“El Ejército y los intereses occidentales son los máximos obstáculos al proceso de transparencia democrática en Egipto”. FP en español entrevista a Tariq Ramadan, uno de los intelectuales más influyentes del mundo islámico y profesor del Departamento de Estudios Islámicos de la Universidad de Oxford, que se muestra pesimista sobre el el futuro de Egipto y el mundo árabe.

 

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MARCO LONGARI/AFP/Getty Images

 

FP en español. ¿Le han sorprendido los resultados de la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Egipto?

Tariq Ramadan. No estoy nada convencido de la transparencia de las elecciones egipcias. De hecho, estamos muy lejos de ella. Lo que está pasando es muy preocupante: el Ejército sigue jugando un papel crítico en todo lo que está ocurriendo en estos momentos. Los medios repiten que la gente está tan asustada con la Hermandad que por eso han votado por Ahmed Shafiq [el último primer ministro de la era Mubarak y candidato a la elección presidencial, respaldado por 5,5 millones de electores en la primera vuelta; segunda opción más votada]. Lo sucedido hasta ahora en Egipto no puede ser calificado de revolución. Lo vengo diciendo desde el principio: es aún un despertar popular; una tarea inacabada. Estoy muy preocupado por Egipto.

FP. ¿Podría haber algún tipo de intervención militar si obtiene la presidencia el candidato de los Hermanos Musulmanes?

TR. No sé lo que podría ocurrir. Desconozco si habrá nuevas protestas. No sé si hay energía para volver a hacerlo de nuevo. Me parece que no. Éste va a ser un año muy duro para los egipcios. Ha habido un cambio en la conciencia de la gente, que ahora sabe que es posible cambiar las cosas y el sistema con sus acción. Pero ahora lo que pasará es que el país tendrá un presidente electo que tratará de abordar la complicada situación actual, empezando por contener nuevas protestas y tratar de tomar el control del país avanzando hacia un sistema teóricamente democrático. Lo que ve en estos momentos Egipto es una democracia bajo control. Los intereses extranjeros son las grandes amenazas al proceso de democratización, como también lo es el Ejército que no están formado sólo por los militares, sino que también tienen unos intereses económicos muy arraigados. Antes y durante: la Comisión Constitucional ha sido cancelada, la Carta Magna no ha podido aún redactarse, etc. Repito: es un proceso nada transparente. Lo peor, después de la dictadura, sería que hubiera una puesta en escena democrática en un escenario escrito por una serie de inteligencias económicas, militares, extranjeras o interiores alimentando ilusiones e instrumentalizando los miedos.

FP. ¿Cómo reaccionará la sociedad egipcia ante la perspectiva de que la Asamblea Nacional y la presidencia puedan estar copadas por miembros de la Hermandad ante la segunda vuelta?

TR. Está claro que los Hermanos Musulmanes van a jugar un papel fundamental en el Parlamento. Hay que ver cómo lo hacen. Es muy importante saber también cómo van a ser sus relaciones con los salafistas [el segundo bloque en la Asamblea]. En Egipto tenemos una nueva geografía política y si su candidato no gana controlarán el Parlamento y podrán convocar de nuevo elecciones, que no estoy seguro que puedan ganar. Si, por otra parte, Mohamed Morsi [candidato de los Hermanos Musulmanes respaldado por casi 5,8 millones de votantes en la primera vuelta] es elegido, va a ser muy difícil para ellos. En resumen, hay dos escenarios: en uno, ni vencen  en las elecciones y anteponen sus intereses para no tener que verse obligados a rechazar el resultado; en otro, ganan y tendrán que verse expuestos a las dificultades de hallar soluciones. Es una situación muy complicada. No veo nada que pueda contribuir a hacer el proceso más democrático.

FP. ¿De dónde podría venir algo de esperanza?

“Presentándose a las elecciones, los Hermanos Musulmanes serán parte del problema en el futuro”

TR. La sociedad civil no debe cejar en el esfuerzo. La gente ha de ser consciente de que el movimiento que se deshizo de Mubarak es todavía una tarea inacabada. El levantamiento popular y el cambio exigen de una implicación mayor de la sociedad civil.

FP. ¿Cree que se le impedirá a los islamistas, concretamente a los Hermanos Musulmanes, poder llevar a cabo su proyecto e ideas u opina que son parte del problema?

TR. El problema hoy es que algunos de sus miembros están negociando con el Ejército y otros están desconectados de las generaciones más jóvenes. Habría sido mejor para ellos no presentar candidato a las elecciones presidenciales. Eso habría puesto a los militares y al resto de candidatos en una situación mucho peor. No es el caso ahora. Por ello, serán parte del problema en el futuro.

FP. ¿Quién cree que ganará en la segunda ronda?

TR. Mi intuición es la de que ganará Shafiq. Así fue estructurado desde el principio con la implicación de los salafistas y el reposicionamiento del Ejército a través de la forma en que algunos candidatos fueron apartados del proceso y otros seleccionados. Los candidatos que partían con más posibilidades, Amr Musa y Abdel Moneim Abdoul Fotouh, al final, han quedado eliminados de la elección definitiva. Si no, si se produce la victoria de los Hermanos Musulmanes, éstos podrían perder el crédito del que ahora gozan. No soy optimista en absoluto sobre lo que está ocurriendo.

FP. ¿Es justa la acusación leída en los medios occidentales sobre el hecho de que los egipcios votaron de alguna manera contra su revolución?

TR. No es verdad. Los egipcios quieren cambiar. Es inaceptable la idea de que Egipto ha celebrado elecciones justas y transparentes. No puedo hacerme a la idea de que la gente haya decidido volver atrás y votar por miembros del antiguo régimen. No sólo votando a Shafiq, sino también a Amr Musa, que también lo representaba.¿El 40% de los votantes movilizándose porque el régimen sobreviva? No, no me lo creo. Pienso que ha habido irregularidades. Creo que se han hecho cálculos oscuros. Los comicios se celebraron muy pronto. También es sospechosa la forma en la que los salafistas se han posicionado en el proceso político, jugando un papel tal clave. ¿Cómo pueden haber apoyado a Abdoul Fotouh, candidato mucho más liberal que el de los Hermanos Musulmanes? Es muy extraño.

“No veo en estos momentos nada positivo en el proceso de democratización y transparencia egipcio”

FP. ¿Una manera de debilitar a los Hermanos Musulmanes entonces?

TR. Por supuesto. Los salafistas están siendo apoyados por Arabia Saudí y Qatar. Y, por consiguiente, por Occidente. Es una manera de ponerle difíciles las cosas a los Hermanos Musulmanes, que  tienen la amenaza de los militares y de los salafistas.

FP. ¿En qué medida el futuro de Siria determinará el progreso de las revueltas árabes?

TR. No veo a Occidente ni a China o Rusia decididos a hacer algo. Se habla de cada masacre y se actúa como si se fuera a tomar una decisión importante. Llevamos oyendo esto desde hace meses. Rusia no está nada dispuesta a dejar que Bashar al Assad se vaya. Ha de hacerse algo, pero debe contar con el respaldo de Naciones Unidas. Mi esperanza es que se consiga parar la matanza de gente inocente de una forma u otra. Pero medidas como la retirada de embajadores siros por parte de varios países occidentales son una broma. Si de verdad creen que eso detendrá a Al Assad, están muy equivocados.

FP. ¿Cree que incluso con un recrudecimiento de la represión del régimen sirio la intervención internacional puede descartarse? ¿Es una acción armada deseable?

TR. No sé si ocurrirá. No vislumbro una intervención en estos momentos según con lo visto. Tampoco creo que sea deseable. En mi opinión los árabes deberían implicarse más. Pero realmente una zona de exclusión aérea como forma de ejercer más presión al régimen sería necesaria.

FP. ¿Cómo observa el proceso de las revoluciones árabes, o despertar árabe, como usted las prefiere llamar, a medio plazo? ¿Ha entrado en un nuevo período?

TR. Están lejos de haber terminado. No sabemos hacia adonde caminamos. Creo firmemente que no son revoluciones. Tenemos que estar preocupados por lo que puede ocurrir en varios países, desde Marruecos a Yemen, pasando por Túnez, Egipto, Líbano o Palestina y sus prisioneros, de la que no se habla. Más allá de lo que vemos a través de la cobertura mediática, la situación es muy preocupante.

FP. ¿Por qué hay tanto que temer? ¿Es el ascenso del islam político un problema o parte de la solución?

TR. Porque nada ha cambiado. Únicamente ha cambiado la conciencia popular de que es posible cambiar un régimen a través de manifestaciones y sin métodos violentos. Pero si vas a Túnez, cuando hablas con la gente y analizas el escenario político, no puede calificarse sino de preocupante. Las maniobras políticas arteras y las mentiras son la regla común; los intereses y esperanzas reales de la gente siguen sin ser tenidas en cuenta. El camino que aguarda es largo y los aparentes vencedores de hoy no son necesariamente los que creemos. Si ha existido un proceso revolucionario, es ahora cuando debe manifestar su fuerza de resistencia y cambio. No se ha ganado nada.

Si me pregunta sobre los riesgos del ascenso de estos partidos, depende de a qué tipo de islamismo nos encontremos. Está todo por ver. Tenemos que observar, ante todo, cómo son capaces de gestionar la responsabilidad del poder. Aún no hay una visión política clara y real procedente de ellos. Hasta el momento sólo demuestran un respeto a las formas democráticas, pero el mundo árabe necesita mucho más que eso en estos momentos. Necesita, sobre todo, una visión económica, como también políticas sociales, compromiso político, apuesta por la transparencia, lucha contra la corrupción. Necesitamos hacernos las preguntas que realmente tocan.

 

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