Soldado chadiano junto a armas que pertenecía al grupo Boko Haram, noreste de Nigeria, abril de 2015. Philippe Desmazes/AFP/Getty Images
Soldado chadiano junto a armas que pertenecía al grupo Boko Haram, noreste de Nigeria, abril de 2015. Philippe Desmazes/AFP/Getty Images

Nigeria podría haber contratado mercenarios para luchar contra el grupo terrorista islamista.

Leon Lotz, un ciudadano surafricano que trabajaba como contratista de seguridad de la empresa Pilgrim Africa Ltd., moría el 9 de marzo cuando su convoy fue atacado por fuego amigo en el estado nigeriano de Borno, al noreste del país. Pocos días después, en Twitter se filtraban imágenes de soldados de raza blanca conduciendo vehículos blindados en la ciudad de Maiduguri en este mismo estado, y que ha sido blanco de múltiples ataques de Boko Haram.

Estos dos hechos parecían confirmar las especulaciones que circulaban desde principios de año: el gobierno de Nigeria habría recurrido a mercenarios (o contratistas privados si se prefiere una designación más diplomática) para luchar contra Boko Haram. Según diversas fuentes, serían entre 300 y 400, en su mayoría surafricanos (seguidos de ex militares de la Europa del Este).

Con todo, la intervención de estas empresas añade una serie de factores que complican aún más el conflicto con los terroristas islamistas. Como por ejemplo, la debilidad de las Fuerzas Armadas nigerianas o las complicadas relaciones entre este país y Suráfrica, dos actores claves en África.

Por su parte, el gobierno nigeriano sólo admite que ha contratado Compañías Militares Privadas (PMCs en sus siglas inglesas) para entrenar a sus tropas. Pero ha negado que participen en operaciones de combate. En esta línea se manifestó el presidente saliente, Goodluck Jonathan, en una entrevista en Voice of America a mediados de marzo.

Asimismo, la ministra de Defensa surafricana, Nosiviwe Mapisa-Nqakula, se mostró muy dura con la posible presencia de conciudadanos actuando como mercenarios. Recordó que podían ser arrestados, de acuerdo a la ley de Regulación de la Asistencia Militar Extranjera, aprobada en 1998 para poner coto a las actividades de las PMCs del país, algunas muy activas como Executive Outcomes.

Pero desde el pasado marzo, medios como Reuters o New York Times han recogido la participación de estos mercenarios contra Boko Haram. De hecho, su intervención explicaría en buena parte los éxitos contra los islamistas (unido a la implicación de tropas chadianas y camerunesas). En el caso del diario neoyorquino, también se ofrecían detalles sobre su manera de operar: asaltos nocturnos contra posiciones islamistas y por la mañana el Ejército nigeriano asume el control y reclama el éxito de la operación.

Pero como también apuntaba este mismo artículo, Nigeria no quiere reconocer abiertamente el uso de mercenarios en operaciones de combate porque cuestionaría aún más la eficacia del Ejército de ese país, ya muy criticado por su poca eficacia y por violar los derechos humanos en la lucha contra Boko Haram.

El think tank surafricano Institute for Security Studies (ISS) también ha analizado ampliamente el rol de estos mercenarios. Ha publicado un documento que cifra en un centenar los asesores en Nigeria. Su rol más destacado sería el de pilotar helicópteros de ataque de fabricación rusa Mi 24 Hinds.

Por su parte, la revista Foreign Policy citaba a fuentes anónimas de la diplomacia de EE UU que explicaban por qué el Gobierno nigeriano habría recurrido a estas empresas. Según la publicación estadounidense, Abuya optó por esta vía después de que Washington vetará la venta de helicópteros de ataque Cobra desde Israel y de otro equipamiento militar, ante el temor de que las Fuerzas Armadas del país africano cometiera abusos de los derechos humanos.

Otros motivos para recurrir a la contratación de mercenarios los ha apuntado el coronel del Ejército de Tierra español, Mario Laborie, en un análisis para el Instituto Español de Estudios Estratégicos. En primer lugar, también resalta las necesidades de cubrir las carencias del Ejército nigeriano. En segundo lugar, este militar también subraya la necesidad del Gobierno de tener éxitos frente a Boko Haram antes de las elecciones que se celebraron el 11 de abril (el documento está fechado el 19 de marzo). De todas formas y como se vio, Goodluck Jonathan no obtuvo la victoria en estos comicios.

Más allá de las fuentes anónimas que citan muchos medios, el testimonio que ha hablado directamente del papel de las PMC en Nigeria es el de Eeben Barlow, fundador de la célebre Executive Outcomes, y ahora presidente de otra PMC: STTEP. En una entrevista en SOFREP, un portal especializado en análisis de cuestiones de seguridad, reconoce que su empresa ha entrenado a una unidad destinada a rescatar a las más de 200 niñas del internado de Chibok.

Tal y como explica Barlow, STTEP comenzó su relación con el Gobierno nigeriano a mediados de diciembre de 2014. Ha entrenado a las tropas en operaciones de alta movilidad con blindados y helicópteros, como las de los militares surafricanos durante la Guerra de la Frontera entre Namibia y Angola en los 80. Pero en ningún momento admite que hayan participado directamente en los combates.

Pero para tener un panorama completo de lo que supone la presencia de estos mercenarios, hay que tener presente las relaciones entre Suráfrica y Nigeria. Volviendo al documento del ISS, allí se recuerda que en la cumbre de la Unión Africana del pasado mes de enero en Addis Abbeba, Pretoria ofreció la posibilidad de desplegar al contingente de la African Capacity for Immediate Response to Crises para luchar contra Boko Haram. Se trata de una fuerza de reacción rápida multinacional constituido a finales de 2013 para dar respuestas a conflictos como el vivido en Malí.

Pero el gobierno de Abuya rechazó esta opción. Según ISS, hubo razones de orgullo nacional, al no querer que una fuerza extranjera asumiera tanto protagonismo en la seguridad del país. El think tank diferencia este ofrecimiento de  la intervención de Chad, Níger o Camerún que luchan contra Boko Haram en sus propios territorios con algunas incursiones puntuales en suelo nigeriano.

 

La sombra de Executive Outcomes

El despliegue de estos mercenarios en Nigeria ha hecho recordar los 90 cuando la empresa Executive Outcomes participó en conflictos como Angola y Sierra Leona. Esta PMC llegó a emplear a 1.500 mercenarios en su momento álgido. La mayoría eran veteranos de unidades que habían participado en operaciones contrainsurgencia durante el Apartheid y en la guerra en la frontera entre Namibia y Angola. El gobierno de Nelson Mandela ordenó su disolución y estos soldados buscaron una salida en la vida de mercenario en los conflictos africanos.

Pero en 1998 entró en vigor la ley de Regulación de la Asistencia Militar Extranjera que prohibía a los ciudadanos surafricanos combatir en el extranjero. El gobierno de Pretoria no quería que el país fuera un exportador de mercenarios. Executive Outcomes tuvo que disolverse. Pero estos veteranos de esta empresa y de la época del Apartheid estarían actuando en Nigeria, según explica el diario británico The Guardian.

Tal sería el caso de Cobus Claassens que ahora dirige Pilgrims Africa Limited (filial nigeriana del británico Pilgrims Group). Esta compañía ofrece una serie de servicios de seguridad. En un primer momento, algunas fuentes aseguraron que Leon Lotz trabajaba para esta empresa cuando murió. Pero la propia compañía lo ha desmentido.

En cualquier caso, el despliegue de mercenarios en Nigeria ha vuelto a abrir el debate sobre el empleo de las PMCs en los conflictos actuales. Para unos son actores poco controlados que pueden ser una amenaza para los derechos humanos, agitando el fantasma de Blackwater en Irak. Pero para otros tienen un rol clave, y apuntan cómo Boko Haram está retrocediendo, ya sea por su implicación directa o entrenando al Ejército nigeriano.