En época de vacas gordas y en época de vacas flacas, siempre viene bien ser verdaderamente rico.

 

 

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Olvídense de la recesión: no ha habido en la historia de la humanidad un periodo mejor para formar parte del club más selecto del mundo, el de los ultrarricos.

Es cierto que, al principio, la crisis económica mundial golpeó con fuerza al 1% que constituyen los más ricos de Estados Unidos y fue responsable de la mitad de sus pérdidas de ingresos. La proporción de la renta estadounidense que representaban cayó del 23,5% al 18,1%. Ahora bien, durante la lenta recuperación, las rentas más altas se han recobrado con mucha más energía. En 2010, concluye el economista Emmanuel Saez, “el 1% más rico absorbió el 93% del incremento de rentas durante el primer año de recuperación”.

Hay dos factores que explican por qué está siendo tan distinta la recuperación de los ricos de la de los demás. En primer lugar, el desempleo masivo ha arruinado a millones de personas que reciben todas o casi todas sus rentas del trabajo asalariado, mientras que no ha afectado de forma directa a la minoría que vive de sus inversiones. La mayor parte de la riqueza de los superricos consiste en acciones, obligaciones y otros activos financieros. Segundo, para el ciudadano estadounidense medio, el elemento de riqueza más importante es el hogar familiar. Y, aunque la bolsa se ha recuperado, a 30 de junio, el 31% de los propietarios de viviendas en Estados Unidos seguían sumergidos, con una deuda hipotecaria mayor que el valor de su casa.

El estallido de la burbuja inmobiliaria es la razón principal por la que el valor neto medio de la familia estadounidense típica descendió casi un 40% entre 2007 y 2010. Y, si bien la Reserva Federal y otros organismos del Gobierno han conseguido estabilizar y reanimar el sector financiero y la bolsa con instrumentos como la fijación de unos tipos de interés bajos, que han permitido aumentar los beneficios, el bloqueo político ha impedido avanzar hacia la cancelación o la reestructuración de la enorme deuda que persiste en el mercado inmobiliario de clase media. ¿El resultado? La riqueza de las familias estadounidenses normales está por debajo del nivel anterior a la recesión.

¿Y qué ocurre en el resto del mundo? Los datos sobre los ricos son difíciles de obtener. Los oligarcas rusos, los magnates mexicanos y los príncipes comunistas chinos no tienen costumbre de revelar todo lo que poseen. Sin embargo, la información disponible sugiere que el modelo es bastante similar en todo el mundo al de Estados Unidos.

Al comenzar la recuperación, en 2009, la riqueza total de los 10 millones de millonarios y multimillonarios del mundo creció un 18,9%, según un informe elaborado por Merrill Lynch y la consultora con sede en París Capgemini. Después de una caída del 20% en 2008, la riqueza total del grupo volvió a estar cerca de su tope de 2007 a finales de 2010. En dicho año, el 1% más rico del planeta tenía el 44% de la riqueza mundial, según Credit Suisse. El porcentaje era ligeramente superior al del año 2000, en el que el 1% más rico poseía el 40% de los bienes mundiales, según un informe presentado en 2008 por el Instituto Mundial de Investigaciones sobre Economía del Desarrollo. Al mismo tiempo, la mitad más pobre de la población mundial -alrededor de 3.500 millones de personas- tiene menos del 1% de la riqueza mundial y muchas de ellas sufren hoy, además, las consecuencias de la subida del precio de los alimentos.

Por eso no es quizás extraño que, en pleno periodo de desempleo masivo y desesperación popular en gran parte del mundo industrializado, así como de desaceleración del crecimiento en China y otras economías emergentes, los ricos del mundo estén estupendamente. Menos de la cuarta parte de los más ricos del mundo ven con pesimismo sus perspectivas de futuro, según un sondeo realizado este año por la consultora Knight Frank y Citi Private Bank. En 2012, los entrevistados para el informe Millionaire Outlook de Fidelity Investments se muestran más optimistas sobre su futuro económico que en los cinco años anteriores. Ahora bien, conviene anotar que la cuarta parte de los millonarios preguntados por Fidelity dicen que no se consideran ricos; aunque sí lo harían si tuvieran cinco millones más de dólares.

Desde luego, los ricos son diferentes a nosotros. Se recuperan a mucha más velocidad de las catástrofes económicas mundiales.

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