El futuro de la OTAN

La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) nació durante los primeros compases de la guerra fría en 1949 con la firma del Tratado de Washington por parte de Estados Unidos, Canadá y 10 países europeos (Reino Unido, Francia, Italia, Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Dinamarca, Noruega, Islandia y Portugal). Su objetivo era contener militarmente una potencial agresión militar de la Unión Soviética.

Este escenario parecía muy posible en aquellos años, se habían vivido momentos como el Bloqueo de Berlín o el golpe de Estado en Checoslovaquia. Por su parte y con el ingreso de Alemania Occidental en la Alianza Atlántica, el bloque comunista crearía en 1955 su propia alianza militar, el Pacto de Varsovia.

El artículo 5 del Tratado de Washington refleja a la perfección el espíritu con el que nacía esta alianza: “Las partes convienen en que un ataque armado contra una o contra varias de ellas, acaecido en Europa o en América del Norte, se considerará como un ataque dirigido contra todas ellas”.

Hasta la caída del Muro de Berlín en 1989, la OTAN tuvo tres ampliaciones con cuatro miembros más: Grecia y Turquía en 1952, Alemania en 1955 y España en 1982. Además la organización cumplió con la función para la que había sido creada: disuadir a la URSS y al Pacto de Varsovia de atacar Europa Occidental. La desaparición del bloque comunista también trajo un nuevo contexto internacional que obligó a la Alianza a redefinir su rol en los 90.

La OTAN buscó este nuevo papel como instrumento de la seguridad europea y, en especial, con las misiones que asumió en los conflictos que estallaron en los Balcanes. Durante la Guerra de Bosnia (1992-1995) actuó bajo mandato del Consejo de Naciones Unidas. Aquí se produjeron las primeras acciones armadas en la historia de la Alianza, cuando tuvo que hacer cumplir las zonas de exclusión aérea y con la Operación Fuerza Deliberada, que supuso el bombardeo intenso de posiciones de los serbobosnios para obligarles a firmar la Paz de Dayton.

En 1999 y dentro del contexto balcánico llegaría la otra gran operación militar de la Alianza Atlántica: los bombardeos en Yugoslavia contra Serbia para detener los crímenes contra la humanidad que estaban cometiéndose en Kosovo. Fue la primera acción armada de la OTAN que no contó con la aprobación del Consejo de Seguridad de la ONU por las reticencias de Rusia y China. Aunque después sí que certificó la creación de la fuerza de paz KFOR.

El cambio de siglo trajo una nueva operación militar de gran envergadura, que también marcaba un hito histórico. Los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos llevaron a la organización a invocar por primera vez el artículo 5 para responder a la agresión contra un país miembro. La Alianza desde un primer momento apoyó las operaciones contra los talibanes y Al Qaeda en Afganistán.

La intervención en el escenario afgano supuso que la OTAN ampliaba su marco de actuación fuera de Europa. Además, en 2003 asumía el mando de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF, en sus siglas en inglés), un contingente internacional con tropas de 42 países cuya misión era estabilizar al país y entrenar a sus fuerzas de seguridad. Esta ha sido su misión de combate más larga (desde diciembre de 2001 hasta diciembre de 2014) y donde ha tenido más bajas.

Tras el final de las operaciones de combate en Afganistán en diciembre de 2014, la OTAN mantiene presencia en el país centroasiático con la misión Resolute Support (Apoyo Decidido), destinada a entrenar y dar apoyo a las fuerzas afganas.

Otras actuaciones fuera del escenario europeo han sido el despliegue en el Índico contra la piratería somalí en la Operación Ocean Shield (Escudo Oceánico) y, en especial, los bombardeos en Libia en marzo de 2011, Operación Unified Protector (Operación Protector Unificado). Esta última acción se hizo para hacer cumplir la resolución 1973 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que establecía la imposición de una zona de exclusión aérea y el ataque a las fuerzas del régimen libio de Muamar el Gadafi que fueran una clara amenaza para la población civil.

Aunque la intervención provocó la caída de Gadafi y las operaciones militares de la Alianza cesaron el 31 de octubre de 2011, Libia está lejos de ser estable. El país vive en una situación de guerra civil, donde el Gobierno reconocido internacionalmente tiene que luchar contra una coalición de milicias opositoras y la presencia de grupos yihadistas, entre ellos Daesh.

Hoy en día, mantiene misiones en Afganistán, Kosovo, el Mediterráneo, el Cuerno de África, donde apoya a la Unión Africana, y la vigilancia aérea en el Báltico e Islandia.

Más allá de su actividad militar, desde el final de la guerra fría, la OTAN ha mantenido una intensa actividad diplomática ampliando sus Estados miembros y buscando la colaboración con otros países y organizaciones internacionales. En 1994 se estableció la Asociación para la Paz para cooperar con los países del centro y del Este de Europa.

Tres años después, se firmó el Acta Fundacional OTAN-Rusia sobre Relaciones Mutuas. Pretendía diseñar un marco de confianza para que Moscú no recelara de la expansión de la organización hacia el Este, y de cooperación (como las misiones en Bosnia y Kosovo donde tropas rusas se coordinaron con los contingentes de la Alianza).

Pero las reticencias del Kremlin no se han podido vencer completamente, como demuestra su reacción cuando se han producido acercamientos a Georgia (tras la guerra de 2008) o a Ucrania. Moscú siempre ha interpretado cualquier movimiento de la OTAN a sus fronteras como una posible agresión y ha sido un elemento que ha influido en la actual situación de tensión con Rusia.

En 1999, nueve años después de la desmembración de la URSS y de la disolución del Pacto de Varsovia, ingresaban en la organización países del antiguo bloque comunista: Hungría, Polonia y República Checa.

Pero la gran ampliación hacia Europa del Este llegaría en 2004. En esa fecha ingresaron siete naciones: Rumanía, Bulgaria, Eslovaquia, Eslovenia y las ex repúblicas soviéticas de Estonia, Letonia y Lituania. La sexta ampliación, y hasta la fecha última, llegó en 2009 con la entrada de Albania y Croacia.

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