El rey Abdalá todavía puede llevar a cabo las reformas que espera y necesita Arabia Saudí. ¿De qué manera? Apostando por un sistema que renuncie a los privilegios e incluya a los nuevos actores en el abanico sociopolítico del país.

 
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¿Está en su mano? El rey saudí puede recuperar su legitimidad perdida reformando el país.

La Arabia Saudí del rey Abdalá presenta buena salud, al menos desde el exterior y su economía mejora gracias a unos precios del petróleo altos. Al mirar, sin embargo, de más cerca, el país no goza de tan buena salud. Las promesas eran numerosas hace algunos años, pero la buena voluntad de Abdalá se enfrenta a las alas conservadoras del régimen que presionan a un monarca que no consigue reformar su país.

La celebración de comicios locales en 2005 fue visto como un punto positivo, porque era un ensayo para futuras elecciones más importantes, legislativas, como en los demás países de la península Arábiga. Sin embargo, lo que consiguieron las autoridades al organizarlas fue demostrar que controlan las fuerzas políticas en Arabia Saudí. La familia Saud debería entender que, si quiere permanecer en el poder, debe dar pruebas de legitimidad, como otorgar voz a la sociedad. La primavera de 2003 con las peticiones de intelectuales y la apertura de la prensa fueron buenas señales hacia una democratización de la sociedad.

Las autoridades deberían dejar más margen a las fuerzas políticas nacientes en vez de reprimirlas. Riad tiene miedo de lo que pasa en Teherán y en Bagdad, aunque debería siempre tener presente lo que ocurre en las calles saudíes. El régimen aguanta y los príncipes aún tienen las claves para que Arabia siga siendo "saudí". ¿Hasta cuándo? La amenaza terrorista, que es en la actualidad débil, no debe hacer que se cierre la escena pública, al contrario. Muestra que, a medio plazo, las reformas son la única vía posible. La represión y la situación en Irak y en Palestina alimentan la radicalización.

Entre otros actores, la mujer puede jugar un papel fundamental como vector de cambio social. Las saudíes quieren trabajar y, si no acaban adoptándose reformas económicas estructurales, la situación podría llevarlas a participar más en la sociedad. ¿Cómo una familia de clase media puede sostener a su familia con un solo sueldo? Pagando, además, gastos como tener a un chófer, pues las mujeres no pueden conducir.

El rey Abdalá aún tiene las llaves políticas para llevar a su país hacia la transición esperada por la sociedad, romper con un modelo de gobernabilidad inadecuado. Los saudíes necesitan sentirse representados por una familia real que perdió en los últimos años gran parte de su legitimidad. Es bien sabido que organizar elecciones no es prueba de democracia. También puede reflejar otra cara del autoritarismo. Hay que abrir el proceso de reformas a los demás actores del abanico sociopolítico saudí. ¿Qué papel jugarían los islamistas? Se suele decir que encarnan otra forma de autoritarismo. No si existe una armadura democrática sólida, con pluralidad de actores y separación de poderes. ¿Se vislumbra el modelo turco? Quizá en un país como Arabia Saudí la celebración de elecciones no sea el paso hacia una democratización del sistema. Oriente Medio es una región desafortunadamente conocida por sus Repúblicas donde los comicios son farsas políticas, como es el caso de Egipto y Siria.

Una ruptura violenta tampoco sería la solución. Debe ser una apertura progresiva, acompañada por un programa de reforma del sistema económico y social transparente. Uno de los problemas del sistema es que le cuesta renunciar a sus privilegios. Integrar a los nuevos actores es definir una cultura política que ha brillado por su ausencia. Los debates entre distintas fuerzas islamistas, e incluso la acción violenta de los yihadistas, muestran al fin a cabo que existe un debate público. Arabia Saudí es un país islámico, fundado en el Islam, e imaginar una sociedad laica como en Turquía es poco creíble. Tampoco es lo que espera la gente. Uno de los cambios más importantes que la familia real deberá algún día aceptar es responder ante un Parlamento que tenga un verdadero poder legislativo, es decir, aceptar la separación de poderes. El desafío de la sociedad saudí es definir un modelo de identidad, de ciudadanía. 

 

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