¿Qué panorama político se vislumbra en este nuevo sexenio?

 

Artículo: El mandato petrolero de Chávez

 

AFP/Getty Images

 

En contra de muchos pronósticos nacionales e internacionales, Chávez volvió a ganar las elecciones, que al final no fueron tan reñidas sino bastante claras. La primera lección de estas presidenciales es reconocer, queramos o no, que la mayoría de los venezolanos son chavistas. La segunda es que no hay que tener demasiada fe en los sondeos que, salvo uno, no acertaron. En tercer lugar, estos comicios señalaron que incluso unida, la oposición todavía no representa un cambio político. En cuarto lugar, las elecciones pusieron en evidencia el declive del chavismo y el auge de la oposición.

¿Qué escenarios políticos se vislumbran en este nuevo sexenio? La salud del Presidente es el principal factor de incertidumbre, máxime cuando él mismo aludió durante su campaña a la posibilidad de su fallecimiento al decir que “cuando yo me vaya físicamente me quedaré con ustedes por estas calles y bajo este cielo. Me siento encarnado en el pueblo. Ya Chávez se hizo pueblo y ahora somos millones”. Con ello construye su propio mito y se hace inmortal.

El primer escenario posible sería un Chavismo sin Chávez. Diferente a Fidel Castro, Hugo Chávez no ha nombrado ningún sucesor. Durante sus reiteradas ausencias, se percibieron los primeros signos de una incipiente lucha de poder en el oficialismo. Se pueden distinguir tres grupos: la vertiente militarista en torno al Presidente de la Asamblea, Diosdado Cabello, y al Ministro Jesse Chacón; los “civiles” en torno al Ministro de Asuntos Exteriores, Nicolás Maduro, y al Vicepresidente Elias Jaua, y la familia de Chávez y sobre todo su hermano Adán, Gobernador de Barinas. Sin un sucesor o una posición fuerte del Presidente, que es el único líder carismático y la figura de cohesión, se fragmentará su movimiento. En todo caso, si Chávez ya no puede gobernar en los últimos dos años de su mandato, asumiría automáticamente el Vicepresidente Ejecutivo.

El segundo escenario sería el agotamiento del mandato presidencial hasta 2019. Ante los graves problemas del país, sobre todo la violencia y la inestabilidad económica, en gran parte creados por el oficialismo, cabe esperar un fuerte desgaste del Gobierno por la ineficacia estatal, la nacionalización de la economía a la cubana, el despilfarro, la corrupción y la inseguridad pública. La violencia es el principal problema de los venezolanos. El país cuenta con más muertes violentas que Siria y es uno de los lugares más peligrosos de las Américas. Por la libre circulación de armas, la politización del asunto y –contrario al intervencionismo del Estado en otros ámbitos– una actitud del laissez faire por parte del Ejecutivo, no hay que tener demasiadas esperanzas de que la situación mejore sustancialmente. El mismo pronóstico puede hacerse sobre la situación económica que empieza a compartir los mismos problemas que Cuba: un mercado negro de divisas, la importación del 80% de los alimentos, apagones y un sector publico inflado e ineficaz.

El tercer escenario sería una victoria de la oposición durante este sexenio. Ello podría ser el resultado de los dos primeros escenarios: la convocatoria de elecciones por el fallecimiento o la inhabilitación del Presidente durante los cuatro primeros años de gobierno o por el declive del chavismo y una crisis nacional. El fin del chavismo en el poder tampoco es un garante de estabilidad política, teniendo en cuenta que hay sectores radicales dispuestos a defender por las armas la Revolución boliviariana o “democracia revolucionaria” si fuese necesario. Asimismo, una victoria electoral de la oposición no sería el fin a la actual polarización, sino que lo más probable sería una férrea lucha de poder por recursos y privilegios. Tampoco hay que descartar una división de la oposición que tardó 14 años en unir fuerzas y presentar un candidato único.

Un empate de poder entre ambos bloques políticos. En este caso podría arbitrar el Ejército que hasta ahora y después de varias depuraciones ha sido leal a Chávez. Aunque un gobierno militar sería temporal, la creciente polarización de las Fuerzas Armadas y de la policía no augura nada bueno, teniendo en cuenta la larga tradición de intervenciones militares en Venezuela y el resto de América Latina.

Por último, cabe también la posibilidad de una reconciliación nacional. Este sería, sin duda alguna, el escenario más favorable para salir del círculo vicioso de la polarización y del enfrentamiento. Tanto el Presidente como la oposición han hecho algunos guiños en esta dirección. Esta vez, Hugo Chávez reconoció las virtudes de su adversario Henrique Capriles e invitó al diálogo y al debate. Por su parte, el programa de la oposición reconoce la Constitución de 1999 y los Consejos Comunales. Sería deseable que este sexenio abra una nueva etapa política en el país, marcada por el diálogo y el consenso para resolver los múltiples problemas de Venezuela en vez de buscar destruir y desenmascarar al adversario.