A: Nuevo Presidente del Gobierno

DE: Jefe de los Asesores para las Relaciones Internacionales

RE: Primeras iniciativas de política exterior

FECHA: 15 de marzo de 2004

Presidente, pasado el momento de felicitarte por la victoria electoral, ha
llegado el de perfilar tus primeras iniciativas de política exterior.
Iniciamos el año 2003 con un brusco alineamiento con
Estados Unidos y lo terminamos aislados en la Unión Europea
.
Poco importa si estuviste a favor o en contra de las decisiones que han conducido
a esto, lo importante es que si esta situación se prolonga la posición
internacional de España se deteriorará. Por ello, el arranque
de tu mandato debería orientarse a corregir rumbo. Hoy la corrección
resultaría discreta y no traumática, pero con el tiempo puede
hacerse mucho más difícil.

El alineamiento nos está haciendo daño
En primer lugar, porque ha asociado a España con una política
que se ha revelado mal concebida y que está acarreando un alto coste:
España no tiene por qué pagar ese coste. En segundo lugar, porque
ha deteriorado nuestras relaciones con Francia y Alemania, que son, desde
cualquier punto de vista que se mire, cruciales para nuestro país:
España debe recomponer esas relaciones. En tercer lugar, porque una
gran mayoría de la opinión pública española rechaza
tanto el alineamiento con Estados Unidos como el aislamiento en la Unión
Europea: España necesita una política exterior
que cuente con la solidez y credibilidad que sólo puede concederle
un apoyo popular amplio y sostenido.

Estados Unidos no es nuestro socio más importante
Es el país más importante del mundo, pero eso no quiere decir
que sea nuestro socio principal. Y no porque nosotros no lo queramos, sino
porque Washington no nos necesita tanto. Las relaciones internacionales no
se basan en los deseos sino en la convergencia de intereses. En materia de
comercio, de inversiones o de turismo, las cifras de nuestros intercambios
con Estados Unidos dejan ver que no estamos entre sus socios preferentes.
Políticamente, Estados Unidos no necesita a España para influir
en Rusia y sus vecinos, ni en Asia ni en Oriente Medio, y tampoco en África.
Para influir en la UE cuenta con el Reino Unido y, cada día más,
con Polonia. Desconfía de la opinión pública española,
que, equivocadamente, considera antiamericana. A Estados Unidos le interesa
nuestra influencia en América Latina, pero para conservarla España
necesita que esa influencia se diferencie de la estadounidense. De no ser
así, los latinoamericanos tratarán directamente con Washington.
Y aunque Washington agradezca nuestro voto en el Consejo de Seguridad de Naciones
Unidas, no podemos olvidar que ese puesto es temporal.
No hay duda de que a España le interesa potenciar
sus relaciones con Estados Unidos, pero no al precio de debilitarlas con los
socios con quienes tenemos intercambios más intensos, intereses más
convergentes y percepciones mutuas más favorables.
Y tampoco
hay necesidad de hacerlo. Es cierto que mientras Washington diga “quien
no está conmigo está contra mí” habrá dificultades
para armonizar ambas cosas; pero eso pasará. Para derrotar al terrorismo
Estados Unidos necesita el concurso de países que conciben esa lucha
de manera distinta a Washington. Países que no la ven como una guerra
militar sino más bien como una gran operación policial y que
no sólo pretenden neutralizar a los terroristas, sino también
erradicar las causas del terrorismo. Y como Estados Unidos es un país
pragmático, terminará abandonando el “conmigo o contra
mí” para obtener mejores resultados en la lucha contra el terrorismo.

La última razón de España debe ser europea

En el mundo de la globalización, los países pequeños
y medianos lo tenemos difícil. Los más favorecidos son los actores
grandes, como Estados Unidos o China. El “factor talla” se deja
notar, no sólo entre empresas, sino también entre países.
La Unión Europea es una fórmula que puede hacer frente a este
reto. Para salir bien parada de la globalización, España tiene
que asegurarse un puesto en el centro de la Unión Europea. Una Unión
cuya cohesión es todavía débil, porque se construye desde
la razón y no desde la pasión.
La UE no debe alimentarse de pasión antiamericana, aunque ello pueda
resultar popular. Debe atenerse con firmeza a la razón europea. Son
cosas compatibles, salvo que la Administración estadounidense maniobre
contra la unidad de la UE. Si ocurre, deberemos decir a Washington que para
eso no cuente con España. Sólo así aseguraremos nuestro
puesto en el centro de la Unión Europea. Nuestra geografía,
demografía, fuerza militar y economía no nos conceden por sí
solas esa posición. Sólo potenciando con una firme voluntad
europeísta todo lo que España aporta a la Unión y a su
proyección exterior nos asentaremos en su centro. Y esta posición
pesará más que todos los votos y vetos que podamos conservar
en la Constitución Europea.
Presidente, debemos recomponer las relaciones con Francia y Alemania pensando
en mayorías para avanzar antes que en minorías para bloquear.
Sólo así será posible preservar nuestro peso en la Unión,
fortalecer su cohesión e influir más efectivamente en su evolución.
Si permanecemos aislados en la UE no impediremos que otros avancen, sólo
conseguiremos quedarnos atrás. Este riesgo se ha abierto ante España
tras el fracaso de la Conferencia Intergubernamental (CIG) en diciembre, y
para conjurarlo durante los próximos meses España
debe convertirse en una activa promotora de la aprobación del Tratado
Constitucional de la UE.

Igualmente, y aunque sea impopular, España debe aumentar
sus gastos de defensa
para unirse a Francia, Alemania, el Reino Unido
y los restantes países dispuestos a pasar de los papeles a los hechos
y dotar a la Unión Europea de capacidad de planeamiento y de actuación
militar propia.

La fuerza no pacificará Oriente Medio
Fuera el que fuese el objetivo del presidente Bush al invadir Irak, casi un
año después, ese país continúa sumido en la violencia,
Al Qaeda sigue activa, Oriente Medio está más desestabilizado
que antes, el resentimiento musulmán se ha extendido, las relaciones
de Washington con Francia y Alemania se han reducido a una “alianza
fría”, y las tensiones raciales y religiosas han crecido en el
mundo. ¿Debemos continuar esperando a que los cálculos del presidente
Bush se hagan realidad o es hora de corregir rumbo?
Presidente, nadie sabe cómo evolucionará Oriente Medio en los
próximos tiempos. Ahora bien, condicionar toda nuestra
política exterior a lo que pueda ocurrir en la región del mundo
con futuro más incierto, decididamente, no es una buena idea.

Ese futuro depende sobre todo de los sectores iraquíes mayoritarios,
que están en posición expectante. Si se inclinan en un sentido
pueden hacer posible la estabilización del país y si se inclinan
en el otro pueden imposibilitarla. Las decisiones de mantener o retirar las
fuerzas de ocupación las tomará la coalición anglo-americana.
España está en el juego, pero no controla ni una cosa ni otra.
En tu discurso de investidura, Presidente, tendrás
que anunciar si las tropas españolas continuarán en Irak. Te
aconsejo que anuncies que las retirarás tras completar su actual misión
y que, una vez que el país recupere la soberanía, tratarás
con las nuevas autoridades iraquíes sobre la mejor contribución
de España a la estabilización y la reconstrucción del
país.


Del mismo modo, Presidente, conviene que reafirmes el compromiso de
España con la paz entre israelíes y palestinos. La mejor manera
de hacerlo sería proponer a las Cortes que apoyen
el Acuerdo de Ginebra
. Aunque no está respaldado por quienes
hoy mandan, tiene el valor de mostrar que existen palestinos e israelíes
capaces de ponerse de acuerdo sobre cómo vivir en paz. En otras palabras,
el Acuerdo de Ginebra es hoy la mayor esperanza para la paz, y España
debe poner viento en sus velas.
Marruecos y España tienen que aprender a ser amigos.

Presidente, la política exterior comienza con los vecinos; si eso
no va bien, no irá bien el resto. Hoy nuestras relaciones con Marruecos
no van como deberían ir. Aquí te encuentras ante una prioridad
inexcusable. Ante un problema fácil de empeorar y difícil de
arreglar. Tan fácil de empeorar que no es descartable que Marruecos
intente hacerlo para amortiguar tensiones internas. Tan difícil de
arreglar, debido a la multiplicidad y complejidad de los temas en juego, que
tendrás que trabajar en ello sin descanso los cuatro años de
tu mandato.
Mi consejo, Presidente, es que Marruecos sea el destino de
tu primer viaje al extranjero. El encuentro de alto nivel de diciembre pasado
está próximo pero la relación personal entre el nuevo
Presidente del Gobierno de España y el Rey de Marruecos es importante
.
La cortesía marroquí te garantiza que serás bien recibido.
Si puedes hacer el viaje con algún nuevo dossier resuelto, mejor que
mejor. Pero el sentido del viaje debe ser ofrecer y pedir al rey Mohamed VI
cuatro años de trabajo serio para que al final de ese plazo lo difícil
sea estropear las relaciones y lo fácil seguir mejorándolas.
A la postre, los dos países sabemos que, por arduo que a veces resulte
ser amigos, volvernos enemigos supondría un desastre para ambos. No
caben ilusiones, lo que se necesita es rumbo firme y perseverancia.

Mostrar que nuestra política iberoamericana es diferente
a otras

Van ya seis años consecutivos en los que el crecimiento económico
de América Latina no alcanza el 2%. Esto significa más pobreza,
más desempleo, mayor desigualdad y malestar social. Argentina, Bolivia,
Colombia, Ecuador y Venezuela viven situaciones más que delicadas.
Si Brasil no sale pronto de la recesión, el lastre de su deuda pesará
más que las esperanzas que ha despertado Lula. Lo que preocupa a Estados
Unidos es blindar su frontera con México, erradicar las drogas de Colombia
y derribar el régimen de Fidel Castro. Para casi todos nuestros socios
en la UE, América Latina es una prioridad de segundo orden. Si en algún
momento España debe hacer notar que su relación con Latinoamérica
es especial, es ahora.
Presidente, recibe y visita a tus colegas hispanoamericanos.
No hace falta que les cuentes lo que Washington dice, pues lo saben de sobra,
pero sí preguntarles cómo les puedes ayudar
ante Washington, pues lo que Washington les ofrece no les gusta.
Habla
con las empresas españolas inversoras en Latinoamérica y diles
que, si de verdad sus inversiones son estratégicas, no deben desinvertir
guiándose solo por criterios contables. Escúchales cuando te
digan que el Gobierno debe dejar de referirse a las inversiones españolas
con retórica imperial, porque eso sólo crea problemas a unas
empresas de servicios expuestas a la opinión pública.

Multilateralismo eficaz, no ley del más fuerte
Mejorar la situación del mundo no es sólo cuestión de
neutralizar amenazas; es, sobre todo, cuestión de ir creando un orden
justo y libre. Los problemas del mundo no se reducen a que grupos terroristas
puedan hacerse con armas de destrucción masiva, y, además, esa
amenaza no puede neutralizarse sólo con medios militares. La pobreza,
las desigualdades crecientes, los desplazamientos masivos de población,
el deterioro del medio ambiente, la extensión del sida, del crimen
organizado y la inestabilidad financiera, son otros tantos problemas. Y todos
ellos requieren una acción multilateral que mejore la situación
de buena parte de la humanidad, incluidas las regiones donde se incuba el
terrorismo.
El derecho internacional necesita cambios (porque hay nuevas
amenazas, para precisar mejor qué es terrorismo
, para hacer
más efectivo y representativo el Consejo de Seguridad de la ONU, para
proteger mejor los derechos humanos, para mejorar la ayuda al desarrollo),
pero los cambios del derecho internacional deben hacerse de acuerdo con el
derecho internacional. No retrocedamos a la ley del más fuerte, fortalezcamos
las instituciones multilaterales.
Presidente, por lo que se refiere a estos temas, te sugiero que declares formalmente
tres cosas: primero, que España no comparte la doctrina de los ataques
preventivos y de los cambios de régimen por la fuerza; segundo, que
se propone ayudar a que se creen organismos regionales que potencien la influencia
de sus miembros en las organizaciones internacionales, y, tercero, que va
a esforzarse para que los países de la UE promuevan conjuntamente iniciativas
para fortalecer el sistema de Naciones Unidas.


Recomendación

Procura que tus planteamientos en el discurso de investidura no acentúen
la división entre Gobierno y oposición. Fija una reunión
con el jefe de la oposición para hacerle partícipe de las iniciativas
que vas a tomar y, en su caso, concertar su desarrollo. Haz
llegar a Rabat, París, Berlín y Washington indicaciones de lo
que te propones hacer.
Si estás de acuerdo, comenzaremos a elaborar
detalladamente los elementos de este memorándum.


DE ACUERDO

EN DESACUERDO

REQUIERE MÁS ELABORACIÓN

A: Nuevo Presidente del Gobierno

DE: Jefe de los Asesores para las Relaciones Internacionales

RE: Primeras iniciativas de política exterior

FECHA: 15 de marzo de 2004

Presidente, pasado el momento de felicitarte por la victoria electoral, ha
llegado el de perfilar tus primeras iniciativas de política exterior.
Iniciamos el año 2003 con un brusco alineamiento con
Estados Unidos y lo terminamos aislados en la Unión Europea
.
Poco importa si estuviste a favor o en contra de las decisiones que han conducido
a esto, lo importante es que si esta situación se prolonga la posición
internacional de España se deteriorará. Por ello, el arranque
de tu mandato debería orientarse a corregir rumbo. Hoy la corrección
resultaría discreta y no traumática, pero con el tiempo puede
hacerse mucho más difícil.

El alineamiento nos está haciendo daño
En primer lugar, porque ha asociado a España con una política
que se ha revelado mal concebida y que está acarreando un alto coste:
España no tiene por qué pagar ese coste. En segundo lugar, porque
ha deteriorado nuestras relaciones con Francia y Alemania, que son, desde
cualquier punto de vista que se mire, cruciales para nuestro país:
España debe recomponer esas relaciones. En tercer lugar, porque una
gran mayoría de la opinión pública española rechaza
tanto el alineamiento con Estados Unidos como el aislamiento en la Unión
Europea: España necesita una política exterior
que cuente con la solidez y credibilidad que sólo puede concederle
un apoyo popular amplio y sostenido.

Estados Unidos no es nuestro socio más importante
Es el país más importante del mundo, pero eso no quiere decir
que sea nuestro socio principal. Y no porque nosotros no lo queramos, sino
porque Washington no nos necesita tanto. Las relaciones internacionales no
se basan en los deseos sino en la convergencia de intereses. En materia de
comercio, de inversiones o de turismo, las cifras de nuestros intercambios
con Estados Unidos dejan ver que no estamos entre sus socios preferentes.
Políticamente, Estados Unidos no necesita a España para influir
en Rusia y sus vecinos, ni en Asia ni en Oriente Medio, y tampoco en África.
Para influir en la UE cuenta con el Reino Unido y, cada día más,
con Polonia. Desconfía de la opinión pública española,
que, equivocadamente, considera antiamericana. A Estados Unidos le interesa
nuestra influencia en América Latina, pero para conservarla España
necesita que esa influencia se diferencie de la estadounidense. De no ser
así, los latinoamericanos tratarán directamente con Washington.
Y aunque Washington agradezca nuestro voto en el Consejo de Seguridad de Naciones
Unidas, no podemos olvidar que ese puesto es temporal.
No hay duda de que a España le interesa potenciar
sus relaciones con Estados Unidos, pero no al precio de debilitarlas con los
socios con quienes tenemos intercambios más intensos, intereses más
convergentes y percepciones mutuas más favorables.
Y tampoco
hay necesidad de hacerlo. Es cierto que mientras Washington diga “quien
no está conmigo está contra mí” habrá dificultades
para armonizar ambas cosas; pero eso pasará. Para derrotar al terrorismo
Estados Unidos necesita el concurso de países que conciben esa lucha
de manera distinta a Washington. Países que no la ven como una guerra
militar sino más bien como una gran operación policial y que
no sólo pretenden neutralizar a los terroristas, sino también
erradicar las causas del terrorismo. Y como Estados Unidos es un país
pragmático, terminará abandonando el “conmigo o contra
mí” para obtener mejores resultados en la lucha contra el terrorismo.

La última razón de España debe ser europea

En el mundo de la globalización, los países pequeños
y medianos lo tenemos difícil. Los más favorecidos son los actores
grandes, como Estados Unidos o China. El “factor talla” se deja
notar, no sólo entre empresas, sino también entre países.
La Unión Europea es una fórmula que puede hacer frente a este
reto. Para salir bien parada de la globalización, España tiene
que asegurarse un puesto en el centro de la Unión Europea. Una Unión
cuya cohesión es todavía débil, porque se construye desde
la razón y no desde la pasión.
La UE no debe alimentarse de pasión antiamericana, aunque ello pueda
resultar popular. Debe atenerse con firmeza a la razón europea. Son
cosas compatibles, salvo que la Administración estadounidense maniobre
contra la unidad de la UE. Si ocurre, deberemos decir a Washington que para
eso no cuente con España. Sólo así aseguraremos nuestro
puesto en el centro de la Unión Europea. Nuestra geografía,
demografía, fuerza militar y economía no nos conceden por sí
solas esa posición. Sólo potenciando con una firme voluntad
europeísta todo lo que España aporta a la Unión y a su
proyección exterior nos asentaremos en su centro. Y esta posición
pesará más que todos los votos y vetos que podamos conservar
en la Constitución Europea.
Presidente, debemos recomponer las relaciones con Francia y Alemania pensando
en mayorías para avanzar antes que en minorías para bloquear.
Sólo así será posible preservar nuestro peso en la Unión,
fortalecer su cohesión e influir más efectivamente en su evolución.
Si permanecemos aislados en la UE no impediremos que otros avancen, sólo
conseguiremos quedarnos atrás. Este riesgo se ha abierto ante España
tras el fracaso de la Conferencia Intergubernamental (CIG) en diciembre, y
para conjurarlo durante los próximos meses España
debe convertirse en una activa promotora de la aprobación del Tratado
Constitucional de la UE.

Igualmente, y aunque sea impopular, España debe aumentar
sus gastos de defensa
para unirse a Francia, Alemania, el Reino Unido
y los restantes países dispuestos a pasar de los papeles a los hechos
y dotar a la Unión Europea de capacidad de planeamiento y de actuación
militar propia.

La fuerza no pacificará Oriente Medio
Fuera el que fuese el objetivo del presidente Bush al invadir Irak, casi un
año después, ese país continúa sumido en la violencia,
Al Qaeda sigue activa, Oriente Medio está más desestabilizado
que antes, el resentimiento musulmán se ha extendido, las relaciones
de Washington con Francia y Alemania se han reducido a una “alianza
fría”, y las tensiones raciales y religiosas han crecido en el
mundo. ¿Debemos continuar esperando a que los cálculos del presidente
Bush se hagan realidad o es hora de corregir rumbo?
Presidente, nadie sabe cómo evolucionará Oriente Medio en los
próximos tiempos. Ahora bien, condicionar toda nuestra
política exterior a lo que pueda ocurrir en la región del mundo
con futuro más incierto, decididamente, no es una buena idea.

Ese futuro depende sobre todo de los sectores iraquíes mayoritarios,
que están en posición expectante. Si se inclinan en un sentido
pueden hacer posible la estabilización del país y si se inclinan
en el otro pueden imposibilitarla. Las decisiones de mantener o retirar las
fuerzas de ocupación las tomará la coalición anglo-americana.
España está en el juego, pero no controla ni una cosa ni otra.
En tu discurso de investidura, Presidente, tendrás
que anunciar si las tropas españolas continuarán en Irak. Te
aconsejo que anuncies que las retirarás tras completar su actual misión
y que, una vez que el país recupere la soberanía, tratarás
con las nuevas autoridades iraquíes sobre la mejor contribución
de España a la estabilización y la reconstrucción del
país.


Del mismo modo, Presidente, conviene que reafirmes el compromiso de
España con la paz entre israelíes y palestinos. La mejor manera
de hacerlo sería proponer a las Cortes que apoyen
el Acuerdo de Ginebra
. Aunque no está respaldado por quienes
hoy mandan, tiene el valor de mostrar que existen palestinos e israelíes
capaces de ponerse de acuerdo sobre cómo vivir en paz. En otras palabras,
el Acuerdo de Ginebra es hoy la mayor esperanza para la paz, y España
debe poner viento en sus velas.
Marruecos y España tienen que aprender a ser amigos.

Presidente, la política exterior comienza con los vecinos; si eso
no va bien, no irá bien el resto. Hoy nuestras relaciones con Marruecos
no van como deberían ir. Aquí te encuentras ante una prioridad
inexcusable. Ante un problema fácil de empeorar y difícil de
arreglar. Tan fácil de empeorar que no es descartable que Marruecos
intente hacerlo para amortiguar tensiones internas. Tan difícil de
arreglar, debido a la multiplicidad y complejidad de los temas en juego, que
tendrás que trabajar en ello sin descanso los cuatro años de
tu mandato.
Mi consejo, Presidente, es que Marruecos sea el destino de
tu primer viaje al extranjero. El encuentro de alto nivel de diciembre pasado
está próximo pero la relación personal entre el nuevo
Presidente del Gobierno de España y el Rey de Marruecos es importante
.
La cortesía marroquí te garantiza que serás bien recibido.
Si puedes hacer el viaje con algún nuevo dossier resuelto, mejor que
mejor. Pero el sentido del viaje debe ser ofrecer y pedir al rey Mohamed VI
cuatro años de trabajo serio para que al final de ese plazo lo difícil
sea estropear las relaciones y lo fácil seguir mejorándolas.
A la postre, los dos países sabemos que, por arduo que a veces resulte
ser amigos, volvernos enemigos supondría un desastre para ambos. No
caben ilusiones, lo que se necesita es rumbo firme y perseverancia.

Mostrar que nuestra política iberoamericana es diferente
a otras

Van ya seis años consecutivos en los que el crecimiento económico
de América Latina no alcanza el 2%. Esto significa más pobreza,
más desempleo, mayor desigualdad y malestar social. Argentina, Bolivia,
Colombia, Ecuador y Venezuela viven situaciones más que delicadas.
Si Brasil no sale pronto de la recesión, el lastre de su deuda pesará
más que las esperanzas que ha despertado Lula. Lo que preocupa a Estados
Unidos es blindar su frontera con México, erradicar las drogas de Colombia
y derribar el régimen de Fidel Castro. Para casi todos nuestros socios
en la UE, América Latina es una prioridad de segundo orden. Si en algún
momento España debe hacer notar que su relación con Latinoamérica
es especial, es ahora.
Presidente, recibe y visita a tus colegas hispanoamericanos.
No hace falta que les cuentes lo que Washington dice, pues lo saben de sobra,
pero sí preguntarles cómo les puedes ayudar
ante Washington, pues lo que Washington les ofrece no les gusta.
Habla
con las empresas españolas inversoras en Latinoamérica y diles
que, si de verdad sus inversiones son estratégicas, no deben desinvertir
guiándose solo por criterios contables. Escúchales cuando te
digan que el Gobierno debe dejar de referirse a las inversiones españolas
con retórica imperial, porque eso sólo crea problemas a unas
empresas de servicios expuestas a la opinión pública.

Multilateralismo eficaz, no ley del más fuerte
Mejorar la situación del mundo no es sólo cuestión de
neutralizar amenazas; es, sobre todo, cuestión de ir creando un orden
justo y libre. Los problemas del mundo no se reducen a que grupos terroristas
puedan hacerse con armas de destrucción masiva, y, además, esa
amenaza no puede neutralizarse sólo con medios militares. La pobreza,
las desigualdades crecientes, los desplazamientos masivos de población,
el deterioro del medio ambiente, la extensión del sida, del crimen
organizado y la inestabilidad financiera, son otros tantos problemas. Y todos
ellos requieren una acción multilateral que mejore la situación
de buena parte de la humanidad, incluidas las regiones donde se incuba el
terrorismo.
El derecho internacional necesita cambios (porque hay nuevas
amenazas, para precisar mejor qué es terrorismo
, para hacer
más efectivo y representativo el Consejo de Seguridad de la ONU, para
proteger mejor los derechos humanos, para mejorar la ayuda al desarrollo),
pero los cambios del derecho internacional deben hacerse de acuerdo con el
derecho internacional. No retrocedamos a la ley del más fuerte, fortalezcamos
las instituciones multilaterales.
Presidente, por lo que se refiere a estos temas, te sugiero que declares formalmente
tres cosas: primero, que España no comparte la doctrina de los ataques
preventivos y de los cambios de régimen por la fuerza; segundo, que
se propone ayudar a que se creen organismos regionales que potencien la influencia
de sus miembros en las organizaciones internacionales, y, tercero, que va
a esforzarse para que los países de la UE promuevan conjuntamente iniciativas
para fortalecer el sistema de Naciones Unidas.


Recomendación

Procura que tus planteamientos en el discurso de investidura no acentúen
la división entre Gobierno y oposición. Fija una reunión
con el jefe de la oposición para hacerle partícipe de las iniciativas
que vas a tomar y, en su caso, concertar su desarrollo. Haz
llegar a Rabat, París, Berlín y Washington indicaciones de lo
que te propones hacer.
Si estás de acuerdo, comenzaremos a elaborar
detalladamente los elementos de este memorándum.


DE ACUERDO

EN DESACUERDO

REQUIERE MÁS ELABORACIÓN

Carlos Alonso Zaldívar
es ingeniero aeronáutico y diplomático español. Es autor
de varios libros, entre ellos Variaciones sobre un mundo en cambio (Madrid,
1996) y Al contrario (Madrid, 2001).