La popular saga creada por George Lucas además de transportarnos a una Galaxia muy lejana, también muestra algunos elementos que hemos visto en conflictos recientes.

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Frazer Harrison/Getty Images

George Lucas creó una aventura de ópera espacial épica. Seguramente, no pretendía que sus películas fueran vistas como tratados de lo que podían ser las guerras del futuro. Pero lo cierto es que en su saga hay varios elementos que se han convertido en factores que pueden apreciarse al analizar los conflictos contemporáneos.

Buscar estos referentes en una obra de ficción puede resultar extraño, pero la verdad es que en los medios de comunicación estadounidenses son habituales en cabeceras tan prestigiosas como Washington Post, Time o The Economist.

La Guerra (asimétrica) de las Galaxias. Si se mira el conjunto de las saga, vemos que los diferentes bandos que aparecen en las películas practicarían algo muy parecido a la denominada guerra asimétrica y que tanto lleva dando de qué hablar desde el estallido de la guerra en Ucrania. Así lo defiende este artículo del International Security Network de Zurich.

El caso paradigmático es la Alianza Rebelde. Primero, utilizan espías para obtener información clave de las dos Estrellas de la Muerte. En El Retorno del Jedi, combinan una incursión de fuerzas especiales contra instalaciones claves imperiales con un asalto más convencional contra la temida estación espacial.

El Imperio confía más en su superioridad militar convencional, pero en ocasiones puntuales también recurre a algo parecido a la guerra asimétrica, como por ejemplo, cuando utiliza caza recompensas para atrapar a los héroes rebeldes en El Imperio Contraataca, lo que podría ser una equivalencia en el mundo real al uso de paramilitares o mercenarios.

En los tres primeros episodios (y en la serie de animación The Clone Wars) también vemos otros ejemplos de guerra asimétrica. Por ejemplo, los jedis actúan como fuerza paramilitar (o comandos) y reciben un amplio apoyo de fuerzas regulares (los soldados clon). Mientras que los separatistas emplean acciones subversivas para asesinar o secuestrar a personalidades de la República.

El uso de la fuerza militar contra civiles ayuda a los insurgentes. Una de las escenas más dramáticas del Episodio IV: Una Nueva Esperanza se produce cuando el Gran Moff Tarkin (interpretado por Peter Cushing) ordena que la Estrella de la Muerte destruya el planeta Alderaan. Buscando una demostración de fuerza para atemorizar a la Alianza Rebelde y evitar que otros sistemas se unan a su causa.

Si se va más allá de las películas, en el material que se ha publicado en cómics, novelas y videojuegos (el conocido como Universo Expandido) y que añade trasfondo a las historias de Star Wars, se explica cómo la destrucción del planeta proporcionó muchos reclutas nuevos a la Rebelión.

Evidentemente, no hay equivalencias morales entre Imperio/Estados Unidos o Yihadistas/Rebeldes. Pero en el mundo real, sí se puede ver cómo si una potencia no tiene cuidado al minimizar las bajas civiles en una campaña de bombardeos, puede acabar provocando que la población apoye a los insurgentes.

Un ejemplo claro es la acción de los drones en Yemen o Pakistán, y ya han aparecido voces como la de Robert Greiner, ex jefe de contraterrorismo de la CIA, asegurando que las bajas civiles provocan que se legitime el discurso de Al Qaeda.

El uso de armamento de destrucción masiva solo sirve para causar terror entre los civiles y no aporta grandes ventajas militares. Continuando con el ejemplo de la Estrella de la Muerte y Alderaan, es el momento de apogeo de esta superarma. Después, en el Episodio IV, no es lo bastante rápida para tener a tiro la base rebelde. Mientras que en El Retorno del Jedi, destruye a unas pocas naves enemigas en la batalla espacial en Endor, pero los rebeldes consiguen reducir su efectividad al situarse cerca de los destructores imperiales, y no puede utilizar su armamento por temor al fuego amigo.

En los conflictos contemporáneos, se ha visto limitada la verdadera utilidad bélica del armamento de destrucción masiva, especialmente el químico y bacteriológico. En la guerra entre Irán e Irak no sirvió para crear una ventaja decisiva en unos frentes muy estancados. Mientras que en Siria, todos los bandos han sido acusados de usar gas sarín u otras substancias, pero solo han servido para provocar masacres de civiles (como Ghouta y Jobar), y han sido inútiles para dar la superioridad en el campo de batalla.

De igual manera, conviene recordar que el armamento nuclear no se contempla como elemento para obtener ventaja en el campo de batalla, sino que los países poseedores normalmente lo conciben como elemento disuasorio.

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Philippe López/AFP/Getty Images)

El uso de drones en el campo de batalla. En los conflictos surgidos tras los atentados del 11-S, uno de los elementos que se ha popularizado en los medios de comunicación han sido los aviones no tripulados (aunque ya se habían usado en conflictos anteriores). En escenarios como Pakistán o Yemen vemos que se han empleado para atacar a insurgentes o como unidades de reconocimiento y espionaje.

Si se recuerda el inicio del Imperio Contraataca, Darth Vader está buscando con ahínco a los Rebeldes, y para ello envía robots sonda por todos los rincones de la Galaxia. Finalmente, uno de estos droides localiza el escondite de Luke Skywalker y los suyos en el remoto planeta helado de Hoth, lo que permite al Imperio desplegar una gran ofensiva.

En los tres primeros episodios (estrenados entre 1999 y 2005), la malvada Federación Comercial y los separatistas utilizan ejércitos de droides contra la República. Al ser historias de ciencia ficción, estos dispositivos actúan con total autonomía y no están dirigidos por humanos a distancia, como sucede con los drones reales; pero la incipiente robotización de los principales ejércitos del planeta es un tema que se ha analizado mucho como elemento clave en los campos de batalla del futuro.

El rol cada vez más decisivo de las fuerzas especiales. En toda la saga, muchas acciones pueden tener el paralelismo con operaciones de fuerzas especiales. Por ejemplo, el rescate de la princesa Leia en el Episodio IV (aunque también tiene inspiración medieval), el rescate del canciller Palpatine al inicio de La venganza de los Sith, o el caso realmente decisivo del ataque contra el generador del escudo de la Estrella de la Muerte en El Retorno del Jedi.

En el mundo real, los países prefieren mantener las informaciones sobre fuerzas especiales en secreto (salvo cuando hay éxitos espectaculares), pero es innegable que su rol ha ido en aumento desde la Segunda Guerra Mundial, y más concretamente en los conflictos que se viven tras el 11-S.

Un ejemplo de cómo las fuerzas especiales han sido tan decisivas como el comando que dirige Han Solo en el Episodio VI podría ser el apoyo que Estados Unidos dio con estas unidades de élite a la Alianza del Norte en el avance de los talibanes a finales de 2001.

El peso de las fuerzas especiales irá a más. Por ejemplo, en el caso de la coalición contra Daesh, todo apunta a que, de momento, aumentarán sustancialmente las operaciones de comandos en detrimento de una ofensiva con fuerzas terrestres convencionales.

¿Vale todo para luchar contra una tiranía? La saga de Star Wars ha dado lugar a decenas de referencias en otras películas, una de las más destacadas es un diálogo en Clerks sobre la destrucción de la segunda Estrella de la Muerte. En esta escena discuten sobre si la Alianza Rebelde es culpable de la muerte de miles de trabajadores que construían la estación espacial, o si estos empleados eran cómplices del Imperio.

La dualidad terrorista/rebelde y su reflejo en Star Wars también ha dado de qué hablar en la prensa estadounidense en las últimas semanas, como este artículo de Los Angeles Times. Este debate lo hemos visto en los conflictos recientes, por ejemplo, tal y como señala el citado artículo, ¿la muerte de civiles cuándo se considera un crimen y cuándo es un daño colateral? O en el caso de Siria, se ha discutido mucho sobre a qué grupos debe ayudar Occidente.

Otro ejemplo de cómo la prensa estadounidense utiliza Star Wars para plantear diferentes dilemas, es el reciente estudio de un profesor de la Universidad de St. Louis que indica que destruir la Estrella de la Muerte habría traído una fuerte crisis económica a la Galaxia, debido a que el sistema financiero estaría muy comprometido con este proyecto.

Conseguir el apoyo de la población civil. Otra de las ventajas que consigue la Alianza Rebelde frente al Imperio es que obtiene el apoyo de numerosas razas que pueblan la Galaxia que ideó George Lucas. En especial conviene recordar a los ewoks, que son decisivos en la batalla final. Frente a esta fuerza multirracial, está el Imperio, cuyas filas están compuestas mayoritariamente por humanos, y prefiere optar por una política de extensión del terror.

De igual manera, en el Episodio I, La amenaza fantasma, las fuerzas se igualan cuando los gungan deciden ayudar a los humanos de Naboo para derrotar a la poderosa Federación Comercial. Además en los tres primeros capítulos y el universo de las Guerras Clon, los dos bandos buscan el apoyo del mayor número de razas posible.

Aquí estamos ante un ejemplo claro de lo que dice la teoría en los conflictos con fuerzas insurgentes. El apoyo popular es clave para determinar qué bando acabará consiguiendo la victoria final, dejando en un segundo lugar cuestiones como el teórico poder militar. En Una Nueva Esperanza, la princesa Leia ya se lo advierte al malvado Gran Moff Tarkin, “mientras más fuerte apriete el puño, Tarkin, más sistemas se le escurrirán entre los dedos”.