Un niño refugiado a su llegada a puerto tras la travesía por el mar en Lesbos, Grecia. (Aris Messinis/AFP/Getty Images)
Un niño refugiado a su llegada a puerto tras la travesía por el mar en Lesbos, Grecia. (Aris Messinis/AFP/Getty Images)

Llegó el momento de una autentica diplomacia digital no gubernamental para avanzar en el debate sobre migración.

Los historiadores del futuro compararán nuestras reacciones a la crisis de los inmigrantes con las que tuvieron nuestros abuelos ante el drama de los judíos en los años 30. Y puede que no salgamos muy bien parados de la comparación. Necesitamos provocarnos a nosotros mismos para empezar a poner en marcha nuevas formas de pensar y, lo que es más importante, de actuar. La Tesis sobre Feuerbach número 11: El objetivo de la filosofía debe ser cambiar el mundo, no solo interpretarlo. Nuestras élites políticas ya han demostrado su incapacidad para enfrentarse al problema, eligiendo la ambición personal por encima de la solidaridad humanitaria. Pero subestiman el peligro. El mismo interés propio que persiguen puede ser destruido por las fuerzas que están dejando que se desencadenen en Europa. Este es el momento para una auténtica diplomacia digital no gubernamental, capaz de hacer avanzar el debate y de generar acción. Aquí van seis provocaciones en esa dirección…

 La crisis migratoria es una crisis existencial para la UE

Mucho antes de que se produjera esta crisis migratoria ya existían entre los Veintiocho fracturas políticas, económicas y sociales. La creación del euro también creó tres zonas con velocidades de integración diferenciadas: la eurozona, una zona noroccidental de euroescépticos y una zona oriental más pobre. La crisis económica y, en particular, la crisis de la zona euro, acentuaron las diferencias. La situación actual migratoria ejerce una gran presión sobre esas fracturas, debilitando aún más la solidaridad europea a la vez que las disposiciones de Schengen se suspenden, se cierran las fronteras y se construyen vallas. La incapacidad de Bruselas para abordar de manera eficaz la crisis ha aumentado las probabilidades de que los británicos voten a favor de abandonar la UE. A menos que los países que la integran sean capaces de responder mejor a la crisis, colectiva e individualmente, están arriesgando la existencia de la propia Unión.

La UE es parte de Oriente Medio (el Norte de África y Eurasia)

Los líderes y ciudadanos de la Unión han pensado y actuado como si esta estuviera aislada del resto del mundo. Es decir: lo que ocurre en el Norte de África, Oriente Medio y Eurasia puede parecer interesante, aunque produzca un poco de temor, pero a fin de cuentas no va a tener un impacto en Europa. Para usar la terminología de Robert Cooper, la UE estaba segura en su burbuja posmoderna. Esto era un reflejo en parte de actitudes de la guerra fría que aún persistían, y en parte de la falsa sensación de seguridad imperante en el periodo de hegemonía de Estados Unidos en la década de los 90. Pero tanto la crisis migratoria como el terrorismo yihadista demuestran el grado en el que Bruselas está integrada en su vecindario. No puede confiar en seguir aislada de las consecuencias de sus decisiones políticas.

Europa ha perdido la capacidad de pensar estratégicamente

Europa ya no practica la estrategia, ni la geopolítica. Los líderes europeos van saltando de un tema a otro, o de un aspecto a otro, sin darse cuenta de las conexiones entre ellos. Sin una narración que haga de hilo conductor, con demasiada frecuencia son desviados de su curso por los acontecimientos. La lógica de los políticos (“hay que hacer algo, esto es algo, por lo tanto hay que hacer esto”) muy a menudo sustituye a la elaboración de políticas realmente calculadas. Para abordar la crisis migratoria es necesario un enfoque multidimensional que opere a varios niveles y de manera estratégica. Esto incluye abordar las causas de fondo (por ejemplo, la guerra civil en Siria o la inestabilidad en Libia). La opinión pública europea mostrará compasión por una crisis humanitaria de una duración limitada; pero la compasión se desgasta rápidamente si se ve enfrentada a la perspectiva de un interminable y, cada vez mayor, flujo de inmigrantes durante la próxima década.

Hablemos con los inmigrantes

La única voz que nunca se escucha en los debates sobre la crisis migratoria es la de los propios inmigrantes. Y sin embargo, son ellos los que verdaderamente entienden por qué han dejado sus países y afrontado semejantes riesgos para llegar a Europa, por no hablar de las razones que les habrían convencido para no marcharse y les convencerían para regresar. Deben poder tomar parte en la conversación. Esto también proporciona una oportunidad para que la diplomacia demuestre que va más allá de embajadores que escriben en blogs y de primeros secretarios que tuitean. Las plataformas digitales ofrecen la posibilidad de reunir a los emigrantes que ya están en Europa, los que esperan en los campos de tránsito de Oriente Medio y aquellos que todavía no han abandonado sus hogares en esta conversación crucial. El ejercicio de Mont Fleur sobre posibles escenarios para la Suráfrica post apartheid reunió a participantes de todo el espectro político para generar escenarios sobre en qué punto estaría el país en un plazo de 10-15 años. Este valioso ejercicio ayudó a los participantes a pensar en las implicaciones en el futuro de las decisiones políticas actuales pero también les proporcionó un lenguaje común en el que hacerlo. Una versión online del ejercicio de los escenarios de Mont Fleur para los inmigrantes podría tener un papel igualmente valioso a la hora de encontrar soluciones a la crisis.

“Simplemente conecta” (E. M. Forster) – Haz las conexiones geopolíticas

El novelista inglés E. M. Forster dijo una vez “Simplemente conecta”: una buena lección para los líderes de la UE. La Unión debe aprender a establecer las conexiones geopolíticas clave para resolver la crisis migratoria. Irak y Siria deben ser considerados como una sola cuestión y la derrota de Daesh como algo fundamental en ambos países.

En la medida en que el presidente ruso, Vladímir Putin, se ha convertido en “el hombre indispensable” en Siria, Occidente debe tratar con él. Solo este puede empujar al dirigente sirio Basar al Assad a colaborar en un cambio post régimen en el país. Además, es la clave para llegar a Irán. Moscú también está dispuesto a desplegar la fuerza militar en Siria que Occidente no. Pero mientras Occidente tenga que tratar con Rusia sobre Siria, lo tendrá que hacer también sobre Ucrania. El mandatario ruso ve la conexión, Occidente no.

Bruselas debe volver a implicarse con Turquía, quien será el gran perdedor en cualquier acuerdo en Siria e Irak, y debe hacerlo en serio. Un mezcla de sobornos y promesas incumplibles no va a ser la solución.

Libia debe volver a analizarse. La tradicional imparcialidad de la ONU no funciona. Occidente tiene que decidir qué bando quiere que gane (el Gobierno de Tobruk) y asegurarse de que lo hace.

Resucitad Euromed

La UE creó Euromed, ahora llamada Unión Mediterránea, y estableció su sede en Barcelona, pero nunca ha hecho nada con ella. Sin embargo, podría proporcionar un marco valioso en el que abordar la gran variedad de problemas que conforman la crisis migratoria. El objetivo debería ser crear un área económica común en el Mediterráneo. Esto proporcionaría un marco para profundizar en las relaciones entre la Unión Europea y los países del Norte de África y Oriente Medio, lo que beneficiaría a las economías de los países del sur de Europa tanto como a las de los Estados que no pertenecen a la Unión. Bruselas debería incluso desarrollarlo para convertirlo en un nuevo Plan Marshall para el siglo XXI. Y debería invitar a Putin a unirse. Si este sigue el ejemplo de Stalin y lo rechaza, eso le dirá a los Veintiocho todo lo que necesita saber sobre la política exterior rusa.