Túnel que conecta la Franja de Gaza e Israel construido por miembros de Hamás. (Ilia Yefimovich/Getty Images)
Túnel que conecta la Franja de Gaza e Israel construido por miembros de Hamás. (Ilia Yefimovich/Getty Images)

Los túneles han sido y son un factor primordial en el conflicto entre Israel y Gaza. Tras el cese de las hostilidades su futuro es indefinido.   

En medio de la guerra mediática que se presentó en los medios oficiales y alternativos, la cuestión de los túneles fue la principal justificación de Israel para seguir atacando la provincia de Gaza, aunque no la única.

De acuerdo con la narrativa israelí, “los túneles representaron una gran amenaza a su seguridad nacional por lo que era imprescindible terminar con toda la red subterránea que abastecía de armas y cohetes al brazo armado de Hamás”. Dicha justificación llevó a Tel Aviv a bombardear desde aire, mar y tierra la Franja y dejar, tras 50 días de combate, cerca de 400 mil palestinos desplazados, 8.000 heridos y 2.000 víctimas (1.600 son civiles) de acuerdo con datos recopilados por el Centro Palestino de Derechos Humanos.

Pero, ¿Por qué Israel ha bombardeado zonas civiles? Una respuesta requiere hacer una diferenciación entre los túneles fronterizos y los túneles internos de Gaza. Los primero tenían salidas tanto a Israel como a Egipto y eran usados para el tránsito de armas y municiones, que surgieron tras la ocupación de Israel en 1967 y hasta el estallido de la primera Intifada mediante una alianza entre clanes, empresas y combatientes de ambos lados. A raíz de la construcción del muro militarizado, la destrucción del puerto y el aeropuerto de Gaza y la imposición del bloqueo económico israelí, la demanda social impulsó el número de puntos de venta de otras mercancías necesarias para la vida cotidiana y comenzó la construcción y ampliación de los segundos, una red de túneles al interior de la provincia que reconfiguraría la vida económica de los ciudadanos.

De acuerdo con Nicolas Pelham, escritor y periodista experto en el mundo árabe, la precaria situación humanitaria causada por el bloqueo llevó incluso a algunos ciudadanos de Gaza a empeñar la dote de sus esposas para hacer inversiones conjuntas y construir túneles desde el sótano de sus casas hasta algunos centros de distribución. Fenómeno que llevó a la modernización de los túneles interiores que, por primera vez, sirvieron como válvulas de seguridad para los mayoristas, así como para aliviar la escasez de algunos productos como gasolina, medicinas, comida, ropa, zapatos, tabaco, y de más productos que transformaron la industria de los túneles de algo improvisado y clandestino a toda una empresa comercial regulada y burocratizada por Hamás.

Lo que Benjamin Netanyahu alegó en esta reciente intervención militar es que tanto los túneles internos como los fronterizos han servido para abastecer de armas a Hamás, lo cual es impreciso. Desde la burocratización de los túneles, Hamás impuso todo un órgano regulatorio de mercancías con vigilancia y monitoreo en el cual algunos insumos como el alcohol o las armas estaban prohibidos para los ciudadanos. De hecho, una falta estratégica muy grave sería el hecho que Hamás dejara pasar armas y municiones sin control a todos los gazatíes si se tiene en cuenta la existencia de otras organizaciones gazatíes que no simpatizan, precisamente, con el andamiaje político, social y militar que ejecuta Hamás en la Franja de Gaza.

Además, de acuerdo con  el experto en ciencia política y autor estadounidense, Norman Finkelstein, las operaciones Plomo Fundido y Pilar Defensivo llevaron a Israel a sellar prácticamente todos los túneles que conectaban su frontera con Gaza, hecho que se repitió durante los primeros días de gobierno de Al Sisi en el lado egipcio. Por lo tanto, estas acciones dejaron un margen de maniobra muy bajo para el paso de artefactos militares y de cualquier otra mercancía que no fuera monitoreada por las autoridades de ambos países. En esta ocasión, no solo las posibilidades de que Hamás pudiera armarse -como sucedió entre la primera Intifada y el inicio del bloqueo económico o, en fechas recientes, pero muy breves, bajo la presidencia en Egipto de Mohammed Morsi- han bajado, sino que el armamento (Finkelstein afirma que no hay misiles, sino solamente cohetes de fabricación casera) del que ha dispuesto la milicia se ha visto muy reducido.

Dado el minucioso dominio y el sellado de los túneles fronterizos realizados por Israel y Egipto, con toda seguridad, Netanyahu y Al Sisi controlan cualquier mercancía que en estos momentos, una vez cesadas las hostilidades, entran y salen de Gaza por sus fronteras. Durante la contienda, el punto débil del Ejército israelí ha sido, justamente, la falta de conocimiento, alcance y dimensión de los túneles internos y el malestar que causó la posibilidad de que éstos puedieran ser utilizados para lanzar cohetes por miembros de Hamás, tal y como lo presentó Israel en medios nacionales como The Jerusalem Post. Por este motivo, a los soldados israelíes no les importó la dimensión económica de estas rutas subterráneas, sus propósitos, localización urbana e importancia social y humanitaria, y bombardearon escuelas de Naciones Unidas, hospitales, mercados, barrios residenciales, playas y otros lugares donde seguramente existen esos túneles pero también, con la misma rotundidad, no están las armas que Tel Aviv sugiere.

Estos ataques, justificados en la “seguridad nacional israelí” o el “derecho de Israel a defenderse”, alcanzan a una alta cantidad de civiles palestinos que viven o circundan por esos lugares y que se suman a las víctimas de una tragedia humanitaria considerada por algunas organizaciones internacionales, como Amnistía Internacional como potenciales crímenes de guerra.

Además, a diferencia de los túneles fronterizos que han sido más vulnerables al control de El Cairo y Tel Aviv, los túneles al interior de Gaza han quedado menos expuestos a los ataques aéreos israelíes lo que hizo indispensable que Netanyahu ordenara una operación terrestre en la que abarcó cerca del 44% del territorio gazatí y aumentó lo que Israel llama la “zona de amortiguamiento”. Los objetivos de esta operación terrestre fueron claros cuando las Fuerzas de Defensa de Israel presentaron a través de su cuenta oficial de Twitter el desmantelamiento de los túneles interiores de Gaza como la meta principal, cuestión que no duraría mucho tiempo porque hubo 67 bajas entre los soldados israelíes solo en esa operación, poco más de la mitad de bajas que resultarón en manos de Hezbollá en 2006 durante la intervención israelí en el sur de Líbano.

La estrategia de Hamás al apostar por la inmunidad de los túneles al interior de Gaza y aprovechar al máximo la aproximación terrestre del Ejército israelí a las zonas urbanas de la provincia para propinar ataques asimétricos con el fin de desgastar al enemigo y obligar a su retirada, es parecida a la que usó Hezbollá durante el conflicto en Líbano de 2006.

En esta ocasión, la visibilidad de los túneles fue la justificación primordial para que Israel no se comprometiera en una mesa de negociaciones propuesta por los palestinos mediante su acuerdo de unidad en abril de 2014.

Hoy, ante un cese el fuego ilimitado, ambas facciones evalúan sus ganancias y pérdidas a partir de acuerdos que incluyen la ampliación de la zona de pesca para la población, así como la reapertura del paso de Rafah hacia Egipto. Pero la cuestión de los túneles al interior de Gaza queda pendiente por resolver desde la narrativa militar israelí y, seguramente, pueda erosionarse debido al bloqueo económico.