Tras el arresto del ex general serbobosnio Ratko Mladic, acusado del genocidio de Srebrenica, se abre para Serbia la puerta de la integración con Europa y la normalización de las relaciones con sus vecinos.

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Después de casi 16 años por fin el ex general serbobosnio Ratko Mladic ha sido capturado por las fuerza de seguridad serbias. La detención se produjo en el tranquilo pueblo de Lazarevo, en el norte de Serbia. Aunque los detalles se irán desvelando durante los próximos días es probable que Mladic haya llevado una vida con su familia y sus amigos sin demasiada perturbación por parte de las autoridades del país intentando darle caza. Mientras que muchos esperaban que Mladic hubiera ya muerto o se hubiera dejado crecer la barba para instalarse en algún lugar de América Latina, lo más probable era que estuviera escondido en Serbia gracias a la ayuda de sectores de la inteligencia militar del país.

Durante mucho tiempo, el general Mladic confió en la protección del régimen de Milosevic. Con la expulsión del poder de éste en 2000 las cosas no cambiaron mucho. Mientras que Belgrado anunciaba su deseo de integración en la UE y la normalización de relaciones con la OTAN, el primer ministro Vojislav Kostunica parecía usar a Mladic como un constante elemento de ventaja estratégica. Los negativos informes del Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia sobre los esfuerzos de Serbia se veían a menudo contrarrestados por el interés de los Estados europeos en normalizar las relaciones con el país y conectados a la implicación europea en definir el estatus de Kosovo. Algunas veces surgían rumores sobre la localización de Mladic en los viajes internacionales que supuestamente hizo. El Gobierno serbio se movía por una delgada cuerda floja en su intento de mostrar que al menos estaba haciendo algo, y de ese modo conseguir empujar a la comunidad internacional a abandonar su exigencia sobre el arresto de Mladic (y en ese momento sobre Radovan Karadzic) en casos concretos: en 2006 Serbia se convirtió en miembro de la Asociación para la Paz de la OTAN y en 2008 firmó un Acuerdo de Estabilización y Asociación con la UE sin cumplir con ninguna de sus demandas.

Tras las elecciones parlamentarias y presidenciales de 2008 llegó al poder un gobierno pro europeo que le dio al presidente Boris Tadic la oportunidad de aligerar la búsqueda de Karadzic y Mladic. Al finalizar 2008, Karadzic había sido detenido y existían grandes esperanzas de que el general le seguiría pronto. Dado que el actual Ejecutivo está sinceramente impaciente por obtener el estatus de candidato a miembro de la UE, es probable que haya tenido problemas en cada uno de los escalones de los servicios de inteligencia serbios. El joven y entusiasta Sasa Vukadinovic, responsable de éstos y nombrado en 2008, no había sido capaz de reformar con rapidez los sectores de los servicios para conseguir que todos miraran en la misma dirección.

En primer lugar, es de esperar que esta detención proporcione algo de alivio a los familiares de las muchas víctimas de la limpieza étnica de Srebrenica en 1995 y de otras atrocidades en Bosnia. Los veteranos de las fuerzas de mantenimiento de paz de Naciones Unidas que trabajaban en Yugoslavia en esa época podrían también encontrar algún consuelo en este muy esperado arresto. Y por supuesto, todos los líderes europeos aplauden la noticia. El arresto es, no obstante, sobre todo beneficioso para Serbia y su posición en la comunidad internacional.

El presidente Tadic se apresuró a afirmar en una conferencia de prensa que “un difícil periodo de nuestra historia ha terminado y la reputación de Serbia ya no está empañada”. Olvidó mencionar que el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia tiene una orden de arresto pendiente contra Goran Hadzic, un líder político serbio en Croacia durante la guerra. Es poco probable, no obstante, que la comunidad internacional se aferre ahora a poner condiciones sobre este objetivo menor. Las elecciones parlamentarias y presidenciales de 2012 se aproximan y Europa estará deseosa de apoyar a Boris Tadic para que cumpla un segundo mandato. ¿Qué mejor regalo entonces que otorgar a Serbia el estatus de candidato a miembro de la UE? Además, es probable que Holanda, que ha sido el país que se ha mostrado más agresivo en intentar obligar a Belgrado a mostrar resultados, deje de bloquear a partir de ahora las negociaciones entre Serbia y la UE.

Y dado que está previsto que el informe del fiscal del Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia Serge Brammertz se haga público el mes que viene, el momento en que se han producido las cosas es casi demasiado bueno para ser cierto. La decisión al final de este año para comenzar o no las negociaciones con la UE dependerá también, desde luego, de la visión que tenga el tribunal de la cooperación y el cumplimiento de sus obligaciones por parte del país balcánico. Esto parece sugerir que existía una genuina voluntad por parte del Gobierno serbio para detener a Mladic, pero que la toma de posiciones de cara a las inminentes elecciones y la agenda UE-Serbia han jugado un papel muy importante en el momento elegido para la detención.

Durante los últimos veinte años, Serbia ha librado cuatro guerras (como Yugoslavia contra Eslovenia, después Croacia y Bosnia, más la última en Kosovo). El país presenció la pérdida de su papel como líder con la desintegración yugoslava, la escisión de Montenegro en 2006 y la pérdida de Kosovo. Sólo la última de estas cuestiones sigue irresuelta y llevará mucho tiempo y nuevas conversaciones el encontrar un acuerdo común. Belgrado está luchando una batalla contracorriente sobre Kosovo, cuya independencia ha sido reconocida por muchos países y ahora está emergiendo un modus operandi razonablemente estable para una coexistencia diaria. La población serbia ha pasado muchas penalidades y se ha sentido frustrada viendo como con frecuencia el país era considerando el malo por la comunidad internacional. Pero muchos ciudadanos han pasado página y buscan la integración con Europa y unos lazos normales con sus vecinos. Con suerte el arresto de Mladic será la última página de esta triste historia y la atención podrá gradualmente centrarse en ese nuevo libro de integración y progreso que Serbia ya comenzó a leer hace algún tiempo.

 

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