Kenkanryu
(Odio por la ola coreana)

Sharin Yamano
289 páginas, Tokio, Shinyusha, 2005 (en japonés)


Cuando la televisión pública japonesa introdujo una serie surcoreana llamada Sonata de invierno en su canal por satélite en 2003, se inició una inesperada historia de amor por todo lo coreano. Los gobiernos de ambos países habían fomentado los intercambios culturales antes del Mundial que albergaron los dos Estados en 2002. Pero fue el melodrama televisivo, y no la política, lo que inspiró el boom en Japón. Los empresarios nipones se lanzaron a surfear la ola coreana. La cadena volvió a emitir el culebrón y, más tarde, publicó libros, produjo DVD y CD y patrocinó conciertos para promocionar la lengua, el arte y la música surcoreanas.

Pero no todo el mundo se ha enamorado de Corea. Un joven japonés dibujante llamado Sharin Yamano, deseoso de sumarse al movimiento contra el boom, colgó sus tiras anticoreanas en Internet. Una recopilación de sus viñetas se publicó el año pasado en formato manga. El resultado es un cómic titulado Kenkanryu, que mezcla vibrantes personajes y dibujos de estética apta para niños con temas para adultos: guerra, nacionalismo y política exterior.

El título combina tres caracteres chinos: ken (odio), kan (Corea) y ryu (ola o boom), lo que no despeja del todo la ambigüedad sobre si el autor invita a los lectores a odiar la ola coreana o a Corea. El texto sugiere ambas cosas, pero con un predominio de lo último. Los medios coreanos se apresuraron a condenar el libro, pero las reseñas japonesas se mostraron extrañamente equilibradas, que es como decir que no lo fueron en absoluto, dada la materia de la obra. La mayoría no llegaron a condenar al autor por distorsionar la historia e instigar sentimientos anticoreanos. El periódico derechista Sankei Shimbun, por ejemplo, alabó el cómic por su retrato imparcial y sosegado de los asuntos nipo-coreanos. Incluso el izquierdista Asahi Shimbun extendió la culpa desde el joven autor a toda la sociedad japonesa. El libro produjo rápidamente su propio miniboom, superando los 300.000 ejemplares vendidos en los primeros meses.

El libro se inicia con Kaname, un alumno de secundaria, que oye decir que los coreanos llegaron a la final del Mundial del 2002 sólo porque hicieron trampas. Entonces su abuelo le explica que los nipones que ocuparon Corea, incluido él, estaban comprometidos con la modernización del país. El chico está extrañado, pues sabe que su abuelo nunca mentiría, pero su versión contradice la de los medios sobre los abusos del Ejército japonés durante la ocupación.


El cómic, que ha vendido más de 150.000 ejemplares en Francia, plantea la cuestión de las relaciones entre el humor y lo sagrado, entre la burla y la religión


En clase, Kaname se apunta a un grupo de estudio y descubre "la verdad" sobre Corea. Examina las peticiones de ese país de compensaciones y las disculpas japonesas por las agresiones pasadas. Aprende los hechos sobre asuntos como la apropiación de la cultura nipona por Corea, los prejuicios de los medios nacionales y la disputa territorial sobre las islas Takeshima (Dokdo). Y las tres viñetas de la cubierta reflejan el tono del libro: "¡Ya no tenemos que pedir perdón ni compensar a Corea del Sur nunca más!".

"¿Por qué invadió las islas Takeshima, que son territorio japonés?", pregunta su novia Itsumi. "¡Pretenden que la cultura japonesa (los samuráis, el kendo, el sushi, la ceremonia del té, los ninja y el origami [papiroflexia]) es coreana!", acusa un líder del grupo de estudio.

Kaname tiene acceso a puntos de vista alternativos, en parte gracias a su
compañero japocoreano, Koichi. Sin embargo, el dibujante no elabora
un debate justo: Kaname y su novia tienen rasgos caucásicos, mientras
los ojos de Koichi son más rasgados y sus expresiones más exageradas.
Además, su visión es refutada más adelante, y los personajes
anticoreanos parecen tener la última palabra. Un retrato tan sesgado
sólo persigue falsear la historia en nombre del descubrimiento de la "verdad",
y deleitarse en el deporte de odiar a los coreanos.

Por suerte, el manga de Yamano es sólo eso: un cómic. Este género
ha alcanzado un enorme grado de evolución en Japón, donde se
han editado en ese formato muchos volúmenes serios. Yamano se diferencia
del resto en que ha conseguido utilizar Internet para pasar de la oscuridad
a la fama de un día para otro. Su trabajo tiene muchos seguidores entre los jóvenes frustrados por la posición de su país en el mundo, pero es poco probable que genere nuevos ultranacionalistas de la nada. En realidad, Yamano y compañía no han desplazado mucho a la ola original, y no pueden evitar que las amas de casa se deshagan por las estrellas de las series coreanas. Un estudio de la oficina del Ejecutivo japonés, publicado el pasado diciembre, afirmaba que el 51,1% de la población alberga sentimientos positivos hacia el país vecino. Por contra, sólo el 32,4% siente lo mismo por China.Y no puede negarse que el estado de ánimo del público ha desempeñado un papel significativo en la política exterior japonesa en algunos asuntos. Por ejemplo, tras la primera visita del primer ministro, Junichiro Koizumi, a Corea del Norte en 2002, la prensa y el público se obsesionaron con el destino de los japoneses secuestrados por agentes coreanos. Esto, a su vez, impidió que el Gobierno fuera más constructivo en las negociaciones con Pyongyang. Por desgracia, el probable sucesor de Koizumi, Shinzo Abe, aplicó la lección al revés: se convirtió en un héroe popular a fuerza de adoptar una línea muy dura en cuanto a los secuestros y se espera que mantenga su política exterior nacionalista si llega a premier.

Lo que deben preguntarse los líderes japoneses no es si el éxito de los desechos de la cultura popular, como este libro, se traducirán en presión política en cuanto al dossier coreano. Aún tienen libertad de acción para mover sus relaciones con las dos Coreas y China en una dirección más productiva, si tienen la inteligencia y el coraje para hacerlo. Pero si continúan provocando a sus vecinos, no podrá culparse a un dibujante o a una juventud que disfruta de sus cómics.

Steven Vogel, profesor de Ciencia
Política en la Universidad de California, Berkeley (EE UU), es autor
de Japan Remodeled (Cornell University Press, Ithaca, 2006).