En los próximos meses el nuevo Gobierno de Hassan Rohaní tendrá que gestionar una situación económica calamitosa, manejar las complicadas negociaciones sobre su programa nuclear y no perder de vista los acontecimientos en Oriente Medio. Esglobal habla con el analista iraní de asuntos internacionales Mohammad Alí Shabani sobre todos estos asuntos aprovechando su reciente visita a Madrid.

 

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Esglobal. ¿Cómo debería interpretarse la victoria electoral de Rohaní en clave de política interna iraní?

Mohammad Alí Shabani. A diferencia de lo que ocurrió en pasadas elecciones presidenciales –la elección de Rasfanyani, Jatamí y Ahmadineyad–, la victoria de Rohaní fue posible gracias a una amplia coalición de distintas facciones políticas. Tenía el apoyo de personajes políticos reformistas, centristas e, incluso, de algunos políticos más conservadores. Por tanto, Rohaní no representa sólo a un grupo determinado. Rasfanyani le apoyaba, también Jatamí…Rohaní es partidario de llevar a cabo reformas, no de cambiar todo el sistema. Es una diferencia fundamental. Esto creo que es bueno tanto para quienes le apoyan como para quienes le critican. Sus oponentes saben que no deben temer que el Presidente tenga una actitud radicalmente reformista, como pudo haber tenido Jatamí. Para sus partidarios es bueno porque saben que se producirán algunos de los cambios que piden. Rohaní ha dicho en numerosas ocasiones que no se puede gobernar Irán contando sólo con el apoyo de una única facción política. Algunos de los anteriores gobiernos cometieron este error. Así que, como digo, es importante subrayar que, por primera vez desde la Revolución, tenemos un Presidente que ha sido elegido como resultado de una amplia coalición, de un amplio consenso político.

 

Esglobal. ¿Hasta qué punto son intensas las luchas por el poder dentro de la cúpula política iraní?

M.A.S. En Irán, sin duda, hay vida política, como en otros países. La República Islámica no es, por así decirlo, cosa de un solo líder. Hay muchos intereses contrapuestos, muchas facciones políticas diferentes. Los numerosos apoyos con los que cuenta Rohaní ahora mismo incluyen el apoyo decidido del Líder Supremo, Alí Jamenei, ya que además de una relación política, les une una buena amistad desde hace años. Que se mantenga este apoyo dependerá del éxito que tenga Rohaní a la hora de implementar sus políticas. Si no tiene éxito o tiene un éxito limitado, ese apoyo de Jamenei podría desaparecer en un futuro. Pensando en el programa nuclear, si Rohaní fracasa a la hora de negociar una salida conveniente para Irán, el amplio apoyo con el que cuenta podría desaparecer. Y las divisiones en la cúpula política volverían a estar de actualidad. Hay que tener en cuenta que los sectores más conservadores podrían boicotear un posible acuerdo con Occidente sobre el programa nuclear que incluya concesiones que no sean de su agrado. Algo parecido podríamos decir sobre Estados Unidos. El Gobierno de Obama tiene que lidiar continuamente con las posturas políticas de los halcones más conservadores dentro del panorama político estadounidense. Ambos, Obama y Rohaní, tendrán que superar ese desafío, cada cual en su país, si quieren que se alcance un acuerdo.

 

Esglobal. ¿Cuáles son las decisiones políticas más relevantes que ha prometido tomar Rohaní para desarrollar la economía y la sociedad?

M.A.S. Creo que uno de los puntos fundamentales que tendrá que afrontar será la reforma de los subsidios gubernamentales que reciben una buena parte de la población iraní. Muchos de ellos fueron implementados por el presidente saliente, Ahmadineyad, y han tenido un fuerte impacto en la evolución alcista de la inflación. La elevadísima inflación que se registra hoy en el país tiene su origen en esa ayudas gubernamentales, no sólo en las sanciones internacionales. Durante los años en el poder de Ahmadineyad, entre 2005 y 2013, se incrementó en un 700% la inyección de dinero público en la economía mediante los subsidios. Rohaní ya ha adelantado que, cuando sea posible, su intención es eliminar buena parte de ellos. O tal vez sustituirlos en muchos casos por la entrega de bienes –producidos en Irán, preferentemente– para reducir la cantidad de dinero desembolsada por el Estado que tanto está afectando a la economía. En estos momentos, un 90% de los iraníes reciben algún tipo de subsidio. Algo que nunca estuvo previsto. Con estos subsidios se pretendía ayudar únicamente a las familias con menos recursos. El nuevo Gobierno también se propone mejorar la política fiscal y la política monetaria, otorgando más independencia al Banco Central. Rohaní ha prometido no interferir. Eso ha declarado, al menos. Habrá que ver en qué medida se cumplen esas promesas. Durante los años de Ahmadineyad, la interferencia populista en la economía motivó la devaluación de la moneda, el riad, y favoreció créditos a muy bajas tasas de interés que hicieron poco atractivo mantener los ahorros en los bancos. Gran parte del dinero de los ahorradores se invirtió, por ejemplo, en la compra de propiedades inmobiliarias. Algo que ha contribuido a crear una burbuja inmobiliaria. Problema: en la actualidad la solvencia de muchas familias y empresas depende de los bajos intereses que están pagando por los créditos que han recibido. Si los intereses que tienen que pagar aumentasen, aunque sea mínimamente, la situación de muchas familias y empresas iraníes se complicaría tremendamente. No podemos olvidar que la economía iraní está sufriendo una recesión. Si a todo ello le sumamos que el país debería crear muchos miles de puesto de trabajo al mes. Se habla de que se necesitarían crear 900.000 puestos de trabajo al año sólo para ofrecer una salida a la generación de jóvenes nacidos durante los 80, cuando repuntó la natalidad a tasas de crecimiento que alcanzaron el 6%… El panorama es complicado. Será difícil equilibrar todas las medidas que es necesario tomar sin desequilibrar todo el sistema.

 

Esglobal. En el marco del Tratado sobre la No Proliferación de Armas Nucleares (NPT), del que Irán forma parte, ¿cuáles son los derechos que el país defiende como irrenunciables en base a la legalidad internacional?

M.A.S. Irán interpreta que los artículos 3 y 4 del Tratado de No Proliferación Nuclear otorgan el derecho a los Estados firmantes de desarrollar programas nucleares destinados a usos civiles y pacíficos. En el NPT no se contiene ninguna especificación sobre niveles máximos de enriquecimiento de uranio. Sólo se especifica que los propósitos de los programas nucleares han de ser pacíficos. Irán está dispuesto a aceptar límites no contenidos en el NPT: por ejemplo, niveles máximos en su nivel de enriquecimiento de uranio y una reducción del número de sus centrifugadoras. Ya lo demostró en 2004, cuando estaba dispuesta a limitar a 3.000 el número de la centrifugadoras.  La Unión Europea no aceptó dicho acuerdo y ahora Irán cuenta con 18.000 centrifugadoras. En mi opinión, Teherán ya no está dispuesto a aceptar lo que hubiera aceptado hace diez años. Como mínimo, quiere que se le reconozca el derecho que tienen otras naciones soberanas firmantes del NPT: desarrollar un programa nuclear con fines pacíficos. Eso es lo que ha dicho Rohaní en el discurso que pronunció recientemente en la sede de Naciones Unidas. A cambio, Irán realizaría concesiones, como la completa transparencia de su programa nuclear. Puedo entender que haya desconfianza respecto a este punto: la desconfianza es mutua. Creo que la desconfianza es un síntoma, más que un resultado, de las tensiones entre Irán y Occidente, que se remontan a 1979. No comenzaron con el desarrollo del programa nuclear. Respecto a las armas nucleares que tiene Israel, Irán siempre ha mantenido la misma postura. Le gustaría que toda la región estuviera libre de armas nucleares. Israel, sin embargo, ni siquiera es parte firmante del NPT. En mi opinión, varios países de la región han desarrollado armas de destrucción masiva –como las armas químicas de Siria– en parte para contar con alternativas defensivas frente a un Israel armado nuclearmente. Ahora que Siria se ha comprometido a destruir su arsenal químico, creo que Israel tiene una buena oportunidad para revisar su política sobre la posesión de armas de destrucción masiva. Se avanzaría así en el camino que nos conduciría a una región sin ese tipo de armamento.

 

Esglobal. ¿Las futuras negociaciones entre Irán y el Grupo 5+1 incluirán conversaciones para tratar de poner fin a la guerra en Siria?

M.A.S. Desde hace dos años, Irán viene reclamando que la situación de Siria y de Bahréin sea incluida en la agenda de negociaciones sobre el programa nuclear. Irán está interesada en incluir asuntos no nucleares porque le gustaría mantener abierto un diálogo amplio y estratégico. La principal preocupación occidental es el programa nuclear. Sin embargo, para Irán el programa nuclear representa sólo una más de sus preocupaciones. Por ejemplo, lo que está pasando en Siria, las relaciones entre Irán y Arabia Saudí, la cuestión palestina… Desde el punto de vista iraní, el mutuo respeto implica escuchar todas las preocupaciones de tu interlocutor. Ahora bien, es posible que en las futuras conversaciones sobre el programa nuclear no se incluyan temas como la guerra en Siria. He hablado con diplomáticos europeos y creen que no sería conveniente hacerlo. Porque se corre el riesgo que las negociaciones sobre el programa nuclear se conviertan en rehenes de la situación siria. Como digo, Irán quiere un diálogo amplio, que incluya varios temas. Y ese diálogo podría producirse en varios foros para no obstaculizar las negociaciones sobre la cuestión nuclear. En el caso de Siria, por ejemplo, Teherán ha aceptado que pueda llevarse a cabo ese diálogo en la Conferencia de Paz de Ginebra.

 

Esglobal. ¿Estaría dispuesta Irán a negociar si se le promete de momento sólo la retirada parcial de algunas de las sanciones internacionales, por ejemplo, la que le impide vender libremente petróleo?

M.A.S. Creo que se debería seguir un enfoque de paso a paso en las negociaciones sobre el programa nuclear. Implementar un proceso gradual, pero sin perder de vista que el tiempo también cuenta. Irán es consciente de que no se van a levantar todas las sanciones de un día para otro. También hay que tener presente que las sanciones contra Irán no comenzaron en 2003, a raíz del desarrollo de su programa nuclear. Algunas se remontan a 1979. Creo que actualmente no hay ningún país que esté sufriendo tantas sanciones como Irán. Ni siquiera Corea del Norte, que dispone de armas nucleares y no ha firmado el NPT: algo, por cierto, que no deja de resultar curioso. Se han impuesto sanciones a Irán por una variedad de asuntos: motivadas por la política exterior iraní, por cuestiones de respeto de los derechos humanos, etcétera. Así que creo que las autoridades iraníes esperan que las sanciones relacionadas con el programa nuclear sean levantadas cuanto antes, y que al final del proceso negociador, cuando se alcance un acuerdo, se levanten todas. Respecto a las sanciones que impiden a Irán vender petróleo, no creo que sean la prioridad del país. Creo que las sanciones más importantes son las que impiden las transacciones financieras internacionales, porque afectan a toda la economía iraní. Por lo que respecta a las exportaciones de crudo hay que tener en cuenta que no representan más del 10% de su PIB. Irán, a diferencia de otros países productores de petróleo como Arabia Saudí, cuenta con una economía diversificada. Pero, para que el potencial de esta economía diversificada pueda desarrollarse, el país necesita poder llevar a cabo un comercio internacional dinámico y legítimo.

 

Esglobal. ¿Ha anunciado ya el nuevo Gobierno su deseo de llevar a cabo reformas del sistema político?

M.A.S. Irán tiene una población de 75 millones de personas: muchas étnicas, lenguas, culturas y deseos. Así que obviamente no puedo hablar en nombre de todos los iraníes. Mi opinión personal es, que antes de plantearse promover derechos civiles y políticos, el Gobierno ha de ocuparse de solucionar los problemas económicos. Creo que la principal preocupación de muchos iraníes en estos momentos es saber cómo van a llegar a fin de mes. Asumo que esta posición pueda resultar controvertida. No estoy diciendo que los iraníes estén dispuestos a intercambiar pan por libertad. No. Tanto el pan como la libertad son importantes y se han de tener en cuenta. Pero democracia sin pan no tiene sentido, del mismo modo que pan sin democracia tampoco lo tendría. Creo que el Gobierno actual está tomando medidas positivas. Se ha procedido a la liberación de algunos prisioneros políticos, incluida la abogada pro derechos humanos Nasrin Sotoudeh. El Ministerio del Interior ha anunciado ya que se producirán más liberaciones. Estamos viendo por tanto una relajación del enfoque represivo que ha imperado en los últimos años. Por lo que respecta a las medidas que tratan de mejorar el sistema político, creo que el deseo del Gobierno es realizar algunos cambios estructurales profundos. Rohaní ha dejado muy claro, por el ejemplo, que la Guardia Revolucionaria no debería entrometerse en política. Y el Líder Supremo (Jamenei) ha dicho lo mismo. En Irán hay tres pilares político-económicos esenciales: el Ministerio del Petróleo, la recaudación fiscal y el sector de las telecomunicaciones. El Ministerio del Petróleo estaba controlado por un ex comandante de la Guardia Revolucionaria, y Rohaní ha nombrado hace unas semanas a un ex ministro del gobierno de Jatamí. Por tanto, se está tratando de conseguir que la Guardia Revolucionaria deje de controlar la gestión del crudo. Un cambio estructural muy relevante. Algo similar se pretende con el nombramiento del nuevo ministro de las telecomunicaciones: reducir la interdependencia con el poder político de muchas empresas del sector próximas a la Guardia Revolucionaria. Todos estos cambios estructurales llevarán tiempo. Hay demasiados intereses implicados.

 

Esglobal. Considerando la reciente historia del país: golpe de estado contra Mossadegh en 1953, patrocinado por los servicios secretos estadounidenses e ingleses; la ayuda prestada por potencias occidentes al régimen de Sadam para iniciar la guerra entre Irán e Irak pocos meses después del derrocamiento del Sha. Y teniendo en cuenta también que dos países de la región –Irak y Afganistán- han sido invadidos en los últimos años, ¿existe la sensación entre un sector de la clase política iraní –al menos entre los halcones– de que contar con armamento nuclear sería la solución definitiva para impedir de una vez por todas la injerencia extranjera en el país?

M.A.S. El Líder Supremo ha declarado ya en una fetua que las armas de destrucción masiva van contra la voluntad de Dios. Y no es sólo una fetua de cara a la opinión pública internacional. Es un principio que se ha mantenido desde 1979. Cuando en los 80 el Ejército iraquí empleó armas químicas contra el Ejército de Irán –miles de iraníes sufren aún las consecuencias físicas y mentales–, varios generales iraníes le pidieron permiso a Jomeini para que el Ejército iraní pudiera emplear también armas químicas. Éste se negó argumentando que dicho uso era contrario a nuestra religión. Además, si miramos al este, y pensamos en Pakistán: ¿le han servido de algo las armas nucleares a Pakistán?, ¿han evitado los ataques con drones?, ¿han impedido el surgimiento de grupos extremistas?, ¿han resuelto sus problemas de seguridad con India? No creo que ni siquiera entre los halcones iraníes se piense en las armas nucleares como una garantía de nada. Desde el punto de vista estratégico Irán quiere mantener sus estatus de potencia regional apoyándose en sus principales fortalezas: una economía de gran tamaño;  infraestructuras; una población de 75 millones; una superficie territorial considerable y muy relevante a nivel geopolítico; una historia y una cultura destacables; un Ejército grande…No queremos armas nucleares. Si construyéramos armas atómicas, y se desencadenase un carrera armamentística nuclear en la región, países pequeños, como Qatar, elevarían su estatus regional simplemente por el hecho de tener armas nucleares. Se anularían nuestras ventajas competitivas.

 

Esglobal. ¿Cómo se valoran en Irán los cambios recientes en el mundo árabe? ¿El país se considera ahora más débil como potencia regional que hace cinco años?

M.A.S. La situación es compleja. No plantearía la cuestión en términos de si Irán ha perdido o ha ganado peso en este sentido. Me centraría más en analizar cuáles son los intereses del país. Y la zona de Oriente Medio que más preocupa a Irán no es el Levante –Siria, Líbano–, ni África del Norte. Es el Golfo Pérsico. Es y ha sido siempre el Golfo Pérsico. Así que no hay que pensar sólo en la situación presente de Siria. Fijémonos en Bahréin, cuya población chií está siendo fuertemente reprimida, o en las provincias orientales de Arabia Saudí, habitadas por una importante población chií que también está sufriendo represión, o en Yemen. Hay una expresión que dice: “Si Dios cierra la puerta, debes abrir la ventana”. Si Siria está cerrada, Yemen, Bahréin y el este de Arabia Saudí están abiertas para Irán. Estas son las áreas más relevantes y estratégicas para los irnaíes. Hablamos de países cuyas élites políticas –aliadas de las potencias occidentales– están reprimiendo violentamente y sin oposición internacional a sus propios ciudadanos. Estas comunidades se ven obligadas, por tanto, ante la falta de apoyo internacional, a buscar aliados allí donde puedan encontrarlos: y su única opción es buscarlas en Irán. No ha sido Teherán el que ha buscado esas alianzas.

 

Esglobal. ¿Crees que en un futuro Irán e Israel podrían entablar negociaciones sobre los intereses de ambas potencias en la región?

M.A.S. No creo que ni Irán ni Israel estén interesados en un diálogo directo. Pero sí concibo que, cuando se alcance un acuerdo sobre el programa nuclear iraní, ambos países tengan menos tentaciones… bueno, que al menos Irán tenga menos tentaciones de mantener una retórica hostil hacia Israel. Creo que estamos sólo ante el comienzo de una nueva época para Irán. Así que, si bien no creo que en un futuro próximo vaya a producirse un diálogo directo entre Israel e Irán, sí confío en que el nivel de agresividad retórica entre los dirigentes de ambos países llegue a calmarse. Ahora mismo creo que Israel está siendo más agresivo respecto a Irán que viceversa. Mi opinión es que Israel teme que si se alcanza un acuerdo entre Washington y Teherán, dicho acuerdo se alcanzará, en mayor o menor medida, a expensas de Israel. La importancia estratégica de Israel para Estados Unidos disminuiría. Israel está preocupado por ello. También Arabia Saudí tiene una preocupación similar.

 

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