Un bálsamo para el drama de las infraviviendas en Venezuela

El crecimiento incontrolado de las ciudades y las malas políticas urbanísticas han generado que muchos venezolanos habiten en condiciones precarias. El plan Misión Vivienda, uno de los legados de Chávez, pretende dar un hogar digno a cuatro millones de personas en todo el país. He aquí un repaso a un proyecto no exento de desafíos. – Santi Donaire

 

 

Santi Donaire/NERVIO FOTO

Un techo para los más necesitados. La Misión Vivienda, creada en 2011 por el presidente Hugo Chávez y en la que se han invertido 200.000 millones de bolívares, pretende la construcción masiva de viviendas públicas para aquellas personas que vivían en zonas de riesgo por catástrofe natural o en condiciones indignas.

 

 

 

 

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Centro o periferia. La localización de las viviendas en la ciudad ha generado multitud de debates entre la población. Se intenta crear un equilibrio entre la creación de ciudades dormitorios y la búsqueda de terrenos desocupados afectados por la especulación en el centro de la ciudad.

 

 

 

 

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La subvención como garantía. El Estado otorga un subsidio del 80% del precio de la vivienda para una persona que gane un salario mínimo. A las personas que perciban el equivalente a dos sueldos mínimos, se les subsidia el 54%. Para aquellos que perciban el equivalente a tres salarios mínimos, el aporte es del 28,3%.

 

 

 

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Un proyecto de envergadura. El objetivo de la Misión Vivienda es la construcción de 4 millones de casas a lo largo de todo el país. Hasta el momento la cifra
asciende a más de 600.000 ya construidas.

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Ayuda exterior. La financiación y participación de empresas extranjeras han sido clave en la ejecución de la Misión Vivienda. Se han firmado convenios con Rusia, China, Brasil, Uruguay o España.

 

 

 

 

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Reactivación interior. Una de las grandes beneficiadas de este macroproyecto nacional ha sido la industria de la construcción que ha tenido que ampliarse y renovarse para poder prestar todos los materiales necesarios.

 

 

 

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La Gran Misión. Ciudad Tiuna es un complejo residencial a las afueras de Caracas. Con la ayuda de empresas rusas y chinas, el Estado venezolano está construyendo más de 26.000 apartamentos.

 

 

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Reinventar la convivencia. El gran reto que supone este nuevo panorama es la convivencia. Las familias beneficiadas con nuevo hogar provienen de viviendas unifamiiares de las partes más altas de los barrios venezolanos. En esta nueva realidad, tienen que aprender a convivir en un espacio vertical y compartido muy distinto a su antiguo entorno.

 

 

 

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La vuelta a un hogar. La mayor parte de las familias que reciben una vivienda nueva fueron desalojadas tras las fuertes lluvias de 2010. Desde ese momento y hasta hoy han esperado en cientos de refugios repartidos por todo el país durante varios años.

 

 

 

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El peligro de la aglomeración. Durante años la construcción incontrolada y motivada por nefastas políticas de urbanismo en los 70 y 80 han provocado que el 65% de la población de Caracas viva en viviendas precarias en los cerros de
la ciudad. Esta situación fue creando una realidad social, urbanística, económica y política muy compleja y en ocasiones problemática.

 

 

 

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Servicios contra la marginación. Uno de los mayores temores y dudas que genera este plan de construcción de viviendas públicas es la mencionada creación de barrios o ciudades dormitorio a las afueras de las ciudades. A pesar de que cada núcleo tiene programado un plan de convivencia y de prestación y equipamientos de servicios básicos, el fantasma de generar pequeños guetos en un futuro está presente.

 

 

 

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Participación popular. Las familias que van a ser realojadas en viviendas de nueva construcción participan de asambleas previas meses antes de la entrega para decidir las normas básicas de convivencia del nuevo conjunto residencial.