México está convirtiéndose rápidamente en el campo de batalla central de la guerra contra la droga, pero también está produciéndose un agravamiento de la violencia y la corrupción al otro lado de la frontera, en Estados Unidos.

 

MARCO MILLÁN/AFP/Getty Images

Fuego cruzado: En una guerra entre cárteles de droga, las muertes de civiles son constantes.

A finales del pasado verano, el habitual goteo de asesinatos por drogas en México empezó a aumentar de intensidad hasta convertirse en una guerra total. El presidente Felipe Calderón ha desplegado miles de soldados y policías en las calles y se ha comprometido a expulsar de las fuerzas de seguridad a los agentes corruptos que cooperan con los cárteles. Desde que en diciembre de 2006 Calderón comenzó a tomar medidas enérgicas contra el narcotráfico, ha muerto más gente en México en actos violentos relacionados con la droga que en los atentados terroristas del 11-S. Durante los últimos meses, un número cada vez mayor de civiles se ha visto atrapado en el fuego cruzado.

En medio de este caos creciente, Elizabeth Dickinson, de Foreign Policy, ha hablado con observadores de ambos lados de la frontera. Enrique Krauze es un destacado historiador y escritor mexicano que advierte del peligro inminente de que este país se convierta en un narcoestado. Michael Sanders es agente especial de la Agencia Antidroga de EE UU.

 

Enrique Krauze

 

Foreign Policy: En el último año y medio, desde que comenzó el último brote de violencia del narcotráfico, han muerto en México más de 4.000 personas –y los últimos meses han sido especialmente sangrientos. ¿Por qué ha habido tantas víctimas? ¿Qué está ocurriendo?

Enrique Krauze: En México no solía haber este tipo de problemas porque teníamos un sistema político centralizado. Antes el presidente era el rey de facto. Podía ser corrupto o no, pero existía un poder central que afrontaba los aspectos más oscuros de la vida mexicana. Una de las desventajas paradójicas de nuestra nueva democracia [es que ha descentralizado] el poder de los narcotraficantes.

FP: Calderón ha lanzado una ofensiva militar en las calles del país, con 40.000 soldados y 5.000 agentes de policía. ¿Cree que las medidas militares funcionarán?

EK: Ésta no es una guerra en la que se pueda vencer rápido. Quizá no se logre ganar nunca si no hay un cambio [de política]. Creo que [Calderón] ha obrado bien. El hecho de que [los miembros de los cárteles] estén matándose tanto entre ellos se debe a que están sintiendo el dolor.

Uno de nuestros grandes escritores, Gabriel Zaid, ha propuesto que nos centremos en las cárceles. Algunas son como las oficinas centrales de la delincuencia. Hay que controlar las prisiones. Últimamente, el presidente Calderón se ha centrado en rastrear el dinero y seguir la pista a policías y políticos importantes. No hay un único enfoque.

FP: ¿Qué atmósfera se respira en los lugares donde se ha desplegado el Ejército? ¿La gente apoya las medidas del presidente mexicano?

EK: Hay malestar y tristeza y la sensación de que estamos amenazados. Pero no hay histeria. No hay pánico. La impresión dentro del país es que el presidente está haciendo su trabajo. Nadie considera un error que se haya embarcado en esta guerra. Pero al mismo tiempo, nadie diría que ha logrado resultados tangibles.

FP: Desde que comenzó la escalada de violencia, ha habido varias concentraciones de protesta contra el secuestro y asesinato de inocentes sin relación con el tráfico de drogas. ¿Cuál ha sido la reacción a este aumento de la violencia contra civiles?

EK: Ha habido una [reacción] muy fuerte. Por ejemplo, cuando una bomba en [el Estado de] Morelos mató a varias personas, todos hablaron de terrorismo. Fue un shock total. Hasta los otros cárteles de la droga dijeron que ellos no tenían nada que ver. [Las víctimas civiles son] el principal motivo del malestar. Si supiésemos que simplemente están matándose entre ellos, pues diríamos: “Venga, que acaben el trabajo”. Pero la gente se siente indefensa.

FP: Usted dijo recientemente que le preocupaba la posibilidad de que México se convierta en un narco-Estado. ¿Cómo de cerca de esa situación está el país en estos momentos?

EK: Ya hay síntomas [de ello] en algunos Estados. Hay muchos ayuntamientos que están claramente bajo control de los narcotraficantes, lo cual es aterrador porque matan a los periodistas y lo corrompen todo. Existe el riesgo [de que México se convierta en un narco-Estado], pero aún es un peligro embrionario.

FP: Usted también ha dicho que la guerra contra el narcotráfico será larga. ¿Cuánto prevé que dure? ¿Qué tiene que pasar para que el conflicto termine?

EK: Diez, quizá veinte años. [El presidente colombiano Álvaro] Uribe dijo que habrá muchos, muchos muertos hasta que aprendamos [cómo afrontar el problema]. Desde 1920, México ha sido un país pacífico. Hemos evitado o esquivado todas las guerras en el mundo. Todos los países tienen sus guerras; algunas son religiosas, étnicas, civiles o nacionalistas. Ésta es la que el destino tenía reservada para nosotros.

 

Agente especial Michael Sanders

 

FP: Los medios de información hablan de un incremento del tráfico de armas a través de la frontera entre EE UU y México. ¿Usted lo ha detectado?

Michael Sanders: La Operación Gunrunner, de la Oficina de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego, está intentado seguir el rastro de todo el armamento que se incautan saliendo de EE UU. Algunos traficantes envían gente a comprarlo en las ferias de armas. El principal objetivo de la Operación Gunrunner son las personas que compran grandes cantidades de armas automáticas y las llevan al Sur para luego venderlas en el mercado negro.

FP: Como agente especial, ¿qué opina de la evolución de la crisis en México?

MS: Llevamos realizando investigaciones desde la época en que los colombianos empezaron a utilizar a los mexicanos para llevar la cocaína [a través de la frontera]. Luego, en algún momento de los 90, comenzamos a observar un cambio, cuando las bandas de narcotraficantes mexicanos compraban [la cocaína a los colombianos] y después establecieron redes de distribución en EE UU. La violencia comenzó porque [los cárteles] se enfrentaron entre sí por las rutas.
El gobierno de Calderón ha iniciado una ofensiva contra los traficantes. Los cárteles ahora tienen que luchar contra el Ejército además de entre sí. Calderón [también] está persiguiendo a los policías y militares corruptos y a cualquiera que reciba dinero de los cárteles. Está presionando. Y cuando hay presión, estas organizaciones recurren a los secuestros, rescates y extorsiones.

Si volvemos la vista atrás hacia la Colombia de los 80, se parecía mucho al México de hoy: había secuestros, asesinatos de cargos del Gobierno, policías y jueces. Nadie estaba a salvo, y reinaba la corrupción. Sin embargo, ahora ves a Colombia bajo la presidencia de Uribe, y sabes que va a seguir habiendo delincuencia, pero no como antes. Lo que hizo el presidente colombiano fue imponer la presencia policial en todas las regiones, en todas las administraciones. Calderón ha intentado hacer lo mismo. Está librando una guerra, y va a haber mucha violencia.

FP: Si Colombia tardó más de 20 años en salir de aquella situación, ¿qué horizonte temporal se le presenta a México?

MS: Colombia es mucho más pequeña que México. Y los colombianos, en lo que respecta al tráfico de droga, tienen que llevar los productos a Estados Unidos. Para los mexicanos es más fácil: pueden pasarlos a pie, nadando o en camión por la frontera. Los colombianos tenían que hacer todo el trayecto en lanchas rápidas o barcos de pesca, o atravesar el Caribe o el Pacífico. Era difícil. Los mexicanos lo tienen mucho más fácil.

 

Enrique Krauze es editor de la revista Letras Libres y autor de Biografía del poder (Tusquets, Barcelona, 2002). Michael Sanders es agente especial y portavoz de la Agencia Antidroga de EE UU.
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