Coordinador ejecutivo de la Fundación Amigó.

ongFelipe Tobón lidera en estos momentos la Fundación Amigó, una ONG dedicada sobre todo a cuatro vías: intervención socioeducativa, cooperación internacional, educación para el desarrollo y formación e investigación. Operan en siete países entre los que se encuentran Costa de Marfil, Filipinas o Colombia.

Su día a día pasa por celebrar reuniones con personas del equipo o de otras organizaciones, avanzar en las acciones del operativo anual, asistir a eventos, decidir o ayudar a pensar en temas diversos (proyectos, innovación, cooperación internacional, presupuestos, gestión laboral), elaborar informes o preparar presentaciones.

Su vocación social e internacional, dice, “quizás venga de mis experiencias en el colegio con los hermanos Maristas, donde íbamos en verano a ayudar a las misiones”. Pero a esa pasión temprana le faltaban todos los conocimientos, relaciones y experiencias que le han permitido llegar hasta su puesto actual.

Felipe Tobón
Felipe Tobón

Estudió Psicología en Colombia en la Fundación Universitaria Luis Amigó y allí dio clases durante años y se especializó en investigación, lo que le permitió ganar distintos premios. No quería ser únicamente ni docente ni investigador, así que decidió apostar por asumir la coordinación ejecutiva de la Fundación Amigó mientras estudiaba un Diploma de Estudios Avanzados en Psicología Social en la Universidad Complutense. Allí es donde aprovechó para conseguir una experiencia en un país distinto al suyo y que, aunque pueda sorprender, tiene una cultura diferente a pesar de compartir el mismo idioma.

Aunque la ONG se dedicase sobre todo a la psicología social, un área en la que él era ya un experto, parecía obvio que necesitaba también otra clase de habilidades para dirigirla, administrarla, diseñar su comunicación y estrategia y liderar equipos, que es a lo que se dedica ahora mismo. Entonces decidió compatibilizar su trabajo “con el Máster en Dirección y Gestión de ONG organizado por ESADE y poco después con el Máster en Cooperación Internacional de la Universidad Pontificia de Comillas”.

¿Qué aprendió con aquella formación académica? “Aprendí a gestionar proyectos y presupuestos, a acelerar la transferencia de conocimiento con todas las organizaciones con las que colaboramos, a adquirir formación más técnica sobre cómo se lleva a cabo la cooperación y a profundizar más en la sensibilización y en la incidencia de las campañas”. Esto último iba a ser de una importancia crucial para él, porque sostiene que una de las características irrenunciables de una ONG bien gestionada es su capacidad para comunicar y difundir masivamente sus acciones, su relevancia y su mensaje.

Felipe considera que, para ocupar un puesto como el suyo, es vital hacer contactos, “saber trabajar en red, dominar el inglés, ser muy flexible, tener una visión muy pragmática” y no perder de vista ni por un segundo los presupuestos o las estrategias y pasos que hay que seguir para culminar un proyecto. Esto es lo que debería permitirle, apunta, “liderar un proyecto entre socios europeos e ir consolidando nuestra presencia en España, avanzar en la colaboraciones con América Latina y mejorar nuestras fuentes de financiación privada”.

Reconoce que en algunos países destacan de los profesionales de la cooperación españoles su pasión pero no siempre su capacidad técnica. A pesar de eso, al menos en su experiencia, “la formación española se valora y nos toman en serio”.

 

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