Si un occidental abre un periódico en Yakarta, por ejemplo,
verá reproducido el mapamundi con el Pacífico en el centro y España
en el extremo oriental, a veces siquiera dibujada. No existen mapas del mundo,
sino de las visiones del mundo. En el tiempo y en el espacio. El pasado y el
futuro tienen sus mapas. Los Estados y la diplomacia que relaciona unos con
otros también. ¿Cuál es o cuáles son los mapas,
la geografía de la diplomacia? Verlos, comprenderlos, pensarlos, descifrarlos,
es, también, hacer diplomacia. Pues si ésta es la ciencia y el
arte del entendimiento entre los Estados y los pueblos, ponerse en la visión,
la piel y el mapa del otro constituye sin duda una de las claves para hacerla.

 

Ciudades del mundo
La diplomacia pasiva es la que refleja el número de embajadas acreditadas
en cada capital, representativo de la importancia que los demás Estados
atribuyen a las relaciones con el Estado receptor. Así, se distingue
un grupo de cabecera, que incluye a los miembros del G-8 –y a Bruselas
como capital de la Unión Europea–, China y Egipto, tras el que
vendría otro –entre Viena y México– que corresponde
globalmente a las que se podrían considerar potencias medias con vocación
global o potencias regionales. La presencia de sedes de organismos internacionales
hace que el número de embajadas en una capital sea notablemente superior
al de otras de Estados con peso internacional similar (Bruselas, Viena, El Cairo,
Addis Abeba).

Gráfico

Descargar Imagen Ampliada

Diplomáticos españoles
La capacidad de acción diplomática de un Estado viene determinada
no sólo por el número y localización de sus embajadas,
sino también por el de sus diplomáticos. Pues hay embajadas y
embajadas: mientras España tiene en Washington embajador y siete diplomáticos,
y oficinas sectoriales de todos los ministerios, en Accra (Ghana) sólo
tiene embajador y un diplomático. El crecimiento del número de
diplomáticos no ha ido paralelo al de las relaciones internacionales
de España. En 2001 tenía 738 diplomáticos en activo; Francia,
2.180; el Reino Unido, 1.538; Alemania, 1.461, y Países Bajos, 1.050.

AÑOS
1953 410
1976 554
1992 688
2004(*) 814

(*) Hay que añadir 30 funcionarios de la carrera diplomática en
prácticas.
A finales de 2003 el número de funcionarios españoles
en organizaciones internacionales era de 3.190, de los cuales 2.121 estaban
en la UE.


El despliegue cubano


Cuba resulta un caso especial, tanto cuantitativa como cualitativamente,
por la importancia de su despliegue diplomático en relación
a su población y PIB. Con el mismo número de embajadas que
España en Asia Pacífico y cinco más en África
subsahariana, Cuba muestra un despliegue total explicable tanto por su
ambición de acción y presencia internacional como por su
carácter de economía de Estado, constituyendo este factor
compensatorio de otros. Igualmente, la naturaleza de su régimen
político se constituye, en muchos casos, en clave explicativa de
su localización.

 

Las piezas del ajedrez
La diplomacia activa consiste en el despliegue o localización de las
embajadas de diferentes Estados. Por ejemplo, el de los Estados Unidos es universal
(con muy pocas excepciones, algunas de carácter político, como
Corea del Norte).
Otro caso significativo es Francia, que confirma su proyección y capacidad
de actuación global, más allá de su pasado colonial, como
demuestra su despliegue, por ejemplo, en América Latina o en toda Asia.

Igualmente, resulta destacable la presencia gala en África subsahariana,
similar a la de Estados Unidos, y en el Pacífico o en el Índico.

La tupida red diplomática de España en América Latina,
Magreb, Oriente Medio y Europa confirma su vocación de potencia media,
con especial atención a la influencia, presencia y proyección
en estas tres zonas.
Más allá, mientras sus 13 embajadas en Asia Pacífico constituyen
un mejorable punto de partida para su ambición asiática, sus 16
embajadas en África subsahariana le dan una presencia diplomática
relativamente importante y constituyen un importante activo por su política
y expansión hacia la zona.
Es un despliegue comparable al de otras potencias medias como Brasil o Indonesia,
pero superior a países como Finlandia o Irlanda. Por comparación,
países en desarrollo como El Salvador y Mozambique presentan unos mapas
mucho menos tupidos.
En el primero, ausencia total de África y el mundo islámico, se
concentra sobre todo en América y las principales capitales europeas,
y se complementa con embajadas en Japón, China y Corea del Sur.
Mozambique, con 17 embajadas en todo el mundo, intenta sin embargo una relación
global con las potencias más significativas en cada área, con
la excepción relativa de América Latina.
Sus relaciones con el resto de países lusófonos pueden explicar
en parte su presencia en Goa (India) e Indonesia (Timor Este).

Gráfico

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Si un occidental abre un periódico en Yakarta, por ejemplo,
verá reproducido el mapamundi con el Pacífico en el centro y España
en el extremo oriental, a veces siquiera dibujada. No existen mapas del mundo,
sino de las visiones del mundo. En el tiempo y en el espacio. El pasado y el
futuro tienen sus mapas. Los Estados y la diplomacia que relaciona unos con
otros también. ¿Cuál es o cuáles son los mapas,
la geografía de la diplomacia? Verlos, comprenderlos, pensarlos, descifrarlos,
es, también, hacer diplomacia. Pues si ésta es la ciencia y el
arte del entendimiento entre los Estados y los pueblos, ponerse en la visión,
la piel y el mapa del otro constituye sin duda una de las claves para hacerla.
Manuel Montobbio

Ciudades del mundo
La diplomacia pasiva es la que refleja el número de embajadas acreditadas
en cada capital, representativo de la importancia que los demás Estados
atribuyen a las relaciones con el Estado receptor. Así, se distingue
un grupo de cabecera, que incluye a los miembros del G-8 –y a Bruselas
como capital de la Unión Europea–, China y Egipto, tras el que
vendría otro –entre Viena y México– que corresponde
globalmente a las que se podrían considerar potencias medias con vocación
global o potencias regionales. La presencia de sedes de organismos internacionales
hace que el número de embajadas en una capital sea notablemente superior
al de otras de Estados con peso internacional similar (Bruselas, Viena, El Cairo,
Addis Abeba).

Gráfico

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Diplomáticos españoles
La capacidad de acción diplomática de un Estado viene determinada
no sólo por el número y localización de sus embajadas,
sino también por el de sus diplomáticos. Pues hay embajadas y
embajadas: mientras España tiene en Washington embajador y siete diplomáticos,
y oficinas sectoriales de todos los ministerios, en Accra (Ghana) sólo
tiene embajador y un diplomático. El crecimiento del número de
diplomáticos no ha ido paralelo al de las relaciones internacionales
de España. En 2001 tenía 738 diplomáticos en activo; Francia,
2.180; el Reino Unido, 1.538; Alemania, 1.461, y Países Bajos, 1.050.

AÑOS
1953 410
1976 554
1992 688
2004(*) 814

(*) Hay que añadir 30 funcionarios de la carrera diplomática en
prácticas.
A finales de 2003 el número de funcionarios españoles
en organizaciones internacionales era de 3.190, de los cuales 2.121 estaban
en la UE.


El despliegue cubano


Cuba resulta un caso especial, tanto cuantitativa como cualitativamente,
por la importancia de su despliegue diplomático en relación
a su población y PIB. Con el mismo número de embajadas que
España en Asia Pacífico y cinco más en África
subsahariana, Cuba muestra un despliegue total explicable tanto por su
ambición de acción y presencia internacional como por su
carácter de economía de Estado, constituyendo este factor
compensatorio de otros. Igualmente, la naturaleza de su régimen
político se constituye, en muchos casos, en clave explicativa de
su localización.

 

Las piezas del ajedrez
La diplomacia activa consiste en el despliegue o localización de las
embajadas de diferentes Estados. Por ejemplo, el de los Estados Unidos es universal
(con muy pocas excepciones, algunas de carácter político, como
Corea del Norte).
Otro caso significativo es Francia, que confirma su proyección y capacidad
de actuación global, más allá de su pasado colonial, como
demuestra su despliegue, por ejemplo, en América Latina o en toda Asia.

Igualmente, resulta destacable la presencia gala en África subsahariana,
similar a la de Estados Unidos, y en el Pacífico o en el Índico.

La tupida red diplomática de España en América Latina,
Magreb, Oriente Medio y Europa confirma su vocación de potencia media,
con especial atención a la influencia, presencia y proyección
en estas tres zonas.
Más allá, mientras sus 13 embajadas en Asia Pacífico constituyen
un mejorable punto de partida para su ambición asiática, sus 16
embajadas en África subsahariana le dan una presencia diplomática
relativamente importante y constituyen un importante activo por su política
y expansión hacia la zona.
Es un despliegue comparable al de otras potencias medias como Brasil o Indonesia,
pero superior a países como Finlandia o Irlanda. Por comparación,
países en desarrollo como El Salvador y Mozambique presentan unos mapas
mucho menos tupidos.
En el primero, ausencia total de África y el mundo islámico, se
concentra sobre todo en América y las principales capitales europeas,
y se complementa con embajadas en Japón, China y Corea del Sur.
Mozambique, con 17 embajadas en todo el mundo, intenta sin embargo una relación
global con las potencias más significativas en cada área, con
la excepción relativa de América Latina.
Sus relaciones con el resto de países lusófonos pueden explicar
en parte su presencia en Goa (India) e Indonesia (Timor Este).

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Manuel Montobbio es diplomático
y doctor en Ciencias Políticas. Este artículo se basa en el trabajo
realizado por el autor para el Atlas de la diversitat de Enciclopedia Catalana
(Proa, Barcelona, 2004).