Según datos del ACNUR, en el mundo existen 59,5 millones de personas forzosamente desplazadas, la cifra más alta desde el final de la II Guerra Mundial. Sólo en Siria, con una población de 20,6 millones (cuando estalla la guerra), 4,8 millones están repartidos entre los Estados vecinos (Turquía, Líbano y Jordania), y casi siete millones son desplazados que, probablemente, intentarán cruzar una frontera internacional para llegar a algún país en el que, quizá, no se les proteja debidamente.

No en vano, según Eurostat, existe una distancia abismal entre las solicitudes (1,25 millones) y la concesión del estatuto de refugiado (333.350). Esto se debe a la disparidad de actitudes de los estados: entre Suecia y Alemania concentran el 55% de las concesiones, mientras que España, quinto país por tamaño de la Unión Europea, tan solo ha reconocido 1. 030 estatutos de protección internacional (un 0,3% del total de la UE).

Quizá las razones haya que buscarlas en la política y en la falta de conocimiento de quienes gobiernan. Por este motivo, es necesaria la formación en estos ámbitos: estudiar migraciones hoy en un contexto internacional ayuda a adquirir las herramientas necesarias para afrontar estos problemas que van a determinar, queramos o no, el futuro de la convivencia en Europa. Mercedes Fernández, Directora del Instituto Universitario de Estudios sobre Migraciones de la Universidad Pontificia Comillas ICAI-ICADE y del Máster Universitario en Migraciones Internacionales sostiene que “hay una enorme demanda de formación en el ámbito de las migraciones”, porque se aúnan el espíritu de cooperación con el conocimiento de la realidad global, de la política y de las relaciones internacionales. No en vano, “por nuestras aulas han pasado gran parte de los funcionarios, los juristas y los profesionales del tercer sector que actualmente trabajan con población inmigrante”, asegura Fernández.

Para la Directora del Máster Universitario en Migraciones Internacionales de Comillas ICAI-ICADE, “conocer bien el tema de las migraciones ayuda a aproximarse a esta realidad con menos miedos y prejuicios, ya sea desde el trabajo, desde la colaboración en ONG, o desde las relaciones familiares y sociales. Conocer el tema de las migraciones es la mejor manera de sensibilizar a la sociedad desde abajo y un primer estadio para cambiar las cosas hacia un mundo más justo”.

Migrantes en España

En 1998 en España había poco más de 600.000 extranjeros, un número (tan elevado para la época que generó una gran alarma social) que no ha dejado de crecer debido a los inevitables movimientos migratorios que se están dando en todo el mundo. Vivimos en un entorno globalizado que genera situaciones que están directamente relacionadas con la inmigración, como los subsaharianos en la valla de Melilla o los sirios cruzando el Mediterráneo (la mal llamada “crisis migratoria”).

Durante todos estos años, no han dejado de llegar extranjeros a nuestro país, incluso durante la recesión económica entre 2007 y 2013. En España tenemos hoy casi cinco millones de personas con nacionalidad extranjera más casi dos millones de nacionalizados. Es decir, un 14% de la población residente en España es de origen inmigrante. Esto supone que nuestra sociedad es plural y diversa, y por este motivo tiene unas demandas y requisitos diferentes a las que tendría si los migrantes no hubieran venido. Se generan nuevas necesidades económicas (productos y servicios específicos), profesionales (gestión de la diversidad, mediación intercultural), de políticas públicas (de fomento de la cohesión social, de sensibilización contra la xenofobia), etc…

Lo cierto es que es muy fácil banalizar estos problemas, ya sea mirando para otro lado, ya sea generando actitudes sociales de racismo, sospecha o prevención. La clase política europea no ha sabido cómo reaccionar ante el elevado número de refugiados procedentes de Siria y países limítrofes por falta de previsión, pero también por escasez de formación. La Comisión propone un sistema de cuotas para reubicar a 160.000 personas entre los solicitantes de protección que colapsan los sistemas de protección de Grecia e Italia. En abril de 2016 sólo han sido reubicadas 1.500 personas. Entre abril de 2015 y abril de 2016, 3.200 personas han muerto ahogadas en el Mediterráneo. Europa no ha activado ninguna misión de rescate y salvamento marítimo conjunta. ¿A qué esperamos para hacer algo?

Con el apoyo de la Universidad Pontificia Comillas ICAI-ICADE