Desde los prometidos que evaden impuestos hasta las montañas de basura que se acumulan en las calles, los problemas de Italia son más de fondo de lo que sugiere la reciente caída del Gobierno.

Los problemas de Italia son mucho más profundos que la caída de un gobierno y el encarecimiento del crédito e incluyen desde las montañas de basura en Nápoles hasta unos índices de natalidad insostenibles. A continuación hacemos un repaso de ocho aspectos fundamentales que están dañando al país entre bastidores.

1. Más muertes que nacimientos

AFP/Getty Images
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Desde hace cuatro años Italia tiene un mayor número de muertes que de nacimientos y la tendencia cobra cada vez más fuerza. El país, que posee la segunda población más vieja de la Unión Europea,  según la agencia italiana de noticias ANSA, necesita a los inmigrantes para que la población crezca y se rejuvenezca dado que el promedio de hijos ha descendido a un nivel bajísimo de 1,4 por mujer (en Estados Unidos, donde la tasa de natalidad no es un problema tan grave, las mujeres tienen un promedio de 2,1 hijos). Sin embargo, la Liga Norte, miembro influyente de la coalición de centro derecha de Berlusconi, tiene una actitud agresivamente contraria a la inmigración. En los peores momentos, los líderes del partido han llegado a exigir a la policía que utilice las armas contra los barcos en los que llegan los inmigrantes ilegales y en una ocasión dejaron suelto un cerdo en un solar en el que estaba prevista la construcción de una mezquita.

Esta dinámica tiene costes económicos. Como explicó Steven Malanga en Forbes el año pasado, el índice de natalidad italiano, que disminuye sin cesar desde los 70, ha provocado escasez de mano de obra y una crisis en la seguridad social. “Las jubilaciones no solo arrebatan a la fuerza laboral unos trabajadores que necesitan sino que también reducen el consumo doméstico porque los retirados siempre gastan mucho menos que las personas que están en activo”, decía. Según The Irish Times, Italia intentó abordar el problema de la natalidad en 2006 con un programa de Bonus Bebè: los padres de los recién nacidos recibían una carta de Berlusconi en la que se les informaba de que tenían derecho a una ayuda única de 1.000 euros. Posteriormente, éste se sustituyó por un Fondo para el recién nacido que concede préstamos con intereses más bajos a disposición de los padres. La ministra de la Juventud, Giorgia Meloni, dijo a principios de 2011 que los esfuerzos para invertir la tasa de natalidad en el país necesita de “inversiones millonarias”, un dinero que no tienen.

2. Un sistema asistencial descabellado

La raíz de los problemas de Italia, afirma The Wall Street Journal, es que el país “financió unas prestaciones generosas a base de impuestos elevados y enormes volúmenes de deuda, y ahora ve que, con la economía renqueante, el dinero se acaba”. En estos momentos, Italia tiene más jubilados que trabajadores en activo y dedica aproximadamente el 14% del PIB a pensiones, más que cualquier otro país de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

Silvio Berlusconi prometió elevar la edad de jubilación a los 67 años como parte de sus medidas de austeridad, pero es una disposición polémica. A finales de octubre, dos diputados italianos se enzarzaron en una pelea en el Parlamento durante un debate sobre la necesidad de modernizar el sistema de pensiones del país. El presidente de la Cámara, Gianfranco Fini, declaró en televisión que la esposa de Umberto Bossi, líder de la Liga Norte,  se había acogido a la jubilación anticipada a los 39 años y estaba beneficiándose de las generosas prestaciones italianas.


3. Un país de evasores fiscales

Tiziana Fabi/AFP/Getty Images
Tiziana Fabi/AFP/Getty Images

Codo con codo con la economía negra y la corrupción generalizada está la evasión de impuestos. En 2004, el que era primer ministro, Silvio Berlusconi, se preguntaba en voz alta si la elevada fiscalidad del país hacía que la evasión de impuestos fuera “un derecho natural” (el propio Berlusconi está acusado de fraude fiscal). Es un sentimiento que parecen compartir muchos italianos. Los ricos suelen enviar su dinero a los refugios fiscales de Suiza y Luxemburgo, e incluso, a la hora de planear una boda, los novios evitan muchas veces los impuestos al consumo a base de pagar en efectivo el cátering, los fotógrafos y las flores. El Ministerio de Economía italiano subrayó en 2009 que la mitad de los contribuyentes no declaraban mucho más de 20.000 dólares (14.700 euros) de renta y las declaraciones de impuestos indicaban que los abogados ganaban por término medio poco más de 60.000 dólares (44.000 euros). El año pasado, según la BBC, la evasión fiscal costó al Gobierno 142.000 millones de dólares (más de 100.000 millones de euros).

Ahora que Italia está tratando de reducir su deuda, ha prometido luchar contra la evasión fiscal con medidas como amenazar a los mayores evasores con la cárcel y exigir declaraciones más detalladas. En agosto, una campaña publicitaria llamaba a los evasores fiscales “parásitos de la sociedad”. Con 100.000 millones de euros, explicaba un anuncio, Italia podría “construir 600 hospitales nuevos o un millón de nuevas viviendas, o triplicar el gasto en seguridad”. ¿Y qué ocurre con los novios evasores? El mes pasado, el Gobierno informó a más de 2.000 parejas casadas en los últimos cinco años de que deben presentar recibos detallados de sus celebraciones o tendrán que pagar una cuantiosa multa.

4. Un mercado negro del que presumen

La agencia Associated Press comentaba que “los italianos son conformistas, esperan poca cosa del Estado y no suele importarles tener que pagar en negro unas obras en casa, al dentista o incluso una taza de capuccino”. Las cifras respaldan esa observación. En 2007, el economista austriaco Friedrich Schneider calculó que la economía sumergida de Italia representaba más del 22% del PIB. ¿Cuál era el único país en el que el mercado negro constituía una proporción del PIB aún mayor? Grecia.

Lawrence Copeland, catedrático en la Universidad de Cardiff (Gales) explica que la economia sommersa está “exenta de impuestos, vigilancia y regulaciones”. Es más, añade, “las autoridades italianas, a veces, han dado la impresión de estar orgullosas de su tamaño, sobre todo en 1987, cuando, por un truco estadístico, se dijo que su PIB había sobrepasado al de Gran Bretaña, gracias a una repentina reevaluación de la dimensión del mercado negro del país”.


5. La incapacidad de hacer una buena limpia

AFP/Getty Images
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Desde mediados de los 90, la ciudad meridional de Nápoles sufre problemas con la gestión de basuras debido a la existencia de vertederos desbordados, incineradoras rotas, vertidos ilegales desechados por la mafia local y las huelgas de los empleados municipales. Silvio Berlusconi prometió limpiar las calles de la ciudad durante su campaña para la reelección, en 2008 (año en el que el Ejército italiano entró en la urbe después de que los residentes prendieran fuego a montañas de basura). Pero el primer ministro hizo escasos progresos. El pasado mes de mayo, los militares regresaron a la ciudad para deshacerse de los residuos y en junio los residentes volvieron a incendiarlos. En agosto, The Guardian publicó un reportaje sobre cómo los napolitanos estaban tomando las riendas de la situación y limpiando la basura mediante el uso de técnicas como flash mobs y grupos de jardineros espontáneos.

Nápoles no es el único lugar en el que la basura es un problema. Un plan del Gobierno para construir un vertedero de emergencia cerca de  Villa Adriana, en Tívoli, porque Roma está quedándose sin espacio para enterrar sus residuos, se ha encontrado con la resistencia de los habitantes locales.

6. Las tensiones entre el norte y el sur

La difícil situación de Nápoles con sus basuras pone de relieve un fenómeno más general en Italia: las tensiones entre lo que el World Factbook  de la CIA llama “el norte industrial y desarrollado, dominado por las empresas privadas, y el sur agrario, menos desarrollado, dependiente de la asistencia social y con altos índices de desempleo". Esa división y el resentimiento que promueve ha conllevado que la Liga Norte hiciera, en ocasiones, un llamamiento a que el norte del país se escinda de Italia y forme un nuevo país llamado Padania. Umberto Bossi salió de la caída del Gobierno de Berlusconi con una imagen muy reforzada.

¿Está condenada Italia a volver a su antiguo sistema de ciudades-Estados? No parece probable. Aunque la Liga Norte tiene unos objetivos ligeramente menos ambiciosos. Ya ha conseguido avanzar en su campaña para  promover más autonomía financiera para las regiones, el llamado “federalismo fiscal”.

7. ¿Exceso de pequeñas empresas?

Mario Laporta/AFP/Getty Images
Mario Laporta/AFP/Getty Images

La economía italiana, según la CIA, está impulsada en gran parte por “la fabricación de bienes de consumo de alta calidad producidos por pequeñas y medianas empresas, muchas de ellas familiares”. Los datos de la OCDE, analizados por el economista estadounidense John Schmitt, indican que Italia y Grecia tienen las mayores proporciones de empleados en pequeñas empresas de todos los miembros de la organización.

Sin embargo, aunque los candidatos presidenciales en Estados Unidos ensalcen en esta campaña las virtudes  de la pequeña empresa, algunos analistas han empezado a preguntarse si la dependencia de los negocios familiares es buena para Italia. “Con la llegada de las comunicaciones modernas y las tecnologías de la información, se puede decir que la vuelta a las ‘pequeñas empresas familiares’ ha descendido”, escribe el economista Tyler Cowen.  Matthew Yglesias, en ThinkProgress, observa que Italia tiene “muchas barreras a la competitividad, establecidas para que unas compañías mal administradas sigan existiendo”. Si “las pequeñas empresas fueran tan fantásticas”, alega, “Italia y Grecia serían las máximas estrellas económicas del mundo occidental". The Guardian añade que los centros industriales italianos han sufrido las consecuencias de la fabricación de bienes de consumo baratos en China. Ah, y muchas de esas pequeñas sociedades también evaden impuestos.

8. Un mercado laboral nepotista

El desempleo juvenil en Italia está en la actualidad en torno al 30%, y Nick Squires, en The Daily Telegraph, dice que la culpa puede ser, en parte, de un mercado laboral basado en el amiguismo, las relaciones y la “gerontocracia institucionalizada”. “Mientras que millones de italianos mayores tienen trabajos vitalicios”, escribe, “sus hijos pasan como pueden de un contrato temporal a otro y muchas veces trabajan gratis”. Añade que los jóvenes “no pueden acceder al empleo debido a un sistema cerrado que afecta a docenas de sectores y profesiones” y está causando una fuga de cerebros de todos los que se ven obligados a emigrar al extranjero.