La
sacralidad de la vida

Peter Singer Los
partidos políticos

Fernando Henrique Cardoso El euro
Christopher Hitchens

La
pasividad japonesa

Shintaro Ishihara

La monogamia

Jacques Attali

La
jerarquía religiosa

Harvey Cox

El Partido
Comunista Chino

Minxin Pei

Los
coches contaminantes

John Browne

El
dominio público

Lawrence Lessig

Las
consultas de los médicos

Craig Mundie

La monarquía
inglesa

Felipe Fernández-Armesto

La
guerra contra las drogas

Peter Schwartz

La
procreación natural

Lee Kuan Yew

La polio
Julie Gerberding

La soberanía

Richard Haass

El anonimato

Esther Dyson

Los subsidios
agrícolas

Enrique Iglesias

Hace 200 años, poca gente preveía la legalización
del divorcio o la homosexualidad sin tapujos, y mucho menos el matrimonio
entre gays. El arte abstracto y el jazz eran inimaginables. Da la impresión
de que la estética, la moral y las relaciones familiares son la
pesadilla del futurólogo. Se especula sin cesar sobre el futuro
equilibrio de poder, los conflictos que se avecinan y las nuevas tecnologías.
Sin embargo, es como si pensáramos que la moral y la estética
son inmutables. Y el mundo se olvida de preguntar cómo cambiarán
las concepciones del bien y el mal, lo aceptable y lo inaceptable, la
belleza y la fealdad. Y lo harán.


ILUSTRACIONES: NENAD JAKESEVIC
PARA FP

La monogamia, que, en realidad, no es más que un útil
convencionalismo social, no sobrevivirá. En la práctica,
no se ha respetado demasiado, y pronto desaparecerá incluso como
ideal. No creo que la sociedad vuelva a la poligamia. En su lugar, se
avanzará hacia una concepción radicalmente nueva de las
relaciones sentimentales y amorosas. Nada impide que alguien se enamore
de varias personas al mismo tiempo. La sociedad rechaza esta posibilidad,
sobre todo, por motivos económicos –para mantener una transmisión
ordenada de la propiedad– y porque la monogamia protege a las mujeres
de los excesos masculinos.

Pero esas razones están desapareciendo ante nuevas tendencias
muy poderosas. La exigencia insaciable de transparencia, alimentada por
la democracia y el libre mercado, está colocando las vidas privadas
de los hombres y mujeres públicos bajo un escrutinio cada vez
mayor. La realidad de vidas y parejas múltiples va a ser cada
vez más visible, y la hipocresía de la sociedad quedará al
descubierto. El ascenso continuado de la libertad individual transformará de
manera permanente las costumbres sexuales. Del mismo modo que el enorme
aumento en la esperanza de vida hará que sea casi imposible pasar
toda la existencia con una persona y no querer a nadie más.

Mientras tanto, los avances tecnológicos debilitarán aún
más los vínculos entre sexualidad, amor y reproducción,
que son conceptos muy diferentes. La generalización de los métodos
anticonceptivos ha eliminado ya un obstáculo importante a la posibilidad
de tener varias parejas. Igual que la mayoría de las sociedades
aceptan hoy las relaciones amorosas sucesivas, pronto reconoceremos el
amor simultáneo como algo legal y aceptable. Hombres y mujeres
podrán formar parejas con distintas personas que, a su vez, tendrán
otras parejas también. Por fin reconoceremos que es humano querer
a distintas personas al mismo tiempo.

La desaparición de la monogamia no se producirá sin lucha.
Todas las iglesias intentarán impedirla, sobre todo en el caso
de las mujeres. Durante un tiempo, resistirán. Pero la libertad
individual volverá a triunfar.

La revolución comenzará en Europa, Estados Unidos irá detrás
y el resto del mundo acabará por unirse. Las repercusiones serán
enormes. Las relaciones con los hijos serán totalmente distintas,
las disposiciones económicas se verán trastornadas y cambiará nuestra
forma de vivir y nuestra residencia. Por supuesto, se tardarán
décadas en completar el cambio, pero, si miramos alrededor, ya
está aquí. Por debajo de las hipocresías –en
el cine, las novelas y la música–, se puede ver el futuro.

 

La monogamia. Jacques Attali

La
sacralidad de la vida

Peter Singer Los
partidos políticos

Fernando Henrique Cardoso El
euro

Christopher Hitchens

La
pasividad japonesa

Shintaro Ishihara

La
monogamia

Jacques Attali

La
jerarquía religiosa

Harvey Cox

El
Partido Comunista Chino

Minxin Pei

Los
coches contaminantes

John Browne

El
dominio público

Lawrence Lessig

Las
consultas de los médicos

Craig Mundie

La
monarquía inglesa

Felipe Fernández-Armesto

La
guerra contra las drogas

Peter Schwartz

La
procreación natural

Lee Kuan Yew

La
polio

Julie Gerberding

La
soberanía

Richard Haass

El
anonimato

Esther Dyson

Los
subsidios agrícolas

Enrique Iglesias

Hace 200 años, poca gente preveía la legalización
del divorcio o la homosexualidad sin tapujos, y mucho menos el matrimonio
entre gays. El arte abstracto y el jazz eran inimaginables. Da la impresión
de que la estética, la moral y las relaciones familiares son la
pesadilla del futurólogo. Se especula sin cesar sobre el futuro
equilibrio de poder, los conflictos que se avecinan y las nuevas tecnologías.
Sin embargo, es como si pensáramos que la moral y la estética
son inmutables. Y el mundo se olvida de preguntar cómo cambiarán
las concepciones del bien y el mal, lo aceptable y lo inaceptable, la
belleza y la fealdad. Y lo harán.


ILUSTRACIONES: NENAD JAKESEVIC
PARA FP

La monogamia, que, en realidad, no es más que un útil
convencionalismo social, no sobrevivirá. En la práctica,
no se ha respetado demasiado, y pronto desaparecerá incluso como
ideal. No creo que la sociedad vuelva a la poligamia. En su lugar, se
avanzará hacia una concepción radicalmente nueva de las
relaciones sentimentales y amorosas. Nada impide que alguien se enamore
de varias personas al mismo tiempo. La sociedad rechaza esta posibilidad,
sobre todo, por motivos económicos –para mantener una transmisión
ordenada de la propiedad– y porque la monogamia protege a las mujeres
de los excesos masculinos.

Pero esas razones están desapareciendo ante nuevas tendencias
muy poderosas. La exigencia insaciable de transparencia, alimentada por
la democracia y el libre mercado, está colocando las vidas privadas
de los hombres y mujeres públicos bajo un escrutinio cada vez
mayor. La realidad de vidas y parejas múltiples va a ser cada
vez más visible, y la hipocresía de la sociedad quedará al
descubierto. El ascenso continuado de la libertad individual transformará de
manera permanente las costumbres sexuales. Del mismo modo que el enorme
aumento en la esperanza de vida hará que sea casi imposible pasar
toda la existencia con una persona y no querer a nadie más.

Mientras tanto, los avances tecnológicos debilitarán aún
más los vínculos entre sexualidad, amor y reproducción,
que son conceptos muy diferentes. La generalización de los métodos
anticonceptivos ha eliminado ya un obstáculo importante a la posibilidad
de tener varias parejas. Igual que la mayoría de las sociedades
aceptan hoy las relaciones amorosas sucesivas, pronto reconoceremos el
amor simultáneo como algo legal y aceptable. Hombres y mujeres
podrán formar parejas con distintas personas que, a su vez, tendrán
otras parejas también. Por fin reconoceremos que es humano querer
a distintas personas al mismo tiempo.

La desaparición de la monogamia no se producirá sin lucha.
Todas las iglesias intentarán impedirla, sobre todo en el caso
de las mujeres. Durante un tiempo, resistirán. Pero la libertad
individual volverá a triunfar.

La revolución comenzará en Europa, Estados Unidos irá detrás
y el resto del mundo acabará por unirse. Las repercusiones serán
enormes. Las relaciones con los hijos serán totalmente distintas,
las disposiciones económicas se verán trastornadas y cambiará nuestra
forma de vivir y nuestra residencia. Por supuesto, se tardarán
décadas en completar el cambio, pero, si miramos alrededor, ya
está aquí. Por debajo de las hipocresías –en
el cine, las novelas y la música–, se puede ver el futuro.

 

Jacques Attali es escritor y presidente
de PlaNet Finance, una organización internacional sin ánimo
de lucro.