Los árabes representan un 20% de la población de Israel. Sus vidas se debaten entre una realidad marcada por los dramas personales y la fidelidad a un país que no siempre les otorga todos sus derechos. Nadia Hilou fue la segunda mujer árabe en llegar a la Knesset, el Parlamento israelí, del que fue miembro entre 2006 y 2009. Está convencida de que la democracia es el mejor sistema para luchar por la equidad.

¿Cuál es la situación actual de la población árabe en Israel?
No tiene igualdad de derechos, en ningún aspecto de la vida. La tasa de paro es mayor, especialmente entre los jóvenes que han terminado sus estudios universitarios. Y más entre las mujeres cuyo porcentaje de desempleo es altísimo. Esta joven generación ve todo lo que representa ser iguales en democracia y al mismo tiempo se enfrenta con una realidad cotidiana muy diferente. Esto es muy peligroso. Muchos de ellos son musulmanes, pero también hay una pequeña comunidad cristiana. La tasa de natalidad entre los musulmanes es mayor que la de los judíos.

¿Qué significó para usted llegar al Parlamento?
Mi experiencia personal no ha sido fácil. Fui elegida por el Partido Laborista, pero dentro de la lista nacional. Lo que significa que fui votada por árabes y por judíos, sin pedir un puesto reservado sólo para árabes. Quería reflejar mis valores y defender la igualdad de derechos, por lo que para mí era muy importante ser también un ejemplo de igualdad. Quería ser elegida exactamente por el mismo sistema que todos los demás miembros del Parlamento. Fui la única mujer elegida entre 120 candidatos de todos los partidos, lo que ponía sobre mis hombros una gran responsabilidad.

Durante los tres años que estuve en el Parlamento asumí la responsabilidad de tratar de avanzar en temas relacionados con las minorías, la coexistencia y las mujeres. Logré que se aprobaran 11 leyes que mejoran la vida cotidiana de la población árabe. Algunas son leyes de contenido social, que afectan a todos los ciudadanos, pero más si cabe a este colectivo ya que se enfrenta a un mayor número de problemas sociales. Tienen que ver con los derechos de los niños, la lengua o las mujeres.

Las mujeres árabes son el grupo más discriminado en Israel. Siempre digo que sufren una triple discriminación: como árabes y como mujeres no son tratadas como iguales, pero, además, en sus propias comunidades, el modo de vida tradicional también las discrimina. Tenemos la obligación de luchar por mejorar sus derechos.

¿Qué relación tienen los árabes de Israel con el resto del pueblo palestino? La comunidad árabe en Israel es parte del pueblo palestino, y la mayoría tiene familia en los territorios ocupados. Ellos sufren su propio conflicto. No es una situación natural. Yo suelo decir:

“Mi país lucha contra mi pueblo”. ¡Es tan duro! La mayoría de los ciudadanos árabes de Israel, que son israelíes, luchan por la igualdad de derechos con armas democráticas: los jueces, el Tribunal Supremo, manifestaciones… Son fieles a su país. Ahora el país también tiene que ser fiel a sus ciudadanos. Tiene la obligación de conseguir la igualdad para todos, de reducir la brecha y de ofrecer las mismas oportunidades. Eso es lealtad.

No es ningún secreto que el nuevo Gobierno es de derechas. La mayoría de los partidos que lo forman son de derechas. El Partido Laborista, mi partido, forma también parte de la coalición. Comparto la idea de que el Partido Laborista sea parte de este Gobierno malo. Es mejor tener algún equilibrio. Ya sé que tres o cuatro ministros no pueden cambiar o influenciar todas las políticas, pero pueden lograr equilibrar algunas decisiones.

Con las negociaciones de paz estancadas, ¿cree posible una solución del conflicto?

Todo aquel que vive en Oriente Medio debe tener esperanza. Vivimos en un enfrentamiento permanente y sólo es posible continuar con el día a día si se tiene esperanza. Y si se tiene una visión de cuál debe ser el futuro: la coexistencia. Confiamos en que Israel pueda promover una iniciativa de paz en la región. Es algo muy importante para todos nosotros. Esperamos que un día se establezca el Estado palestino, pero, y lo digo muy claramente, incluso teniendo este deseo de dos Estados, toda la gente árabe israelí se quedará en Israel. No se mudarán a la nueva entidad, por mucho que deseemos el establecimiento de dicho Estado. Éste es nuestro país.

 

Nadia Hilou, parlamentaria árabe en la Knesset de 2006 a 2009.