Guatemala se ha convertido en un territorio donde los cárteles de drogas, las maras y la corrupción campan a sus anchas. Francisco Goldman, escritor y periodista estadounidense de ascendencia guatemalteca, habla con FP en español sobre cómo el país centroamericano está preso de la violencia.

 

FP en español. En 2006 Naciones Unidas estableció la CICIG. ¿Cómo valora la labor de esta comisión?

Maria Teresa Slanzi

Francisco Goldman. Conviene señalar que es la única de este género que ha establecido la ONU en el mundo. El mandato dado a la CICIG fue el de combatir el poder clandestino y paralelo de los grupos del crimen organizado y sus nexos con las autoridades guatemaltecas. Ha denunciado la situación de impunidad y de corrupción generalizada que se vive en el país. Con su presencia, también ha evitado que la situación se deteriorase aún más.

Dicho esto creo que el caso Rosenberg afectó negativamente a la tarea de CICIG, ya que los enviados de la ONU tuvieron que trabajar muchos meses en ese asunto hasta establecer que no había sido un asesinato político y que, por tanto, no entraba dentro de su mandato. No puede descartarse que hubiese fuertes intereses en desviar la atención de CICIG, como señalaron algunos en Guatemala. Aunque admiro y respeto mucho la labor del jurista español Carlos Castresana [que ha presentado recientemente su renuncia] al frente de la Comisión, también he de decir que algunas de mis fuentes me han confirmado que ésta no ha sabido o no ha podido impulsar casos importantes contra el crimen organizado que habían armado muy bien los fiscales y los investigadores que trabajaban con el CICIG. Algunos de estos casos señalaban a altos cargos guatemaltecos, desde policiales hasta políticos y militares, así como a miembros de la oligarquía. Estamos hablando, en algunos casos, de la misma mafia que mato al [defensor de los derechos humanos] obispo [Juan] Gerardi.

Tal vez Castresana tuvo miedo, o quizá se dio cuenta de que eran demasiado poderosos y no quiso que el país se sumiese en una situación de caos si los imputaba, no lo sé. Se centró demasiado en investigar la corrupta presidencia del gobierno Portillo, que como dicen en Guatemala era ya una piñata muy golpeada. Parece que prefirió una estrategia de alianzas políticas antes que dar todo su apoyo a los fiscales independientes. Por eso varios de sus fiscales internacionales mas eficaces renunciaron, dejando casos muy elaborados que, sin embargo, Castresana decidió no impulsar. Quedan unos 15 meses de mandato de la CICIG y habrá que ver qué pueden conseguir. El hecho es que Guatemala se encuentra en estos momentos sin Fiscal General, y dado que la Comisión no puede impulsar casos sin la colaboración de éste, parece claro que su labor será complicada a corto plazo.

FP. Cuando habla de mafia…

F. G. Me refiero principalmente a estructuras heredadas del conflicto armado –especialmente los grupos de inteligencia militar– y que ahora constituyen una parte esencial del crimen organizado. De la inteligencia militar y de los batallones de élite, como los Kaibiles, salieron generales, como Otto Perez Molina, y otros militares como el coronel Byron Lima – encarcelado por el asesinato del obispo Gerardi. Militares como ellos siguen siendo muy poderosos en la política y también en las mafias.

Los vínculos entre los Kaibiles y los Zetas, ese cártel mexicano de sicarios, están más que establecidos. Así que la mafia en Guatemala es un conglomerado de criminales, cargos policiales, militares, políticos y oligarcas, una estructura que usa todos los medios ilícitos que están a su alcance para lograr el enriquecimiento ilegal de ciertas personas y que para garantizar la impunidad de sus actos intimidan o compran jueces o fiscales. Para lograr sus objetivos usan todo el enorme poder de los servicios secretos de inteligencia militar y civil -escuchas, coacciones, incluso asesinatos. Esto les permite operar cómodamente en el transporte de droga, el control de las cárceles, el contrabando de todo tipo de mercancías… Es esa misma mafia que logró enquistarse en las instituciones con los gobiernos de Berger y Arzú y que permanece en las instituciones actuales.

FP. El último informe de la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito (ONUDD), publicado en 2010 señala que la tasa de homicidios en México, país que vive una gran violencia, es de 12 personas por cada 100.000 habitantes, pero la de Guatemala es de 49 por cada 100.000 habitantes.

F. G. Guatemala vivió una larga y cruel guerra civil que sumió al país en la violencia más atroz. Se generó así una cultura de la violencia favorecida por las miles de armas que entraron procedentes de EE UU y del Bloque Soviético. Recuerdo que ya a comienzos de los 80 niños de catorce años asaltaban negocios con granadas y armas de gran calibre. Ese armamento se conseguía con suma facilidad. Hoy en día Ciudad de Guatemala es un lugar en el que se percibe el temor de la gente con toda claridad. Hace unos meses, en mi última visita a la capital, recorrí algunos barrios populares un viernes por la noche y no se veía a nadie en las calles. Me pareció una ciudad oscura, inhóspita. Eso puede dar una idea del control que las maras tienen de los barrios, sobre todo de noche, y del miedo de la gente.

FP. Es un lugar común que el origen de las maras centroamericanas estuvo en la repatriación masiva por parte de EE UU de delincuentes que ya habían cumplido condena en territorio estadounidense. En su libro señala que estos grupos existían en América Central al menos desde 1970.

F. G. Si bien es cierto que las deportaciones de centroamericanos llevadas a cabo por Estados Unidos desde los 90 favorecieron el crecimiento y la consolidación de las maras en Centroamérica, hay que decir que éstas ya existían en Guatemala en los 80. La guerra propició que miles de jóvenes llegasen a la capital y se instalasen en barrios de chabolas con unas condiciones de vida difíciles, sin perspectivas laborales ni de futuro. La violencia es una respuesta natural a esas circunstancias. Sobre todo porque durante la guerra civil la violencia era excesiva y omnipresente.

El riesgo es que surja un líder populista como Chávez, pero de derechas. Ese sí que es un peligro real.

FP. ¿Se sigue practicando el asesinato político en Guatemala?

F. G. Continúan produciéndose crímenes políticos en el país, pero no por ideología, sino por simple poder, para mantenerlo, aumentarlo o reforzarlo. La ideología ya no tiene ninguna importancia, como sí tenía en los años de la guerra civil. Algunos crímenes recientes, en apariencia políticos, son puros robos cometidos, directa o indirectamente, por gente con cargos políticos, como en el caso Parlacen, el asesinato en 2007 de tres diputados salvadoreños a manos de policías guatemaltecos para robarles 5 millones de dólares.

Los policías acusados del crimen fueron asesinados más tarde en la cárcel en la que estaban internos para que no salpicasen a sus mandos; es un caso que implica a todo una cadena de mando dentro del gobierno de Berger. La policía, igual que la clase política y otras autoridades, por ejemplo, ha usado su autoridad para capturar narcos y robarles su dinero, para apoyar el contrabando de automóviles, las adopciones poco transparentes de huérfanos, la venta de pasaportes falsos, etc.

FP. Guatemala es un país de tránsito de gran parte de la cocaína que entra en México camino de Estados Unidos.

F. G.  La DEA dice que en torno al 70% de la cocaína que llega a EE UU a través de México pasa por Guatemala. Eso hace que algunos llamen al país “La bodega”. Las informaciones que manejo, proporcionadas por algunas fuentes cualificadas de la CICIG y la fiscalía, afirman que cargos y ex cargos militares de Guatemala, como el capitán Byron Lyma, partícipe en el asesinato del obispo Gerardi, son piezas importantes para la operatividad de cárteles mexicanos en Guatemala, como el cártel del Golfo. No se puede descartar que en un futuro próximo Estados Unidos solicite la extradición de algunos de estos personajes.

FP. ¿Qué papel juega el Ejército en la vida política del país?

F. G.  Los jefes de muchos grupos del crimen organizado, como apuntaba antes, siguen siendo los veteranos de las organizaciones de inteligencia guatemaltecas. En los acuerdos de Paz que pusieron fin a la guerra se estableció que estas organizaciones de inteligencia tendrían que pasar a manos civiles. Este traspaso de poderes aún no se ha hecho. Los militares no quieren perder el poder de estos organismos. Guatemala también es un país en el que muchos criminales de guerra, la mayoría militares, no han tenido que enfrentar ningún proceso y mucho menos una condena. Si hubiera más voluntad política y más respaldo a los fiscales, se llevarían a juicio muchos casos que se vienen investigando desde hace años por abogados y fiscales que con su empeño y su valentía han ido completando investigaciones para que algún día se pueda juzgar a esos criminales de guerra. Por el momento, no han encontrado el apoyo institucional interno ni internacional para lograr encausamientos. En Guatemala muchas compañías de seguros no aseguran la vida de algunos fiscales. Es tal el riesgo que corren al desempeñar su trabajo, algunos han sido asesinados ya, que no lo consideran rentable.

FP. La estabilidad democrática e institucional de Centroamérica, y en concreto de Guatemala, parece deteriorarse cada vez más.

F. G. No creo que Guatemala se aparte de la democracia. Otro tema distinto es el tipo de democracia que tendrá. El riesgo es que surja un líder populista como Chávez, pero de derechas. Ese sí que es un peligro real. Uno de los candidatos a suceder a Álvaro Colom, por ejemplo, puede ser el ex general Otto Pérez Molina. Conviene recordar que Molina proviene de las instituciones de inteligencia del Estado. Por no mencionar que hay un testigo del caso del obispo Gerardi que le señala como uno de los autores intelectuales del asesinato, un caso sobre el que siguen apareciendo evidencias circunstanciales que las autoridades tendrán que investigar. ¿Qué democracia puede ofrecer este señor si resultase elegido? Si no fuera por la labor de la CICIG, como decía antes, la situación de inestabilidad institucional del país estaría mucho peor.

FP. ¿Han mejorado las condiciones de vida de la población en estos últimos años?

F. G. Guatemala es el único país en América Latina en el cual ha incrementado la malnutrición infantil en los últimos años, a pesar de que es el Estado con más poder adquisitivo de Centroamérica. La desigualdad desde el final de la guerra civil no ha hecho más que aumentar. La único que ha permitido a la gente más pobre mantener un cierto nivel de subsistencia han sido las remesas de divisas de los emigrantes que están en Estados Unidos. Estos inmigrantes, además, son más conscientes de los derechos y las libertades que los gobernantes guatemaltecos están negando a su pueblo. Se dan cuenta por ejemplo de que, a pesar de que muchos son inmigrantes ilegales, en EE UU se les reconocen derechos que no suelen respetarse en Guatemala. Eso explica porque los gobernantes no dan el derecho al voto a los inmigrantes guatemaltecos.

 

Francisco Goldman (1954) dedicó casi diez años a seguir las investigaciones sobre el asesinato del Obispo guatemalteco defensor de los derechos humanos Juan Gerardi, ocurrido en 1998. El resultado fue el libro El arte del asesinato político (Anagrama, 2009), en el que se analizan las estructuras de poder de Guatemala. En los 80, Goldman trabajó como corresponsal para medios estadounidenses cubriendo las guerras civiles en Centroamérica.

 

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