No, prefieren permanecer en Israel, a pesar de que son ciudadanos de segunda. ¿Por qué?

 

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AHMAD GHARABLI/AFP/Getty Images

Un árabe israelí votando en las últimas elecciones en Israel.

 

Entre israelíes y palestinos, hay un asunto que suele recibir poca atención de los medios de comunicación y alejarse de la lupa de muchos análisis: la situación de los árabes israelíes. La diputada árabe israelí Haneen Zoabi recalcó antes de las pasadas elecciones de Israel celebradas el 22 de enero que los árabes con nacionalidad israelí eran “ciudadanos de segunda”. Sin embargo, lo cierto es que los árabes israelíes disfrutan de unos derechos y de una prosperidad de la que carecen los árabes de todo Oriente Medio.

Según Benny Morris, un historiador nada sospechoso de apoyar las tesis históricas proisraelíes, tras el fin de la primera guerra árabe israelí en 1949 fueron 156.000 los árabes que se quedaron dentro de las fronteras de Israel y adoptaron la ciudadanía israelí.

Después de la Guerra de los Seis Días, en junio de 1967, Israel ofreció la ciudadanía a los árabes de Jerusalén Este y de los Altos del Golán, zonas conquistadas a Jordania y a Siria respectivamente. La mayoría rechazó la oferta, pero tienen, actualmente, un status de residencia permanente y pueden optar a la nacionalidad israelí en cualquier momento, según recoge el informe del Departamento de Asuntos Exteriores de la ONU.

Pese a que la declaración de independencia del Estado de Israel afirma que todos los ciudadanos israelíes son libres e iguales sin importar sexo, raza o credo, hasta 1966 pesaban sobre los árabes israelíes leyes restrictivas sobre todo en lo referente a la libertad de movimientos. Sin embargo, esto no impidió que en la Constitución de la primera Knesset –Parlamento israelí- el 25 de enero de 1949, tres árabes consiguieran escaño: Amin Salim Jarjora y Seif el Din el Zoubi por la Lista Democrática de Nazaret y Tawfik Toubi por el partido Maki.

Actualmente, de acuerdo con la Oficina Central de Estadísticas de Israel, 1.617.000 ciudadanos israelíes (el 20,5% de la población) son árabes. Los cambios experimentados por este segmento de la población desde el nacimiento del moderno Estado de Israel son progresivos y su futuro ante el establecimiento de un Estado Palestino es realmente incierto.

Son árabes, pero también son israelíes

Desde 1949 hasta ahora los árabes israelíes han prosperado y han llegado a todos los estamentos de la sociedad, siendo varios los ejemplos significativos. Así, durante el Gobierno de Ehud Olmert (2007-2009) el ministro de Cultura, Ciencia y Deporte fue el árabe Raleb Majadele. Desde mayo de 2004, uno de los jueces permanentes del Tribunal Supremo de Israel es el árabe Salim Joubran y una ciudadana nacida en Haifa, Husima Jahara, fue la primera mujer árabe en el Parlamento. También los árabes israelíes han florecido en cultura y deporte, como el goleador de la selección de fútbol israelí Abas Suan o el capitán de la misma formación nacional, Walid Badir. El escritor árabe israelí Emil Habibi está considerado por el Yediot Aharonot, el periódico de más tirada de Israel, como uno de los 200 israelíes más célebres, y el actor, director y activista político Juliano Mer Khamis, asesinado en abril de 2011 en Jenin, fue llorado tanto por árabes como por judíos. Miss Israel 1999 fue la árabe Rana Raslan y Lina Majul, ciudadana árabe israelí, ha sido la estrella del país recientemente al ganar el concurso televisivo “La Voz”.

En las instituciones públicas la integración ha sido más lenta que en la esfera privada. Sin embargo, desde los sucesivos gobiernos israelíes, en mayor o menor medida, se han ido ampliando las garantías y las oportunidades para los ciudadanos árabes israelíes en la función pública. De hecho, fue Ariel Sharon, en enero de 2004,  el que aprobó un decreto por el que todas las empresas públicas israelíes deben tener al menos un ciudadano árabe en su Consejo de Administración.

En torno a las obligaciones legales, existen hoy día ciertas discriminaciones positivas para los árabes israelíes, las cuales les eximen de responsabilidades como hacer el servicio militar. Pese a ello, los árabes israelíes drusos llevan sirviendo en el Ejército desde el nacimiento de Israel. Como ejemplo paradigmático, está el legendario beduino Amos Yarkoni, que llegó a teniente coronel y fue condecorado por su longeva carrera militar.

Aunque la situación de facto sigue siendo diferente, por regla general, respecto de los judíos israelíes, hay aspectos en los que los árabes son punteros en lo que al disfrute de derechos democráticos se refiere. Existen actualmente tres partidos políticos árabes con representación parlamentaria: Ta’al, Hadash y Badal. Los árabes israelíes votan en las elecciones más libres y más democráticas de todo Oriente Medio, ya que Israel tiene el índice más alto de democracia en la zona, según el Democracy Index de 2012 realizado por The Economist, y por ello los árabes israelíes tienen garantizada la libertad de culto, la libertad de expresión y la libertad sexual. Es Israel el único país de Oriente Medio en donde los árabes homosexuales no son perseguidos -con la excepción de Jordania, que permite las relaciones sexuales pero no existe ni protección de las parejas homosexuales ni reconocimiento legal alguno.

Respecto al papel de la mujer, la situación también es extraordinaria. El 88% de mujeres árabes israelíes están alfabetizadas, según el Ministerio de Educación, lo que representa el mayor índice de Oriente Medio de acuerdo con las cifras del CIA World Factbook de 2011. En este sentido, el Dr. Tashbih Sayyed, periodista americano de origen paquistaní, afirmó que si bien no hay una igualdad de derechos factual entre judíos y árabes israelíes, los derechos de los árabes están protegidos, siendo Israel además el único país de esta región en donde las mujeres musulmanas son las más liberadas.

El Estado palestino sería poco atractivo para los árabes israelíes

No obstante, el status adquirido por los árabes israelíes durante estos 65 años está en cuestión ante la creación de un Estado palestino. Con el horizonte de las siempre fallidas negociaciones de paz, se torna difícil que los árabes israelíes emigren a un futuro Estado palestino o que ciudades árabes acepten anexionarse al mismo.

En una encuesta realizada en la ciudad de Umm al Fahmm, una de las primeras ciudades árabes en aceptar la soberanía israelí, conducida por el diario árabe israelí  Kul Al-Arab en julio de  2000 -en las postrimerías de las negociaciones de Camp David II- el 83% de los encuestados se mostró contrario a transferir la ciudad a un futuro Estado palestino.

A este respecto, una encuesta del centro de investigación Keevoon reveló en 2007 que un 62% de árabes israelíes prefieren permanecer como ciudadanos israelíes antes que convertirse en ciudadanos de un futuro Estado palestino. En este sentido se pronuncia también la encuesta del Saban Center que mostraba en 2012 que un 58% de árabes israelíes se posicionaba en contra de que ciudades árabes dentro de Israel sean anexionadas por un futuro Estado.

Una encuesta más atrevida aún, recogida por el rotativo Haaretz en 2008, señalaba que un 77% de los árabes israelíes prefieren ser ciudadanos de Israel antes que de cualquier país de Oriente Medio.

En esta línea se ha pronunciado en repetidas ocasiones el periodista árabe israelí Khaled Abu Toameh, quien declaró en 2009 en la Durban Review Conference que pese a los problemas que enfrenta el sector árabe israelí, prefiere ser un ciudadano de segunda en Israel antes que un ciudadano de primera clase en El Cairo, Gaza, Amman o Ramala.

Además, no sólo la mayoría de los árabes prefiere quedarse en Israel de existir un Estado palestino, sino que también reconocen la existencia democrática y judía de Israel. Según una encuesta de 2004 realizada por el sociólogo árabe Sammy Smooha de la Universidad de Haifa, el 84,9% de los árabes israelíes se mostraba de acuerdo en que Israel tiene el derecho a existir como Estado independiente y un 70% que tiene derecho a existir como Estado democrático y judío. En 2005, el Truman Institute encontró que el 63% de los árabes israelíes aceptaban el principio de que Israel debe ser el Estado del pueblo judío.

Los árabes viven mejor en Israel

La tendencia de la mayoría de los ciudadanos árabes israelíes, a la luz de los datos, es lógica. Los árabes que son ciudadanos israelíes viven mejor dentro de Israel que en Damasco, Beirut, Riad o Nablús. No está claro aún bajo qué régimen político se cimentaría el Estado palestino y la mala prensa que tienen tanto la corrupción de la OLP como el integrismo de Hamás no traen buenos presagios al respecto. Además, emigrar a un Estado en construcción implica un descenso vertiginoso de la calidad de vida adquirida en otro país. Por ello, no es sólo la situación política la que hace a los árabes israelíes quedarse en Israel llegado el caso, también es una cuestión económica. Israel está en plena ebullición del concepto Start Up Nation, con un crecimiento boyante y con sólo un 5,6% de paro en 2012 según la Oficina Central de Estadísticas. A pesar del crecimiento económico que haya podido experimentar Cisjordania en los últimos años de tensa calma, el bienestar y las oportunidades para los árabes son más palpables y más plausibles en Israel.

Es verdad, sin embargo, que sigue pesando una losa sobre los árabes israelíes respecto a los judíos israelíes. Una estudio de  2009 conducido por The Israel Democracy Institute reveló que entre un 42%  y 56% de los israelíes creen que los árabes sufren discriminación respecto a los judíos. El mismo periódico Haaretz publicó un duro editorial en agosto de 2011 sobre la discriminación que han recibido los árabes israelíes en los fallos de los tribunales de acuerdo con las conclusiones de la misma Administración de Justicia y de la Asociación Israel Bar, que trabaja por la integridad de la justicia en Israel. La inversión en educación, por ejemplo, sigue favoreciendo a las escuelas judías y dotando partidas inferiores a las escuelas árabes, como recordó recientemente la activista de Jewish Voices for Peace, Rebeca Vilkomerson.

Ciertamente, la situación de facto de los árabes israelíes no ha sido ni es la misma que la de los judíos israelíes. Pero son ciudadanos iguales de iure y están a años luz de los árabes de la zona o de los palestinos de Gaza y de Cisjordania, en derechos democráticos, bienestar, formación y prosperidad.

 

 

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