Manifestaciones contra el Bharatiya Janata Party por el arresto del estudiante de la Jawaharlal Nehru University. (Dibyangshu Sarkar/AFP/Getty Images)
Manifestaciones contra el Bharatiya Janata Party por el arresto del estudiante de la Jawaharlal Nehru University. (Dibyangshu Sarkar/AFP/Getty Images)

Las medidas tomadas recientemente por el Gobierno en India contra la Universidad Jawaharlal Nehru amenazan con salirle caras al partido en el poder. ¿Es posible que se quiera imponer una idea de nación donde todos los indios sean hindúes?

En los últimos días, el Gobierno indio de Narendra Modi se ha lanzado de cabeza a un enfrentamiento con la universidad más prestigiosa del país en el ámbito de las Humanidades. Parece tratarse de una acción más en una larga lista de desmanes y decisiones poco afortunadas tomadas por el derechista Bharatiya Janata Party (BJP).

Cuando una pequeña agrupación política de estudiantes de izquierdas llevó a cabo una concentración en apoyo de los derechos de Cachemira en la Jawaharlal Nehru University (JNU), que apenas atrajo a unas decenas de personas, nadie podía esperar las dimensiones que iba a alcanzar la reacción política.

En la pequeña concentración, una de las decenas que se llevan a cabo en JNU cada semana, se personaron, con la intención de impedirla, miembros de la agrupación estudiantil del BJP, el Akhil Bharatiya Vidyarthi Parishad (ABVP). Sin estar claro por parte de quién, se profirieron eslóganes a favor de Cachemira y contra el Estado indio e, incluso, alguno a favor de Pakistán. Vídeos de lo sucedido llegaron a las redes sociales y de allí a la prensa, dando pie a la desmedida reacción del Gobierno.

El propio ministro del Interior advirtió que no se tolerarían acciones anti nacionales y se tomarían duras medidas contra los estudiantes. Inmediatamente después, la policía entraba en el campus de JNU en Delhi y, entre otras personas, detenía al presidente de la Unión Estudiantil, Kanhaiya Kumar, quién no había tenido absolutamente nada que ver con la concentración pero que, siendo miembro del ala estudiantil del partido comunista, ha sido particularmente crítico con el ABVP. A Kumar se le ha detenido por sedición, aplicando una antigua ley del Imperio británico que fue empleada, por ejemplo, para arrestar a Gandhi.

No parece demasiado normal que el Ejecutivo de un país de más de 1.200 millones de habitantes reaccione de tal manera ante una manifestación de apenas 20 personas, lo cual lleva a pensar que el incidente se ha empleado como excusa para perseguir otros intereses.

El Gobierno del BJP no está pasando por el mejor de sus momentos. En noviembre pasado, sufrió una seria derrota en las elecciones del estado de Bihar y sus perspectivas de cara a los próximos comicios en los estados de Bengala Occidental, Punjab o Kerala predicen nuevas derrotas.

Su imagen pública se ha visto dañada en los últimos meses a causa de varios incidentes. En diciembre, la redada de la Oficina Central de Investigación contra la oficina del primer ministro de Delhi, rival política del BJP, dejó en muy mal lugar al Gobierno al ser incapaces de demostrar motivo alguno para llevarla acabo y se ha interpretado como una venganza política. La lamentable gestión de la operación antiterrorista contra los asaltantes de una base militar en Pathankot a comienzos de enero menoscabó aún más la imagen gubernamental

El mes pasado, el suicidio de Rohit Vemula, un estudiante de doctorado de la Universidad de Hyderabad, en parte como protesta por el recorte de becas que el BJP está impulsando, le valió al Gobierno tres semanas de protestas entre la comunidad universitaria del país. Además, la pertenencia de Vemula al colectivo dalit (castas desfavorecidas, los conocidos hasta hace poco como intocables) oscureció seriamente la imagen del BJP entre este sector de la población india compuesto por cerca de 200 millones de personas.

Más aún, las políticas económicas de carácter liberal del BJP no parecen estar dando los resultados previstos. La Bolsa mantiene una caída progresiva que ya dura un año, la rupia continúa su imparable depreciación y la inflación ha alcanzado el nivel más alto en año y medio. Estas cuestiones preocupan particularmente a las clases medias urbanas y al sector empresarial indio, las bases electorales que dieron el impulso decisivo para la victoria del BJP en las elecciones de 2014.

En vista de la situación, y habida cuenta de la enorme cobertura mediática que el incidente en JNU está recibiendo en India, podría entenderse que se trate de un intento de desviar la atención por parte del Gobierno.

Existen, además, otros condicionantes algo más preocupantes que explicarían la excesiva actuación gubernamental. El BJP es un partido de derechas, con un programa de corte liberal, conservador y nacionalista. Además, forma parte de un conglomerado mayor de organizaciones, conocido en su conjunto como Sangh Parivar y que siguen la ideología del Rashtriya Swayamsevak Sangh (RSS, Organización Nacional de Voluntarios).

La filosofía del RSS es nacionalista hinduista y no acepta distinción entre indio e hindú. Las diferentes organizaciones que lo componen se mueven entre distintos grados de radicalismo, pero en general sus posiciones son intolerantes y tienen evidentes semejanzas con el fascismo.

En sus intentos de crear e imponer una idea de nación que considera a todos los indios hindúes, en un sentido que va más allá de lo religioso, se ha intentado controlar los hábitos alimenticios de buena parte de la población (imponiendo costumbres vegetarianas y persiguiendo el consumo de carne de vaca); se están tratando de imponer arcaicos valores morales a la juventud; se ha promocionado la propagación de la creencia, mediante el apoyo a seudocientíficos, en el mito de la edad de oro del hinduismo o los tiempos védicos en los que, según seguidores del BJP, los indios habrían dominado ciencias y tecnologías futuristas.

La construcción de una nueva identidad nacional, basada en la identificación de la nacionalidad con unos valores culturales en parte asociados a la religión, se basa en fundamentos plagados de invenciones, mitos y mentiras. Para conseguir la propagación y la aceptación de esa narrativa, la derecha india necesita reprimir o eliminar (sugiriendo que se marchen a Pakistán) a sus críticos.

En su apenas año y medio en el poder, el BJP se ha demostrado poco dispuesto a aceptar discrepancias, con independencia de donde provengan, llegando incluso algún parlamentario a responder declaraciones críticas hechas por actores de Bollywood. La represión desmedida desencadenada sobre JNU se enmarca en esta intolerancia del RSS. La Universidad, en particular una tan políticamente activa como JNU, es el principal caldo de cultivo donde pueden surgir los críticos a los proyectos de la derecha hinduista, con lo que esta intervención podría entenderse como un aviso a la comunidad universitaria.

De ser así, el BJP ha elegido la universidad más representativa para hacer un ejemplo de ella, no en vano JNU ha sido un bastión de la intelectualidad de izquierdas además de un foco de intenso activismo político, que se ha llevado a cabo hasta el momento de manera tolerante y pacífica.

Sin embargo, al BJP le podría salir caro enfrentarse a JNU, cuando menos de cara a su imagen. Hay que tener en cuenta que la universidad es un centro de referencia en India para académicos de las ciencias sociales de todo el mundo. Por el momento, la injustificada detención de Kumar en JNU y los incidentes en el juzgado que debía instruir su caso han llegado a la prensa internacional, algo que de ninguna manera favorece a la imagen del Gobierno indio. Además, cientos de académicos se están sumando a una declaración de solidaridad con JNU.

La situación podría interpretarse como un pulso entre la cerrazón del nacionalismo intolerante que no acepta críticas encarnadas en el BJP y los valores de libertad de expresión y tolerancia fundamentales para la democracia india representados por JNU. Del resultado del mismo podría depender la evolución de la política india de los próximos años.