Una mujer en la presidencia y ser uno de los países latinoamericanos con
mejor evolución política y económica no calman el ansia de Chile por sentirse
diferente a sus vecinos. En realidad, querría estar en otro continente. Esto se desprende de la entrevista a la sociedad chilena, cuyas respuestas representan
la opinión mayoritaria de recientes sondeos.

A medio camino entre una economía emergente y un país desarrollado, Chile ha avanzado sin retrocesos en la consolidación de su democracia. Si en 1990 había un 40% de ciudadanos por debajo del umbral de la pobreza, hoy la cifra es sólo del 18%. Sin embargo, la desigualdad entre ricos y pobres aumenta sin cesar y el salario mínimo está en 210 euros mensuales.

La falta de ahorro, así como una cultura que privilegia el presente sobre el futuro y una sociedad muy estratificada y tradicional con escasa movilidad social, son sus mayores barreras para alcanzar el desarrollo. Con una renta per cápita mensual de unos 500 euros, el chileno medio se debate entre su amor a la cordillera andina y la envidia a sus vecinos.

FP EDICIÓN ESPAÑOLA. ¿Qué opina de su país?

Sociedad chilena. Nuestros recursos naturales nos hacen grandiosos. Tenemos agua dulce y sol como ningún otro país de la tierra. Chile posee una gran cantidad de tierra inexplorada que se vende por poco dinero. Suele suceder que nadie la quiere hasta que llega un extranjero que hace algo con ella, y entonces cobra valor. Creo que la majestuosa e imponente cordillera nos aísla a la vez que nos agranda. Todo parece pequeño a su lado. A veces me gustaría ser tan grande como la montaña, y me siento frustrada.

FP. ¿Le gustan sus vecinos?

SCh. Mi mejor amigo es Brasil. Es grande y poderoso. Aquí la mayoría son blancos, hay pocos mestizos y muy pocos indios, no como en Perú y Bolivia, donde hay muchos. A los argentinos solía envidiarlos por ser seguros de sí mismos, cancheros [sabiondos], ricos y exitosos. Aunque ya solucionamos los problemas de frontera con Buenos Aires y nos llevamos mejor, todavía queda algo de rivalidad. Ellos siempre son grandiosos aunque les vaya mal. Me gustaría ser como ellos.

FP. Con plena libertad para elegir, ¿dónde preferiría que estuviera situado Chile?

SCh. Muchas veces me gustaría que el país estuviera en otro continente, despegar de esta región donde los vecinos no me favorecen. Ojalá en EE UU, en el sureste asiático o en Europa. Creo que Chile es mejor y merece tener otra ubicación. La parte más pobre que hay en mí y con menos educación elegiría Estados Unidos. Mi lado elitista, por el contrario, desearía pertenecer a Europa. España está siempre en mis pensamientos, pero Francia, Inglaterra y Alemania, también.

FP. ¿Cuáles son los productos que más aprecia?SCh. Pienso que todo lo que venga de fuera de América Latina es bueno, sobre todo de Estados Unidos, Europa y el sureste asiático. A pesar de que mi dominio del inglés es mínimo, adoro los letreros comerciales en ese idioma; lo valoro más si se anuncia así. Me gusta llamar a las rebajas sales y a las tiendas de las gasolineras on the run. Además, el lenguaje que usan mis medios de comunicación está plagado de términos como top ten, el top of the mind, las vacaciones top…, un síntoma más de mi obsesión por destacar, quiero ser el número uno en algo.FP. ¿Le gustan las cosas chilenas?SCh. Creo que mis productos nacionales no son tan top. Made in Chile todavía no es lo mejor, excepto el vino y el cobre. En cuanto a los servicios, estoy trabajando para que sean de mayor calidad; en este aspecto, el americano es el modelo a seguir.FP. ¿Cómo se ve en el ámbito personal y cultural?SCh. En lo personal, soy sencilla y muy modesta, no como los mexicanos o los caribeños, que tienen una gran cultura que fomentar y perpetuar. Mi bagaje cultural autóctono es pequeño y lo he descuidado y menospreciado porque no era excepcional, aunque ahora lo estoy rescatando de nuevo. Con mucha frecuencia, envidio los ritos y tradiciones de otros países que admiro y por ello he empezado a copiar algunos de ellos como, por ejemplo, Halloween. También sueño con jugar bien al fútbol, lo que me ha traído grandes frustraciones, y además envidio a Argentina y Brasil en este deporte. Me siento aliviada porque creo que al menos en el tenis sí tengo talento, y estoy orgullosa de mis dos medallas de oro olímpicas y de estar llegando lejos en la Copa Davis.BUSCANDO LA DIFERENCIAFP. ¿Cómo se organiza usted?SCh. Aquí es donde no me gusta que me digan que pertenezco al montón de América Latina, porque me siento muy diferente de la mayoría de los países de la región. Me considero un Estado medio en cultura cívica, y en confianza en mis ciudadanos estoy por debajo del promedio regional. Me declaro relativamente deshonesta. Sin embargo, no me diferencio del resto de países como me gustaría, al contrario que la naturaleza y paisajes chilenos. En general, creo que no hay nada top en mi cultura cívica y me queda un largo camino para llegar a las grandes ligas.FP.¿Se considera tolerante?SCh. No he tenido mucha oportunidad de comprobar si soy racista o no, pero tiendo a ser bastante intolerante, ya que no me gustan las culturas lejanas, sus olores, vestimentas y diferencias. Por ejemplo, es muy raro que vaya a un restaurante hindú, griego, turco o tailandés, a no ser que algo se ponga de moda, como la comida japonesa. Esto se refleja en mi limitada aceptación de la homosexualidad. Aunque he mejorado (la apruebo casi el doble que hace una década), aún la rechazo muchísimo. No aprecio demasiado la pluralidad ni la diversidad y todo ello se refleja en una alta discriminación: por el color de la piel, el lugar de nacimiento, la educación o por ser pobre.FP. ¿Diría que su democracia está consolidada?SCh. Creo que mis instituciones funcionan y, en este sentido, mi respuesta es afirmativa, aunque todavía permanecen elementos estructurales de la dictadura instalados en la constitución política del Estado. Su modificación requiere de mayorías cualificadas en ambas cámaras del Parlamento, por lo que veo difícil eliminarlos mientras la derecha defienda la obra de Pinochet. En el ámbito de la cultura democrática aún debo mejorar. Las deficiencias de cultura cívica y el fraude social (que es masivo, al igual que en el resto de la región, y lo suelo justificar como compensación a las discriminaciones) son los obstáculos que se deberán salvar para declarar la cultura democrática chilena plenamente consolidada.FP.Pero ¿valora la democracia?SCh. En ese aspecto estoy dividida a partes iguales desde 1995, y sólo a finales de 2005 mi opinión favorable ha aumentado. La elección de Michelle Bachelet, primera mujer presidente del país, y el éxito del anterior Gobierno socialista de Ricardo Lagos han aumentado la percepción de mayor apertura y democratización del país. No obstante, en enero de 2006, todavía a veces pensaba que el régimen de Augusto Pinochet había sido bueno. Mi cultura aún sufre una buena dosis de autoritarismo. Me gusta la mano dura.FP. ¿Se siente una triunfadora frustrada? Todas sus declaraciones han sido duras consigo misma.SCh. Mi clase política provenía de los terratenientes que tenían medios propios de subsistencia, no necesitaba robar para gobernar. Esto me ha dotado de la mayor excepcionalidad respecto a América Latina: la ausencia de corrupción masiva en el Estado. En el plano económico, sigo con cierta cautela, por ejemplo, el consenso de Washington, lo que me permitió enfrentarme a la crisis asiática (1998-1999) mucho mejor que mis países vecinos. Sin embargo, he eliminado sólo la mitad de la pobreza, duplicado el ingreso per cápita pero sin llegar a los 10.000 dólares (unos 9.000 euros), y aunque avanzamos, mi impaciencia aumenta con los años. Aunque sé que he tenido éxito en opinión de los que me observan, siempre he querido progresar más. Esto me convierte en una triunfadora frustrada: no soy lo suficientemente top como me gustaría.FP.¿Qué significa tener una mujer presidente?SCh. Las expectativas son enormes. Espero que haga lo que no hicieron los tres gobiernos anteriores y que inicie el verdadero desmantelamiento de las desigualdades y la discriminación. Soy una sociedad clasista donde la gente vale por lo que tiene y de dónde viene. Creo que Michelle Bachelet fue elegida porque simboliza a esa gran parte de la población que se siente excluida del éxito. Estoy casi convencida de que pertenezco a esa mayoría y que el Gobierno sólo trabaja para una minoría. Espero un mayor grado de democratización y una mentalidad económica que recompense por el rendimiento y no por el color de la piel.FP. ¿Cómo ve a España?SCh. Es un referente cultural, pero no la veo de forma distinta a como la he visto siempre: el país más admirado y cercano de Europa. Creo que Bachelet se apoyará en Zapatero como líder y gobernante más que en su país. Marta Lagos es directora ejecutiva del Latinobarómetro, un estudio de opinión pública que realiza anualmente alrededor de 19.000 entrevistas en 18 países de América Latina representando a más de 400 millones de habitantes. Las respuestas de esta entrevista se basan en la Encuesta Mundial de Valores 1995 y 2000 (www.worldvaluessurvey.org), del Latinobarómetro (www.latinobarometro.org) y de las encuestas MORI.

Espero del Gobierno de Michelle Bachelet un mayor grado de democratización y una mentalidad económicque recompense por el
rendimiento y no por el color de la piel