Una mujer es arrestada con us tres hijos sospechosa de pertenecer a Al Shabaad en Mogadiscio, Somalia. (Mohamed Abdiwahab/AFP/Getty Images)
Una mujer es arrestada con sus tres hijos sospechosa de pertenecer a Al Shabaad en Mogadiscio, Somalia. (Mohamed Abdiwahab/AFP/Getty Images)

El papel de las mujeres que se unen, cada vez más, a Daesh y Al Shabaab no se reduce a novias de la yihad, un alto número de ellas son miembros activos de la lucha armada.

Desde que se estableció el autodenominado califato en Siria e Irak en junio de 2014 se ha producido una fuga de mujeres hacia los territorios controlados por Daesh sin precedentes hasta la fecha. Su rol una vez en estos territorios no queda relegado estrictamente a labores domésticas tal y como se ha presupuesto, sino que algunas ocupan puestos logísticos y en numerosas ocasiones jóvenes de entre los 18 y los 25 años pueden formar parte de la brigada femenina Al Khansaa. Esta se estableció a principios de 2014 como forma de detectar a los hombres que eran enemigos de Daesh y que se disfrazaban de mujeres en los puestos de control para evitar la detención.

Las actividades del grupo, que está activo en Raqqa y liderado por la joven escocesa que migró en 2013 Aqsa Mahmood y la saudí Nada al Qahtini, no están envueltas en actos terroristas y se encargan de vigilar y castigar las conductas consideradas inmorales de las mujeres del califato. Actualmente, cuenta con unas 800 jóvenes pero no es la única brigada en Siria e Irak y en febrero de 2016 el líder del grupo terrorista, Abu Bakr al Baghdadi, le pidió a Nada al Qahtini que liderara otra organización de estas características en Hasakeh. Sin embargo, y hasta la fecha, pese a que muchas mujeres han mostrado su predisposición a participar activamente en los combates a través de las redes sociales, lo cierto es que las integrantes de estas brigadas han permanecido fuera del campo de batalla ya que está prohibido expresamente por la sharia.

A este respecto, según un documento hecho público por la brigada Al Khansaa en enero de 2015, cabe una excepción: si los hombres no son suficientes para proteger la Ummah y el enemigo ataca, entonces a través de una fatua, las mujeres serán bendecidas para llevar a cabo la yihad tal y como lo hicieron en Chechenia o Irak. No obstante, y aunque en Siria e Irak aún no se han registrado estos combates sí que lo han hecho en Libia, donde Daesh cuenta con alrededor de 10.000 combatientes y ha conseguido avanzar posiciones en los últimos meses.

Libia

En el país africano se han registrado también casos de mujeres occidentales que han hecho la hégira. No es de extrañar ya que desde las redes sociales, potenciales reclutadoras, que actualmente se encuentran en Siria e Irak, ya empezaron a avisar hace unos meses que debido a la dificultad de pasar la frontera de Turquía, las jóvenes podían participar en la construcción del califato uniéndose a las filas de Daesh allí.

De hecho, tres jóvenes cuya procedencia parece británica, dicen llevar viviendo en el país desde el comienzo del verano pasado y advierten desde sus redes sociales que la mejor opción es viajar al país del Norte de África. No son las únicas, ya que se estima que hay alrededor de mil en la zona y aunque la mayoría proceden de Túnez, se cree que han llegado unas 300, también hay mujeres de Marruecos, Egipto o Sudán y muchos de los combatientes están en contacto con jóvenes australianas a través de las redes sociales. No obstante, Libia no solamente se está convirtiendo en el nuevo país de peregrinaje, sino que es el primero en el que las mujeres han adquirido roles de combatientes.

El jefe del consejo militar de la ciudad de Sabratha, Taher al Gharabli, hizo unas declaraciones a The Times anunciando que en febrero siete mujeres fueron arrestadas y otras tres asesinadas mientras luchaban en el campo de batalla junto a otros yihadistas. El alcalde de la ciudad confirmó estas declaraciones y apuntó que aunque la mayoría de las mujeres se encargan de la logística, algunas ya participan activamente en la lucha armada junto a los hombres.

Rahma, una joven tunecina de 17 años que ha llevado a cabo la hegira a Libia, apunta en una conversación telefónica con su madre que cientos de mujeres están luchando con Daesh en el país africano junto a los hombres. Todas aquellas que son identificadas como potenciales luchadoras reciben un entrenamiento de tres semanas sobre armas o para llevar a cabo misiones suicidas. Y aunque no está claro cuando comenzó esta nueva variante estratégica por parte de los yihadistas, parece que la fuga de mujeres se incrementó después de que una joven tunecina miembro de la brigada Al Khansaa viajara de Siria a Libia en septiembre para formar una unidad de la misma índole en el país.

Las novias de Al Shabaab

Sin embargo, parece que Daesh no es el único grupo islamista que está reclutando mujeres para su causa y que Al Shabaab también está tomando nota de la lección. Pese a que aún hay una escasa información al respecto y que las migraciones a Somalia no son tan numerosas como en Siria, Irak y ahora Libia, si que se han registrado casos de mujeres que dentro del propio continente africano han decidido unirse al grupo somalí.

En marzo de 2015 tres mujeres jóvenes, estudiantes y procedentes de Kenia y Tanzania, fueron detenidas por intentar colarse en Somalia con la intención de unirse a Al Shabaab. Se trataba de la primera detención de mujeres yihadistas en el este de África que habían sido reclutadas a través de las redes sociales con la intención de casarse con algún combatiente. En agosto de ese mismo año otras dos mujeres de 28 y 23 años fueron arrestadas por los mismos cargos cuando trataban de entrar en el país junto a sus hijos.

Como en el caso de Daesh las mujeres no solamente desempeñan un rol relegado a las tareas domésticas sino que después del último atentado que ha tenido lugar en Baidoa (Somalia) en el que 30 personas fueron asesinadas, al menos uno de los dos terroristas que participaron en la masacre, era mujer. La joven detonó material explosivo que llevaba en el cuerpo cerca de un restaurante. El atentado fue reivindicado por Al Shabaab momentos después en unas declaraciones a Reuters.

De esta manera se pone de manifiesto que las mujeres están desempeñando un rol activo también dentro de este grupo terrorista asentado en Somalia. En junio de 2014 el FBI ya arrestó a tres mujeres que se dedicaban a proporcionar dinero a Al Shabaab. Dos de estas detenciones se llevaron a cabo en EE UU y una en Holanda, otras dos mujeres que formaban parte de la trama consiguieron huir a Kenia y Somalia. El FBI afirmaba entonces que las mujeres enviaban transferencias de entre 50 y 100 dólares a miembros del grupo terrorista utilizando códigos falsos como ‘gastos de mantenimiento’ para no despertar sospechas entre las autoridades.

Parece, por tanto, que la participación femenina dentro de Al Shabaab y de Daesh ha ido evolucionando y ganando peso dentro de la organización de los propios grupos terroristas y que su reducción a simples novias de la yihad no encaja con el rol que posteriormente llevan a cabo en la construcción del califato. Sobre todo, después de que al menos en Libia, estas puedan formar parte de la lucha armada, circunstancia inédita hasta la fecha, que puede servir como efecto llamada y que sienta un precedente para las mujeres que ahora mismo se encuentran en Siria e Irak o que pueden volver radicalizadas a sus países de orígenes dispuestas a sembrar el caos tal y como se presupone de sus homónimos masculinos.