Tanques del Ejército ucraniano en la carretera que va a Odesa. Alexey Kravtsov/AFP/Getty Images
Tanques del Ejército ucraniano en dirección a Odesa. Alexey Kravtsov/AFP/Getty Images

Ucrania y Europa se han librado de una guerra generalizada. El acuerdo de paz alcanzado in extremis por los líderes de Alemania, Francia, Rusia y Ucrania constituye una frágil esperanza. Pero hay rumores de que los rebeldes se han negado a firmar el documento. Nadie sabe si cesarán los enfrentamientos en las regiones del este, Donetsk y Lugansk. Muchos habitantes de Budjak, la Besarabia ucraniana, temen que la violencia se extienda a su región.

Besarabia es una región del sureste de Europa Oriental. Para hacerse una idea de las convulsiones que han sacudido este territorio basta recordar un dato: en los últimos 200 años este espacio ha pasado por las manos de nueve Estados diferentes. Limita al norte y este con Ucrania y al sur y oeste con Rumanía. Hoy día la mayor parte de aquel territorio histórico se corresponde con Moldavia. El extremo meridional de la denominada Besarabia pertenece a Ucrania. Las huellas de la turbulenta historia ucraniana son muy visibles. En especial la cruel herencia de las destructivas fronteras intrasoviéticas diseñadas por Josef Stalin para perpetuar el poder del Kremlin. Moldavia prácticamente secciona el suroeste de Ucrania del resto del país.

Budjak, la Besarabia ucraniana, es una región multiétnica que se ubica a lo largo del mar Negro entre los ríos Danubio y Dniéster. La región está bordeada en el norte y el este por Moldavia, mientras que por el sur lo está por Rumanía. Su superficie es de 13.250 kilómetros cuadrados (extensión similar a la de la provincia española de Jaén).

Su potencial es grande. Los paisajes del delta del Danubio, que comparte con Rumanía, y la costa con sus emplazamientos históricos y fortificaciones están infrautilizados. El suave clima de la parte central ofrece excelentes condiciones para la agricultura; hay incluso viñedos. Colonos suizos y alemanes elaboraron vino hasta su expulsión por la Unión Soviética en 1940. Sin flaquear en su política de sanciones al Kremlin, la Unión Europea debería plantearse invertir aquí para potenciar su protagonismo como factor estabilizador. La proximidad de los vecinos Budjak y Rumanía puede convertirse en la llave para su desarrollo en el futuro.

Constituye la parte más occidental –y aislada– del óblast (provincia) de Odesa. Es un territorio poco conocido y prácticamente incomunicado. No existen carreteras, puentes o transbordadores a través del Danubio hacia Rumanía. Sólo dos caminos conectan la zona con el resto de Ucrania. Si esos puentes sobre el río Dniester fueran volados, el aislamiento de Budjak sería completo.

 

¿Qué interés puede tener para Rusia?

La población local no quiere la guerra como la que está teniendo lugar en Donbás. Desde el Centro para Estudios del Mar Negro, con sede en Odesa, se observa que ha habido hasta ahora una coexistencia relativamente pacífica, sin grandes problemas de carácter étnico en sus relaciones con las autoridades centrales.

Sin embargo, no se puede olvidar la tragedia de mayo pasado, en la que decenas de simpatizantes separatistas, opositores al Gobierno de Kiev, murieron en Odesa a raíz de un incendio en la Casa de los Sindicatos tras protagonizar violentos enfrentamientos callejeros con extremistas ucranianos.

Menos de la mitad de los casi 600.000 habitantes de Budjak son ucranianos. El resto son búlgaros, rusos, moldavos, gagaúzos, gitanos y rumanos. La mayoría habla ruso y muchos comienzan a quejarse de que Ucrania ha hecho muy poco por ellos. Así pues, no es de extrañar que existan rumores de complots para proclamar la independencia, en la línea de las repúblicas separatistas de la región ucraniana de Donbas.

Más allá de esto su importancia estratégica para Moscú es grande puesto que los rusos siempre han estado tentados de establecer un corredor terrestre que, a través de Crimea y Odesa, llegue a la frontera rumana.

La consultora Da Vinci AG, con base en Kiev, advirtió en un reciente informe que la República de Budjak podría ser establecida en 2015. En ese caso sería llamada probablemente la República Popular de Besarabia, en alusión a las ya existentes de Donetsk y Luhansk, y no se limitaría sólo a Budjak sino que abarcaría toda la parte sur de la región de Odesa. Los informes dicen que el establecimiento de esa República Popular sería apoyado por Moscú.

Como explica Marcin Kosienkowskim, académico del Instituto de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Católica Juan Pablo II de Lublin (Polonia), esta eventual declaración de independencia desestabilizaría aún más la región. Se abriría un nuevo frente –el suroeste– en el conflicto de Ucrania desde el que los separatistas atacarían en dirección a Odesa.

Incluso se correría el riesgo de activar en Moldavia el conflicto de la inestable región separatista de Transdniéster controlada por Rusia. Residentes de Besarabia reportan haber visto drones. Algunos quizá hayan venido de los buques de la flota rusa en el Mar Negro, con sede en la base de Sebastopol. Otros pueden muy bien tener su origen en la pequeña Transdniéster.

La congelación del conflicto podría seguir el modelo de Transdniéster, con un grupo de arbitraje externo tratando de elaborar un formato de cohabitación. O el caso de Nagorno Karabaj, que implica asimismo la necesidad de mediadores internacionales a semejanza del Grupo de Minsk de la OSCE. Si las partes optan por ello, se esperan largos años de negociaciones. Ya sea para la transformación del Estado ucraniano en una federación o confederación. O para abordar un complicado debate sobre el mecanismo del divorcio entre Ucrania y los separatistas.

A Moscú le conviene una crisis latente que dejara a Ucrania en suspenso, impidiendo su ingreso en la OTAN y complicando la asociación con la Unión Europea. Pondría a un país de 40 millones de habitantes en situación similar a la de Georgia, que declara la intención de integrarse en Occidente pero técnicamente, a causa del problema de Abjasia y Osetia del Sur, no está en condiciones de hacerlo.

Mientras tanto, el Kremlin ha empezado a pagar muy cara su anexión ilegal de Crimea y el apoyo a los separatistas. Es necesario que siga siendo así para garantizar el respeto al derecho internacional.

No obstante, la congelación del conflicto es el desarrollo más probable de los acontecimientos. Tanto en el Donbás –donde vienen librándose combates tácticos– como en Budjak si aquí también llegara a estallar la violencia.