Calles de Hanoi, Vietnam uno de los 'mercados frontera'. (Hoang Dinh Nam/AFP/Getty Images)
Calles de Hanoi, Vietnam uno de los ‘mercados frontera’. (Hoang Dinh Nam/AFP/Getty Images)

Son países que han experimentado cambios políticos, demográficos y económicos significativos. Pueden llegar a competir con los famosos BRICS y con algunos países desarrollados, pero ¿qué les hace realmente tan atractivos?

El proceso de desaceleración económica que están sufriendo los BRICS es el resultado del estancamiento de las economías avanzadas y de su propia falta de reformas internas que permitirían la liberalización de los mercados de capitales. Sin embargo, esta situación ha ayudado a descubrir un grupo de países que están creciendo a tasas cercanas al 10% anual.

Son los llamados mercados frontera, que cuentan con abundantes recursos naturales y al mismo tiempo con bajos costes laborales. Se trata de un grupo heterogéneo de países que hasta hace una década se caracterizaban por su inestabilidad, acceso limitado y escasa liquidez. Hoy, después de haber experimentado mejoras sustanciales en sus variables fundamentales, empiezan a consolidarse como una alternativa real a las economías desarrolladas en cuanto a inversión directa extranjera se refiere. Vietnam, Nigeria o los Emiratos Árabes Unidos son algunos de ellos.

¿Qué les hace tener un porvenir económico?

Su demografía es uno de los factores que les hace ser tan atractivos económicamente. Los mercados frontera están experimentando un auge poblacional sin precedentes y las proyecciones, publicadas por la United Nations Population Division, apuntan a que en los próximos 90 años se vislumbre un horizonte esperanzador para este conjunto de países.

Para los BRICS las estimaciones demográficas de Naciones Unidas prevén un crecimiento poblacional sostenido hasta 2050 (una cifra próxima a los 3.500 millones de personas). A partir de ese año, comenzarán un suave descenso hasta alcanzar en 2100 cifras similares a la que tienen en la actualidad, pero estos datos no les impedirán seguir siendo el bloque de países más poblado del planeta. La política de un solo hijo en China reducirá drásticamente su fuerza laboral (sin duda contribuirá de manera decisiva al descenso de la población china a partir del año 2040 aproximadamente) y sólo India, con más de 1.500 millones de personas, y Sudáfrica, con más de 64, poseerán en 2100 un saldo poblacional positivo con respecto a las cifras actuales.

El panorama es peor para las economías desarrolladas. Las previsiones para el año 2100 muestran una fuerte contracción poblacional en la gran mayoría de las economías avanzadas, a excepción de Estados Unidos, Francia y Reino Unido, que verán crecer sus respectivas poblaciones como consecuencia del mantenimiento de las elevadas tasas de natalidad por parte de las diferentes comunidades de inmigrantes afincadas en sus territorios y por la llegada de inmigrantes de sus antiguas colonias, en su gran mayoría considerados hoy mercados frontera. Y es que una buena parte de la población de estos mercados se quedarán en sus lugares de origen, pero otros emigrarán a las antiguas metrópolis en busca de más y mejores oportunidades. Además, el progresivo envejecimiento de la población de los países desarrollados incrementará el coeficiente de dependencia de estas economías, disminuyendo el porcentaje de la población productiva (entendido como el segmento poblacional que se encuentran entre los 15 y los 64 años de edad) y aumentando la proporción que empleará recursos sin contribuir. En Europa, la ratio alcanzará en el año 2055 una cifra próxima al 76% y perjudicará gravemente a la sostenibilidad de una de las señas de identidad del proyecto europeo: el Estado del bienestar.

¿Cuáles son los pronósticos?

Los pronósticos de Naciones Unidas para los mercados frontera difieren por completo de los contemplados hasta el momento y ponen de manifiesto el enorme potencial de este conjunto de países heterogéneos. En 2100 la población de estos mercados duplicará la actual al rebasar los 2.000 millones de personas y superará en más de 500 millones al conjunto de países OCDE. Este ascenso estará liderado por el impulso de los mercados frontera asiáticos como Pakistán, que se convertirá para esa fecha en el séptimo país más grande del mundo con 263 millones de habitantes y africanos como Nigeria, que con 1.000 millones de personas en 2100 no solo superará en población a todo un continente como Europa, sino que se convertirá en el tercer país más poblado del mundo por detrás de India y China. Otros países como Zambia, con 124 millones en 2100, Bangladesh, con 182 millones, o Kenia, con 160 millones, también contribuirán de manera decisiva.

Lo positivo y lo negativo

Este crecimiento representa una oportunidad y un desafío para los mercados frontera. Una oportunidad puesto que las elevadas tasas de crecimiento poblacional pueden traducirse en un dividendo demográfico, es decir, pueden hacer que la fuerza de trabajo crezca a ritmo mayor que la población que depende de ella y por ende, que se liberen recursos para ser invertidos en el desarrollo económico de estos países. Para el año 2050, África tendrá el mayor porcentaje de población en edad de trabajar (>65%), por delante de Asia (<65%) y Europa (<55%); y la mayoría de estos mercados proceden del continente africano. Además, el aumento de la fuerza laboral y del número de nuevos consumidores en estos mercados puede resultar atractivo para las multinacionales de las economías avanzadas y emergentes y servir para catalizar la llegada de compañías que ayuden a diversificar y modernizar el tejido productivo de estos países.

Pero este fenómeno también representa un importante reto para los mercados frontera. El boom demográfico ofrece la posibilidad, pero no garantiza el progreso económico. El aumento de la competencia por los recursos y del número de personas que exigen más y mejores servicios sociales e instituciones, puede derivar en nuevos conflictos o en un recrudecimiento de los ya existentes, y por lo tanto en un incremento de la inestabilidad política que impida o lastre el desarrollo económico.

¿Serán los gobernantes de estos países capaces de manejar las tensiones derivadas de los auges poblacionales?, ¿podrán rentabilizar el dividendo demográfico? Por ahora, parece que sí.