• Force,
    febrero 2005, Nueva Delhi (India)

 

Signo de los tiempos: la cultura popular india refleja cada vez más las preocupaciones del país sobre seguridad nacional.
Signo de los tiempos: la
cultura popular india refleja cada vez más las preocupaciones del
país sobre seguridad nacional.

La guerra contra el terror no está saliendo como India esperaba. Mientras
los aliados volvieron a tomar posiciones desesperadamente después de
los ataques terroristas contra EE UU, y tras la declaración de guerra
de la Administración Bush contra el terrorismo, Nueva Delhi creía
que sus relaciones con Washington sólo podrían mejorar. Al menos,
pensaba, decaería la suerte de Islamabad, por su apoyo a los talibanes,
y quedaría claro que su histórico rival es una amenaza para la
estabilidad regional.

Pero no fue así. El general Musharraf, presidente de Pakistán,
se convirtió en un aliado clave para Bush por su valor estratégico
en sus operaciones en Afganistán. A muchos indios, la tolerancia de
Estados Unidos con su vecino empezó a enfurecerles. La paciencia del
país llegó al límite cuando, después de que terroristas
apoyados por Pakistán atacaran el Parlamento en diciembre de 2001, Washington
pidió contención a su Gobierno. Poco después, en Nueva
Delhi, un hombre decía que "si los paquistaníes hubieran
atacado el Capitolio, los norteamericanos ya estarían en su capital".

Este mismo sentimiento aparece en un especial sobre la guerra contra el terrorismo
en el número de febrero de Force, una revista dedicada a la seguridad
nacional. Los autores principales son los directores de la publicación,
Pravin Sawhney y Ghazala Wahab. Los artículos lamentan el flujo constante
de ayuda y armamento de EE UU a Pakistán y expresan preocupación
porque la política estadounidense desatienda la batalla que su nación
está librando con terroristas islamistas en Cachemira.

Lanzada hace dos años, Force refleja cómo el debate sobre seguridad
nacional se ha movido más allá de los círculos de las élites
de Nueva Delhi y Calcuta. Presentada como una revista de interés general
a todo color, demuestra que la política exterior y la seguridad se están
acercando al gran público. Su segundo número analizaba cómo
la guerra de 1999 entre los dos países fronterizos en la región
de Kargil (Cachemira) inspiró un aluvión de películas
de Bollywood sobre los militares y las guerras entre ambos Estados. Otros artículos
se refieren al aumento de nuevos grupos de opinión y a la expansión
de noticias relacionadas con la defensa en los periódicos nacionales,
además de asuntos menos tradicionales como el cultivo de amapola en
Afganistán y la incidencia del sida en las Fuerzas Armadas.

Con un precio algo superior al dólar, Force cuesta más o menos
la mitad que Time o Newsweek. Y a juzgar por cómo los semanarios de
información imitan su cobertura, está convirtiéndose en
un área de creciente interés para los lectores. Pero más
análisis no siempre se traduce en un mejor análisis. Los medios
insisten en que cada ventaja paquistaní es una desventaja para India.
Por ejemplo, cuando en 2004 Bush declaró a Islamabad aliado fundamental
fuera de la OTAN, los medios de comunicación fueron presa de una gran
consternación, aunque las implicaciones no estaban claras.

Una postura combativa contra
Pakistán y un apoyo completo a Nueva Delhi podría haber
sido una política desastrosa por parte de EE UU, y también
para India

Pero no hay que darle tanta importancia al desaliento sobre la relación
con Washington que se refleja en las páginas de Force. La observación
por parte de un ex general indio en el número de febrero de que la guerra
antiterrorista de India "deberá durante algún tiempo ser
librada [por ese país] a solas" es, en realidad, una buena noticia.

Sawhney y Wahab defienden que el epicentro de la amenaza terrorista estaba
en Pakistán, y no en Afganistán, y que EE UU debería haberlo
reconocido así. Pero una postura combativa contra Islamabad y un apoyo
completo y público a Nueva Delhi podrían haber sido desastrosos
también para India. Si Musharraf se negase a cooperar, las operaciones
antiterroristas y el apoyo a Afganistán serían mucho más
difíciles y costosos, y los esfuerzos indios por luchar contra los militantes
de Cachemira se verían entorpecidos por el problema de imagen estadounidense.
El enfoque de las cuestiones de seguridad adoptado por Force es una mejora,
pero los directores mantienen la tendencia a reforzar la manía persecutoria
de Nueva Delhi; un impulso que deberían resistir, porque las cosas casi
nunca están tan mal, ni siquiera para India.

India se pone a la defensiva. Jaideep Singh

Force, febrero 2005,
Nueva Delhi (India)

 

Signo de los tiempos: la cultura popular india refleja cada vez más las preocupaciones del país sobre seguridad nacional.
Signo de los tiempos: la
cultura popular india refleja cada vez más las preocupaciones del
país sobre seguridad nacional.

La guerra contra el terror no está saliendo como India esperaba. Mientras
los aliados volvieron a tomar posiciones desesperadamente después de
los ataques terroristas contra EE UU, y tras la declaración de guerra
de la Administración Bush contra el terrorismo, Nueva Delhi creía
que sus relaciones con Washington sólo podrían mejorar. Al menos,
pensaba, decaería la suerte de Islamabad, por su apoyo a los talibanes,
y quedaría claro que su histórico rival es una amenaza para la
estabilidad regional.

Pero no fue así. El general Musharraf, presidente de Pakistán,
se convirtió en un aliado clave para Bush por su valor estratégico
en sus operaciones en Afganistán. A muchos indios, la tolerancia de
Estados Unidos con su vecino empezó a enfurecerles. La paciencia del
país llegó al límite cuando, después de que terroristas
apoyados por Pakistán atacaran el Parlamento en diciembre de 2001, Washington
pidió contención a su Gobierno. Poco después, en Nueva
Delhi, un hombre decía que "si los paquistaníes hubieran
atacado el Capitolio, los norteamericanos ya estarían en su capital".

Este mismo sentimiento aparece en un especial sobre la guerra contra el terrorismo
en el número de febrero de Force, una revista dedicada a la seguridad
nacional. Los autores principales son los directores de la publicación,
Pravin Sawhney y Ghazala Wahab. Los artículos lamentan el flujo constante
de ayuda y armamento de EE UU a Pakistán y expresan preocupación
porque la política estadounidense desatienda la batalla que su nación
está librando con terroristas islamistas en Cachemira.

Lanzada hace dos años, Force refleja cómo el debate sobre seguridad
nacional se ha movido más allá de los círculos de las élites
de Nueva Delhi y Calcuta. Presentada como una revista de interés general
a todo color, demuestra que la política exterior y la seguridad se están
acercando al gran público. Su segundo número analizaba cómo
la guerra de 1999 entre los dos países fronterizos en la región
de Kargil (Cachemira) inspiró un aluvión de películas
de Bollywood sobre los militares y las guerras entre ambos Estados. Otros artículos
se refieren al aumento de nuevos grupos de opinión y a la expansión
de noticias relacionadas con la defensa en los periódicos nacionales,
además de asuntos menos tradicionales como el cultivo de amapola en
Afganistán y la incidencia del sida en las Fuerzas Armadas.

Con un precio algo superior al dólar, Force cuesta más o menos
la mitad que Time o Newsweek. Y a juzgar por cómo los semanarios de
información imitan su cobertura, está convirtiéndose en
un área de creciente interés para los lectores. Pero más
análisis no siempre se traduce en un mejor análisis. Los medios
insisten en que cada ventaja paquistaní es una desventaja para India.
Por ejemplo, cuando en 2004 Bush declaró a Islamabad aliado fundamental
fuera de la OTAN, los medios de comunicación fueron presa de una gran
consternación, aunque las implicaciones no estaban claras.

Una postura combativa contra
Pakistán y un apoyo completo a Nueva Delhi podría haber
sido una política desastrosa por parte de EE UU, y también
para India

Pero no hay que darle tanta importancia al desaliento sobre la relación
con Washington que se refleja en las páginas de Force. La observación
por parte de un ex general indio en el número de febrero de que la guerra
antiterrorista de India "deberá durante algún tiempo ser
librada [por ese país] a solas" es, en realidad, una buena noticia.

Sawhney y Wahab defienden que el epicentro de la amenaza terrorista estaba
en Pakistán, y no en Afganistán, y que EE UU debería haberlo
reconocido así. Pero una postura combativa contra Islamabad y un apoyo
completo y público a Nueva Delhi podrían haber sido desastrosos
también para India. Si Musharraf se negase a cooperar, las operaciones
antiterroristas y el apoyo a Afganistán serían mucho más
difíciles y costosos, y los esfuerzos indios por luchar contra los militantes
de Cachemira se verían entorpecidos por el problema de imagen estadounidense.
El enfoque de las cuestiones de seguridad adoptado por Force es una mejora,
pero los directores mantienen la tendencia a reforzar la manía persecutoria
de Nueva Delhi; un impulso que deberían resistir, porque las cosas casi
nunca están tan mal, ni siquiera para India.

Jaideep Singh es jefe de investigación
de la edición estadounidense de FP.