
Los países ricos ayudan más a Mozambique cuando financian conjuntamente varios
programas a gran escala en educación o sanidad, por ejemplo. El año pasado,
Tanzania incluso declaró un periodo de cuatro meses libre de misiones,
durante el que el país sólo recibió las visitas más urgentes de funcionarios
de los donantes. El Gobierno tanzano necesitaba cierta tranquilidad para poder
trabajar.

Tabla de datos
Descargar Imagen Ampliada

Este año, el ICD valora más a los Estados que permiten
a sus ciudadanos deducir sus aportaciones benéficas del impuesto de la
renta y a los que menos les gravan, porque dejan más dinero en manos
privadas que puede destinarse a donaciones. En la actualidad, todos los países
del Índice, menos Austria, Finlandia y Suecia, ofrecen deducciones o
puntos fiscales por este tipo de aportaciones.

España distribuyó el 10%
de los fondos de ayuda exterior en cantidades inferiores a 90.000 euros,
lo que le ha valido una penalización

Sin embargo, incluso en EE UU –que suele considerarse un donante oficial
muy roñoso pero una fuente de aportaciones benéficas muy generosa–,
las donaciones privadas son pequeñas en comparación con las públicas.
La ayuda oficial estadounidense en 2002 ascendió a 13.300 millones de
dólares, 13 centavos de dólar (unos diez céntimos de euro)
diarios por ciudadano. Las aportaciones privadas de Estados Unidos a los países
en desarrollo supusieron otros 5.700 millones de dólares, menos de seis
centavos diarios por habitante, de los que dos centavos se atribuyen a la política
fiscal oficial, no a la decisión personal de los ciudadanos. Al final,
si se tiene en cuenta la política fiscal, EE UU sólo sube del
puesto 20 al 19 en ayuda.

Suecia encabeza la categoría de ayuda este año, seguido de cerca
por sus vecinos Dinamarca, Noruega y Países Bajos. Estos cuatro Gobiernos
han puntuado por encima de 10 (en una escala de 0 a 10) por el volumen total
entregado. Muchos países del ICD aumentaron su ayuda exterior en 2002,
en especial EE UU, que benefició a actores de importancia geopolítica
como Turquía, Indonesia, Rusia y Afganistán. Pero, aunque Estados
Unidos concedió más ayuda que cualquier otro país en términos
absolutos, todavía da menos que cualquier otro país rico en proporción
con su tamaño, por lo que, en esta categoría, ha acabado en los
últimos puestos.

Grecia y Nueva Zelanda están por debajo de él, debido a la penalización
por sobrecargar a los países beneficiarios de proyectos. Otro país
que comparte este castigo es España, que distribuyó el 10% de
los fondos empleados en ayuda en cantidades inferiores a 100.000 dólares.
Sólo Irlanda empleó un porcentaje más alto que España
en pequeños proyectos. Es evidente que estos países estiran mucho
una ayuda más bien modesta, abarcan numerosos países con proyectos
pequeños y crean exceso de trabajo para los administradores locales.

Comercio | Las negociaciones de la OMC en Cancún
fracasaron el pasado septiembre después de que una alianza de países en desarrollo
se enfrentara a los ricos por los subsidios y los aranceles agrarios. Normalmente,
la agricultura comprende entre el 17% y el 35% del PIB en los países en vías
de desarrollo, frente a menos del 3% en los ricos. Cuando estos últimos fiscalizan
los alimentos y subvencionan a sus propios agricultores, destruyen posibles
mercados para los campesinos de los países en desarrollo, que carecen de esa
protección.

Los aranceles de los Estados ricos sobre los productos industriales también
perjudican normalmente a los pobres, porque imponen tipos elevados para productos
que requieren mucha mano de obra y constituyen la forma de supervivencia de
los países en desarrollo. En 2001, EE UU recaudó más en
impuestos sobre los productos importados de Bangladesh (331 millones de dólares,
sobre todo en prendas de vestir) que de Francia (330 millones de dólares),
a pesar de que importa 12 veces más de este último en dólares.
El Índice penaliza estos obstáculos. Sin embargo, es posible que
algunos caigan de aquí a poco tiempo: los países ricos tienen
que abolir sus cuotas sobre las prendas de vestir y los productos textiles fabricados
en los países en desarrollo antes del 31 de diciembre de 2004, de acuerdo
con el tratado de 1994 que creó la OMC. China podrá beneficiarse
enormemente de un mayor acceso a los mercados occidentales de ropa, pero Bangladesh
–que recibe gran parte de las cuotas– saldrá seguramente
perjudicado. Aun así, en conjunto, si los países ricos eliminaran
todas sus barreras comerciales, el número de pobres en el mundo disminuiría
en más de 270 millones de aquí a 15 años, según
los cálculos del experto del CGD William Cline.

 


Países que rompen moldes

El Índice CGD/FP de compromiso con el desarrollo (ICD) clasifica
los países ricos en función de que sus políticas sean una ayuda o un obstáculo
para el desarrollo en los países pobres. Las puntuaciones en cada categoría
del ICD suelen ir de 0 a 10, pero los lectores verán algunas puntuaciones
por encima de 10 y una por debajo de 0. ¿Cómo es posible?

Cada categoría del ICD combina muchas cifras en una sola puntuación
y sitúa dicha calificación en una escala normal. Las escalas
se ajustan para que la nota media en cada categoría sea siempre
5. Este ajuste permite ver que las políticas de Japón están
por encima de la media en tecnología (con una puntuación
de 5,4), pero no tan bien en medio ambiente (4,5), en comparación
con los demás países del Índice.

Si un país es dos veces mejor que la media, obtiene un 10, y si
es mejor aún, obtiene más de 10. En el ICD de 2004, esto
ocurre en el caso de Dinamarca, Holanda, Noruega y Suecia en la categoría
de ayuda. Lo mismo ocurre con Canadá y Estados Unidos en inmigración.

Sucede lo contrario con las categorías de medio ambiente y comercio.
Si las puntuaciones de categorías como la de seguridad empiezan
en 0 (que significa ninguna aportación a la seguridad) y suben
a partir de ahí, las puntuaciones en contaminación ambiental
y barreras comerciales empiezan en 10 (ninguna emisión ni barrera)
y bajan desde ahí. Un país también puede bajar de
0 si emite suficiente contaminación o impone aranceles muy elevados.

Noruega tiene suficientes aranceles como para obtener una desoladora puntuación
de -2,7 en comercio. Los aranceles y las cuotas que impone a las importaciones,
además de los subsidios a sus agricultores, equivalen a un arancel
medio del 32% para todas las importaciones, casi el triple de la media
del 11,8% de todos los países del ICD. Los aranceles noruegos son
especialmente altos en los productos agrarios: aproximadamente, 155% para
las importaciones de arroz, 334% para las de trigo y 351% para la carne
de vacuno.

 

Por segundo año consecutivo, Estados Unidos encabeza la clasificación
del Índice en relación con el comercio. Noruega repite su mala
posición, debido a sus elevados aranceles agrarios. Aunque Oslo colabora
con los países pobres gracias a un generoso presupuesto de ayuda exterior,
sus fuertes barreras comerciales disminuyen ese apoyo.

Inversiones | Las inversiones extranjeras pueden
distorsionar el desarrollo y alimentar la corrupción y la violencia. Por ejemplo,
parece que el Gobierno de Angola, que obtiene enormes ingresos por petróleo
de empresas extranjeras, ha desperdiciado o malgastado 4.200 millones de dólares
en cinco años, el equivalente a casi una décima parte de su PIB anual. No obstante,
las inversiones extranjeras también pueden ser un motor importante de desarrollo
en los países pobres. En China, India y México, los inversores extranjeros no
sólo han aportado dinero, sino también experiencia técnica y administrativa.

El ICD recompensa a los países que fomentan las donaciones benéficas
con deducciones fiscales. Sin embargo, las donaciones públicas son mucho
mayores que las privadas en todos los países estudiados. La tabla inferior
compara la ayuda
oficial y la privada por día y persona.

Desgravaciones
El ICD recompensa a los países que fomentan las donaciones benéficas
con deducciones fiscales. Sin embargo, las donaciones públicas son
mucho mayores que las privadas en todos los países estudiados. La
tabla inferior compara la ayuda oficial y la privada por día y persona.

La categoría de inversiones en el ICD de este año examina lo
que están haciendo los gobiernos de los países ricos para facilitar
la entrada de inversiones en los países en desarrollo y garantizar que
dichas inversiones fomenten el desarrollo. El Índice observa dos tipos
de inversión. El primero es la inversión extranjera directa (IDE),
en la que una empresa construye fábricas o compra grandes paquetes de
acciones en empresas de otro país. ¿Ofrecen los gobiernos algún
tipo de seguros contra riesgos políticos para animar a las compañías
a invertir en países pobres cuyo clima político se consideraría,
si no, demasiado inseguro? ¿Evitan proyectos de inversión que
probablemente dañen el medio ambiente o supongan la explotación
de los trabajadores? ¿Ayudan los gobiernos a que los inversores eviten
la doble imposición por los beneficios obtenidos en los países
pobres?

Descargar Imagen Ampliada

El segundo tipo es la inversión de cartera, en la que inversores extranjeros
compran valores cotizables en bolsas de otros países. ¿Ayudan
los países a crear mercados e instituciones de valores? ¿Permiten
que sus fondos de pensiones inviertan en países en desarrollo? Irlanda
ocupa el último lugar en la clasificación por inversiones de este
año, en parte porque no ofrece seguro contra riesgos políticos
ni ayuda a los inversores a evitar la doble imposición. En cambio, Países
Bajos es el primer país y hace ambas cosas, aunque su programa de seguros
no estudia los problemas medioambientales ni laborales.

Inmigración | Los países ricos suelen presumir de
las repercusiones positivas del libre comercio en el desarrollo económico. Y
los argumentos fundamentales a favor del libre comercio sirven también para
las migraciones. Las personas que van de países pobres a países ricos suelen
ganar más en su nuevo lugar de trabajo y envían dinero para mantener a sus familias.
Por ejemplo, en 2002, las economías de Latinoamérica y el Caribe recibieron
32.000 millones de dólares en remesas, seis veces la cantidad que recibieron
en ayuda exterior. Ese mismo año, las remesas supusieron casi el 30% del PIB
de Nicaragua y el 25% del de Haití. Las repercusiones que tiene en los países
pobres la marcha de los profesionales –la llamada fuga de cerebros
son más complejas. Por ejemplo, el éxodo de médicos y enfermeras de Ghana y
Suráfrica ha tenido un efecto devastador en ambos países. Sin embargo, a veces,
los profesionales aprenden cosas fuera y luego vuelven a su país: los expatriados
indios que regresan están cumpliendo una función importante en el sector del
software y los servicios, auge que se está produciendo en dicho país. E incluso
cuando los profesionales se quedan en el extranjero, muchas veces, conservan
sus vínculos con la industria y la investigación de su país.

Estados Unidos sigue en el último
puesto en medio ambiente debido al alto volumen de emisiones y los bajos
impuestos sobre la gasolina

Por desgracia, la escasez de datos impide que el Índice distinga entre
los flujos migratorios de trabajadores cualificados y los de no cualificados.
De modo que el ICD se basa más en la convicción esencial de que
la libertad de movimiento de las personas, incluidas las que poseen gran capacidad
profesional, beneficia en general el desarrollo. La categoría de la inmigración
se ha refinado desde el año pasado; ahora no sólo mide cuántos
inmigrantes llegan a los países ricos, sino cuántos se van, con
lo que refleja mejor si los inmigrantes permanecen el tiempo necesario para
echar raíces, enviar sumas sustanciales de dinero a su casa y aprender
verdaderamente un oficio. El ICD de 2004 calcula el tráfico neto de inmigrantes
procedentes de los países en vías de desarrollo durante un periodo
de cinco años, de 1995 a 2000. Debido a los cambios, Canadá ha
desplazado a Suiza y Nueva Zelanda de sus posiciones como países más
acogedores para los inmigrantes. Suiza, en concreto, admite a numerosos inmigrantes
de países en desarrollo, pero muchos se van enseguida. En cambio, la
población inmigrante crece sin cesar en Canadá, Australia y Estados
Unidos. El ICD tiene en cuenta también el grado de apertura a estudiantes,
refugiados y solicitantes de asilo procedentes de países pobres.

Qué despilfarro!
El ICD penaliza a los países ricos que
sobrecargan a los países pobres con proyectos de ayuda que exigen
demasiado de la capacidad administrativa de los gobiernos y diluyen el impacto
de los proyectos.

Medio ambiente | Los ciudadanos en los países ricos
suelen creer que la protección ambiental consiste en conservar el mundo para
sus hijos y sus nietos, personas que no participan en la degradación ambiental
de hoy pero sufrirán sus consecuencias. Sin embargo, los pobres del planeta
sufren ya en la actualidad las consecuencias de las políticas medioambientales
irresponsables. Los países ricos son los primeros usuarios de los escasos recursos
mundiales, pero los pobres son los que tienen más probabilidades de verse perjudicados
por el deterioro ecológico, y los menos capaces de adaptarse. Son países que
suelen tener infraestructuras y servicios sociales poco sólidos, lo cual les
hace especialmente vulnerables a las inundaciones, las sequías y la extensión
de enfermedades infecciosas que el cambio climático mundial puede provocar.

Descargar Imagen Ampliada

El Índice evalúa si los países ricos están reduciendo
el agotamiento de los recursos compartidos y contribuyendo a los esfuerzos multilaterales
para proteger el medio ambiente como el fondo del Protocolo de Montreal, creado
en 1990 para ayudar a los países en vías de desarrollo a eliminar
gradualmente los productos químicos perjudiciales para el ozono. Este
año, Suiza conservó su primera posición en esta categoría
por la escasez de sus emisiones de gas de efecto invernadero. Estados Unidos
sigue en último puesto por su gran volumen de emisiones y los bajos impuestos
sobre la gasolina. Dinamarca, Francia y Estados Unidos han aumentado, aproximadamente,
medio punto cada uno por ratificar el último acuerdo internacional sobre
la protección de la capa de ozono, denominado Enmienda de Pekín,
en 2003.

Ningún país rico está
a la altura de lo que podría hacer para ayudar a los pobres: la generosidad
y la capacidad de liderazgo son aún bienes escasos

Seguridad | Como demuestran los acontecimientos recientes
en Liberia y Haití, el poder militar de los países ricos puede proteger a los
ciudadanos de los países en desarrollo de las convulsiones violentas creadas,
con demasiada frecuencia, por la inestabilidad política y los conflictos civiles.
La inestabilidad interna puede dañar de forma terrible el bienestar de la gente:
los niños obligados a incorporarse a los grupos armados rebeldes en Sierra Leona
y Uganda durante los 90 perdieron su niñez, sus oportunidades de educación y,
en muchos casos, sus vidas. Además, la inestabilidad menoscaba el desarrollo
económico y político e impide a países enteros alcanzar su futuro.

El ICD evalúa las contribuciones económicas y humanas de los gobiernos
a las actividades de mantenimiento de la paz y (por primera vez este año)
las intervenciones militares por razones humanitarias. Como las ventajas y los
motivos de dichas intervenciones son, con frecuencia, muy polémicos,
el Índice deja fuera las operaciones que carecen de la aprobación
de organismos internacionales como el Consejo de Seguridad de la ONU o la Unión
Africana. Después de una recogida exhaustiva de datos, este año,
el ICD tiene en cuenta la historia de las aportaciones de un país a lo
largo de una década –en vez de dos años– para valorar
su voluntad y su capacidad de participar hoy.

El envío de 4.500 soldados de Australia para detener la opresión
militar de Timor Oriental por parte de Indonesia en 1999 (un despliegue enorme
para un país de las dimensiones australianas) permite a dicho país
acceder al tercer puesto. Curiosamente, Estados Unidos se queda en el undécimo
puesto, pese a haber enviado más de 50.000 soldados a intervenir en Haití,
Somalia, Kosovo y Bosnia. En comparación con los demás, no es
una gran aportación si se tiene en cuenta su dimensión económica.
Como los datos de 2003 están incompletos, no se cuenta este año
la ayuda, aprobada por la ONU, a la seguridad de Irak, pero podría entrar
en el Índice del año próximo. Sin embargo, la invasión
de Irak no se incluye porque no la aprobó ningún gran organismo
internacional. Japón y Suiza ocupan los últimos puestos de la
categoría por la neutralidad tradicional helvética y los límites
constitucionales a las intervenciones militares en Japón.

Tecnología | Posiblemente, el mayor efecto a largo
plazo que pueden ejercer los países ricos en el desarrollo de los países pobres
es el relacionado con las nuevas tecnologías. Los países del este asiático tuvieron
un crecimiento casi milagroso y redujeron los índices de pobreza a la mitad
entre 1975 y 1995 gracias, en parte, a la fabricación de artículos electrónicos
inventados inicialmente en países ricos. Además, las vacunas y los antibióticos
permitieron aumentar de forma considerable la expectativa de vida en Latinoamérica
y el este asiático durante el siglo xx; dichas regiones alcanzaron, en sólo
cuatro décadas, mejoras que en Europa habían costado casi 150 años. Los teléfonos
móviles han revolucionado las comunicaciones en países pobres como Nigeria.
Internet también permite a los países en desarrollo tener acceso a la información
y difundirla, formar movimientos de la sociedad civil y comerciar con las economías
de los países ricos.

Para valorar el papel oficial a la hora de fomentar la innovación beneficiosa
para todo el mundo, el nuevo criterio tecnológico del ICD cuenta los
subsidios totales de los Estados a la investigación y el desarrollo (I+D)
–ya sea como gastos o mediante deducciones fiscales– como proporción
de su PIB. Por desgracia, existen pocos datos sobre la financiación de
la I+D en materias fundamentales para las poblaciones más pobres, como
la vacuna contra la malaria y la agricultura tropical. El Índice resta
un 50% del gasto militar en I+D porque, si bien algunas innovaciones militares
tienen derivaciones útiles para la vida civil (como Internet), gran parte
de su investigación sirve mucho más para mejorar la capacidad
destructiva de los países ricos que para aumentar la capacidad productiva
de los pobres.

Austria y Canadá aparecen en los primeros puestos de la categoría
tecnológica del ICD, dado que sus Gobiernos dedican el 0,9% del PIB a
I+D (aparte de la I+D militar). Grecia e Irlanda están en último
lugar, con el 0,3%. En realidad, el Gobierno de Estados Unidos es el que dedica
la mayor proporción del PIB a I+D, pero la mitad es investigación
militar, por lo que la penalización por usos en defensa le lleva a la
séptima plaza.


MARGEN PARA LA MEJORÍA

Un vistazo rápido a la última columna de las clasificaciones del
ICD en 2004 revela grandes cambios respecto al año pasado. Pero los cambios
son casi siempre reflejo de mejoras en los métodos y las mediciones.
Lo importante, como el año pasado, es que todos los países tienen
un comportamiento mediocre o malo, al menos, en un área. Incluso los
países mejor situados pueden mejorar todavía mucho.

Cuando los países ricos contribuyan a mejorar la salud de otros países,
su propia situación mejorará también. Las recomendaciones
a los países del ICD para el próximo año deberían
consistir, entre otras cosas, en abolir los subsidios y aranceles agrarios,
legalizar a más inmigrantes y dar más ayuda a otros países
en función de sus necesidades y perspectivas, no de estrictos intereses
geopolíticos. Hay mucho margen para que todos los países ricos
demuestren sus auténticas dotes como líderes que apoyan el desarrollo
mundial.

¿Algo más?
Para los detalles del Índice CGD/FP 2004
de compromiso con el desarrollo, ver The Commitment
to Development Index: 2004 Edition
, de David Roodman,
en www.cgdev.org.
También hay disponibles informes sobre cada una de las categorías
del Índice. Para profundizar en el caso español, consulte el informe
de Intermon Oxfam La realidad de la ayuda 2003-2004
(Fundación Intermon, Barcelona, 2003), centrado en
esta ocasión en el grado de cooperación en la lucha contra la pobreza.William Easterly presenta una visión crítica sobre las políticas
de ayuda en el pasado en The Elusive Quest for Growth:
Economists’ Adventures and Misadventures in the Tropics
(Massachusetts
Institute of Technology Press, Cambridge, 2001). Para un análisis
de los nuevos programas de ayuda de EE UU, consultar Challenging
Foreign Aid: A Policymaker’s Guide to the Millenium Challenge Account

(CGD, Washington, 2003), de Steven Radelet. Nancy Bridsall y Brian
Deese abordan la sobrecarga de los países pobres en ‘Hard Currency’
(Washington Monthly, marzo de 2004). Para
obtener información sobre los proyectos de ayuda exterior de la
Unión Europea, consulte el Informe anual 2003 sobre
la política de desarrollo y la ayuda externa de la UE
,
disponible en la página web de la Oficina de Cooperación Europea
Europeaid (www.europa.eu.int/comm/europeaid/index_es.htm).

Visítese la página web del Migration Policy Institute
para ver excelentes datos y análisis sobre las migraciones. Ver
también el artículo de Devesh Kapur y John McHale ‘Salvados por
las remesas’ (FP edición española, febrero/marzo 2004), para un
examen del impacto social y económico de las remesas en los países
pobres. Beyond Sweatshops: Foreign Direct Investment
and Globalization in Developing Countries
, de Moran
(Brookings Institution Press, Washington, 2002), analiza cómo pueden
influir las políticas oficiales en las inversiones extranjeras directas
(IDE), y cómo las IDE pueden, a su vez, influir en el desarrollo.
Expanding Global Military Capacity for Humanitarian
Intervention
(Brookings Institution Press, Washington,
2003), de O’Hanlon, examina los retos que afrontan los gobiernos
cuando preparan intervenciones humanitarias como las que valora
el ICD.

Carol C. Aldeman ofrece un enfoque alternativo de la comparación
entre donantes en ‘The Privatization of Foreign Aid: Reassessing
National Largesse’ (Foreign Affairs, noviembre/diciembre
de 2003). Oxfam critica a los países ricos por sus prácticas comerciales
en Cambiar las reglas. Comercio, globalización, y la
lucha contra la pobreza
(Oxfam, Oxford, 2002). Arvind
Panagariya analiza en ‘Think Again: International Trade’ (FP, noviembre/diciembre
de 2003) las ideas convencionales sobre el comercio y sus efectos
en los países pobres. Ver también el Informe sobre el
desarollo humano 2001: Poner el adelanto tecnológico al servicio
del desarrollo humano
(Oxford University Press, Nueva
York, 2001), del programa de Desarrollo de Naciones Unidas (PNUD),
con un estudio del impacto de las innovaciones tecnológicas en el
desarrollo económico.

 

El Índice anual CGD/FP de compromiso con el desarrollo
clasifica 21 países ricos en función del grado en que benefician sus políticas
de ayuda, comercio, inversiones, inmigración, medio ambiente, seguridad y tecnología
a los países pobres. Descubra por qué España queda en un vergonzante vigésimo
puesto mientras Dinamarca y Países Bajos encabezan la lista y Japón es el último.

Los países pobres del mundo son los verdaderos responsables de su propio
desarrollo, y hace muchos años que los países ricos los miden,
clasifican, puntúan y asesoran, y les aconsejan que recorten sus déficit
presupuestarios, inviertan más en educación o liberalicen sus
mercados financieros. El Centro de Desarrollo Global (CGD) y Foreign Policy
han dado la vuelta a la tortilla con el Índice de compromiso con el desarrollo
(ICD), una clasificación de los países ricos en función
de la ayuda o el obstáculo que representan sus políticas para
el desarrollo económico y social de los más pobres y que descubre
qué gobiernos encabezan la comunidad mundial en relación con el
desafío del desarrollo.

Responsabilidad
Ayudar a los países pobres no consiste sólo en dar dinero,
sino en asumir la responsabilidad de las políticas que afectan a
los menos afortunados. El Índice CGD/FP 2004 de compromiso con el
desarrollo clasifica los países ricos en una serie de categorías
que influyen en el desarrollo de los países pobres.

¿Por qué deben preocuparse los países ricos por el desarrollo
de los pobres? Por motivos tanto pragmáticos como éticos. En un
mundo globalizado, los países ricos no pueden aislarse de la inseguridad.
La pobreza y la debilidad de las instituciones son caldo de cultivo para las
crisis de salud pública, la violencia y la volatilidad económica.
Otra razón para ese interés es que se trata de una cuestión
de justicia. No se puede negar a ningún ser humano la oportunidad de
vivir libre de la pobreza y la opresión ni de contar con un nivel básico
de educación y salud.

Sin embargo, por ejemplo, las políticas comerciales actuales de los países
ricos representan una carga desproporcionada para los pobres, especialmente
por la discriminación contra sus productos agrarios. Además, los
países clasificados en el ICD son democracias que predican la preocupación
por la dignidad humana y las oportunidades económicas dentro de sus fronteras.
El Índice mide si sus políticas promueven esos mismos valores
en el resto del mundo.

Gráfico.

Descargar Imagen Ampliada

Para clasificar las naciones más ricas con la mayor precisión,
este año se han revisado –con respecto a la primera edición
del Índice, en 2003– las categorías de ayuda, comercio y
medio ambiente; se ha añadido una categoría tecnológica,
y se han transformado las secciones sobre inversiones, inmigración y
seguridad (antes llamada mantenimiento de la paz). Australia es la más
beneficiada por estas mejoras del método, ya que pasa del puesto 19 al
cuarto, en parte debido a los cambios en las categorías de inversiones
y seguridad. La nueva medición de la seguridad también contribuye
a hacer que EE UU suba 13 puestos; y Australia, Estados Unidos y Canadá
se benefician de la mayor precisión de los datos sobre inmigración.
Estos ajustes en el método han perjudicado, más que a ningún
otro país, a España, que cae del sexto al vigésimo lugar
(el penúltimo de los países del Índice), debido, sobre
todo, a los cambios en las categorías de inversiones y ayuda. No obstante,
pese a todos estos movimientos, el primer puesto y el último lo siguen
ocupando los mismos: Japón es el último en el ICD, y Países
Bajos sigue en cabeza, aunque ahora comparte posición con el segundo
del año pasado, Dinamarca.

España cae del sexto al vigésimo
puesto, debido, sobre todo, a los cambios realizados en la categoría
de inversiones y ayuda

Algunos gobiernos tomaron nota del mensaje del ICD el año pasado. Por
ejemplo, el Gobierno holandés ha incluido el Índice entre sus
criterios externos de comportamiento en relación con el desarrollo, y
está elaborando un informe sobre la manera de mejorar su puntuación.
Ahora bien, aunque hay indicios prometedores, las realidades fundamentales parecen
haber cambiado poco.

Es verdad que la mayoría de los países donantes entregaron más
ayuda en 2002 –el último año sobre el que existen datos–
que en 2001. Y, bajo los auspicios de la Organización Mundial de Comercio
(OMC), los países ricos llegaron a un acuerdo para permitir que los países
pobres importen genéricos de los fármacos patentados, con lo que
se abre el camino para que África pueda tener medicamentos contra el
sida más baratos. Pero los países ricos –encabezados por
Estados Unidos, Japón y Francia– siguieron negándose a la
eliminación de sus aranceles y subsidios agrarios, y contribuyeron así
al fracaso de las negociaciones de la OMC en Cancún (México) en
septiembre de 2003. Asimismo, los esfuerzos internacionales para reducir las
emisiones de gases nocivos que producen el efecto invernadero se vieron perjudicados
cuando Rusia se sumó a EE UU y tampoco ratificó el Protocolo de
Kioto.

Pero, aunque el ICD se centre en los ganadores y los perdedores, ningún
país rico hace todo lo que podría para ayudar a los pobres. La
generosidad y la capacidad de liderazgo siguen siendo bienes escasos.

 

*

Cómo se calcula el Índice.

La puntuación global de cada país en el Índice CGD/FP es el
promedio de sus puntuaciones en siete categorías: comercio, tecnología,
seguridad, medio ambiente, inmigración, inversiones y ayuda.

Tres cuartas partes de la puntuación en comercio depende
de los obstáculos a las exportaciones de los países en desarrollo: aranceles,
cuotas y subsidios a los agricultores de los países ricos. Barreras más
altas suponen menor puntuación. La otra cuarta parte mide cuánto importan
los países ricos de los países en desarrollo. Las importaciones de los
Estados más pobres obtienen más puntuación, igual que las de productos
manufacturados procedentes de todos los países en desarrollo.

La categoría tecnológica mide el apoyo de los gobiernos
a la investigación y el desarrollo (I+D) como porcentaje del PIB, tanto
en inversión directa como en ayudas fiscales. La I+D relacionada con el
sector de la defensa vale la mitad.

La puntuación de seguridad valora la participación
en labores de mantenimiento de la paz e intervenciones militares por razones
humanitarias entre 1993 y 2002, y sólo incorpora las aprobadas por órganos
internacionales como el Consejo de Seguridad de la ONU o la OTAN. Las
operaciones militares se evalúan y se convierten en dólares en función
del presupuesto de defensa de cada país y la proporción de fuerzas comprometidas
de forma permanente.

Dos tercios del factor medioambiental reflejan el daño
causado en los bienes comunes de la Tierra, incluidos el consumo de sustancias
perjudiciales para la capa de ozono, los subsidios a la pesca, las emisiones
de gases de efecto invernadero y la baja fiscalidad de la gasolina. El
tercio restante valora las aportaciones a iniciativas internacionales,
como la ratificación de los grandes tratados medioambientales y las donaciones
a fondos para ayudar a los países en desarrollo a cumplir los objetivos
medioambientales internacionales.

El flujo neto de inmigrantes de los países en desarrollo a los ricos
entre 1995 y 2000 representa el 65% de la puntuación en inmigración.
Otro 15% lo constituye el porcentaje de estudiantes de países pobres dentro
del total de estudiantes extranjeros en los países ricos, y la ayuda a
los refugiados y solicitantes de asilo representa el 20%.

La categoría de inversiones valora la promoción de
políticas útiles para los países en desarrollo. El 80% de la puntuación
reconoce las políticas que fomentan las IDE más apropiadas, como el seguro
contra riesgos políticos y las normas para impedir la doble imposición.
Los demás puntos se basan en las inversiones de cartera a largo plazo.

Por último, la categoría de ayuda valora la ayuda oficial
total –subvenciones y préstamos a bajo interés– como porcentaje
del PIB del país donante. Rebaja en un 20% la ayuda condicionada
a la adquisición de bienes o servicios de la nación donante, y resta los
pagos de la deuda de ayudas anteriores. El Índice penaliza a los donantes
de acuerdo con la parte de la ayuda que se reparta en cantidades inferiores
a 100.000 dólares, un reparto que tiende a sobrecargar a los gobiernos
pobres. Los Estados ricos que ofrecen incentivos fiscales para las aportaciones
benéficas privadas ganan más puntos. También obtienen puntos por tener
impuestos más bajos (en comparación con Suecia, el país con los mayores
impuestos en relación al PIB), porque unos ingresos netos más elevados
permiten que haya más donaciones privadas. Existe una explicación exhaustiva
de la metodología en www.cgdev.org
(Centro de Desarrollo Global).

 

LOS FACTORES DEL DESARROLLO
El ICD valora siete grandes ámbitos de acción de gobierno: ayuda
exterior, comercio, inversiones, inmigración, medio ambiente, seguridad
y –por primera vez este año– la política tecnológica.
¿Cuánta ayuda exterior dan los países y a quién?
¿Imponen los países ricos barreras comerciales muy elevadas a
los productos fabricados en el mundo en vías de desarrollo? ¿Cómo
abordan los problemas medioambientales comunes a todo el mundo? Cada país
recibe una puntuación en cada terreno, y luego se hace el promedio para
establecer su clasificación final.

El Índice evalúa Australia, Canadá, Japón, Nueva
Zelanda, EE UU y la mayor parte de Europa occidental con arreglo a su esfuerzo
e iniciativa en la promoción del desarrollo en los países más
pobres, no por su impacto en términos absolutos. Por ejemplo, no puede
esperarse que Dinamarca conceda tanta ayuda a los países pobres como
Japón (cuya economía es 20 veces mayor), pero sí se puede
pedir a Japón que dé una proporción de su PIB tan grande
como la de Dinamarca.

Puntuaciones
El Índice CGD/FP 2004 de compromiso con el desarrollo examina siete
categorías: ayuda exterior, inversiones, apertura a la inmigración,
prácticas medioambientales, contribuciones a operaciones de seguridad
aprobadas por la comunidad internacional, apoyo al desarrollo tecnológico
y apertura al comercio internacional. Las celdas verdes indican una puntuación
especialmente favorable y las rojas un comportamiento especialmente malo.
Las importantes mejoras introducidas en el método explican la mayoría
de las modificaciones en la clasificación desde 2003.

Ayuda | La ayuda exterior es la política nacional
que más se suele relacionar con las tareas de desarrollo. En 2002, el volumen
total de la ayuda de los países ricos a los pobres ascendió a 58.000 millones
de dólares (aproximadamente, 48.500 millones de euros). Los países ricos dan
a los pobres subvenciones, préstamos, alimentos y asesoramiento técnico para
contribuir a todo tipo de proyectos, desde grandes obras de infraestructura
hasta programas de vacunación en aldeas diminutas. Casi todos los estudios que
comparan la ayuda examinan simples medidas; por ejemplo, la ayuda total como
porcentaje del PIB del donante. El ICD va más allá, porque no sólo tiene en
cuenta la cantidad, sino también la calidad de la ayuda ofrecida. Para empezar,
el ICD descuenta el 20% de la ayuda condicionada, en la que los donantes
exigen a los países beneficiarios que gasten el dinero en bienes y servicios
–por ejemplo, tractores– del país donante. Este tipo de ayuda puede
elevar los costes de un proyecto de desarrollo entre un 15% y un 30%, porque
impide que los países receptores busquen mejores tratos. Asimismo, el Índice
resta todas las devoluciones de los préstamos de ayuda recibidas de los países
en desarrollo, y recompensa a los donantes que perdonan las deudas de éstos.
También se tiene en cuenta la elección de países beneficiarios: el ICD valora
más la ayuda a países relativamente pobres pero relativamente poco corruptos
y que responden ante sus ciudadanos.

Otros donantes a los que penaliza el Índice son los que exigen a los gobiernos
de los países pobres un exceso de informes e innumerables visitas en misión
de los responsables de la ayuda exterior. Por ejemplo, Mozambique, que combina
una enorme pobreza y un sistema de gobierno relativamente bueno, ha despertado
gran interés entre los donantes en los últimos años, hasta haber puesto en marcha
1.413 nuevos proyectos de ayuda entre 2000 y 2002. Es una cantidad superior
a las de India (1.339 nuevos proyectos) y China (1.328), países con mucho más
personal administrativo que puede encargarse de las relaciones con los donantes.
Los países ricos ayudan más a Mozambique cuando financian conjuntamente varios
programas a gran escala en educación o sanidad, por ejemplo. El año pasado,
Tanzania incluso declaró un periodo de cuatro meses libre de misiones,
durante el que el país sólo recibió las visitas más urgentes de funcionarios
de los donantes. El Gobierno tanzano necesitaba cierta tranquilidad para poder
trabajar.

Tabla de datos
Descargar Imagen Ampliada

Este año, el ICD valora más a los Estados que permiten
a sus ciudadanos deducir sus aportaciones benéficas del impuesto de la
renta y a los que menos les gravan, porque dejan más dinero en manos
privadas que puede destinarse a donaciones. En la actualidad, todos los países
del Índice, menos Austria, Finlandia y Suecia, ofrecen deducciones o
puntos fiscales por este tipo de aportaciones.

España distribuyó el 10%
de los fondos de ayuda exterior en cantidades inferiores a 90.000 euros,
lo que le ha valido una penalización

Sin embargo, incluso en EE UU –que suele considerarse un donante oficial
muy roñoso pero una fuente de aportaciones benéficas muy generosa–,
las donaciones privadas son pequeñas en comparación con las públicas.
La ayuda oficial estadounidense en 2002 ascendió a 13.300 millones de
dólares, 13 centavos de dólar (unos diez céntimos de euro)
diarios por ciudadano. Las aportaciones privadas de Estados Unidos a los países
en desarrollo supusieron otros 5.700 millones de dólares, menos de seis
centavos diarios por habitante, de los que dos centavos se atribuyen a la política
fiscal oficial, no a la decisión personal de los ciudadanos. Al final,
si se tiene en cuenta la política fiscal, EE UU sólo sube del
puesto 20 al 19 en ayuda.

Suecia encabeza la categoría de ayuda este año, seguido de cerca
por sus vecinos Dinamarca, Noruega y Países Bajos. Estos cuatro Gobiernos
han puntuado por encima de 10 (en una escala de 0 a 10) por el volumen total
entregado. Muchos países del ICD aumentaron su ayuda exterior en 2002,
en especial EE UU, que benefició a actores de importancia geopolítica
como Turquía, Indonesia, Rusia y Afganistán. Pero, aunque Estados
Unidos concedió más ayuda que cualquier otro país en términos
absolutos, todavía da menos que cualquier otro país rico en proporción
con su tamaño, por lo que, en esta categoría, ha acabado en los
últimos puestos.

Grecia y Nueva Zelanda están por debajo de él, debido a la penalización
por sobrecargar a los países beneficiarios de proyectos. Otro país
que comparte este castigo es España, que distribuyó el 10% de
los fondos empleados en ayuda en cantidades inferiores a 100.000 dólares.
Sólo Irlanda empleó un porcentaje más alto que España
en pequeños proyectos. Es evidente que estos países estiran mucho
una ayuda más bien modesta, abarcan numerosos países con proyectos
pequeños y crean exceso de trabajo para los administradores locales.

Comercio | Las negociaciones de la OMC en Cancún
fracasaron el pasado septiembre después de que una alianza de países en desarrollo
se enfrentara a los ricos por los subsidios y los aranceles agrarios. Normalmente,
la agricultura comprende entre el 17% y el 35% del PIB en los países en vías
de desarrollo, frente a menos del 3% en los ricos. Cuando estos últimos fiscalizan
los alimentos y subvencionan a sus propios agricultores, destruyen posibles
mercados para los campesinos de los países en desarrollo, que carecen de esa
protección.

Los aranceles de los Estados ricos sobre los productos industriales también
perjudican normalmente a los pobres, porque imponen tipos elevados para productos
que requieren mucha mano de obra y constituyen la forma de supervivencia de
los países en desarrollo. En 2001, EE UU recaudó más en
impuestos sobre los productos importados de Bangladesh (331 millones de dólares,
sobre todo en prendas de vestir) que de Francia (330 millones de dólares),
a pesar de que importa 12 veces más de este último en dólares.
El Índice penaliza estos obstáculos. Sin embargo, es posible que
algunos caigan de aquí a poco tiempo: los países ricos tienen
que abolir sus cuotas sobre las prendas de vestir y los productos textiles fabricados
en los países en desarrollo antes del 31 de diciembre de 2004, de acuerdo
con el tratado de 1994 que creó la OMC. China podrá beneficiarse
enormemente de un mayor acceso a los mercados occidentales de ropa, pero Bangladesh
–que recibe gran parte de las cuotas– saldrá seguramente
perjudicado. Aun así, en conjunto, si los países ricos eliminaran
todas sus barreras comerciales, el número de pobres en el mundo disminuiría
en más de 270 millones de aquí a 15 años, según
los cálculos del experto del CGD William Cline.

 


Países que rompen moldes.

El Índice CGD/FP de compromiso con el desarrollo (ICD) clasifica
los países ricos en función de que sus políticas sean una ayuda o un obstáculo
para el desarrollo en los países pobres. Las puntuaciones en cada categoría
del ICD suelen ir de 0 a 10, pero los lectores verán algunas puntuaciones
por encima de 10 y una por debajo de 0. ¿Cómo es posible?

Cada categoría del ICD combina muchas cifras en una sola puntuación
y sitúa dicha calificación en una escala normal. Las escalas
se ajustan para que la nota media en cada categoría sea siempre
5. Este ajuste permite ver que las políticas de Japón están
por encima de la media en tecnología (con una puntuación
de 5,4), pero no tan bien en medio ambiente (4,5), en comparación
con los demás países del Índice.

Si un país es dos veces mejor que la media, obtiene un 10, y si
es mejor aún, obtiene más de 10. En el ICD de 2004, esto
ocurre en el caso de Dinamarca, Holanda, Noruega y Suecia en la categoría
de ayuda. Lo mismo ocurre con Canadá y Estados Unidos en inmigración.

Sucede lo contrario con las categorías de medio ambiente y comercio.
Si las puntuaciones de categorías como la de seguridad empiezan
en 0 (que significa ninguna aportación a la seguridad) y suben
a partir de ahí, las puntuaciones en contaminación ambiental
y barreras comerciales empiezan en 10 (ninguna emisión ni barrera)
y bajan desde ahí. Un país también puede bajar de
0 si emite suficiente contaminación o impone aranceles muy elevados.

Noruega tiene suficientes aranceles como para obtener una desoladora puntuación
de -2,7 en comercio. Los aranceles y las cuotas que impone a las importaciones,
además de los subsidios a sus agricultores, equivalen a un arancel
medio del 32% para todas las importaciones, casi el triple de la media
del 11,8% de todos los países del ICD. Los aranceles noruegos son
especialmente altos en los productos agrarios: aproximadamente, 155% para
las importaciones de arroz, 334% para las de trigo y 351% para la carne
de vacuno.

 

Por segundo año consecutivo, Estados Unidos encabeza la clasificación
del Índice en relación con el comercio. Noruega repite su mala
posición, debido a sus elevados aranceles agrarios. Aunque Oslo colabora
con los países pobres gracias a un generoso presupuesto de ayuda exterior,
sus fuertes barreras comerciales disminuyen ese apoyo.

Inversiones | Las inversiones extranjeras pueden
distorsionar el desarrollo y alimentar la corrupción y la violencia. Por ejemplo,
parece que el Gobierno de Angola, que obtiene enormes ingresos por petróleo
de empresas extranjeras, ha desperdiciado o malgastado 4.200 millones de dólares
en cinco años, el equivalente a casi una décima parte de su PIB anual. No obstante,
las inversiones extranjeras también pueden ser un motor importante de desarrollo
en los países pobres. En China, India y México, los inversores extranjeros no
sólo han aportado dinero, sino también experiencia técnica y administrativa.

El ICD recompensa a los países que fomentan las donaciones benéficas
con deducciones fiscales. Sin embargo, las donaciones públicas son mucho
mayores que las privadas en todos los países estudiados. La tabla inferior
compara la ayuda
oficial y la privada por día y persona.

Desgravaciones
El ICD recompensa a los países que fomentan las donaciones benéficas
con deducciones fiscales. Sin embargo, las donaciones públicas son
mucho mayores que las privadas en todos los países estudiados. La
tabla inferior compara la ayuda oficial y la privada por día y persona.

La categoría de inversiones en el ICD de este año examina lo
que están haciendo los gobiernos de los países ricos para facilitar
la entrada de inversiones en los países en desarrollo y garantizar que
dichas inversiones fomenten el desarrollo. El Índice observa dos tipos
de inversión. El primero es la inversión extranjera directa (IDE),
en la que una empresa construye fábricas o compra grandes paquetes de
acciones en empresas de otro país. ¿Ofrecen los gobiernos algún
tipo de seguros contra riesgos políticos para animar a las compañías
a invertir en países pobres cuyo clima político se consideraría,
si no, demasiado inseguro? ¿Evitan proyectos de inversión que
probablemente dañen el medio ambiente o supongan la explotación
de los trabajadores? ¿Ayudan los gobiernos a que los inversores eviten
la doble imposición por los beneficios obtenidos en los países
pobres?

Descargar Imagen Ampliada

El segundo tipo es la inversión de cartera, en la que inversores extranjeros
compran valores cotizables en bolsas de otros países. ¿Ayudan
los países a crear mercados e instituciones de valores? ¿Permiten
que sus fondos de pensiones inviertan en países en desarrollo? Irlanda
ocupa el último lugar en la clasificación por inversiones de este
año, en parte porque no ofrece seguro contra riesgos políticos
ni ayuda a los inversores a evitar la doble imposición. En cambio, Países
Bajos es el primer país y hace ambas cosas, aunque su programa de seguros
no estudia los problemas medioambientales ni laborales.

Inmigración | Los países ricos suelen presumir de
las repercusiones positivas del libre comercio en el desarrollo económico. Y
los argumentos fundamentales a favor del libre comercio sirven también para
las migraciones. Las personas que van de países pobres a países ricos suelen
ganar más en su nuevo lugar de trabajo y envían dinero para mantener a sus familias.
Por ejemplo, en 2002, las economías de Latinoamérica y el Caribe recibieron
32.000 millones de dólares en remesas, seis veces la cantidad que recibieron
en ayuda exterior. Ese mismo año, las remesas supusieron casi el 30% del PIB
de Nicaragua y el 25% del de Haití. Las repercusiones que tiene en los países
pobres la marcha de los profesionales –la llamada fuga de cerebros
son más complejas. Por ejemplo, el éxodo de médicos y enfermeras de Ghana y
Suráfrica ha tenido un efecto devastador en ambos países. Sin embargo, a veces,
los profesionales aprenden cosas fuera y luego vuelven a su país: los expatriados
indios que regresan están cumpliendo una función importante en el sector del
software y los servicios, auge que se está produciendo en dicho país. E incluso
cuando los profesionales se quedan en el extranjero, muchas veces, conservan
sus vínculos con la industria y la investigación de su país.

Estados Unidos sigue en el último
puesto en medio ambiente debido al alto volumen de emisiones y los bajos
impuestos sobre la gasolina

Por desgracia, la escasez de datos impide que el Índice distinga entre
los flujos migratorios de trabajadores cualificados y los de no cualificados.
De modo que el ICD se basa más en la convicción esencial de que
la libertad de movimiento de las personas, incluidas las que poseen gran capacidad
profesional, beneficia en general el desarrollo. La categoría de la inmigración
se ha refinado desde el año pasado; ahora no sólo mide cuántos
inmigrantes llegan a los países ricos, sino cuántos se van, con
lo que refleja mejor si los inmigrantes permanecen el tiempo necesario para
echar raíces, enviar sumas sustanciales de dinero a su casa y aprender
verdaderamente un oficio. El ICD de 2004 calcula el tráfico neto de inmigrantes
procedentes de los países en vías de desarrollo durante un periodo
de cinco años, de 1995 a 2000. Debido a los cambios, Canadá ha
desplazado a Suiza y Nueva Zelanda de sus posiciones como países más
acogedores para los inmigrantes. Suiza, en concreto, admite a numerosos inmigrantes
de países en desarrollo, pero muchos se van enseguida. En cambio, la
población inmigrante crece sin cesar en Canadá, Australia y Estados
Unidos. El ICD tiene en cuenta también el grado de apertura a estudiantes,
refugiados y solicitantes de asilo procedentes de países pobres.

Qué despilfarro!
El ICD penaliza a los países ricos que
sobrecargan a los países pobres con proyectos de ayuda que exigen
demasiado de la capacidad administrativa de los gobiernos y diluyen el impacto
de los proyectos.

Medio ambiente | Los ciudadanos en los países ricos
suelen creer que la protección ambiental consiste en conservar el mundo para
sus hijos y sus nietos, personas que no participan en la degradación ambiental
de hoy pero sufrirán sus consecuencias. Sin embargo, los pobres del planeta
sufren ya en la actualidad las consecuencias de las políticas medioambientales
irresponsables. Los países ricos son los primeros usuarios de los escasos recursos
mundiales, pero los pobres son los que tienen más probabilidades de verse perjudicados
por el deterioro ecológico, y los menos capaces de adaptarse. Son países que
suelen tener infraestructuras y servicios sociales poco sólidos, lo cual les
hace especialmente vulnerables a las inundaciones, las sequías y la extensión
de enfermedades infecciosas que el cambio climático mundial puede provocar.

Descargar Imagen Ampliada

El Índice evalúa si los países ricos están reduciendo
el agotamiento de los recursos compartidos y contribuyendo a los esfuerzos multilaterales
para proteger el medio ambiente como el fondo del Protocolo de Montreal, creado
en 1990 para ayudar a los países en vías de desarrollo a eliminar
gradualmente los productos químicos perjudiciales para el ozono. Este
año, Suiza conservó su primera posición en esta categoría
por la escasez de sus emisiones de gas de efecto invernadero. Estados Unidos
sigue en último puesto por su gran volumen de emisiones y los bajos impuestos
sobre la gasolina. Dinamarca, Francia y Estados Unidos han aumentado, aproximadamente,
medio punto cada uno por ratificar el último acuerdo internacional sobre
la protección de la capa de ozono, denominado Enmienda de Pekín,
en 2003.

Ningún país rico está
a la altura de lo que podría hacer para ayudar a los pobres: la generosidad
y la capacidad de liderazgo son aún bienes escasos

Seguridad | Como demuestran los acontecimientos recientes
en Liberia y Haití, el poder militar de los países ricos puede proteger a los
ciudadanos de los países en desarrollo de las convulsiones violentas creadas,
con demasiada frecuencia, por la inestabilidad política y los conflictos civiles.
La inestabilidad interna puede dañar de forma terrible el bienestar de la gente:
los niños obligados a incorporarse a los grupos armados rebeldes en Sierra Leona
y Uganda durante los 90 perdieron su niñez, sus oportunidades de educación y,
en muchos casos, sus vidas. Además, la inestabilidad menoscaba el desarrollo
económico y político e impide a países enteros alcanzar su futuro.

El ICD evalúa las contribuciones económicas y humanas de los gobiernos
a las actividades de mantenimiento de la paz y (por primera vez este año)
las intervenciones militares por razones humanitarias. Como las ventajas y los
motivos de dichas intervenciones son, con frecuencia, muy polémicos,
el Índice deja fuera las operaciones que carecen de la aprobación
de organismos internacionales como el Consejo de Seguridad de la ONU o la Unión
Africana. Después de una recogida exhaustiva de datos, este año,
el ICD tiene en cuenta la historia de las aportaciones de un país a lo
largo de una década –en vez de dos años– para valorar
su voluntad y su capacidad de participar hoy.

El envío de 4.500 soldados de Australia para detener la opresión
militar de Timor Oriental por parte de Indonesia en 1999 (un despliegue enorme
para un país de las dimensiones australianas) permite a dicho país
acceder al tercer puesto. Curiosamente, Estados Unidos se queda en el undécimo
puesto, pese a haber enviado más de 50.000 soldados a intervenir en Haití,
Somalia, Kosovo y Bosnia. En comparación con los demás, no es
una gran aportación si se tiene en cuenta su dimensión económica.
Como los datos de 2003 están incompletos, no se cuenta este año
la ayuda, aprobada por la ONU, a la seguridad de Irak, pero podría entrar
en el Índice del año próximo. Sin embargo, la invasión
de Irak no se incluye porque no la aprobó ningún gran organismo
internacional. Japón y Suiza ocupan los últimos puestos de la
categoría por la neutralidad tradicional helvética y los límites
constitucionales a las intervenciones militares en Japón.

Tecnología | Posiblemente, el mayor efecto a largo
plazo que pueden ejercer los países ricos en el desarrollo de los países pobres
es el relacionado con las nuevas tecnologías. Los países del este asiático tuvieron
un crecimiento casi milagroso y redujeron los índices de pobreza a la mitad
entre 1975 y 1995 gracias, en parte, a la fabricación de artículos electrónicos
inventados inicialmente en países ricos. Además, las vacunas y los antibióticos
permitieron aumentar de forma considerable la expectativa de vida en Latinoamérica
y el este asiático durante el siglo xx; dichas regiones alcanzaron, en sólo
cuatro décadas, mejoras que en Europa habían costado casi 150 años. Los teléfonos
móviles han revolucionado las comunicaciones en países pobres como Nigeria.
Internet también permite a los países en desarrollo tener acceso a la información
y difundirla, formar movimientos de la sociedad civil y comerciar con las economías
de los países ricos.

Para valorar el papel oficial a la hora de fomentar la innovación beneficiosa
para todo el mundo, el nuevo criterio tecnológico del ICD cuenta los
subsidios totales de los Estados a la investigación y el desarrollo (I+D)
–ya sea como gastos o mediante deducciones fiscales– como proporción
de su PIB. Por desgracia, existen pocos datos sobre la financiación de
la I+D en materias fundamentales para las poblaciones más pobres, como
la vacuna contra la malaria y la agricultura tropical. El Índice resta
un 50% del gasto militar en I+D porque, si bien algunas innovaciones militares
tienen derivaciones útiles para la vida civil (como Internet), gran parte
de su investigación sirve mucho más para mejorar la capacidad
destructiva de los países ricos que para aumentar la capacidad productiva
de los pobres.

Austria y Canadá aparecen en los primeros puestos de la categoría
tecnológica del ICD, dado que sus Gobiernos dedican el 0,9% del PIB a
I+D (aparte de la I+D militar). Grecia e Irlanda están en último
lugar, con el 0,3%. En realidad, el Gobierno de Estados Unidos es el que dedica
la mayor proporción del PIB a I+D, pero la mitad es investigación
militar, por lo que la penalización por usos en defensa le lleva a la
séptima plaza.


MARGEN PARA LA MEJORÍA

Un vistazo rápido a la última columna de las clasificaciones del
ICD en 2004 revela grandes cambios respecto al año pasado. Pero los cambios
son casi siempre reflejo de mejoras en los métodos y las mediciones.
Lo importante, como el año pasado, es que todos los países tienen
un comportamiento mediocre o malo, al menos, en un área. Incluso los
países mejor situados pueden mejorar todavía mucho.

Cuando los países ricos contribuyan a mejorar la salud de otros países,
su propia situación mejorará también. Las recomendaciones
a los países del ICD para el próximo año deberían
consistir, entre otras cosas, en abolir los subsidios y aranceles agrarios,
legalizar a más inmigrantes y dar más ayuda a otros países
en función de sus necesidades y perspectivas, no de estrictos intereses
geopolíticos. Hay mucho margen para que todos los países ricos
demuestren sus auténticas dotes como líderes que apoyan el desarrollo
mundial.

¿Algo más?
Para los detalles del Índice CGD/FP 2004
de compromiso con el desarrollo, ver The Commitment
to Development Index: 2004 Edition
, de David Roodman,
en www.cgdev.org.
También hay disponibles informes sobre cada una de las categorías
del Índice. Para profundizar en el caso español, consulte el informe
de Intermon Oxfam La realidad de la ayuda 2003-2004
(Fundación Intermon, Barcelona, 2003), centrado en
esta ocasión en el grado de cooperación en la lucha contra la pobreza.William Easterly presenta una visión crítica sobre las políticas
de ayuda en el pasado en The Elusive Quest for Growth:
Economists’ Adventures and Misadventures in the Tropics
(Massachusetts
Institute of Technology Press, Cambridge, 2001). Para un análisis
de los nuevos programas de ayuda de EE UU, consultar Challenging
Foreign Aid: A Policymaker’s Guide to the Millenium Challenge Account

(CGD, Washington, 2003), de Steven Radelet. Nancy Bridsall y Brian
Deese abordan la sobrecarga de los países pobres en ‘Hard Currency’
(Washington Monthly, marzo de 2004). Para
obtener información sobre los proyectos de ayuda exterior de la
Unión Europea, consulte el Informe anual 2003 sobre
la política de desarrollo y la ayuda externa de la UE
,
disponible en la página web de la Oficina de Cooperación Europea
Europeaid (www.europa.eu.int/comm/europeaid/index_es.htm).

Visítese la página web del Migration Policy Institute
para ver excelentes datos y análisis sobre las migraciones. Ver
también el artículo de Devesh Kapur y John McHale ‘Salvados por
las remesas’ (FP edición española, febrero/marzo 2004), para un
examen del impacto social y económico de las remesas en los países
pobres. Beyond Sweatshops: Foreign Direct Investment
and Globalization in Developing Countries
, de Moran
(Brookings Institution Press, Washington, 2002), analiza cómo pueden
influir las políticas oficiales en las inversiones extranjeras directas
(IDE), y cómo las IDE pueden, a su vez, influir en el desarrollo.
Expanding Global Military Capacity for Humanitarian
Intervention
(Brookings Institution Press, Washington,
2003), de O’Hanlon, examina los retos que afrontan los gobiernos
cuando preparan intervenciones humanitarias como las que valora
el ICD.

Carol C. Aldeman ofrece un enfoque alternativo de la comparación
entre donantes en ‘The Privatization of Foreign Aid: Reassessing
National Largesse’ (Foreign Affairs, noviembre/diciembre
de 2003). Oxfam critica a los países ricos por sus prácticas comerciales
en Cambiar las reglas. Comercio, globalización, y la
lucha contra la pobreza
(Oxfam, Oxford, 2002). Arvind
Panagariya analiza en ‘Think Again: International Trade’ (FP, noviembre/diciembre
de 2003) las ideas convencionales sobre el comercio y sus efectos
en los países pobres. Ver también el Informe sobre el
desarollo humano 2001: Poner el adelanto tecnológico al servicio
del desarrollo humano
(Oxford University Press, Nueva
York, 2001), del programa de Desarrollo de Naciones Unidas (PNUD),
con un estudio del impacto de las innovaciones tecnológicas en el
desarrollo económico.

 

Devesh Kapur es profesor asociado
de la cátedra Frederick S. Danziger de Gobierno en la universidad de
Harvard, y miembro de número, no residente, del Center for Global Development.
John McHale es profesor asociado en la Queen’s School of Business en Ontario,
Canadá.