Du rêve pour les oufs
(Sueño para los locos)

Faïza Guène, 211 páginas,
Hachette, París, Francia,
2006 (en francés)


Faïza Guène, una veinteañera francesa de 21 años hija de argelinos, se crió en un barrio en el que comprar novelas era un lujo inalcanzable, Seine Saint Denis, en París. Y precisamente por ello, desde siempre "garabatea, escribe, emborrona, incluso las paredes del apartamento". Leer era caro y escribir, gratis. Una tenacidad que le proporcionó un best seller (230.000 ejemplares en Francia) antes de cumplir los 20 con su primera novela sobre la vida en la banlieue. La segunda, Du rêve pour les oufs, va por buen camino: ha vendido más de 55.000 desde su publicación, en julio, hasta finales de 2006. Y cuanto más se sumerge Francia en una campaña presidencial marcada por la inmigración y la seguridad, más posibilidades tiene de igualar el éxito de Kiffe, kiffe, demain (traducido en España como Mañana será otro día).

La heroína y narradora de Du rêve pour les oufs, Alhème, es una joven inmigrante argelina con sentido del humor y buen corazón, que se reunió con su padre en Francia a los 10 años. A los 24, ejerce de madre por partida doble: de su hermano menor, Fouad (a quien arranca de las garras de los traficantes de droga y bolsos de imitación) y de su trastornado padre ("el jefe"), que había perdido la razón meses atrás a consecuencia de un accidente en el andamio. Con una extraordinaria combinación de francés culto, argot parisino y verlan (jerga juvenil muy hablada en las banlieues, que invierte el orden de las sílabas y omite sonidos), la autora transmite con pasión la angustia de los inmigrantes bajo la espada de Damocles de la expulsión. "Los keufs (policías en verlan) nos tratan como si fuéramos animales", se queja Alhème.

Cada tres meses, la joven tiene una cita ineludible en la prefectura para renovar su permiso de residencia. Cuando falta alguno de sus habituales compañeros (los hermanos turcos de Esmirna o el guapo "yugoslavo" sin papeles Tonislav, por ejemplo), el terror la atenaza. "Desde la circular de febrero [de 2005] y su objetivo de 25.000 expulsiones en el año, hay como un olor a gas en las colas de la prefectura", afirma la protagonista, en referencia a una directiva fomentada por el ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, ahora candidato al Elíseo, que animaba a convocar a los ilegales con orden de expulsión sin comunicarles el motivo y devolverlos a sus países de inmediato. El último affaire de Alhème, Tonislav, cae en las redes de Sarkozy justo cuando la protagonista iba a dejar de ser "la campeona mundial de las carabinas".

Aunque Faïza Guène no quiere que la consideren una portavoz de los inmigrantes ni de los habitantes de las cités, la protagonista de Du rêve pour les oufs proclama a los cuatro vientos, a veces con rabia, otras con ironía, y casi siempre con mucho humor, las reivindicaciones de unos suburbios donde el paro juvenil puede trepar hasta el 30% y el 40%, frente al 9% de media en Francia para el total de la población activa. "Ha pasado el tiempo en que el agua corriente y la electricidad bastaban para camuflar las injusticias", afirma Alhème, que vive de trabajos precarios de una semana o incluso un solo día (missions interim) y se queja de que la revuelta de la banlieue de 2005 sólo haya servido para rellenar titulares.

A pesar de este ambiente, la joven argelina lucha con firmeza por enderezar a su díscolo hermano pequeño. Cuando descubre paquetes de droga y bolsos de imitación en el cuarto de Fouad, estalla la guerra entre los dos. Su pelea es, en realidad, el choque entre dos generaciones de inmigrantes. De un lado, los adultos agradecidos, representados por Alhème, que acusa a su hermano de desaprovechar la gran oportunidad de estudiar en Francia y obtener la nacionalidad, privilegio que puede desvanecerse en un abrir y cerrar de ojos a la primera detención. Del otro lado, la generación que protagonizó los disturbios de 2005 y sus secuelas de 2006, representada por Fouad. "Es la jungla. Hay que darles por culo antes de que te lo hagan ellos. Los de arriba, los burguesitos son los leones, y nosotros (…) las hienas, sólo nos quedan los restos", grita el quinceañero, que se define como un "hombre del gueto". Es la ira de los encapuchados que se enfrentan a la autoritaria policía francesa, contra la que se presentaron en 2005 casi el doble de denuncias de abusos o violencia que el año anterior.


Du rêve pour les oufs’ proclama a los cuatro vientos, a veces con rabia, otras con ironía, y casi siempre con mucho humor, las reivindicaciones de los suburbios


Para salvarle, Alhème decide llevarse a los hombres a Argelia temporalmente, pasaje que aprovecha la autora para no dejar títere con cabeza: desde el funcionario de aduanas del aeropuerto de Orán, en cuya mirada la protagonista lee la palabra propina ("Prefiero que me salga barba en el aeropuerto a engrasar la rueda de la corrupción", piensa) hasta los propios emigrantes, que mienten a sus compatriotas sobre su vida real en la ex metrópoli, pasando por sus primas argelinas, que sólo piensan en casarse mientras ven culebrones latinos en la televisión.

En Argelia hay demasiados jóvenes y todos sueñan con Francia. La autora, en palabras de Alhème, querría decirles que la televisión "es una ventana deformante" que "no les dice la verdad". Pero se da cuenta de que en Argelia puede ser aún peor. Mientras, Fouad, alejado de las bandas de traficantes, enseña argot a sus primos, cuya pronunciación francesa deja mucho que desear, y en el pueblo resuena el grito de guerra de la banlieue, pero con un acento especial: "Nique la boulice, nique la boulice" (algo parecido a Que se joda la bulicía).

Con Faïza Guène, la inmigración, la violencia, el fracaso escolar o la precariedad laboral de las cités han entrado con fuerza en la literatura francesa. De hecho, en 2006, otras novelas de banlieue abordan asuntos como la discriminación positiva, las drogas o una violación múltiple en los suburbios. En el caso de Du rêve pour les oufs, a pesar de todo el fatalismo social, el desenlace es un canto al optimismo casi adolescente. De vuelta a Ivry, Alhème exorciza sus problemas con una sesión de baile en la disco. Mañana será otro día… Un inocente final para una situación casi límite. Mientras los jóvenes mueven el esqueleto en los clubes o incendian sus propios barrios, se acercan las presidenciales de abril y mayo, en las que Francia se juega la política de integración o exclusión de los inmigrantes y sus descendientes, además de la continuidad de la V República.

Esperanzas en los suburbios. Natalia Herráiz


Du rêve pour les oufs
(Sueño para los locos)

Faïza Guène, 211 páginas,
Hachette, París, Francia,
2006 (en francés)


Faïza Guène, una veinteañera francesa de 21 años hija de argelinos, se crió en un barrio en el que comprar novelas era un lujo inalcanzable, Seine Saint Denis, en París. Y precisamente por ello, desde siempre "garabatea, escribe, emborrona, incluso las paredes del apartamento". Leer era caro y escribir, gratis. Una tenacidad que le proporcionó un best seller (230.000 ejemplares en Francia) antes de cumplir los 20 con su primera novela sobre la vida en la banlieue. La segunda, Du rêve pour les oufs, va por buen camino: ha vendido más de 55.000 desde su publicación, en julio, hasta finales de 2006. Y cuanto más se sumerge Francia en una campaña presidencial marcada por la inmigración y la seguridad, más posibilidades tiene de igualar el éxito de Kiffe, kiffe, demain (traducido en España como Mañana será otro día).

La heroína y narradora de Du rêve pour les oufs, Alhème, es una joven inmigrante argelina con sentido del humor y buen corazón, que se reunió con su padre en Francia a los 10 años. A los 24, ejerce de madre por partida doble: de su hermano menor, Fouad (a quien arranca de las garras de los traficantes de droga y bolsos de imitación) y de su trastornado padre ("el jefe"), que había perdido la razón meses atrás a consecuencia de un accidente en el andamio. Con una extraordinaria combinación de francés culto, argot parisino y verlan (jerga juvenil muy hablada en las banlieues, que invierte el orden de las sílabas y omite sonidos), la autora transmite con pasión la angustia de los inmigrantes bajo la espada de Damocles de la expulsión. "Los keufs (policías en verlan) nos tratan como si fuéramos animales", se queja Alhème.

Cada tres meses, la joven tiene una cita ineludible en la prefectura para renovar su permiso de residencia. Cuando falta alguno de sus habituales compañeros (los hermanos turcos de Esmirna o el guapo "yugoslavo" sin papeles Tonislav, por ejemplo), el terror la atenaza. "Desde la circular de febrero [de 2005] y su objetivo de 25.000 expulsiones en el año, hay como un olor a gas en las colas de la prefectura", afirma la protagonista, en referencia a una directiva fomentada por el ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, ahora candidato al Elíseo, que animaba a convocar a los ilegales con orden de expulsión sin comunicarles el motivo y devolverlos a sus países de inmediato. El último affaire de Alhème, Tonislav, cae en las redes de Sarkozy justo cuando la protagonista iba a dejar de ser "la campeona mundial de las carabinas".

Aunque Faïza Guène no quiere que la consideren una portavoz de los inmigrantes ni de los habitantes de las cités, la protagonista de Du rêve pour les oufs proclama a los cuatro vientos, a veces con rabia, otras con ironía, y casi siempre con mucho humor, las reivindicaciones de unos suburbios donde el paro juvenil puede trepar hasta el 30% y el 40%, frente al 9% de media en Francia para el total de la población activa. "Ha pasado el tiempo en que el agua corriente y la electricidad bastaban para camuflar las injusticias", afirma Alhème, que vive de trabajos precarios de una semana o incluso un solo día (missions interim) y se queja de que la revuelta de la banlieue de 2005 sólo haya servido para rellenar titulares.

A pesar de este ambiente, la joven argelina lucha con firmeza por enderezar a su díscolo hermano pequeño. Cuando descubre paquetes de droga y bolsos de imitación en el cuarto de Fouad, estalla la guerra entre los dos. Su pelea es, en realidad, el choque entre dos generaciones de inmigrantes. De un lado, los adultos agradecidos, representados por Alhème, que acusa a su hermano de desaprovechar la gran oportunidad de estudiar en Francia y obtener la nacionalidad, privilegio que puede desvanecerse en un abrir y cerrar de ojos a la primera detención. Del otro lado, la generación que protagonizó los disturbios de 2005 y sus secuelas de 2006, representada por Fouad. "Es la jungla. Hay que darles por culo antes de que te lo hagan ellos. Los de arriba, los burguesitos son los leones, y nosotros (…) las hienas, sólo nos quedan los restos", grita el quinceañero, que se define como un "hombre del gueto". Es la ira de los encapuchados que se enfrentan a la autoritaria policía francesa, contra la que se presentaron en 2005 casi el doble de denuncias de abusos o violencia que el año anterior.


Du rêve pour les oufs’ proclama a los cuatro vientos, a veces con rabia, otras con ironía, y casi siempre con mucho humor, las reivindicaciones de los suburbios


Para salvarle, Alhème decide llevarse a los hombres a Argelia temporalmente, pasaje que aprovecha la autora para no dejar títere con cabeza: desde el funcionario de aduanas del aeropuerto de Orán, en cuya mirada la protagonista lee la palabra propina ("Prefiero que me salga barba en el aeropuerto a engrasar la rueda de la corrupción", piensa) hasta los propios emigrantes, que mienten a sus compatriotas sobre su vida real en la ex metrópoli, pasando por sus primas argelinas, que sólo piensan en casarse mientras ven culebrones latinos en la televisión.

En Argelia hay demasiados jóvenes y todos sueñan con Francia. La autora, en palabras de Alhème, querría decirles que la televisión "es una ventana deformante" que "no les dice la verdad". Pero se da cuenta de que en Argelia puede ser aún peor. Mientras, Fouad, alejado de las bandas de traficantes, enseña argot a sus primos, cuya pronunciación francesa deja mucho que desear, y en el pueblo resuena el grito de guerra de la banlieue, pero con un acento especial: "Nique la boulice, nique la boulice" (algo parecido a Que se joda la bulicía).

Con Faïza Guène, la inmigración, la violencia, el fracaso escolar o la precariedad laboral de las cités han entrado con fuerza en la literatura francesa. De hecho, en 2006, otras novelas de banlieue abordan asuntos como la discriminación positiva, las drogas o una violación múltiple en los suburbios. En el caso de Du rêve pour les oufs, a pesar de todo el fatalismo social, el desenlace es un canto al optimismo casi adolescente. De vuelta a Ivry, Alhème exorciza sus problemas con una sesión de baile en la disco. Mañana será otro día… Un inocente final para una situación casi límite. Mientras los jóvenes mueven el esqueleto en los clubes o incendian sus propios barrios, se acercan las presidenciales de abril y mayo, en las que Francia se juega la política de integración o exclusión de los inmigrantes y sus descendientes, además de la continuidad de la V República.