¿Qué significan las elecciones georgianas para Europa?

 

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Partidarios de Bidzina Ivanishvili celebran la victoria del candidato opositor en el centro de Tbilisi, octubre de 2012

 

La coalición de oposición Sueño Georgiano (SD), dirigida por el multimillonario Bidzina Ivanishvili, ha vencido recientemente en las elecciones parlamentarias más reñidas de la historia de Georgia. En el nuevo Parlamento de 150 miembros, la coalición ocupará alrededor del 55% de los escaños. El presidente Saakashvili reaccionó de inmediato ante los resultados, reconoció la derrota de su Movimiento Nacional Unido (MNU) y anunció su decisión de constituir un partido de oposición fuerte. El resultado electoral, que ha sorprendido a observadores nacionales e internacionales, representa el primer traspaso democrático de poder en la historia del país. Los aliados occidentales de Georgia consideraban las elecciones una “prueba de fuego” para sus aspiraciones euroatlánticas, pero habían mantenido el silencio durante la tensa campaña, aunque no dejaron de vigilar los comicios para ver si merecían las credenciales de “libres y limpias”.

Bajo el Gobierno de Saakashvili, la política exterior de Georgia se orientó sobre todo hacia la integración en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Al principio, su objetivo era conseguir la entrada en la OTAN, pero las posibilidades de que así fuera se evaporaron pronto, durante la breve guerra que libraron Rusia y Georgia en el verano de 2008 y que llevó a que Moscú reconociera Abjasia y Osetia del Sur, dos territorios que Georgia pretende que vuelvan a estar bajo la autoridad de Tblisi. Con la incorporación a la OTAN aplazada por el momento, el Gobierno de Saakashvili ha hecho cada vez más esfuerzos para integrarse en Europa y ha tenido una activa participación en el Partenariado Oriental de la Unión Europea. Tblisi ha negociado con Bruselas una Zona de libre comercio amplia y profunda (DCFTA, por sus siglas en inglés), el pasado mes de junio firmó un acuerdo para facilitar los visados que incluía el inicio de un diálogo sobre la liberalización de visados, y ya antes había puesto en marcha las negociaciones sobre un Acuerdo de Asociación. Ahora bien, mientras que Georgia está avanzando en el proyecto europeo, sus relaciones con Moscú siguen siendo malas. Dada la ausencia de relaciones diplomáticas directas desde la guerra de los cinco días, las dos partes solo se ven cara a cara en las negociaciones de Ginebra sobre los interminables conflictos de Abjasia y Osetia del Sur.

Durante toda la campaña electoral, el MNU ha acusado al líder de la coalición SD, Bidzina Ivanishvili, de ser “un proyecto del Kremlin”. El partido de Saakashvili proclamó que el MNU llevaría a Georgia hacia el futuro y el SD haría que volviera bajo el dominio ruso. Pero no existen pruebas de que Ivanishvili tenga vínculos con el Kremlin. Durante una conferencia de prensa de hora y media celebrada esta semana, el nuevo presidente reiteró que la integración euroatlántica seguirá siendo la máxima prioridad de política exterior y que su Gobierno intentará normalizar las relaciones con Moscú. En la práctica, es más fácil decirlo que hacerlo, si se tiene en cuenta la realidad internacional, en particular la inflexibilidad de Rusia sobre esa integración euroatlántica de Georgia.

El nuevo presidente reiteró que la integración euroatlántica seguirá siendo la máxima prioridad de política exterior y que su Gobierno intentará normalizar las relaciones con Moscú

Quizá le sea difícil al nuevo Gobierno de Ivanishvili tener una política coherente. La coalición está formada por seis partidos con distintas ideologías políticas, en los que hay desde nacionalistas hasta liberales, pasando por empresarios. Además, el nuevo Gobierno se enfrentará a una fuerte oposición del MNU, que sigue siendo un partido importante con gente muy experimentada y unos dirigentes que, en general, son bastante jóvenes. Asimismo, tal como están hoy las cosas, no está claro qué papel tendrá el presidente Saakashvili con el nuevo Gobierno y el nuevo Parlamento hasta las próximas elecciones presidenciales, en 2013. La nueva constitución, que otorga más poderes al Parlamento y el primer ministro, no entrará en vigor hasta el año que viene. Mientras tanto, con un parlamento en el que el SD es mayoritario, Saakashvili conservará todos sus poderes de presidente. Están ya en marcha negociaciones entre representantes del SD y la oficina de la presidencia, y su resultado será muy importante para decidir cómo van a repartirse el poder hasta las elecciones presidenciales y la puesta en práctica de un sistema parlamentario pleno.

De momento, los recientes comicios marcaron un auténtico punto de inflexión, porque ofrecieron a la UE y otros socios que han trabajado para promover la democracia en Georgia sólidas pruebas de que el país está evolucionando en este sentido. Hasta ahora, Occidente le había sacado la tarjeta amarilla por su falta de progresos en materia de reformas democráticas, mientras el Gobierno intentaba vender la construcción del Estado y el desarrollo de infraestructuras como construcción democrática. Pero los defensores de la democracia se sentirán probablemente más optimistas después de las elecciones: la declaración preliminar de la misión internacional de observación afirma que “los comicios han representado un paso importante hacia la consolidación de elecciones democráticas de acuerdo con los compromisos de la OSCE y el Consejo de Europa”. La Alta Representante de la UE, Catherine Ashton, y el comisario Stefan Fuele felicitaron al SD por su victoria y subrayaron la necesidad de “un Gobierno responsable y una oposición constructiva, partes esenciales de una sociedad plenamente democrática”.

Si Georgia está a la altura de los resultados electorales y tiene pronto un nuevo Gobierno y una oposición enérgica, el panorama político podría estabilizarse, para satisfacción de los propulsores de la democracia. Además, sería una situación especialmente positiva para la sociedad civil georgiana, que desempeñó un papel crucial a través de la campaña “También te afecta a ti”, en la que se documentaron y corrigieron numerosas maniobras anticonstitucionales y antidemocráticas. La sociedad civil tenía una fuerte presencia en Georgia antes de la Revolución Rosa de 2003 que llevó al poder al MNU del presidente Saakashvili y, en gran parte, se fundió con los poderes fácticos. Desde entonces, ha tenido que reinventarse y con estas elecciones es muy probable que adquiera más importancia, porque puede contribuir al equilibrio entre los dos bloques de poder político. También es de esperar que los medios de comunicaciones libres e independientes prosperen en la nueva situación, porque el Ejecutivo anterior tenía tendencia a controlarlos y tanto el nuevo Gobierno como la veterana oposición tendrán que esforzarse para captar su atención de manera positiva. En Georgia siempre ha faltado una oposición política fuerte que actuara en el Parlamento y, en ese sentido, es posible que el país vaya a salir doblemente beneficiado, con el nuevo Gobierno y un contrapeso fuerte.

La UE y la OTAN tendrán que apoyar al nuevo Ejecutivo con un diálogo positivo y trasladarle el apoyo que daban al anterior. El Gobierno necesitará reconocimiento y respaldo. El desarrollo de un panorama político más amplio sería beneficioso para el pueblo georgiano pero también ayudaría a fortalecer la posición internacional y las relaciones de Georgia.

 

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