El pequeño tubérculo que trajo la modernidad.


Debe el mundo moderno su existencia a la humilde papa? Un reciente estudio realizado por dos investigadores indica que la introducción de la patata americana en Europa y más tarde en Asia y en África fue uno de los acontecimientos más importantes de la historia del desarrollo humano.

La relevancia de las patatas se le ocurrió a uno de los autores, Nancy Qian, durante su viaje por la Ruanda rural, donde detectó algo en la dieta de sus anfitriones. “Sólo comían patatas”, afirma. Qian, profesora de la Universidad de Yale, estudiaba cómo la explosión demográfica del país había sido uno de los acicates del conflicto étnico, y recordó haber leído un informe sobre cómo el boom demográfico irlandés del siglo xviii había sido posible gracias a la introducción de la patata. (Por supuesto, la infausta hambruna de la patata del siglo xix llevó a miles de irlandeses a EE UU).

Qian, junto con Nathan Nunn, de la Universidad de Harvard, decidió buscar la conexión universal. Investigando las tendencias demográficas desde 1700 –cuando se introdujo la patata en el Viejo Mundo– hasta 1900, calcularon que el 12% del crecimiento de la población y el 47% de la urbanización durante aquel periodo estuvieron relacionados con la patata. Además, las regiones más aptas para el cultivo de este tubérculo –Europa e India–, en general, se urbanizaron y se desarrollaron con mucha más rapidez que los lugares que no lo eran, como el África subsahariana.

¿Qué confiere a la simple papa su poderosa magia? En primer lugar, como dice Qian, si hubiera que escoger un único cultivo, “la patata sería la elegida”. Contiene todos los nutrientes necesarios excepto las vitaminas A y D, lo que significa que una persona puede sobrevivir sólo con patatas, leche y un poco de luz solar. Las patatas, además, son muy resistentes y pueden dar cosechas mucho más abundantes que el maíz y el trigo, permitiendo que los países dediquen menos extensión a las plantaciones y más a las ciudades y a las fábricas.

Esta puede ser la razón por la que gobernantes, desde Federico el Grande a Ban Ki-moon, reconocieran el poder de la patata y animaran a sus agricultores a plantarla. Aunque su efecto en el crecimiento demográfico es menos pronunciado hoy en día, aún es un arma potente en la lucha contra la desnutrición, lo cual llevó a la ONU a declarar el 2008 el Año Internacional de la Patata. Y eso no es ser segundo plato.